jueves, 15 de noviembre de 2018

Chavela Vargas, el documental: vibrante y arrolladora

La apasionante vida de Chavela Vargas: Cantante. Luchadora. Símbolo, fielmente retratada en el documental de Daresha Kyi y Catherine Gund. Foto: Cineco
Ricardo Rondón Chamorro

No creo que sean muchos o muchas quienes no hayan descubierto aún el arrojo, la virtud y el desparpajo de esta mujer, Chavela Vargas, que como extraída de una novela de Pancho Villa o de Emiliano Zapata, cargaba pistola al cinto, bebía tequila y mezcal (gusano incluido) a pico de botella, montaba a pelo de caballo como el más chingado sargento de la revolución, seducía con una pátina maléfica a las mujeres más bellas y famosas de su época, armaba broncas cinematográficas cuando la criticaban o se interponían en sus caprichos, y se dolía herida en sus canciones, como si le brotaran del útero.

A aquellos, que por una u otra razón jamás se fijaron en ella, ni compraron la boleta para admirarla en sus conciertos cuando vino a Colombia, y menos alzaron sus copas para brindar por sus melodías y cauterizar con ellas las cicatrices más profundas del desamor, el engaño y la traición , les recomiendo el documental Chavela: Cantante. Luchadora. Símbolo, de las cineastas Daresha Kyi y Catherine Gund, por estos días en cartelera (15, 16, 17 y 18 de noviembre).

Con Pedro Almodóvar, el ángel que la rescató de sus cenizas. Foto: Archivo particular 
No han llegado tarde, no se preocupen. Chavela es intemporal por la misma razón de que nunca tuvo edad y siempre vivió al límite, entre la soledad, la incomprensión, y varias veces, al borde del precipicio; porque le apostó a todo y a todas, y porque birló los embates de la parca para no dejarse enganchar en su guadaña, solo cuando ella lo quiso: le echó los dados y se murió antes de que se la llevara. Se levantó del sepulcro según las partituras y resucitó en España. Y cuando tocó el techo del Olympia, en París, y el del Palacio de Bellas Artes, en el D.F. mexicano, su consagración, entonces sí dejó que la pelona se la trasteara.

Chavela Vargas, está escrito, no se murió de nada. Se murió de tanto vivir, que ya es mucho decir, de pelearse consigo misma en un combate a muerte que inició en la edad temprana, cuando sus propios padres le hicieron el feo al descubrirle sus ímpetus y rasgos varoniles, y rabiosa y destrozada se echó a rodar como una piedra entre peñascos y abrojos, y de tanto rodar en ese pedregal se hizo a un pellejo fuerte y a un corazón calloso al que jamás le volvieron a entrar espinas, como se lo confesó en una noche de tequilas a don José Alfredo Jiménez, ese galán hecho a su medida, de quien se enamoró más con el alma que con el músculo.

Chavela Vargas, gran referente del patrimonio musical del país azteca. La costarricense más mexicana del mundo. Foto: Archivo particular
El documental, de largo aliento, de más de veinte años de seguimiento, cámara al hombro, entrevistas a las mujeres que amó, a sus entrañables amigos, de los más fieles y consecuentes, en las buenas y en las malas, Miguel Bosé y Pedro Almodóvar; decenas de postales y recuerdos que comienzan con su juventud y trascienden en su vida personal y artística, hasta el día de su fallecimiento, es una narrativa dramática y profunda, pero a la vez abundante y enriquecedora en las luces y sombras de Chavela Vargas, poderoso referente del patrimonio musical de México.

La llamada Dama del Poncho Rojo, que pese a no haber tenido mayores estudios que los básicos para una chica provinciana, criticada y excluida, y en consecuencia inestable y desconcertada, sobresalió por su talento, su inteligencia, su humor cáustico y sin mordazas a la hora de encarar a sus detractores, quien a lo largo de su carrera se dio el lujo de codearse con figuras del arte, la cultura, la política y la realeza, rutilantes bajo los reflectores como Ava Gardner, Grace Kelly, Elizabeth Taylor, Isabel Preysler, Eddie Fischer, y la misma Frida Kahlo, quizás el más tórrido de sus romances, entre una extensa lista de celebridades.

Con Frida Kahlo, uno de sus romances de película. Foto: Archivo particular
El espíritu rebelde y transgresor de Chavela se ve fielmente retratado en este documento a ritmo de ranchera, con su guitarra compañera, con sus dejos descorazonados, siempre altiva, sembrada a la tierra como el cactus, porque ni siquiera la doblegaron las interminables borracheras de esa leyenda negra que ella misma se forjó, perdida en el marasmo de su inconsciencia, cuando algunos la daban por muerta, un fantasma al tanteo de sus gafas negras, como las de Pasolini, que vagaba a la deriva entre cantinas y tabernas.

Todo empezó en 1992, cuando la directora australiana Catherine Gund decidió radicarse en Ciudad de México y en sus andanzas noctámbulas se enteró de la leyenda viva de Chavela Vargas, de su música, de su arrolladora presencia en los escenarios, y de ese apetito voraz por la vida, el arte y la libertad.

Con una cámara de vídeo, Gund grabó varios encuentros, conciertos, entrevistas. Guardó las cintas por veinte años, hasta que en 2016 le propuso a su amiga Daresha Kyi echar juntas a rodar una película. El proyecto no podía ser más seductor, y en él invirtieron toda su pasión.

La Chavela de sus primeros años artísticos, a contarcorriente del machismo imperante. Foto: Archivo particular
El trabajo brilla justamente por el empeño reporteril y la investigación a fondo en las entrañas de la apasionante vida de Chavela, de su mundo, como el Mundo raro de su entrañable amigo y mentor José Alfredo Jiménez, y de todo lo que pasa en los 90 minutos de esta coproducción EEUU-México-España, con un inventario excepcional de imágenes de apoyo, archivo fotográfico inédito, reveladores testimonios de las mujeres con quienes compartió y convivió; y de aquellos amigos que fueron arte y parte de su resurrección como artista: Pedro Almodóvar, Laura García-Lorca, Tania Libertad, Miguel Bosé, Jessua Rodríguez, Martirio y José Alfredo Jiménez Jr., entre otros.

Chavela, el documental: Cantante. Luchadora. Símbolo, fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, en 2017, donde fue aclamada y registrada en el segundo lugar del Panorama Audience Award, y posteriormente laureada y reconocida en otros festivales internacionales como el de Atenas, el OutFest, de Los Ángeles, el Frameline, de San Francisco; y el Festival de Cine Gay de Toronto.

La Dama del Poncho Rojo, la más macha entre los machos, la Macorina, la Llorona, la eterna morena seductora, llega ahora a las salas de Cine Colombia, del 15 al 18 de noviembre, en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Manizales, Bucaramanga, Villavicencio y Popayán.

De verdad, no se la pierdan. Les va a dar el gustazo, al salir de la función, de buscar una cantina mexicana, compartir unas copas de tequila, brindar por ella, y corear a rabiar sus melodías.

Y en el último trago nos vamos…

Boletas: Desde $ 15.000 hasta $ 26.000 / Según sala y ubicación

Funciones: Jueves y viernes, a las 8:00 p.m. Sábado y domingo a las 12:00 del día.
Bogotá: Andino, Unicentro, Avenida Chile, Gran Estación, Calle 100, Titán, Centro Mayor, Santafé y Centro Chía
Medellín: Santafé, Vizcaya y Viva Envigado
Cali: Unicali y Chipichape
Barranquilla: Buenavista
Bucaramanga: Cacique
Cartagena: Bocagrande
Manizales:  Fundadores
Ibagué: La Estación
Popayán: Terra Plaza
Villavicencio: Viva Villavicencio
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