miércoles, 24 de enero de 2018

Ciro y yo, valiente y conmovedora lección de vida

Ciro Galindo, protagonista de esta lección de vida,  y Miguel Salazar, guionista, fotógrafo y director del documental. Foto: eltiempo.com 
Ricardo Rondón Ch.

Aunque Ciro Galindo se disculpe por su voz medio afónica y entrecortada, según él por los bruscos cambios de clima y por esos ires y venires entre Villavicencio (donde reside) y Bogotá, por motivos de la promoción de su documental, uno en el fondo se atreve a deducir que esa voz trémula tiene que ver con el nudo en la garganta que no ha podido desatar desde que tuvo uso de razón, y de ahí en adelante el viacrucis de cargar con la pesada cruz de la violencia, el desarraigo, y la pérdida irreparable de sus seres queridos.

Ese nudo ciego en el gaznate comenzó a formarse cuando Ciro Galindo (Coyaima, Tolima, 29 de agosto de 1952) siendo niño huyó con su madre de la violencia que arrasaba su pueblo ante el cruento enfrentamiento entre liberales y conservadores en los años 50; que lo obligó a una primera errancia para buscar refugio en los llanos orientales.

El nudo se hizo más áspero e insoportable cuando a los nueve años fue abandonado por su madre en un orfanato de donde se fugó a los pocos meses, emprendiendo una agreste travesía por diferentes regiones de Colombia y empleándose en decenas de oficios, desde los más exóticos y artesanales hasta los más aventureros y riesgosos: lanchero, cultivador de palma de coco, cuidador de niños, guardabosques, policía cívico, guía turístico, auxiliar de campo en una petrolera y raspachín de hoja de coca en el Guaviare, donde conoció a Ana Margarita, una indígena tukano, su mujer y madre de sus tres hijos: John, Élkin y Esneider, quien al no resistir las muertes de los dos primeros -luto atado a un sinnúmero de padecimientos y precariedades- se fue marchitando como una planta hasta morirse.

Ciro, acompañado de su esposa Ana Margarita y de Élkin y Esneider, sus hijos. Foto: Archivo particular
De ahí que Ciro Galindo encarne el dolor y la ignominia del tránsito siniestro de las guerras en Colombia: uno entre 8.376.463 víctimas del conflicto armado y del desplazamiento forzado por las presiones del ejército, la guerrilla y los paramilitares. De hecho, dos de sus hijos, Élkin (fallecido) y Esneider fueron reclutados y utilizados por grupos al margen de la ley.

Por esa cadena de vicisitudes y de episodios luctuosos que no cesan de exprimir sus lágrimas, Ciro Galindo va desgranando palabras forzadas, apenas inteligibles de ese nudo que no ha podido diluir, que no le permite fluir como él quisiera cuando uno se acerca y le pregunta si con tanto sufrimiento, se siente capaz de perdonar:

-Perdón, sí. Olvido, no-, responde a secas.

La dramática y no menos reveladora historia de Ciro, que a su vez resume la historia de Colombia, narrada desde lo profundo y sincero de una amistad de más de veinte años por su amigo, el fotógrafo, cinematografista e historiador bogotano Miguel Salazar Aparicio, es a la par el recuento con fechas y cifras de los cuadros dolorosos y devastadores del conflicto armado en Colombia, de los más de 200.000 muertos que ha arrojado a su paso; de los cientos de secuestrados y desaparecidos; y de los dolientes en su inagotable trashumancia que, como Ciro, aspiran a una redención, a una reparación, a la mirada comprensiva y solidaria de un país cada vez más absorto en la indiferencia y la banalidad que segrega como pústulas el odio y el rencor de las redes sociales.

Cruzando en lancha el río Guaviare. Foto: Archivo particular
La crónica de Ciro y yo: guion, fotografía, voz en off y dirección de Salazar Aparicio, está respaldada por un abundante material de testimonios, fotografías y documentos fílmicos, en gran parte inéditos, de los procesos bélicos y de los desafortunados y fallidos registros históricos en el intento y las aproximaciones por una suspensión de hostilidades, en una línea de tiempo que abarca desde 1953, con la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla, hasta la firma del acuerdo definitivo, tras la derrota en el plebiscito, en el Teatro Colón, en 2016.

Un documental que duró madurándose largos veinte años, cuando un jovencísimo fotógrafo, Miguel Salazar, contactó a Ciro con el fin de que le colaborara con un guía en su periplo de reportería gráfica en Caño Cristales (Sierra de la Macarena) para abonar en placas del libro 360 grados, de Villegas Editores.

Ciro, que por esa época no daba abasto a atender los turistas que arribaban a esa paradisiaca región, encomendó la misión a su hijo John, aún adolescente. En medio de la exuberancia de los rápidos, las corrientes y el fantástico espejo de siete colores que es Caño Cristales, Miguel comenzó emocionado a disparar su cámara, embebido por el paisaje.

Con Ana Margarita, quien lentamente se fue muriendo de tristeza. Foto: Archivo particular 
Sólo hizo una pausa en el obturador cuando vio que el muchacho que lo acompañaba -quizás para demostrar sus dotes de nadador curtido- se lanzó en picada de una de las piedras, cayó al agua y jamás volvió a salir. Para Salazar, esa pausa aún no termina porque le cambió la vida. Al regreso al rancho, le narró la tragedia a Ciro, quien lo libró de esa carga expresándole que era una inexplicable jugada del destino, y que él, Miguel, no tenía nada que ver.

Ese fue el inicio de la amistad estrecha y duradera que atestigua el documental, conducido con la ética, el respeto y la admiración por un colombiano, que pese a las desdichas y las adversidades de distinta índole, no ha perdido su compostura. Por el contrario: pareciera que tanto dolor acumulado lo haya fortalecido como los árboles de la Sierra de la Macarena, altivos e incólumes ante las demoledoras furias de la naturaleza.

Ciro y yo es una valiente y conmovedora lección de vida, un acto de fe y esperanza, el fiel retrato de un hombre que a su vez es la radiografía de un país, parafraseando a Eduardo Galeano y a Gabriel García Márquez, de venas abiertas y con el hálito redentor de una segunda oportunidad sobre la tierra.

A ver si por fin logramos desatar de una vez por todas y en guardadas proporciones esos nudos en la garganta, como el de Ciro, que con su nobleza y dignidad, más no con resignación, terminó ganándole la partida a la guerra.

Perfil de Miguel Salazar (el amigo)

La brillante y laureada carrera de Miguel Salazar, historiador, guionista, fotógrafo y director de cine. Foto: Archivo particular
Miguel Salazar Aparicio nació en Bogotá. Es historiador de la Universidad de los Andes, con una maestría en producción y dirección de cine y televisión de la Universidad de Nueva York (NYU).

Ha trabajado como director y productor de cuatro largos documentales: Carta a una sombra (2015) ganador del Premio del Público Club Colombia y el Premio Especial del Jurado en la Competencia Oficial Colombia del Festival Internacional de Cine de Cartagena -FICCI-; El caso Nule (2012) especial para RCN Tv., nominado a los premios India Catalina como Mejor Documental.  Codirector y coproductor del largometraje documental La Toma (2011), participante en los festivales de Cartagena, Human Rights Watch y Mar del Plata.

Codirector, coproductor y fotógrafo del documental Robatierra (2009), apoyado por el Sundance Documentary Fund, Mejor Documental del Sur en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana

Director y productor del cortometraje Martillo (2005), Mejor Cortometraje Ficción en el Festival de Cine de Kiev y el Festival Internacional de Cine de Cartagena.

De otro lado, ha sido fotógrafo de los libros Colombia Panorámica (1997) y Colombia 360º Ciudades y Pueblos (2006) editados por Villegas Editores.  Coproductor y cámara del documental Un Tigre de Papel (2007) de Luís Ospina, Premio Nacional de Documental.

Director y productor del cortometraje Martillo (2005), Mejor Cortometraje Ficción en el Festival de Cine de Kiev y el Festival Internacional de Cine de Cartagena.

Ciro y yo: estreno a partir del 25 de enero.

*Salas en Bogotá: Cine Colombia Avenida Chile, Cine Colombia Embajador, Cine Tonalá Bogotá y Cinemanía.

*Salas en Medellín: Cine Colombia Vizcaya, Procinal Las Américas, Centro Colombo Americano.

*Salas en Cali: Cine Colombia Unicali, Cinépolis El Limonar, Cinemateca La Tertulia, Royal Films Multicines Centenario.

*Sala Villavicencio: Cine Colombia Viva.
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