jueves, 17 de julio de 2014

María Martha Serra Lima, Los Panchos y el inevitable juego del amor

María Martha Serra Lima y el legendario Trío Los Panchos, en el lobby del Hotel Tequendama, en Bogotá. Foto: La Pluma & La Herida
Ricardo Rondón Ch.

El mito de que las mujeres robustas tienen  bonito rostro y linda voz, se confirma en una de las grandes vocalistas de la canción romántica, la argentina María Martha Serra Lima, protagonista de una carrera exitosa e ininterrumpida, desde los albores de los años 80 hasta la fecha, con más de veinte álbumes, cualquier cantidad de duetos y homenajes, uno de los más permanentes en su periplo artístico, el legendario Trío Los Panchos, banda sonora en esta oportunidad de su gira por Colombia.

El encuentro con ella se produce en el lobby del emblemático Hotel Tequendama de Bogotá, preferido y familiar para la artista durante sus visitas a la capital, donde a esta esta hora se oye el menuetto de la Sinfonía 40 de W.A. Mozart, entre reflectores y cámaras, turistas y botones, y uno que otro curioso que se ha filtrado para tomar impresiones de estas dos grandes instituciones que durante años les han cantado a los asuntos del corazón en todas sus instancias: María Martha Serra Lima y Los Panchos.

La intérprete de clásicos del romanticismo latinoamericano como: ‘Soy como toda mujer’, ‘Y a esto le llamas amor’, ‘La tercera es la vencida’, ‘Cartas amarillas’, ‘De qué manera te olvido’, ‘Voy a perder la cabeza por tu amor’, ‘Perdón’, ‘Amante a la antigua’, ‘Te vengo a preguntar’, ‘En un rincón del alma’, ‘Dile que vuelva’, ‘Piensa en mí’, y su infaltable, ‘A mi manera’, luce una liviana ruana en rojo bermellón y un corte de cabello al rapé de un tono rubio oxigenado.

Lo de la ruana es porque la agobia el frío y la altura, y más el aire acondicionado del barcito aledaño donde conversamos. Por eso se disculpa y con la prenda trata de cubrirse la garganta: “es que yo vengo del calor, vivo en Miami, me gusta el calor”, aclara Serra Lima con su voz profunda de matrona de telenovela brasileña, una voz que ella ha educado en distintos géneros musicales, incluido el arte lírico, la balada, la romanza española, la ranchera, por supuesto, el bolero, y hasta el tango.

Dueña de una personalidad firme, arrolladora, y de una voluntad férrea, María Marta asumió el reto de bajar de peso hace trece años. De los 153 que marcaba la báscula, rebajó 68. Cambió el ropero, desterró sus amplias y famosas túnicas, volvió a ponerse pantalones y medias veladas; y “volví a cruzar la pierna en las reuniones, porque no podía”. Pero el encanto, como la mayoría de los encantos, duró poco. Y retornó a su peso habitual.

“No hay gordos felices. Hay gordos buenos actores que saben sobrellevar la carga. Puedes rebajar de peso, pero sigues siendo gorda en la cabeza. Con todo lo que me ha pasado por mi obesidad, no soy una gorda amargada. Una vez, en Lima (Perú), en una peluquería, quedé atascada en una silla de metal. Cuánto lucharon para poderme sacar”, dice la cantante, con el desparpajo y la sencillez que la caracteriza, sin ocultar nada, sin evadir nada; porque “ser gorda no es pecado sino una condición, y hay que aprender a vivir con lo que se tiene”.

Al fondo, suenan las cuerdas de Los Panchos en arpegios y voces dulces que subliman una de sus mejores letras de repertorio: ‘Toda una vida’, y varias de las reporteras que a esta hora hacen su trabajo, como la bella Luisa Builes, de CM&, no pueden resistir al cataclismo emocional, y sus ojos se empañan de lágrimas.  
    
Con ese apropiado fondo musical, iniciamos la entrevista con la Dama Gigante del Bolero.

De todo lo que ha viajado, Colombia siempre está en sus afectos. Usted va y vuelve, ¿verdad? 

“Colombia es un país queridísimo al que me gusta regresar siempre y donde he pasado momentos inolvidables a lo largo de mi carrera. Para mí es el país más bonito de América, sus contrastes de colores, sus verdes, sus ciudades, esa Bogotá de gente tan hospitalaria y educada,  que habla el mejor español de Latinoamérica, el más puro. Los argentinos no hablamos español, hablamos argentino, como los uruguayos”.

Estamos entre dos aguas: los boleros de Los Panchos y la música clásica del lobby, que también es de su agrado.

“Mi padre fue cantante de ópera y cantó diez años en el Teatro Colón de Buenos Aires, el máximo escenario del arte en Argentina. De él heredamos su gusto musical y algo de su talento. Nos hizo querer la música clásica, conocerla, explorarla, amar las canciones italianas, la ópera, en fin”.

¿En qué año empezó usted a cantar?

“Yo soy artista tardía. Empecé a cantar a los 34 años, porque cantar no estaba en mis planes. En principio, mi padre no me dejó hacerlo. Profesionalmente no quería que yo fuera artista, siendo él artista, por ese conservadurismo de las familias de antes que tenían sus discrepancias con el mundo de la noche, la bohemia, la incertidumbre, lo duro y sacrificado para llegar a ser figura. Mi papá me llevaba 46 años, era un papá bueno. Y, mi madre, demasiado joven para él. Éramos tres hermanos varones y yo la única mujer, a quien trataban como a una florecilla. Sólo me permitía cantar para mis amigos, para las veladas que se hacían en la casa, y que diera clases de guitarra y de inglés. Pero no más”.

¿Y en qué momento decidió lanzarse a la palestra?

“Un día se muere papá y me dicen mis amigos, ‘te ha llegado el turno, ahora no tenés excusa’. Y yo veía eso como una locura, pensaba que ya estaba muy pasada de edad para cantar. Nunca tuve esas ganas desaforadas de ser estrella”.
Años dorados de la romántica intérprete 

¿Qué cantaba en un principio?

“Debuté con  letras de repertorio, canciones que tomaba de mi cuaderno de aprendizaje. Interpretaba melodías románticas de Chabuca Granda, ‘La flor de la canela’, boleros, baladas, rancheras, todo eso”.

¿Cómo fue que asumió el reto en 2011 de bajar 68 de 153 kilos de peso, sin cirugías ni dietas ni todas esas posibilidades clínicas y terapéuticas. ¿Cómo lo hizo?

“Matándome de hambre, de verdad. Incluso una amiga también gorda me recomendó que me pusiera el cinturón de silicona para mermar el apetito. Y yo decía: ‘Pero cómo, si no le funcionó a ella, ¿por qué me lo quiere sugerir a mí?’. Lo mío fue pura fuerza de voluntad. Reducir al mínimo las más de 2500 calorías diarias que consumía. Mi hija Cecilia, que también ha padecido la obesidad, sí se mandó a reducir el estómago, bajó 60 kilos, pero después, en año y medio, volvió a subir”.

Entonces, dichos métodos no siempre funcionan. Hay desinformación al respecto.

“No siempre, ahora hay muchas ayudas efectivas. Pero no todas las veces funcionan esos métodos. Adelgaza el cuerpo, pero la mente sigue gorda. Se sigue pensando en gorda. En ese momento, en Argentina, ser gorda, era espantoso. No había artistas gordas. Si cuando te sobran diez kilos, ya es una anormalidad. Pero a mí me sobraron 50 y me lo perdonaron, porque yo nunca me presenté como una vedette sino como una cantante, como lo fue en su momento Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan, independiente de si eran negras, gordas, bajitas, feas”.

Y ese método sí fue eficaz…

“Claro, porque la voz, la virtud, la honestidad con el arte, supera todo lo anterior, y eso se debe respetar. Y así me aceptaron. Encima de eso luchar en una época en que la industria discográfica poco creía en las mujeres, y yo empecé a vender discos como loca, me encontré con Los Panchos por casualidad en una gira, y terminamos grabando. Después me tocó compartir asiento en un avión con Armando Manzanero, y bueno, otro encuentro fortuito: trabajamos juntos más de sesenta espectáculos. Pero todo se ha dado por el azar. Yo nunca busqué nada, nunca pedí nada. Debe ser por el Sagitario que me rige, que dicen, trae buena suerte”.

Luisa Builes, la bella colega de CM&, no resistió al cataclismo emocional de María Martha Serra Lima y el Trío Los Panchos. Foto: La Pluma & La Herida
¿Y ese Sagitario también la ha amparado en los vericuetos del amor?

“La atracción de los hombres hacia mí fue a través del canto. Por el canto de la sirena (risas). De modo que el amor siempre ha estado presente y tuve la fortuna de relacionarme con grandes hombres, en su calidad humana, en su sinceridad y respeto”.

Uno de ellos, Horacio Pérez, de quien se separó y hoy es su manager. Ustedes hicieron un convenio muy civilizado, el de vivir en casas separadas, en el sentido de que usted es artista y él abogado, usted lleva una vida nocturna y él una rutina diurna, usted tenía sus hijos y él los suyos. ¿Funcionó esa metodología?

“Eso pasó después de veintidós años de vivir juntos, hasta que me harté . Entonces convenimos en vivir en casas separadas. Vivíamos así y nos queríamos como novios y hablábamos por teléfono cien veces, y bueno, ese estilo de separación hizo que nos convirtiéramos en los mejores amigos. Él ahora me ayuda mucho, está al frente de mis contratos, de mi carrera. Horacio ha sido una gran ayuda en este momento de mi vida”.

También fue novia de Sandro de América, ¿verdad? ¿Cómo fue esa experiencia?

“Fue a mediados de los años 80 y me convertí sin quererlo en la envidia de muchas mujeres. Yo estaba empezando. Sandro, además de su voz, de su talento, brillaba por su calidad humana, por su generosidad. A mí me ayudó mucho, me dio luces para encaminar mi carrera, porque yo hasta ahora estaba empezando.  Incluso, después de haber terminado nuestra relación seguía llamándome a la casa y hablaba con Horacio, mi esposo, horas enteras. Una amistad divina que duró hasta que se enfermó, muy terrible para todos  esa agonía de sus últimos días”.

¿Usted grabó tangos?

“Grabé algunos tangos y los interpreté en vivo hasta hace un tiempo en mis shows en Argentina. Pero para mí resulta peligroso cantar tangos…”.

¿Por qué?

“Porque los canto tan bien que la gente ha llegado a decirme, ‘no cantes más boleros, canta tangos’, y sucede que el tango tiene una exigencia única, un embrujo particular que ya no puedo encarar. Por eso sigo con lo romántico”.

¿Y cuál es el tango de su vida?

“’Y todavía te quiero’ y ‘Pasional’, que son los dos únicos tangos que canto en vivo, en los espectáculos. Son tangos fuertes, dramáticos, de una gran presencia escénica; pero también me gustan los tangos románticos”.

¿Y de los boleros preferidos?

“Muchos, de Manuel Alejandro, ese genio; de Mario Clavell, que escribió varias letras para mí. Yo era muy amiga de él hasta que murió en 2011, iba a tomar el té a su casa una vez por mes y le cantaba una de sus mejores melodías: ‘Somos un sueño imposible que busca la noche…’. Era un divino Clavell”.

Cientos de escenarios recorridos. Foto: Archivo particular
¿Y el tema que más le gusta al público en su voz?

“’A mi manera’, que es con el que me siento más a gusto y me sale mejor”.

Usted que le ha cantado tanto al amor y durante tantos años, ¿qué definición particular tiene del amor?

“Es un motivo para vivir feliz, es en realidad lo único que me pone bien, no sólo el amor entre un hombre y una mujer. El amor a tu país, a tu bandera, a tu equipo, a tu familia, a las cosas bellas que nos ofrece la vida; en este momento, por ejemplo, el amor que siento por mis nietos, por mis pequeñines, eso es incomparable. Se puede vivir en el amor y en el odio. Yo elegí la primera opción y la paso fenómeno”.

¿A cuántos hombres cree que hizo sufrir?

“No sé a cuántos pero los hice sufrir bastante porque se pasaba rápido, fui muy enamoradiza. He sido muy romántica, pero no fui de amores aventureros. Me enamoraba de verdad, pero siempre con admiración y respeto”.

¿Cuántas veces se casó?

“Tres”.

¿Cuántos hijos por todos?

“Dos, con el primero que enviudé. Yo creo que los hijos hay que tenerlos con el primer marido”.

¿Qué dicen los nietos de María Martha Serra Lima?

“La más chiquita, de 7 años, es una adoración y tiene un sentido del humor extraordinario. Recién hice un espectáculo en Miami y ella asistió. De regreso a casa le pregunté: ‘Bueno, nena, ¿y cómo me viste?’. Y ella respondió: ‘Que cantas muy bien para ser una viejita’”.

Y usted que ha vivido tanto, no en el sentido de años, sino de vivir la vida. ¿Qué es la vida?

“La vida hay que quererla para recibir ese cariño, vivir en la honestidad y en la sencillez, y a mi edad, la vida es el gran resumen de lo que uno hizo, y no de lo que uno dejó de hacer; es el agradecimiento a Dios por todos los favores otorgados”.

¿Y qué será ese paso después de la vida?, algo tan misterioso y metafísico.

“Yo creo que nada, pienso que nada, y preferiría que no sea nada, porque eso de no saber, eso de ser un ánima en pena y andar rodando por el espacio sin rumbo, me parece algo inconcebible. En el caso mío, cuando muera, que arrojen las cenizas al mar y me recuerden con cariño. Eso espero”.

Y si volviera a nacer, ¿repetiría lo mismo?

“Todo igual, no haría para nada, salvo mi condición de artista. Fui muy poco vanidosa, pedigüeña, ambiciosa. Me ha ido bien porque he tenido mucha suerte, y no voy a negarlo, me ha ayudado el talento. Pero mi vida ha sido muy afortunada”.

¿De qué se arrepiente?

“Son tantas las cosas de las que me puedo arrepentir, que tendría que tener mucho tiempo para pensar y decírtelo, algunas al oído”.

Por ejemplo, ¿cuánto hace que no se confiesa con un cura?

“Mucho, mucho tiempo, sí es que yo no tengo pecados grandes, soy una mujer sana, buena, sin vicios, sin rencores, sin deudas por pagar; soy respetuosa de mi prójimo”.

¿Cree que todo tiempo pasado fue mejor?

“No sé, porque el tiempo que todavía no llega, no sé cómo va a ser. Se rescatan muchas cosas del pasado y se valoran otras del presente. Hay que saber vivir con la época que nos corresponde”.

¿Cómo ve el mundo de hoy?

“Como un desastre, o como dice un amigo mío: ‘Una espléndida obscenidad’”.

¿Cómo sintió la derrota de Argentina en la final de la Copa Mundo?

“Muy triste, estaba sola. Pudimos haber ganado, pero ese es el fútbol. Igual, sigo admirando a la Selección. Se gana y se pierde, como en la vida”.

¿Su relación con Dios?

“Buena, no le pido demasiado por temor a endeudarme, pero me ha dado lo que he querido”.

Sigue en los escenarios, ¿qué más le falta por hacer?

“Seguir luchando, seguir cantando, porque este es mi medio de vida; yo no devengo rentas; Dios me puso el arte a mi servicio y de eso me mantengo, de mi trabajo, hasta que me vaya”.

Entre Borges y Cortázar, ¿a quién elige?

“A Borges”.

¿Y entre Atahualpa Yupanqui y Facundo Cabral?

“Facundo, fuimos amigos, pasamos una gira compartiendo el mismo hotel, durábamos la noche entera hablando. Era un tipo medio extraño, exagerado, mentiroso, pero muy inteligente, excéntrico”.

¿Cómo recuerda a Libertad Lamarque?

“Con un cariño bárbaro, agradecida por haber tenido la oportunidad de trabajar a su lado”.

¿Le apostó a los caballos en la época dorada de la hípica en Buenos Aires?

“Yo nunca le aposté a nada ni a nadie”.

¿Cuál es para usted el juego más peligroso que existe?

“El amor, pero es un juego inevitable”.


Gabriel ‘El Gabi’ Vargas habla del Trío Los Panchos

Gabriel 'El Gabi' Vargas -centro-, líder actual y requintista del Trío Los Panchos. 70 años de historia de la legendaria institución del bolero. Foto: Archivo particular 
El más universal de los tríos románticos, Los Panchos, con 70 años de trayectoria y más de 1.500 letras impresas en un promedio de 200 trabajos musicales. Su segundo y actual requintista, Gabriel ‘El Gabi’ Vargas, sucesor en el instrumento y la dirección del recordado Alfredo ‘El Güero’ Gil, lleva las riendas de esta noble institución del bolero que se formó en Nueva York, en 1944, con ‘El Güero’ Gil, Chucho Navarro y Hernando Avilés.

Los Panchos ganaron fama internacional con sus boleros románticos, especialmente en América Latina, donde en el comienzo de la segunda parte del siglo XX seguían siendo honrados como uno de los tríos más famosos de todos los tiempos. Vendieron millones de copias de sus discos de 78 RPM y álbumes LP a pocos años de su fundación.

Gabriel Vargas continúa en activo bajo el nombre de Trío Los Panchos, de común acuerdo con las herederas de Alfredo Gil, quienes poseen los derechos sobre el nombre. De hecho, la última primera voz del grupo, Rafael Basurto Lara, enfrentó problemas legales con el hijo de Navarro, por el uso del nombre.

El Trío Los Panchos representa toda mi vida -dice Vargas-, porque desde la edad de 7 años, que tengo uso de razón, me llegó esta música al corazón. Y continuar este legado con mi requinto, pues es un extraordinario regalo de la vida, de Dios, y del público.

A los 8 años conocí al ‘Güero Gil’, que fue el gran patriarca de Los Panchos, el inventor del requinto, quien se interesó que un chavito de apenas 7 años tocara sus melodías, y me llevó con él, me enseñó, me preparó, para después, en 1978 que se retiró, delegar en mí su sitio para continuar.

De esa época, ya llevo 38 años con Los Panchos. Más de 1.500 canciones letras impresas en más de 200 álbumes, en 70 años de actividades de Los Panchos, desde 1944, cuando fue fundada esta institución, cualquier cantidad de países visitados, cientos de escenarios, entregando nuestro ramillete romántico a varias generaciones.

Colombia, un país muy especial, romántico por excelencia. Aquí hay más tríos que en México. Nos invitan siempre a sus festivales. La juventud sigue siendo romántica. Y cómo entonces se expresa un muchacho para conquistar una jovencita, pues con una frase romántica, con una canción. Eso es lo puro y legítimo que llevamos los mortales; por eso no pueden dejar de existir estas melodías que endulzan el oído y acarician las más hondas fibras.

Vemos muchos jóvenes en los conciertos que corean nuestros boleros, todos los del repertorio. Creemos que tenemos bien ganado un récord en los Guinness por haber interpretado tantas veces ‘Sin ti’, en 70 años.


Pero el récord más grande se lo lleva nuestro público, que ha demostrado su fidelidad durante tanto tiempo, generación tras generación. Cantan nuestras melodías, las repiten, las piden. De lo más reciente, está por venir una sorpresa, con el estilo panchista que nos identifica”. 

Presentación Mano a mano de dos leyendas: María Marta Serra Lima y Trío Los Panchos:
Bogotá, viernes 18 de julio, teatro 'Jorge Eliécer Gaitán'. 8:00 p.m. 

'En un rincón del alma', en la voz de María Martha Serra Lima:

En acetato, los Mejores Éxitos de Los Panchos:
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