sábado, 19 de julio de 2014

Rocío Arias Hofman narra la moda, sentada en su 'silla verde'

"La vida cotidiana, la vida histórica, se ve reflejada en la moda": Rocío Arias Hofman. Foto cortesía: Allaedin Twebti
Ricardo Rondón Ch.

Esta es mi técnica, resucito a través de la ropa. Tanto es así que me resulta imposible recordar lo que hice, lo que me sucedió, a menos que recuerde lo que llevaba puesto. Siempre que desecho un suéter o un vestido, desecho parte de mi vida. (Margaret Atwood).

Como esta cita de la escritora, poeta y activista política canadiense, que hace parte de su compendio de cuentos ‘Chicas bailarinas’ (Lumen), hay un rosario de máximas y entrecomillados en el apartado ‘Elogio a la lectura’, del blog ‘Sentada en su silla verde’ (http://www.sentadaensusillaverde.com.), de Rocío Arias Hofman, creadora de un lenguaje que hacía falta, hoy por hoy, en el vasto territorio de los diseñadores, espacio digital que, desde su creación, ha sentado precedente como una novedosa alternativa para narrar y explicar la moda, desde una plataforma íntima, contextualizada con la literatura, distante de las imposturas y la retórica clisé que abunda en la mayoría de informes y publicaciones relacionados con el tema.

Arias Hofman, periodista independiente y politóloga española, radicada en Colombia desde hace varios años, y cofundadora con el escritor, columnista y editor colombiano Andrés Hoyos, de la Casa Malpensante, marca la diferencia con su estilo, urdido en la práctica y la sensibilidad que le ha brindado su amplia experiencia en la reportería, con un agregado particular que evoca al gran Gay Talese -su padre José fue sastre-, el de saber confeccionar una crónica, un perfil, un retrato, con la técnica y las minucias de un aplicado modisto: boceto, trazo, corte y sutil acabado, sin perder el hilo ni dejar hebras sueltas. La sobriedad de la escritura.

La autora de ‘Sentada en su silla verde’ es colaboradora habitual de El Espectador, Editora de Moda de la Revista Diners y jurado de los Premios Cromos de la Moda.

La Pluma & La Herida la entrevistó.
 
¿Cómo se contempla la moda desde su escenario natural, la ‘silla verde’?

“Muy particular. Es un espacio privado, estupendo para desplegar libros sobre el piso mientras encuentro y reviso fotos, textos. Desde ahí hago uso del tiempo para darle vuelta a las ideas; desgrabar entrevistas; inventar títulos y temas; organizar citas y reportería; subir contenidos al mundo digital que me inventé".

Lo de la 'silla verde' es un homenaje al maestro Germán Arciniegas, ¿verdad?

“Sí, justamente gracias a uno de esos días dedicados a releer encontré hace tres años esa manera intrigante y hermosa con la que el escritor bogotano aludía a la ciudad. Para él, Bogotá está asentada sobre una silla verde -la cordillera oriental- y, desde ahí, se despliega. Bueno, escribo desde un lugar situado cerca de esa montaña y veo lo que relata Arciniegas. Como quería ubicar geográficamente el espacio digital sobre moda en Colombia que comenzaba a concebir y, además, me encontraba sentada en mi silla preferida, el guiño del escritor brilló como un rayo”.

¿En asuntos de moda sería un contrasentido aplicar el viejo refrán de que el hábito no hace al monje?

“Es como lo de aquel dicho de ‘la mona, aunque se vista de seda, mona se queda’. Depende de la intensidad de significado que le de cada persona a la ropa. Pueden ser verdad o no. Si el vestuario que eliges forma parte de tu personalidad, es posible que no haya hábitos que demostrar ni sedas que disfracen monas”.

Moda: ¿arte, oficio o profesión? ¿O las tres a la vez?

“Vocación, más bien. Me intriga, disfruto casi todos sus ángulos y además tengo la suerte de haberla convertido en algo más que una fascinación personal. Es un reto periodístico diario. En ese sentido sí vivo la moda como un oficio”.

¿Qué diferencia hay entre el glamour impuesto y la virtud legítima de saber llevar una prenda?

“Es estimulante comprobar cómo las personas que viven con intensidad, hacer y mostrar moda (creadores, especialistas o sencillamente consumidores) acaban viviéndola de manera anárquica, sin decálogo. Eso sí, como en todas las disciplinas, es gente que además demuestra tener talento para hacerlo”.

¿Se puede lucir elegante, distante de las imposturas mediáticas y las etiquetas?

“Los seguidores de Oscar Wilde, si le hacían caso en todo al escritor irlandés, podían resultar ridículos para muchos, pero aplicaban el dandismo al extremo y seguramente se sentían elegantísimos. Honoré de Balzac nos legó su famoso tratado sobre el asunto. Es un territorio al que siempre conviene volver porque los códigos son un ejercicio de ilusionistas”.

Gianni Versace dijo alguna vez que no creía en el buen gusto. ¿Qué opina al respecto?

“Que el buen gusto existe y está claro porque existe su opuesto: el mal gusto. En relación con las artes, no te puedes escudar en la subjetividad para desviar la atención sobre la diferencia entre buen y mal gusto. Cavalli, otro italiano como Versace, no desprecia la definición y más bien se encarga de reivindicar con sus brillos y ‘animal prints’ entalladísimos, un estadio del gusto”.

¿Estuvo más acertada Coco Chanel cuando dijo que la moda está en el cielo, en la calle, en la cotidianidad, en lo que está pasando?

“Bueno, es que ahí encuentras moda a borbotones. Nuestra vida cotidiana y la vida histórica, si se quiere ver con perspectiva, se ve reflejada en la moda”.

¿Son los modistos una suerte de cirujanos, ávidos de esa materia prima que es la mujer vestida de carne, en el caso de las modelos?

“No sé, no me he encontrado el primero que me hable así del ‘objeto de su obsesión’”.

Se lo digo por el célebre postulado de Margarita Riviére: “La moda como creación, ha muerto, pero ha dejado un heredero: el culto al cuerpo”.

“Margarita Riviére escribe desde la sociología y desde la antropología. Creo que el enfoque que hace esta española estudiosa es sobre la relevancia del cuerpo físico en nuestra sociedad occidental. Pero eso lo iniciaron griegos y romanos. ¿Sino qué otro mensaje nos transmiten las esculturas clásicas?”.

Alicia Mejía, Gabriel Jaime Rico, Rocío Arias Hofman y Ricardo Sierra, durante el homenaje a Artesanías de Colombia, en el marco de Expoartesano, evento celebrado en Medellín
¿Qué es lo primero que observa en un modelo o en una modelo en pasarela a la hora de recaudar apuntes para sus crónicas?

“Digamos que las modelos son excelentes cuando no se perciben o cuando se integran con la narrativa del diseñador hasta el punto de expresarse por él. Porque su trabajo consiste en mostrar prendas, no más. Las mejores del mundo lo saben bien, por eso son -paradójicamente- inolvidables”.

¿Cómo es su trabajo de campo en el taller del diseñador(a)? ¿Qué es lo que más le llama la atención del artista y su obra?

“Esa reportería debe ser persistente y me tengo que adaptar lógicamente a los tiempos y al ritmo de trabajo de cada diseñador. Cuando se me ocurrió abordar la moda en Colombia desde la colección de reportajes que titulo ‘Talleres’, entendí que iba a tener que dedicarle muchas horas al tema. Hay creadores nocturnos y otros diurnos. Unos prefieren salir a buscar materiales y reunirse con sus proveedores por la mañana y otros en cambio solo funcionan ante la mesa de corte en horas de madrugada. Con paciencia, por parte de los diseñadores, y algo de la mía, voy hilando el encaje laborioso que me gustaría ofrecer a los lectores al finalizar esta serie. Para que podamos caer en cuenta del talento portentoso, del oficio difícil y abnegado, de la exigencia de un trabajo creativo que se valida si resulta exitoso empresarialmente. En Colombia hay una cantidad relevante de diseñadores en ese nivel. Urge mostrarlos desde este ángulo. Quizá así el público los valore en su dimensión y decida comprar moda colombiana en lugar de preferir siempre firmas extranjeras”. 

¿Coincide con Agatha Ruiz de la Prada cuando afirma que en teoría la moda cambia cada seis meses, y sin embargo todo el mundo se viste igual?

“Ella es muy original y perspicaz. Sí, así suele suceder. Pero cualquier teoría corre el riesgo de ser desmontada en tres segundos, con varios ejemplos”.

¿O será, como rubricó Yves Saint Laurent, que un buen diseño puede soportar la moda unos diez años?

“Es que la esencia del oficio de crear prendas que no solo cubran sino que embellezcan el cuerpo y hablen por él en una época y en un país determinado, no radica en la temporalidad. Pervive en el registro histórico, es inspirador más adelante. YSL sigue siendo observado, replicado, admirado. Nunca va a desaparecer por mucho que sus colecciones hablaran el lenguaje rápido y vertiginoso del mercado. Su traje-chaqueta para las mujeres simplemente secularizó la moda en el siglo XX. ¿Quién da más?”.

¿No cree que con la moda pasa lo mismo que con la Historia: una sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente, sólo que con diferente etiqueta?

“Más bien diría que la moda ocurre al ritmo de la Historia hasta un punto, porque la moda, en muchas ocasiones, ha demostrado ser una ‘adelantada’. Es parte de su desfachatez, de su capacidad para revolucionar, de su encanto inmenso”.

Hay mucha gente, sobre todo en Europa, que se ‘enferma’ de moda, que delira de moda, que vive en función de la moda. Ya lo decía la famosa Carrie Bradshaw: “Me gusta tener mi dinero donde lo pueda ver: colgado en el armario”.

“Bueno, el comentario del personaje es gracioso. Y seguramente hay mucha paciente con síntomas raros asociados al consumo de moda. Pero, por ejemplo, Valerie Steele -la directora del FIT (Fashion Institute of Techology) en Nueva York- conoce a profundidad la moda, la goza y la ha vuelto su objeto de estudio. Sin embargo, no es una voraz consumidora”.

¿Cuáles son sus diseñadores favoritos del mundo y por qué?

“Me interesan los lenguajes que inventan ciertos diseñadores. La manera única y mágica que tienen para asomarse al mundo y describirlo. Desde la escuela de Amberes hasta Mariano Fortuny. El abanico es profuso”.

¿Y de Colombia?

“Respondo lo mismo que en la pregunta anterior. Añado, sin embargo, que me interesan desde Ángel Yañez hasta Carolina Sepúlveda y Ashes”.

¿Qué le abona y qué le tacha a Silvia Tcherassi?

“Ejerzo en mi vida diaria de periodista que cuenta historias sobre moda. Los jueces están sentados en sus puestos de concurso”.

¿Y a Esteban Cortázar?

“Sería magnífico contar con él, presente en el país, pero entiendo que su vida profesional se ha desarrollado fuera”.

¿Cuál es la diseñadora colombiana revelación del momento?

“Cualquier respuesta pecaría de ingenua porque mañana habrá otra. Así de veloz es el mundo de la moda”.

¿Sí es Colombiamoda la gran vitrina de la moda en Latinoamérica, como registran los medios en los últimos años?

“Inexmoda, con Alicia Mejía durante 16 años y con Carlos Eduardo Botero durante los últimos seis años, ha consolidado un evento de envergadura indiscutible a nivel continental. ¿Quién tiene mejor registro, a quién le sirve más esta vitrina? Es una pregunta abierta muy interesante”.

Rocío Arias Hofman acompañada de su esposo, el escritor, columnista y editor Andrés Hoyos. Foto: Cortesía Cromos
¿Qué opina de las imitaciones?

“Reprobación total al plagio, a la copia, a la ley del mínimo esfuerzo, a la ignorancia y a la connivencia con un mercado que ‘se hace el de las gafas’ para desconocer qué es falso”.

¿Cree que en la moda como en los toros, nadie tiene la última palabra?

“Y en gastronomía, literatura, poesía, artes plásticas, baile, tampoco nadie es un Pope, aunque varios finjan que lo son”.

¿Cómo es su ropero?

“Elaborado. Conseguido poco a poco, durante más de 16 años -cuando estrené mi primer sueldo bueno trabajando en televisión-, para así poder hablar a fondo de moda creada”.

¿Qué es lo primero que se ve cuando abre su armario?

“Apretuje y el brillo de unos zapatos”.

¿Es de imaginar que debe tener más de dos armarios?

“Es más fácil imaginar cómo una pareja comparte un armario”.

¿Hasta dónde puede llegar la vanidad de Rocío Arias Hofman?

“No tengo termómetro para medirla. Supongo que dentro de unos límites”.

¿Hay que ser una ‘malpensante’ para escribir de moda?

“Eso habría que preguntárselo a los nacidos bajo ese signo zodiacal y anímico”.

¿Qué prendas no se pondría por nada del mundo?

“Vestidos apretados, camisetas cortas, zapatos malos”.

¿Ha lucido pavas?

“Tengo la suerte de haberle comprado a María Luisa Ortiz tres magníficos sombreros de la época en la que los hacía. Le ruego que siga y nada. Ahora estoy buscando los de Madame Crepé”.

 ¿Y bufandas multicolores que llegan hasta los tobillos?

“No sé, si hace frío y no hay nada más a mano, de pronto”.

 ¿De qué celebridad le gustaría llevar un diseño?

“Más bien me encantaría conocer a varios diseñadores portentosos. Algún día...”.

 ¿Alguna vez quedó fascinada con una prenda de segunda en el rastrillo madrileño?

“El rastro es mi infancia solamente. En esa época seguía a mis padres entre los puestos. Un día compré con mis ahorros una pesada mesita de noche, absurda”.

¿Cuáles son sus accesorios más frecuentes?

“Grabadora, iPhone, agendas, brillo de labios, un buen bolígrafo, mis tarjetas y un reloj”.

¿Cuántos pares de zapatos tiene?

“No sé. Siempre aparece un par olvidado en el fondo del armario”.

 Muy poco se le ve de tacón alto, ¿por qué?

“Arrastro una biografía de ex bailarina que no se hizo profesional. Y, sin embargo, el espíritu y la fascinación por el baile, persiste. Por eso los zapatos tienen que ser cómodos para poder bailar si se presta cualquier ocasión. Y los tacones muy altos no son los mejores aliados”.

¿Está de acuerdo con la matemática francesa Gabrielle de Breteuil cuando soltó en un desfile en París su célebre frase: “Las mujeres necias, siguen la moda; las pretenciosas, la exageran; y las mujeres de buen gusto, pactan con ella”?

“La idea es conversar contigo misma para ir intuyendo quién eres y cómo te gusta vestirte, ¿no?”.

Permítame un lugar común: “No hay mujeres feas sino mal informadas”: ¿Se cumple esa sentencia?

“Es que la consejería de moda me queda grande. No es mi tema”.

¿Cuesta mucho vestir elegante en Colombia?

“Cuesta comprar piezas elaboradas a mano y cuyo diseño sea excepcional. Aquí y en China”.

¿Sale más cómodo económicamente vestir bien que comer bien?

“Depende. Habría que preguntarle a alguien de chequera absurda como un ruso, por ejemplo”.

Otra vez Coco Chanel: “el perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha”. ¿Cuál es el suyo?

“Desde hace muchos años, ‘Chance’, de Chanel. Es muy simbólico para mí”.

Se habla del ‘espíritu’ de un diseño, que no es su marca: ¿Cuál es?

“Al revés, las marcas son las que logran imponerse y brindarle al diseño el oxígeno necesario para ser audaz y diferente”.

¿Qué admira y resalta de Carolina Herrera?

“Su porte bailarinesco”.

¿En qué momento un diseño alcanza ese difícil grado poético del que hablaba Gianfranco Ferré?

“Digamos que lo interesante es que lo haya dicho un arquitecto como él”.

Para rematar, otra máxima de Óscar Wilde: “Desde el punto de vista artístico, la moda es una intolerable forma de la fealdad que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses”. ¿Qué es la moda para usted, Rocío?

“Un punto equidistante entre el arte y el comercio. También una forma de expresarme en simultánea desde mi mundo privado y desde el oficio que aprendí haciendo periodismo”.
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