viernes, 4 de abril de 2014

Natalia Ponce: ¡Ánimo, guerrera!

Natalia Ponce, no obstante el terrible drama por la brutal agresión con ácido del que fue víctima, ha demostrado enorme fortaleza y esperanzas en su recuperación

Ricardo Rondón Ch.


Después de oír en radio, en varias alocuciones, el llanto desgarrado y el clamor de ayuda de doña Julia Cristina Gutiérrez de Piñeres, la madre de Natalia Ponce de León, que fue atacada con ácido por un demente y que sufrió quemaduras en el veinticinco por ciento de su cuerpo, sobre todo en el rostro, uno trata de hacer un boceto imaginario de la identidad del sujeto que protagonizó tan abominable crimen.

A la par de ese ejercicio, afloran disimiles interrogantes: ¿De quién se trata este corrompido? ¿Cómo será su familia?, ¿bajo qué clase de techo se resguardará? ¿tendrá un hijo pequeño a quien llevar al jardín? ¿De qué hablará cuando se sienta al comedor? ¿Qué clase de mujer vigilará su sueño? ¿A quién invocará en penumbras para llevar a cabo semejantes monstruosidades?

Pues en las últimas horas fue capturado por la Policía Metropolitana el agresor, quien responde al nombre de Jonathan Vega Chávez, de 32 años, al decir de Juan Carlos Ponce de León, hermano de Natalia, "una lacra humana, un asqueroso drogadicto que la viene atormentando desde los años de la infancia".

Según la Fiscalía, hay pruebas contundentes e irrebatibles de que este individuo fue el causante de la tragedia de la señorita Ponce de León, un imperdonable delito -que a la vez es múltiple, porque no sólo afectó física y psicológicamente a Natalia sino a su su familia, a su señora madre, que aún no se repone del shock; a su padre, a su hermano, a toda su parentela.

El operativo de la Policía Metropolitana no pudo ser más exitoso a partir del indicio del victimario que dio la propia Natalia cuando era trasladada en una ambulancia al Hospital Simón Bolívar. Los peritos hicieron una revisión pormenorizada de las cámaras, y en el desenlace triunfal, ubicaron el domicilio de los familiares del agresor, en el sector de El Batán, al norte de la capital. La prueba reina, al momento de la captura, es que Vega Chávez tenía quemaduras en las manos y en los brazos, producto del mismo ácido que le arrojó en el cuerpo y en la cara a la indefensa mujer. No se diga más.   

Antes de producirse la detención, ¿en qué inhóspita madriguera escondería su figura sombría?, ¿qué pensamientos cruzarían por su terrorífica mente?, ¿qué víscera diabólica tendrá este impío por corazón?, ¿habrá podido dormir en paz? A lo mejor sí, cuando dicen que el sueño de los alucinógenos es largo y profundo, pero el despertar de la ingesta es terrible y ansioso porque el cuerpo pide a gritos una dosis urgente y mayor, en el expendio más próximo y a cualquier precio, como el de opacar los proyectos y las ilusiones de una ciudadana de bien como Natalia, y sepultar en hondo dolor a su progenitora.

Ya entre rejas y en el proceso de rendir declaratoria, seguro que tampoco lo intimidará el parte del juez, porque sabe que lo acoge la liviandad e los togados; esa otra forma monstruosa de la justicia colombiana empeñada en negar el castigo a estas atrocidades. Sólo si se hace efectivo el dictamen del fiscal Eduardo Montealegre, podría impartírsele una condena de no menos de quince años (tímida sentencia para tan inmenso daño) por tentativa de homicidio, deformaciones físicas y traumas psicológicos. Quince años, que con los amañados procesos, se convertirán en siete y terminarán en tres.  

Un reporte de Medicina Legal sostiene que en los últimos diez años se registraron 565 mujeres atacadas con ácido. La mayoría de estos casos se han quedado sin resolver y los agresores gozan de plena libertad. Como si nunca hubiera pasado nada. Ya no se nos hace para nada extraño.
Jonathan Vega Chávez, el causante de la tragedia de Natalia Ponce.  El agresor presentaba quemaduras en brazos y manos, con el mismo ácido que desfiguró el rostro de su víctima 
Es el país que nos atañe: una nación plagada de desquiciados y abusadores de diversa índole, donde la justicia sólo falla cuando le conviene. ¿Cuándo se ha hecho una campaña de salubridad mental por parte de los organismos que les corresponde? Se habla de la recompensa expedita para quienes ayuden con las capturas de los maleantes, pero no de las inversiones inmediatas que se deben hacer para tratar y rehabilitar a la población orate: a los acosadores sexuales de transmilenio, a los cientos de locos y agresores que deambulan orondos por las calles; caso aparte los severos castigos que deberían imponérseles a aquellos que han tomado por moda de rencor y  venganza, o por simple arbitrariedad, el elemento depredador del ácido.

Si hay restricciones para la venta de ciertos medicamentos, más la debería haber para el expendio de ácido sulfúrico o de cualquier otra sustancia nociva para la integridad humana en laboratorios químicos y otras dependencias derivadas. ¿Por qué no se aplica cuanto antes esta regulación? Desafortunadamente todo queda en el papel, en la retórica de paso, en las trajinadas frases del Estado y sus representantes: "Vamos a tomar medidas al respecto". "Esto no puede volver a suceder". "No más ataques con ácido". "Aplicaremos todo el peso de la ley". "Aumentamos la recompensa a tantos millones de pesos para dar con el paradero del agresor", etc., etc. Palabras que se lleva el viento.

No, el problema es de fondo, de raíz, en un territorio con alto porcentaje de perturbados mentales que deben recibir el tratamiento adecuado, pero aislados de la sociedad. En el caso de los agresores con ácido, que lo hacen con plena conciencia, sin lugar a titubeos, merecen la cadena perpetua. ¡Por favor!, sin ningún tipo de consideraciones. Ni más faltaba: los terribles e irreparables daños que desencadenan sus actos, no son dignos de ninguna misericordia.

Natalia Ponce de León, aún en su lecho de enferma, vendada, con el único abrigo que ha tenido en sus 33 años de vida, el de su amorosa y abnegada madre, se aferra con heroísmo a la vida y a su recuperación. No en vano, por sus logros y proezas, por su lucha inagotable para superar obstáculos y adversidades, por su capacidad de emprendimiento en todo lo que ha hecho, se ganó el remoquete de 'guerrera', y así lo ha demostrado en este duro trance.




Valga aclararlo: Natalia fue inocente al darle cara a este individuo que se hizo pasar por un ex novio suyo en la recepción de la portería de su domicilio, el día del atentado. Debió ser más cautelosa en haber utilizado el teléfono de la vigilancia para atender la solicitud. Faltó malicia, sí; esa duda que es la mejor consejera. La maldad es astuta y suele ensañarse en seres sin mácula como esta joven, bella e inteligente profesional que el pasado jueves, en los predios del Politécnico Grancolombiano, donde se graduó de Medios Audiovisuales, recibió el cariño y la solidaridad de la comunidad estudiantil, de sus directivos y profesores, y de todos los colombianos que se han adherido a su causa: #FuerzaNataliaPonce

Cuando se alzaron al vuelo los 400 globos rosados, acto simbólico de esa otra parte del país, que por fortuna es bien grande, el de la generosidad, el respeto, los valores y la coherencia, ratificamos una vez más que no estamos solos, que hay mucha gente buena que siente y comprende el dolor del semejante; sólo nos falta un poco más de coraje y persistencia, y de un gobierno que tome medidas concretas ante estos flagelos que la  sociedad padece a diario. Pero, de carácter emergente, una justicia sin treguas, rotunda y ejemplarizante, como esperamos actúe esta vez con la condena de Jonathan Vega. 

De corazón estamos contigo, Natalia. ¡Animo, guerrera!

Semana.com: el agresor de Natalia:
http://www.semana.com/nacion/articulo/jonathan-vega-el-hombre-que-agredio-natalia/382596-3 
Audio de W Radio con madre de Natalia:

Perfil de Natalia Ponce KienyKe.com:
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