Martín Emilio 'Cochise' Rodríguez, gloria del ciclismo colombiano, habla de su vida, obra y milagros |
Ricardo Rondón Ch.
Hace 20 días sufrió un accidente cuando estaba entrenando en su
bicicleta y se le atravesó una moto (tenía que ser una moto). A la par de
moretones y raspaduras, sufrió fractura de fémur. El médico le recomendó
quietud por lo menos tres meses, pero ‘Cochise’ es terco. Ya quiere montar la biela,
pese a los clamores de doña María Cristina Correa, su señora esposa, la madre
de sus tres hijos: Marcela, Daniel y Sebastián.
-Mijo, ya no siga pensando más en esa montadera de cicla. Usted no está
pa’esas, no sea obstinado.
Pero ‘Cochise’ insiste, no ve la hora en que el médico le de luz verde
para reanudar su rutina, para él algo más sagrado que ir a misa.
-Es que ni cuando está resfriado-, cantaletea desde la cocina su mujer.
-Si no fuera por mi EPS, yo no sé en qué condiciones estaría-, resalta
el campeón de campeones del ciclismo colombiano en toda su historia.
La aseveración reclama una pregunta inmediata.
-¿Y acaso cuál es su EPS, ‘Cochise’, que habla tan bien de ella?
-¡Pues cuál va a ser!, E: ejercicio P: pa’la S: salud. La mejor de
todas. Y esa sólo me la da la bicicleta.
Sin comentarios: Martín Emilio ‘Cochise’ Rodríguez, que completa 72 años
de vida, sigue aferrado al vehículo con el que durante años ha cosechado sendos
triunfos, y no hay poder humano que lo
haga desistir de ella, de esa GW de fabricación coreana con la que sale todos
los días a las cinco de la mañana a dar su vuelta a oriente: Guarne, Minas, Río
Negro, a veces otro circuito, hasta las ocho de la mañana cuando llega a su
casa del barrio Alameda, cerca al parque Belén de Medellín, a prepararse el
desayuno.
Si estos días refunfuña y arruga el ceño es porque está achantado.
Contra todo pronóstico, no puede salir a entrenar: debe cumplir al pie de la
letra la convalecencia. ¿Hasta cuándo? El especialista tiene la última palabra.
El deportista de antología que más gloria le ha dado a Colombia en la
historia del ciclismo, por registrar apenas dos de sus memorables hazañas:
récord de la hora en Ciudad de México (1970) y los 4 mil metros de persecución
individual en Varesse, Italia (1971), en una edad en la que ya debería estar en
reposo, contemplando sin afanes esa montaña mágica olorosa a albahaca que lo
vio nacer, sigue pensando en cómo ganar el sustento diario, “porque la pensión
que me da el Estado no alcanza a suplir mis necesidades”. Y eso que fue
homenajeado como el ‘Deportista del Siglo XX’.
Su mentor en carreteras, el poeta ante micrófonos Rubén Darío Arcila,
notario de francas batallas en la bielas, añora a ‘Cochise’ en su parábola
mítica del indio veloz:
“Nadie, nadie, lo olvida...
La montaña, el cielo, el agua y el viento lo recuerdan. Su bicicleta
silbaba cruzando puentes, peraltes, zarzas y rosales. Sobre ese insecto
transparente que recorrió tantos veranos en Europa, sobre ese esqueleto frío
que sólo cobraba nueva vida en sus piernas, este jinete del aire se echó sobre
sus hombros la bandera de un país para hacer sonar el Himno de Colombia por
primera vez en un campeonato mundial desde Varesse, Italia.
A partir de aquellos cuatro minutos eternos, ‘Cochise’ fue para nuestro
pueblo la resurrección de cada día. Si vuelven a abrirse las puertas de los
estadios para que arriben los ciclistas, él será el primero en aparecer
doblando la última curva como en sus buenos tiempos.
Sólo de movimiento fue su alma: mensajero, diplomático (gobierno de
Belisario Betancur, agregado cultural en Milán, Italia), bilingüe (italiano y
español), concejal (2004-2007), esquiador (Andrés Botero fue su instructor),
vendedor de enciclopedias (Planeta y Carvajal), aviador, licencia de piloto
privado (más de 250 horas de vuelo), recordado por la Billos en sus canciones,
Deportista del Siglo XX y campeón mundial.
Nadie, nadie ha vivido tanto y nadie lo olvida a sus 72 años.
Disfrutando de esa tercera juventud se niega a parar el pulsómetro de su
corazón. Queda mucha agua todavía en la caramañola. Hoy sólo hay memoria para
‘Cochise’ y sus pedales. Cuánto kilometraje en la sempiterna andana de asfalto,
cuántos autógrafos firmados. Levantamos esta copa de vino en su honor.
Sopla el viento del otoño. Cruza un pájaro, viene un Jet... ¡pasa
‘Cochise’!”.
¡Feliz cumpleaños, campeón!
¿Cómo va esa recuperación?
“Pues bien pero aburrido, porque no puedo salir a entrenar. Y eso es lo
que a mí me da vida. Me hace mucha falta la bicicleta”.
¿Y qué le ha dicho el médico?
“Que la cosa va bien, pero que me toca completar la incapacidad, que por
lo menos son dos meses más. Ahí vamos, a paso de mula en pantanal”.
Y todo por la imprudencia de ciertos motociclistas…
“Es que es un mal que no tiene solución en este país. La imprudencia y
la velocidad brutal les ha costado la vida a muchos deportistas. Pero como ya
una moto la entregan con 2 mil pesos y el pase lo dan sin mirarle la cara al
paciente, pues ni modos. Seguiremos en las mismas. ¿Y quién es el perjudicado?
El ciclista, el deportista, el que hace patria”.
¿Cuántas veces ha sentido próxima la presencia de la muerte?
“Cuando tuve el accidente de carretera, por la autopista sur, en
Medellín. Estaba entrenando en mi cicla, hace 22 años. Me pegué en el cerebro.
Yo no sé cómo estoy contando el cuento. Estuve en estado de coma tres días.
Regresar fue un milagro. Le doy gracias a Dios por haberme dado otro plazo, y
al neurocirujano Sergio Ángel que me operó rápido y me volvió a la vida”.
¿Cuánto tiempo le dedica diario a la bicicleta?
“Entre dos y dos horas y media. Sólo la lluvia me tranca. De resto salgo
todos los días. Hasta los domingos y fiestas de guardar”.
¿Cómo le llegan estos 72 años?
“Pues con la gratitud y la bendición de Dios de haber cumplido muchas
cosas con las que uno sueña en la vida. En mi caso, lo que se ha hecho en el
deporte, mi familia, mi esposa, mis hijos, mis nietos; y en lo que he podido
servirle a Colombia”.
¿En qué iglesia reposa el folio de su fe de bautismo?
“En la iglesia del Parque de Belén, que da cuenta que el 7 de abril (no
el 14) de 1942, llegó a este mundo un precioso niño que fue bautizado como
Martín Emilio Rodríguez Gutiérrez, con los años otra vez bautizado como
‘Cochise’”.
¿Todavía conserva ‘El Corazón de Jesús más feo del mundo’, de la
memorable crónica que le hizo el poeta Gonzalo Arango en su casa del Barrio
Simón Bolívar: Cra. 84 N°. 37-6, de Medellín?
“No, ese Sagrado Corazón era de mi madre, doña Gertrudis, que en paz
descanse, porque murió hace ocho años, de 96. Esa lámina la compré en México,
la hice enmarcar y se la regalé. Y como era tradición en las familias paisas,
el Sagrado Corazón se ponía en la sala y era el patrón del hogar. Tiempo
después mamá se fue a vivir a Miami con mi hermana Teresa, y por allá se
quedó”.
Al lado del Sagrado Corazón de Jesús se ponía, también enmarcado, el
cuadro del equipo amado de fútbol. ¿Cuál ha sido el suyo?
“Hasta hace unos años, eran dos: El Nacional y el Medellín. Ahora son
cuatro: Nacional, Medellín, Itaguí y Envigado. Más paisa no puedo ser, ¿cierto?”.
¿Ese Sagrado Corazón sí le hizo milagros?
“Yo he sido muy creyente en Dios y tengo fe, pero no soy adorador de
cuadros, de santos, y de estar metido en las iglesias”.
¿Cuánto hace que se mudó del barrio Simón Bolívar?
“Por lo menos 28 años”.
En ese entonces era rey indestronable de las bielas...
“Sí, claro, yo tuve mucho éxito, gracias a Dios. Me esforcé por hacer
bien la tarea, creo que cumplí. Y eso me llena de enorme satisfacción”.
Dicen sus cronistas de época que se mandaba un genio endiablado, ¿eso es
cierto?
“De pronto, sí, pero sin herir a nadie. Cuando tocaba, defendía mis
derechos. No me dejaba joder. Y decía las cosas cuando tocaba decirlas”.
¿Cómo era la bicicleta con la que empezó a trabajar en el gabinete
dental por allá en 1957, cuando todavía estaba de pantalón corto?
“Era una bicicleta de mujer, sin barra horizontal. La compré con los 15
pesos que mi hermana Teresa, que vive en Miami, me regaló”.
¿Cuánto tiempo trabajó como mensajero?
“Unos tres años, porque ya después me salió ‘chanfa’ en Caribú, que fue
la empresa que me patrocinó después como ciclista”.
¿En qué teatro vio la película ‘Flecha roja’, de donde salió su
remoquete glorioso: ‘Cochise’?
“Eso fue en el teatro de la escuela ‘Alfonso López’, de Manrique
Central, donde estudiaba la primaria”.
¿Y qué le vio a ese indio apache que lo maravilló?
“Pues que era un líder, un hombre aguerrido que luchaba por su pueblo, y
eso a mí me impactó mucho. Yo salí del teatro queriendo ser ‘Cochise’, y lo
logré”.
¿Buen estudiante?
“Regular, tirando a malo”.
¿Hasta qué año hizo de colegio?
“Hasta tercero de bachillerato, ya después me dediqué a trabajar para
ayudarle a mi mamá, porque éramos seis hermanos y no conocí a mi papá porque él
murió a los diez días de yo haber nacido”.
¿Cómo se imagina al viejo Victoriano Rodríguez, su padre?
“Él era escaso de pelo, y esa fue la herencia que nos dejó: todos
pelados. Papá era peón de finca con ascenso a capataz. En ese tiempo no se
sabía de qué se moría la gente”.
¿Qué le tocaba hacer a usted en Caribú?
“Era empacador de pantalones y alterno a mi trabajo entrenaba ciclismo”.
¿Quién lo apadrinó como profesional?
“Nosotros teníamos un club que se llama ‘Medio Fondo’, que lo dirigía
Isabelita Ángel, una de las dueñas de la empresa, lo mismo que el doctor
Benicio Echeverri, un médico que nos asistía y nos aplicaba vitaminas para
correr. Ahí empecé como ciclista de élite, hasta cuando llegaron las
oportunidades como la Vuelta a Colombia, el Clásico RCN, el Clásico Colombiano,
y todo lo que se hacía en provincia”.
¿Cuál fue su primera salida al exterior?
“Los Centroamericanos del Caribe, en Kingston (Jamaica), en 1962: Ahí
gané la medalla de oro de los 4 mil metros”.
¿Cuántas vueltas a Colombia?
“Cuatro”.
¿Cuántos clásicos RCN?
“Uno”.
¿Qué otras glorias del ciclismo frecuenta en estos tiempos?
“Pues ahora que hay un contrato con una empresa de telefonía celular que
respalda a Coldeportes, me he vuelto a reunir con Patrocinio Jiménez, Rafael
Antonio Niño, Álvaro Mejía, entre otros”.
¿Qué se hizo ‘Papaya’ Vanegas?
“‘Papaya’ debe andar por los 77 años, vive en El Poblado: fue un gran
campeón de pista. Con él me veo muy poco, al que sí frecuento es a ‘El Ñato’
Suárez”.
¿Y Ramón Hoyos?
“Él vive como un ermitaño en una finquita en Guarne (Antioquia), debe
andar por los 80 años. De vez en cuando nos hablamos por teléfono”.
¿Y de qué hablan las viejas glorias del ciclismo que no sea de remedios
y fricciones?
“Yo nunca hablo de remedios, menos de pomadas. Eso es pa’los viejos
chochos. Hablamos de nuestras familias, del deporte que llevamos en la sangre,
de algún negocio o trabajo que nos deje unos pesos, porque la plata está más
dura para conseguir cada día. Yo no fui uno de los beneficiados de la bonanza
del ciclismo. A mí tocó bien duro”.
¿Cómo recuerda al viejo Julio Arrastía Brica?
“Con mucha gratitud, siempre nos aconsejaba cuando estábamos en
competencia. Era como el papá de los ciclistas”.
¿Y al poeta Rubén Darío Arcila, el que lo bautizó como ‘El Jet’?
“Un gran locutor, un periodista muy versado, y una voz inolvidable de la
radio”.
¿Qué le inspira una bicicleta vieja, trajinada, ya inservible?
“Lo remonta a uno al pasado, un vehículo que tuvo su tiempo, que a lo
mejor fue partícipe de alguna gloria. Como todo en la vida: cada quien tiene su
momento. Lo importante es aprovecharlo”.
¿Cómo observa a Nairo Quintana: lo ve coronado este año en el Tour de
Francia?
“Nairo es uno de los grandes pedalistas colombianos del nuevo semillero
y promete inmensas hazañas, como la que protagonizó en Francia el año pasado.
Pero yo no puedo adelantarme a los acontecimientos. Porque pasa como con las
reinas de belleza: que este año sí tenemos a la Miss Universo. Y han pasado 50
años desde que Luz Marina Zuluaga conquistó la máxima corona”.
¿Lo mismo piensa de la Selección Colombia?
“Claro, porque los triunfos hay que tomarlos con prudencia. Fue un paso
muy importante haber clasificado y toda Colombia está agradecida por ello. Pero
los partidos se juegan en la cancha y hasta el pitazo final. Deseo que la
Selección haga un papel decoroso, pero hay que entender que la contienda es
complicada”.
Y fuera de fervores patrios, ¿a quién le gustaría ver coronado campeón?
“A mí siempre me ha gustado Brasil y creo que este mundial va a ser de Brasil”.
¿Qué mensaje le envía a la juventud colombiana?
“Que practiquen deporte, cualquiera que sea, porque además de hacer
patria, evitan el peor flagelo que enfrenta Colombia, el de la droga, el
microtráfico”.
¿Ve con buenos el proceso de paz?
“Ojalá Dios quiera, porque este
país ya está cansado de tanta discordia, de odios y rencores, de que la gente
se esté matando como si fueran salvajes. Yo veo con optimismo las
conversaciones en Cuba. Pueda que todo llegue a buen término. Por el bien de
todos”.
¿Se sigue aplicando su célebre frase de que en este país la gente se
muere más de envidia de que de cáncer?
“Claro, hoy más que en otras épocas, porque se han multiplicado al por
mayor las ambiciones, el revanchismo, la codicia. Y a las personas no les
importa pasar por encima de su prójimo, o venderlo, o calumniarlo, o hacerle un
mal mayor, cuando hay plata o intereses de por medio. Incluso en las mismas
familias”.
Se dice que una de sus aficiones han sido las lociones: ¿Extraña el olor
a ‘Jean Marie Farina’?
“Yo usaba más ‘Pino silvestre’ y ‘Old Spice de Shulton’”.
¿Y la blancura de los cuellos de camisa recién almidonados?
“Claro, porque esa era la elegancia de la época”.
A sus años, ¿cuáles son sus resabios más frecuentes?
“Soy algo malgeniado, muy estricto por el orden”.
¿Cuáles sus boleros del alma?
“‘Sin ti’, de los Panchos, los boleros de Manzanero, los boleros
rancheros de Javier Solís, y las rancheras de José Alfredo Jiménez y Pedro
Infante”.
¿Buen bailador?
“Todavía lo soy, aunque ya no tan parrandero”.
¿Es de los románticos que dicen que si no fuera por su mujer no sería
nadie en la vida?
“Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, eso es cierto. Y
la mía es María Cristina Correa, con quien ya llevo 45 años felizmente casado”.
¿Le ha sido fiel como a su bicicleta?
“Fiel, fiel..., ciento por ciento no ha sido ni mi Señor Jesucristo ni
sus apóstoles ni nadie”.
¿Por qué suelen pelear?
“Por tonterías, por cosas insignificantes, a veces por plata, que es por
lo que más pelean las parejas hoy en día”.
¿Qué tan difícil es en estos tiempos vender enciclopedias?
“En una época me fue muy bien como relacionista público de Planeta y de
Carvajal, pero hoy en día es muy difícil porque todo está en Internet. En un
día yo llegué a vender 480 enciclopedias, gracias a la buena voluntad de don Álvaro
Concha, presidente de Enka de Colombia, que me dio la oportunidad de ofrecer la
enciclopedia ‘Nueva Historia de Colombia’ a los hijos de los empleados. Se
pagaba por el sistema de libranza. Ese fue mi récord en 1988. A mí me daban el
5% por venta de enciclopedia. Y cada una valía 200 mil pesos. En un tomo de esa
enciclopedia salía la historia de ‘Cochise’”.
¿Quién le enseñó a pilotear aviones?
“Yo hice curso con instructor en Medellín, en la Escuela de Aviación
‘Los Halcones’. Volar es una experiencia extraordinaria. Se siente uno como si
fuera el dueño del mundo”.
¿Para qué es un completo inútil?
“Para no hacer nada, porque no me puedo quedar quieto. Desde chiquito he
sido hiperactivo”.
¿Qué le viven criticando sus nietos?
“La cantaleta es por el orden y el juicio, pero esa me la da mi mujer”.
¿Qué estación radial escucha?
“No tengo emisora fija, me gusta escuchar a todo el mundo; leo los
periódicos, me meto a internet. Veo poca televisión, prefiero leer”.
¿Por qué no hizo plata, ‘Cochise’?
“Con toda la gloria que tuve, no se dio. Debería tener una buena
pensión, sabiendo que fui el Deportista del Siglo. Yo tengo una pensión del
Estado por ser campeón mundial, pero no suple mis gastos. Esto quiere decir que
a mis 72 años recién cumplidos todavía tengo que seguir trabajando para
sostener mi hogar. Claro, no me quejo, hay empresarios que me dan trabajo como
asesor, como instructor. Eso lo agradezco mucho”.
¿Godo o liberal?
“‘Cochise’ es apolítico. Mi partido, mi religión, mi pasión, es el
deporte”.
¿Creyente?
“En Dios y en San Martín de Porres, que era el Santo adorado de doña
Gertrudis, mi mamá”.
¿Cuánto pesan 72 años en una bicicleta?
“Pesan mucho, porque he trajinado demasiado para sobrevivir. El esfuerzo
no ha sido en vano. Creo que he sido un buen ejemplo para Colombia”.
¿Si volviera a nacer haría lo mismo?
“Claro, sería ‘Cochise’, ni más faltaba, pero más suave”.
¿Le teme a la muerte?
“No, porque ya hice y viví lo que tenía que vivir. Si la huesuda llega,
pues me voy tranquilo y feliz”.
¿Ha pensado en su epitafio?
“¿Huesos pa’guardar?, ni de riesgos. A mí que me incineren y que arrojen
las cenizas a la montaña antioqueña. De allí vengo”.
¿Cuánto dinero tiene ahora mismo en los bolsillos?
“Diez mil pesos”.
¿Cuándo fue la última vez que lloró y por qué?
“‘Cochise’ llora más de risa que de dolor. Y cuando la cosa es muy dura,
lloro pa’dentro”.
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