miércoles, 5 de febrero de 2014

Daniel Santos, el Gardel de la música latina

Hernando Gómez, coleccionista, estudioso y restaurador de acetatos, habla de Daniel Santos  

Ricardo Rondón Ch.

Si ‘El Jefe’ viviera al sol de hoy cumpliría 98 años y a lo mejor estaría refugiado en sus aposentos de jubileo en Santurce, la población puertorriqueña que lo vio nacer el 5 de febrero de 1916. Pero ‘El inquieto anacobero’ fue llamado a rendir cuentas a los tribunales superiores en Ocala, Florida, el 27 de noviembre de 1992, después  de 76 años de bregas personales y artísticas, de jugársela, tales fueron sus pretensiones, entre la gloria y el infierno, aquí en la tierra y no en ningún otro patio invisible o profético, y así lo cumplió.

Excéntrico, provocador, mujeriego, elegante,  José  Doroteo Daniel de los Santos Betancourt, que era su gracia bautismal, el inolvidable Daniel Santos, ícono de la música latina, del bolero y la guaracha específicamente, también fue una suerte de Gardel, si se tiene en cuenta el fervor y la simpatía que despertó en sus seguidores, desde los más encumbrados círculos de la sociedad, pasando por selectos clubes, hasta las míseras y peligrosas cantinas de traganíqueles, donde rufianes, beodos y prostitutas, gemían y se embriagaban escuchando sus melodías.

Sí, Santos fue un seductor y a donde llegaba, con la percha impecable, a veces de corbata, otras de corbatín y gabardina, el cabello engominado, causaba sensación: un verdadero dandy, como lo fue ‘El Morocho del Abasto’, pero en el caso de Daniel, del Caribe, de Puerto Rico, la isla que durante su existencia y a través de su repertorio, se empeñó en defender y liberar del patronato norteamericano.

No se puede hablar de una cifra exacta de la cantidad de discos que grabó, de las composiciones que escribió o de las presentaciones que realizó por el mundo: son innumerables y en cada una de ellas dejó su impronta, para bien o para mal, ya por su excelsa calidad interpretativa, por su duende al micrófono,  o por los desafueros de su compleja y controvertida personalidad, sus escándalos, sus excesos, que varias veces lo condujeron a prisiones de Ecuador, República Dominicana y Cuba.  De ‘El Jefe’ se tejió la leyenda que portaba una licencia médica para consumir marihuana.

De antología la presentación que el crítico musical y periodista puertorriqueño Ángel Fonfria hace de Daniel Santos para su disco Los Patriotas:

“Allá por los años 30, cuando Al Capone campeaba por su respeto en las calles de Chicago, labrando su reputación como el enemigo número uno de esa metrópoli; cuando John Dillinger, en los Estados Unidos del medio oeste arrasaba por la inseguridad de los bancos y se burlaba de los más avezados agentes el orden;  cuando Hitler empezaba su famosa Pustch a través de Europa, y el maestro Pedro Albizu Campos dominaba la atención política en Puerto Rico, por ese entonces, un jovencito trigueño de incipiente bigote, bautizado como José Doroteo Daniel de los Santos Betancourt, hacía sus pinitos profesionales como cantante.

Todo parece indicar que la agitación de esos tiempos empezó a dejar huellas en la extrovertida personalidad de Daniel Santos, en su espíritu patriótico y rebelde, y en su desaforada pasión por la música latina, la bohemia y las mujeres”.

Como Gardel, Daniel Santos fue irresistible para el conglomerado femenino; como Gardel, sintió el aliento de las castas y el calor de las impuras; canto y actuó, y fue siempre amable y generoso con su público, el mismo al que sigue deleitando en su memoria musical veintidós años después de su muerte.

Colombia fue su querencia más frecuente y aquí grabó, hizo amigos, se codeó con el poder y la plebe, y deslumbró con su galantería a un buen racimo de damas. De eso dan fe las innumerables anécdotas de quienes lo conocieron, compartieron y hoy disfrutan y atesoran su música. Uno de ellos, Hernando Gómez, gran referente de la música afroantillana en Colombia, estudioso y coleccionista, restaurador de acetatos, quien conserva quizás el arsenal melódico más importante e inédito que se conozca del ídolo boricua.

La Pluma & La Herida invitó a Hernando para hacer reminiscencias de la vida y obra de uno de los más firmes y recordados exponentes del género tropical, polifacético, alter ego de figuras como Tito Cortés y Orlando Contreras, el Santos de disímiles devociones que alguna vez quiso seguir los pasos suicidas de la poeta argentina Alfonsina Storni (Alfonsina y el mar), pero que se arrepintió a tiempo.

¿Quién fue para usted Daniel Santos, Hernando?

“Uno de los intérpretes boricuas de mayor sensibilidad y compromiso, un verdadero revolucionario de la música, defensor de la identidad de los artistas puertorriqueños, quien luchó como ningún otro de su oficio por la libertad de su isla, y que sin embargo, ¡vaya paradoja!, prestó el servicio militar para los Estados Unidos, y vivió y murió allí”.

¿Y musicalmente?

“Un todoterreno, un renovador, pocos como él para improvisar, para frasear, para imprimirle esa gracia y picardía, tan particulares en su cancionero, sobre todo en lo que concierne a la guaracha. Ya en el bolero fue un cantante pausado, afinado, dueño de una voz clara y sonora, con estilo y cadencia, sin perder ese ‘feeling’, ese sentimiento que lo llevaba a sollozar mientras cantaba, y en consecuencia, contagiar al público”.

A Santos se le identifica con la Sonora Matancera, con  la que se vinculó en 1948, con la que hizo fama y fortuna. Pero fueron muchas y de varios países las que lo acompañaron, ¿verdad?

“Claro, la Sonora Matancera fue su sitial emblemático, pero a donde quiera que él fuera le organizaban una orquesta. Así sucedió, por nombrar algunas, en Ecuador, con la Sonora Ecuatoriana; en México, con la Sonora Mexicana; en Venezuela, con la Sonora Caracas; en Cuba, con Los Jóvenes del Cayo; en Costa Rica, con la Costa Rica Swing Boys; en Puerto Rico, el Conjunto de Pedro Flores (el árbol más fecundo de sus interpretaciones), la Orquesta de Pedro Ortíz, el popular ‘Davilita’, el Conjunto Sociedad, la Orquesta de Claudio Ferrer;  ni se diga en Colombia, que fue uno de los países donde más grabó con diferentes agrupaciones: con la Sonora Caribe, en Barranquilla; con la Sonora Marinera, en el Valle del Cauca; con Pedro Laza y sus Pelayeros, en Sucre, con quien hizo famoso el tema ‘Carolina’, entre otros”.

¿Por qué se comenta que Cali fue una de las ciudades más queridas y amañadoras para ‘El Jefe’?

“¡Hombre!,  se puede decir que lo sigue siendo, porque es en Cali donde más se disfruta y se recuerda con sentimiento su legado. Santos vivió allí varias temporadas en los años 70. Compartió momentos entrañables con su amigo y compadre, el tumaqueño Tiito Cortés, y era muy normal encontrarlos a los dos en plan de bohemia en la famosa, en ese entonces, carrera 8°, entre San Nicolás y el barrio Obrero, escenario de la mejor rumba caleña. El Club Caracoles (8° con 17), cerca al teatro Sucre, fue testigo de ello. Allí compartían niequelados con Tito (Cortés) y el popular ‘Conejo’, su timbalero, entre otros camaradas del goce pagano”.

Mujeriego como él sólo…

“No alcanzaría una novela para desgranar sus conquistas y romances. Daniel, en Cali, por nombrar uno de ellos, hizo historia con la despampanante ‘Negra’ Marta, que ‘El Jefe’ se levantó en una whiskería, y por quien botaban la baba los camajanes de esa época. Fue uno de sus amores más audaces y mentados, aprovechando su estampa de galán caribe, delgado, de bigote, ojos negros profundos, cejas pobladas, impecable en su vestir”.

Grabó con Tito Cortés…

“Por supuesto, un disco histórico en Colombia fue ‘Los triunfadores’, de mediados de los 70, en mano a mano, con el respaldo instrumental de la Sonora del Caribe, una selección de doce temas, ‘El 5 y 6’, por ejemplo, escrita a cuatro manos por Daniel y Tito, como un reconocimiento a la época más vibrante de la hípica en Colombia. Otro tema sonado de ese disco, ‘El diablo’,  composición de Rafael Hernández, que identificó a Santos, pero que en este álbum interpretó Títo Cortés”.

¿Uno de sus discos más anecdóticos?

“Todos los discos de Daniel Santos están cargados de anécdotas, pero quizás uno de los más curiosos, por lo menos en su portada, fue el que le dedicó a Gabriel García Márquez. Aparecen los dos en la fotografía, con la particularidad de que se parecen físicamente”.

¿Y de los discos inéditos?

“Tengo la fortuna de contar con algunos de ellos, de los más difíciles de hallar en el mercado de coleccionistas, ‘Liberación: la masacre de Ponce’, de su propio sello Taino (nombre de los nativos de Puerto Rico), que es el más sentido y revolucionario de su producción, donde el compositor e intérprete boricua pone de presente su enérgica defensa por la identidad de su pueblo, sus ancestros, sus raíces, su folclore y su música. Para destacar en este trabajo el acompañamiento musical de la orquesta de Mike Hernández y sus Jíbaros, y el hondo sentimiento que le imprime el cantante a los temas: ‘La masacre de Ponce’, derivada de la colonización española, lo mismo que ‘Liberación’, una proclama urgente por la independencia de Estados Unidos".

También interpretó salsa…

“Desde luego, y de eso da testimonio un disco muy difícil de conseguir, que yo tengo. Se trata de ‘Salsa para todos’, del sello puertorriqueño Fragoso, grabado en vivo en el Teatro Municipal Tapia, con una orquesta que él mismo convocó. Álbum que data de mediados de los 80”.

Y grabó con Héctor Lavoe…

“Héctor Lavoe en su vertiginosa y trepidante carrera musical logró el sueño de grabar con su alter ego, Daniel Santos, como lo sustenta ‘Feliz navidad’, del sello Fania, con coros de Johnny Pacheco, Milton Cardona y Ramón Rodríguez, para resaltar el corte: ‘Joven contra viejo’, a dúo con Daniel Santos. Así Lavoe rubricaba su experiencia de interactuar con el maestro que despertó su apetito musical en la adolescencia, su devoción por la salsa y la música jíbara, la melodía auténtica de los boricuas, verbigracia, nuestra cumbia colombiana”.

¿Cuál es el disco más caro de la colección de Daniel Santos?

“Es un decir entre santistas (de Daniel Santos) que sus discos no tienen precio. Pero en el negocio de coleccionistas, el álbum ‘Liberación: la masacre de Ponce’, se estima en $500.000”.

Los preferidos de Hernando Gómez

(Guaracha)

‘El 5 y 6’, con la Sonora Caribe. ‘Toma jabón pa’ que’ laves’, con la Orquesta de Claudio Ferrer. ‘Ven pa’mi casa’, con el Conjunto de Sociedad. ‘Ya se peinó María’, con la Sonora Matancera.  ‘Borracho no vale’, con la Orquesta de Pedro Flores.

(Boleros)

Con diferentes orquestas y en su orden: ‘La despedida’, ‘Virgen de media noche’, ‘El diablo’ (bolero afro), ‘Margie’, ‘Obsesión’, ‘Dos gardenias’, ‘Perdón’.

Sin descontar el especial de boleros que Daniel Santos hizo con las rancheras de José Alfredo Jiménez.


(Agradecimientos a Acetatos, galería del coleccionista, Hernando Gómez, Calle 18 N°8-61, Bogotá Colombia. Cel. 3112972956) 
Para ampliar información consulte: www.acetatosdecoleccion.com
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