Hernando Gómez, coleccionista, estudioso y restaurador de acetatos, habla de Daniel Santos |
Ricardo Rondón Ch.
Si ‘El Jefe’ viviera al sol de hoy cumpliría 98 años y a lo mejor estaría refugiado en sus aposentos de jubileo en
Santurce, la población puertorriqueña que lo vio nacer el 5 de febrero de 1916.
Pero ‘El inquieto anacobero’ fue llamado a rendir cuentas a los tribunales
superiores en Ocala, Florida, el 27 de noviembre de 1992, después de 76 años de bregas personales y artísticas,
de jugársela, tales fueron sus pretensiones, entre la gloria y el infierno,
aquí en la tierra y no en ningún otro patio invisible o profético, y así lo
cumplió.
Excéntrico, provocador, mujeriego, elegante, José Doroteo Daniel de los Santos Betancourt, que
era su gracia bautismal, el inolvidable Daniel Santos, ícono de la música
latina, del bolero y la guaracha específicamente, también fue una suerte de
Gardel, si se tiene en cuenta el fervor y la simpatía que despertó en sus
seguidores, desde los más encumbrados círculos de la sociedad, pasando por selectos
clubes, hasta las míseras y peligrosas cantinas de traganíqueles, donde rufianes,
beodos y prostitutas, gemían y se embriagaban escuchando sus melodías.
Sí, Santos fue un seductor y a donde llegaba, con la percha
impecable, a veces de corbata, otras de corbatín y gabardina, el cabello
engominado, causaba sensación: un verdadero dandy, como lo fue ‘El Morocho del
Abasto’, pero en el caso de Daniel, del Caribe, de Puerto Rico, la isla que
durante su existencia y a través de su repertorio, se empeñó en defender y
liberar del patronato norteamericano.
No se puede hablar de una cifra exacta de la cantidad de
discos que grabó, de las composiciones que escribió o de las presentaciones que
realizó por el mundo: son innumerables y en cada una de ellas dejó su impronta,
para bien o para mal, ya por su excelsa calidad interpretativa, por su duende al
micrófono, o por los desafueros de su
compleja y controvertida personalidad, sus escándalos, sus excesos, que varias
veces lo condujeron a prisiones de Ecuador, República Dominicana y Cuba. De ‘El Jefe’ se tejió la leyenda que portaba
una licencia médica para consumir marihuana.
De antología la presentación que el crítico musical y
periodista puertorriqueño Ángel Fonfria hace de Daniel Santos para su disco Los Patriotas:
“Allá por los años
30, cuando Al Capone campeaba por su respeto en las calles de Chicago, labrando
su reputación como el enemigo número uno de esa metrópoli; cuando John
Dillinger, en los Estados Unidos del medio oeste arrasaba por la inseguridad de
los bancos y se burlaba de los más avezados agentes el orden; cuando Hitler empezaba su famosa Pustch a
través de Europa, y el maestro Pedro Albizu Campos dominaba la atención
política en Puerto Rico, por ese entonces, un jovencito trigueño de incipiente
bigote, bautizado como José Doroteo Daniel de los Santos Betancourt, hacía sus
pinitos profesionales como cantante.
Todo parece indicar que la agitación de esos tiempos empezó
a dejar huellas en la extrovertida personalidad de Daniel Santos, en su
espíritu patriótico y rebelde, y en su desaforada pasión por la música latina,
la bohemia y las mujeres”.
Como Gardel, Daniel Santos fue irresistible para el conglomerado
femenino; como Gardel, sintió el aliento
de las castas y el calor de las impuras; canto y actuó, y fue siempre amable y
generoso con su público, el mismo al que sigue deleitando en su memoria musical
veintidós años después de su muerte.
Colombia fue su querencia más frecuente y aquí grabó, hizo
amigos, se codeó con el poder y la plebe, y deslumbró con su galantería a un buen racimo de
damas. De eso dan fe las innumerables anécdotas de quienes lo conocieron,
compartieron y hoy disfrutan y atesoran su música. Uno de ellos, Hernando
Gómez, gran referente de la música afroantillana en Colombia, estudioso y
coleccionista, restaurador de acetatos, quien conserva quizás el arsenal
melódico más importante e inédito que se conozca del ídolo boricua.
La Pluma & La Herida invitó a Hernando para hacer
reminiscencias de la vida y obra de uno de los más firmes y recordados
exponentes del género tropical, polifacético, alter ego de figuras como Tito
Cortés y Orlando Contreras, el Santos de disímiles devociones que alguna vez quiso
seguir los pasos suicidas de la poeta argentina Alfonsina Storni (Alfonsina y
el mar), pero que se arrepintió a tiempo.
¿Quién fue para usted Daniel Santos, Hernando?
“Uno de los intérpretes boricuas de mayor sensibilidad y
compromiso, un verdadero revolucionario de la música, defensor de la identidad
de los artistas puertorriqueños, quien luchó como ningún otro de su oficio por
la libertad de su isla, y que sin embargo, ¡vaya paradoja!, prestó el servicio
militar para los Estados Unidos, y vivió y murió allí”.
¿Y musicalmente?
“Un todoterreno, un renovador, pocos como él para
improvisar, para frasear, para imprimirle esa gracia y picardía, tan
particulares en su cancionero, sobre todo en lo que concierne a la guaracha. Ya
en el bolero fue un cantante pausado, afinado, dueño de una voz clara y sonora,
con estilo y cadencia, sin perder ese ‘feeling’, ese sentimiento que lo llevaba
a sollozar mientras cantaba, y en consecuencia, contagiar al público”.
A Santos se le identifica con la Sonora Matancera, con la que se vinculó en 1948, con la que hizo
fama y fortuna. Pero fueron muchas y de varios países las que lo acompañaron, ¿verdad?
“Claro, la Sonora Matancera fue su sitial emblemático, pero
a donde quiera que él fuera le organizaban una orquesta. Así sucedió, por
nombrar algunas, en Ecuador, con la Sonora Ecuatoriana; en México, con la
Sonora Mexicana; en Venezuela, con la Sonora Caracas; en Cuba, con Los Jóvenes del
Cayo; en Costa Rica, con la Costa Rica Swing Boys; en Puerto Rico, el Conjunto
de Pedro Flores (el árbol más fecundo de sus interpretaciones), la Orquesta de
Pedro Ortíz, el popular ‘Davilita’, el Conjunto Sociedad, la Orquesta de
Claudio Ferrer; ni se diga en Colombia,
que fue uno de los países donde más grabó con diferentes agrupaciones: con la
Sonora Caribe, en Barranquilla; con la Sonora Marinera, en el Valle del Cauca;
con Pedro Laza y sus Pelayeros, en Sucre, con quien hizo famoso el tema ‘Carolina’,
entre otros”.
¿Por qué se comenta que Cali fue una de las ciudades más
queridas y amañadoras para ‘El Jefe’?
“¡Hombre!, se puede
decir que lo sigue siendo, porque es en Cali donde más se disfruta y se
recuerda con sentimiento su legado. Santos vivió allí varias temporadas en los
años 70. Compartió momentos entrañables con su amigo y compadre, el tumaqueño Tiito
Cortés, y era muy normal encontrarlos a los dos en plan de bohemia en la
famosa, en ese entonces, carrera 8°, entre San Nicolás y el barrio Obrero,
escenario de la mejor rumba caleña. El Club Caracoles (8° con 17), cerca al teatro
Sucre, fue testigo de ello. Allí compartían niequelados con Tito (Cortés) y el
popular ‘Conejo’, su timbalero, entre otros camaradas del goce pagano”.
Mujeriego como él sólo…
“No alcanzaría una novela para desgranar sus conquistas y
romances. Daniel, en Cali, por nombrar uno de ellos, hizo historia con la
despampanante ‘Negra’ Marta, que ‘El Jefe’ se levantó en una whiskería, y por
quien botaban la baba los camajanes de esa época. Fue uno de sus amores más audaces
y mentados, aprovechando su estampa de galán caribe, delgado, de bigote, ojos
negros profundos, cejas pobladas,
impecable en su vestir”.
Grabó con Tito Cortés…
“Por supuesto, un disco histórico en Colombia fue ‘Los
triunfadores’, de mediados de los 70, en mano a mano, con el respaldo
instrumental de la Sonora del Caribe, una selección de doce temas, ‘El 5 y 6’,
por ejemplo, escrita a cuatro manos por Daniel y Tito, como un reconocimiento a
la época más vibrante de la hípica en Colombia. Otro tema sonado de ese disco, ‘El
diablo’, composición de Rafael
Hernández, que identificó a Santos, pero que en este álbum interpretó Títo
Cortés”.
¿Uno de sus discos más anecdóticos?
“Todos los discos de Daniel Santos están cargados de
anécdotas, pero quizás uno de los más curiosos, por lo menos en su portada, fue
el que le dedicó a Gabriel García Márquez. Aparecen los dos en la fotografía,
con la particularidad de que se parecen físicamente”.
¿Y de los discos inéditos?
“Tengo la fortuna de contar con algunos de ellos, de los más
difíciles de hallar en el mercado de coleccionistas, ‘Liberación:
la masacre de Ponce’, de su propio sello Taino (nombre de los nativos de Puerto Rico), que es
el más sentido y revolucionario de su producción, donde el compositor e
intérprete boricua pone de presente su enérgica defensa por la identidad de su
pueblo, sus ancestros, sus raíces, su folclore y su música. Para destacar en
este trabajo el acompañamiento musical de la orquesta de Mike Hernández y sus
Jíbaros, y el hondo sentimiento que le imprime el cantante a los temas: ‘La
masacre de Ponce’, derivada de la colonización española, lo mismo que ‘Liberación’,
una proclama urgente por la independencia de Estados Unidos".
También interpretó salsa…
“Desde luego, y de eso da testimonio un disco muy difícil de
conseguir, que yo tengo. Se trata de ‘Salsa para todos’, del sello
puertorriqueño Fragoso, grabado en vivo en el Teatro Municipal Tapia, con una
orquesta que él mismo convocó. Álbum que data de mediados de los 80”.
Y grabó con Héctor Lavoe…
“Héctor Lavoe en su vertiginosa y trepidante carrera musical
logró el sueño de grabar con su alter ego, Daniel Santos, como lo sustenta ‘Feliz
navidad’, del sello Fania, con coros de Johnny Pacheco, Milton Cardona y Ramón
Rodríguez, para resaltar el corte: ‘Joven contra viejo’, a dúo con Daniel
Santos. Así Lavoe rubricaba su experiencia de interactuar con el maestro que
despertó su apetito musical en la adolescencia, su devoción por la salsa y la
música jíbara, la melodía auténtica de los boricuas, verbigracia, nuestra
cumbia colombiana”.
¿Cuál es el disco más caro de la colección de Daniel Santos?
“Es un decir entre santistas (de Daniel Santos) que sus
discos no tienen precio. Pero en el negocio de coleccionistas, el álbum ‘Liberación:
la masacre de Ponce’, se estima en $500.000”.
Los preferidos de Hernando Gómez
(Guaracha)
‘El 5 y 6’, con la Sonora Caribe. ‘Toma jabón pa’ que’ laves’,
con la Orquesta de Claudio Ferrer. ‘Ven pa’mi casa’, con el Conjunto de
Sociedad. ‘Ya se peinó María’, con la Sonora Matancera. ‘Borracho no vale’, con la Orquesta de Pedro
Flores.
(Boleros)
Con diferentes orquestas y en su orden: ‘La despedida’, ‘Virgen
de media noche’, ‘El diablo’ (bolero afro), ‘Margie’, ‘Obsesión’, ‘Dos
gardenias’, ‘Perdón’.
Sin descontar el especial de boleros que Daniel Santos hizo
con las rancheras de José Alfredo Jiménez.
(Agradecimientos a
Acetatos, galería del coleccionista, Hernando Gómez, Calle 18 N°8-61, Bogotá
Colombia. Cel. 3112972956)
Para ampliar información consulte: www.acetatosdecoleccion.com
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