Rosa Montero estuvo en la 32° Feria Internacional del Libro de Bogotá y atiborró los salones de público de todas las edades, en cada uno de sus conversatorios. Foto: Facebook |
La fila para ingresar a verla, en la Sala E del Gran Salón de Ecopetrol, de la Feria Internacional del Libro de Bogotá,
es tumultuosa.
A la entrada del recinto, dos señoras entradas en años le
ruegan a la joven que custodia la entrada que por favor les permita acceder
antes que se forme la chichonera. Una
de ellas recalca que sufre de venas várices y no puede resistir tanto tiempo
parada, mientras su compañera aduce dolencias reumáticas. La muchacha que
controla el ingreso, parca e irreductible en su determinación, dice que lo
siente, que deben reclamar la ficha y
hacer la cola sin excepciones.
A su vez, una maestra manifiesta a la misma encargada de
logística que viajó expresamente de Medellín a Bogotá para asistir a la charla,
pero que cuando llegó a la cita se encontró con la pésima noticia de que se
habían agotado las fichas. Pide entonces que un encargado de mayor rango le
ayude a solucionar ese impasse.
Hay públicos de todas las edades en la hilera. Juventud,
en un gran porcentaje. Seguramente estudiantes de periodismo o de literatura,
que aspiran a escribir como ella, a entrevistar como ella, a narrar con la
fluidez, el tono, el ritmo y la arquitectura como lo ha hecho ella en su
treintena de libros (ensayos, ficción, relatos, un promedio de 2000
entrevistas, grandes reportajes), como lo ha rubricado la española Rosa Montero, escritora de culto, quien
oficia con la pluma desde antes de tener uso de razón (cinco años), cuando
empezó a escribir cuentos en los que sus protagonistas eran roedores.
De mucho antes de 'La loca de la casa', uno de sus libros emblemáticos, Montero ha abonado en admiración de varias generaciones de lectores colombianos. Foto: elpais.es |
Una muchacha pecosa, de trenzas dread locks, espera con ojos de angustia el arribo de la señora Montero. En su mano derecha lleva un
ejemplar de La loca de la casa, ese
manual de educación sentimental que debería ser de lectura obligada en la
población adolescente.
La joven se dirige a la responsable de logística para que
por favor le permita que ella (Rosa
Montero) le firme el libro, así se quede sin entrar, porque tampoco alcanzó
a la ficha. Queda claro que en Bogotá las fichas y las colas no son solo el
azote de los pensionados y los pacientes de las EPS en madrugadas heladas e
inciertas, sino también de los adoradores de la buena literatura.
Sobre la mesa dispuesta por la editorial, hay ejemplares
de algunas de sus novelas, de la saga de Bruna
Hunsky, su alter ego en la ficción en la literatura fantástica, ese
vehículo ciberespacial en el que Montero
transita a su antojo, y a años luz: Lágrimas
en la lluvia, El peso del corazón, y la más reciente, Los tiempos del odio. Y uno
que otro ejemplar de La hija del caníbal
(llevada al cine), Temblor, Bella y
oscura, Te trataré como a una reina y La
ridícula idea de no volver a verte.
Quince minutos antes de la hora programada para el
conversatorio, hace su aparición Rosa
Montero: desprovista de maquillaje, cabello corto, ropa liviana,
zapatillas, un camafeo con un corazón encendido en el pecho, seguida de un
hombre rubio que la escolta.
Los de la fila se alborotan con la llegada de la
narradora y calientan baterías para lograr un puesto privilegiado entre las 320
sillas dispuestas. En un dos por tres, la sala queda atiborrada, y con varias
personas de pie en los alrededores del salón. El personal de logística insiste
en que no hay más acceso, oídos sordos al clamor de un considerable grupo de
personas que exhiben sus fichas. Lo
siento, se vuelve a oír. “Por razones de seguridad, no se permite más
ingreso”.
Rosa
Montero, ya instalada en el estrado, apura un par de sorbos de
agua. Su interlocutor en esta oportunidad, es el escritor colombiano Guido Tamaño. El debate, en las
postrimerías de la Filbo 2019 no
puede llevar un título más atractivo: El
corazón de la inteligencia artificial. Luces plenas, auditorio expectante,
fotógrafos y camarógrafos en sus puestos de guardia, prestos a registrar a la
estrella invitada.
“Estamos
en el umbral de una involución brutal”
La narradora española en conversación con el escritor colombiano Guido Tamayo. Foto: La Pluma & La Herida |
Rosa
Montero adora la ciencia y lamenta que el grueso de la población
de escritores, por lo menos en España, esté tan distante de la literatura
fantástica. Califica de inconcebible que
un letrado de la talla de Miguel Unamuno,
haya dicho que todo aporte científico tendría que venir de afuera, porque España estaba destinada a los místicos.
Y, que a la fecha, siga siendo insuficiente el presupuesto para la ciencia y la
investigación, no obstante el vigoroso semillero interesado en arar en ella.
“Sucede que en España te critican si no tienes idea de
quién es Dante, Tolstoi o Shakespeare. Pero pasas de agache si desconoces de
clones, de robots, o de la desconcertante desmesura tecnológica. Les digo que
ya no estamos hablando del futuro de los clones humanos. Estamos en el presente
de los despropósitos de la ingeniería genética.
No es extraño que ya existan
clones humanos en la clandestinidad. Bordeamos la frontera crítica con respecto
a nuestra relación con los robots. Que no deja de ser fascinante,
tentativamente prometedor, pero de una peligrosidad inminente. No podemos
ocultar que estamos en el umbral de una involución brutal”.
“Hay que ver el avance vertiginoso de Boston Dynamics,
una de las marcas de ingeniería robótica más sólidas del planeta. Los robots
que están creando no son de ciencia ficción. Es de lo más real en estos tiempos
en que están disparadas las cifras de desempleo en el mundo, porque las
funciones que corresponden a quienes han invertido y se han desgastado
preparándose para desempeñar una profesión, son remplazadas por máquinas. Un
estudio realizado por la Universidad de Oxford calcula que se destruirán 1.600
millones de puestos de trabajo en los próximos quince años”.
'Nosotras', otro de los libros que cautivó a sus seguidoras en Colombia. Foto: Cadena Ser |
“Pero es que no es noticia afirmar que en países como
Japón, Corea o China, ya existen robots que atienden en las recepciones de los
hoteles, que te toman la carta en los restaurantes, o que recaudan información
para presentar en los telediarios. Los robots domésticos, los que cumplen con las funciones de entre casa:
limpiar, fregar pisos, lavar platos, organizar la alcoba, se remite al pasado”.
“Y no se trata sólo de las labores cotidianas, de
oficina, de trabajo. Como lo vaticinó Isaac Asimov, los robots se ubican en la
línea más próxima de la humanidad. Pueden convertirse en máquinas depredadoras,
una posibilidad tan temeraria y real, que en 2015 más de 1.000 científicos,
entre ellos Hawking, firmaron una carta abierta contra el desarrollo de robots
militares autónomos que no precisen del control humano. No obstante, Rusia
anunció hace unos años la creación de un Terminator
capaz de disparar armas con precisión milimétrica”.
“Pero no menos perturbadora es la robótica diseñada para
los afectos: esa necesidad imperante en la sociedad actual. Cada vez proliferan
las fábricas de robots para dar rienda suelta a los placeres sexuales de
comisiones estrambóticas, como un robot de múltiples personalidades, uno de
ellos, que imita a una mujer frígida que mimetiza una violación. En Dinamarca,
el fenómeno ciborg está a la orden del día, sobre todo en la juventud que le
apuesta a la mayor cantidad de chips incrustados en la piel que les brinda
acceso a transacciones crediticias y cotidianas como pagar la cuenta en un bar
con solo exhibir la muñeca, como si se tratara de un código de barras, o
dirigir con un dedo las funciones de una casa inteligente”.
'Los tiempos del odio'
Montero no descarta que después de la trilogía de su protagonista, Bruna Hunsky, se siente a escribir otra novela para completar la saga. Foto: La Verdad |
Los
tiempos del odio, la novela más reciente de Rosa Montero que se publicó en España,
en octubre de 2018, y que este año, 2019, la autora presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá,
completa la trilogía de sus antecesoras, Lágrimas
en la lluvia y El peso en el corazón
-aunque ella no descarta una cuarta parte- de la saga de su protagonista, la
detective Bruna Husky, esta vez
sacudida por los estertores del amor, quien emprende una búsqueda desesperada
del inspector Lizard, que ha desaparecido sin dejar rastro.
En ese periplo de pesquisas, la investigadora replicante descubre una colonia remota,
la de los Nuevos antiguos, una secta
que desdice de la tecnología, al tiempo que sigue las huellas de una oscura
trama de poder, en medio de una situación apremiante del planeta, al borde de
una guerra inminente.
Bruna, valiente,
agresiva, contradictora, guerrera a ultranza, pero vulnerable en sus emociones,
y con el récord de vida a contrarreloj porque sabe que se le agota, se juega
sus restos en esa aventura tecnocósmica
con el mayor temor a cuestas: la certidumbre de que es mortal, y que tiene las
horas contadas.
Una novela vibrante, demoledora, pero a la vez fascinante
e impredecible, donde la autora marca una a una las inquietudes y
preocupaciones del mundo actual: el paso del tiempo, el acabose inexorable, los
vacíos existenciales, el temor y la rebelión frente a la muerte, la sociedad
superflua, la tecnología al límite, los abusos del poder, el horror de los
dogmas y los fanatismos depredadores.
'Bruna Hunsky', el nombre de su heroína, fue tomado del seudónimo que la escritora utiliza en redes sociales. Foto: Hoy |
“Para mí esta novela Los
tiempos del odio, es la mejor de las tres, me la he disfrutado al máximo, y
creo que ha cerrado el ciclo, aunque no descarto que puede suceder algo más, y
en ese caso no puedo evitar sentarme a escribir un cuarto libro”.
“Bruna, la
detective protagonista, es mucho más salvaje que yo, pero no muy en el fondo sí
coincidimos sobre todo en la obsesión por el paso vertiginoso del tiempo, los
temas permanentes de las enfermedades o de la proximidad de la muerte (en eso
me parezco a Woody Allen), pero también en ese remolino de las emociones, de la
vulnerabilidad de los sentimientos, de encontrar el verdadero amor, sin
declinar en las batallas que libramos por la independencia”.
“El odio están en
todas partes. De hecho hay gente que se siente orgullosa de odiar y lo
transmite de boca en las redes sociales. La democracia ha flaqueado en el mundo
por esa cizaña, por el dominio arrasador del poderoso, de querer desaparecer al
más débil y necesitado, caso específico el señor Trump, y por la manipulación
de los trolls y los medios al
servicio del poder envilecido, que a diario transmiten más mentiras que
verdades”.
"Estamos a merced de los fanatismos, la demagogia, la mentira, la rabia y la intolerancia", manifiesta la novelista. Foto: Europa Press |
“Los tiempos del
odio habla justamente del abismo en el que estamos enfrentados. La
democracia, reitero, nunca se había visto tan afectada en su legitimidad y
credibilidad. Triste reconocerlo, pero nunca habíamos caído tan bajo: perder
valores como la esencia de la democracia, del pensamiento, la libertad y la
humanística, es un retroceso absurdo que nos ha costado siglos de sangre en
aras de esa conquista. Por eso, repito, que estamos en el umbral de una posible
involución bárbara”.
“Nos debatimos a diario entre la imagen cosmética de las
redes sociales, que en apariencia nos revela que todo marcha bien (la selfie
se convirtió en el documento oficial de la felicidad impostada), y la avalancha
de sectarismo, de fanatismo, del discurso lacerante de la demagogia, de la
rabia y la intolerancia”.
“Me preocupa que cada día seamos más esclavos de las
tecnologías. Se dice que en promedio gastamos cuatro horas diarias al frente
del smartphone, pero al tiempo nos
quejamos de que ya no tenemos tiempo para leer un libro. El hábito de la
lectura ha disminuido de manera brutal. ‘¿Hay solución a la vista?’, me
preguntan con frecuencia. Y yo respondo que la solución está en cada uno de
nosotros. Pero hay que actuar ya, antes de que nos sorprenda el colapso final”.
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