'Don Chinche', el personaje que consagró al maestro Héctor Ulloa, polifacético artista, hombre de radio, servidor público y compositor. Foto: Fernando Ariza, eltiempo.com |
En La Vega, la
misma campiña cundinamarquesa, que lo vio nacer hace 82 años, se despidió a las
4:40 de la tarde del viernes 5 de
octubre de 2018, rodeado de su familia, en paz y satisfecho con el deber
cumplido.
Fue entonces cuando el carrete de la película de su vida,
en el tiempo inexorable, comenzó a revelar postales del pasado: Las primeras
letras que aprendió en la escuela Manuela
Ayala de Gaitán, de la mano de la profesora Delfina; su debut como actor en el rol de Rin Rin Renacuajo, del poeta Rafael
Pombo, trajeado con un saco leva de Fabricato y un sombrero de cartulina, y
el aplauso cerrado de profesores y padres de familia, al ver un chiquilín que
prometía en las huestes de la actuación.
De la escuelita de provincia que él acuño con cariño y
esmero, salió a los diez años con su familia, rumbo a Bogotá, donde continuó
sus estudios de bachillerato en el Colegio
Nacional San Bartolomé, y de ahí un periplo por distintos planteles del
país, aunque aseguraba que solo lo habían echado
de uno.
Ulloa, como su personaje de 'Don Chinche', fue un todero pero en los oficios de la actuación y las comunicaciones. Foto: Canal RCN |
Estudio Derecho en la Universidad Libre, carrera que se quedó a medias por sus ímpetus
revolucionarios con el MRL, frustración para el padre que anhelaba el orgullo
de ver un doctor en casa.
Picado por las radiodifusoras y la figura admirada, culta
y de voz engolada del locutor de época, inició una carrera pujante en los
medios de comunicación, primero como extra de televisión, y con el tiempo, ante
micrófonos, como conductor radial, productor, libretista, director y manager
discográfico. Todo lo anterior, con las ventajas y ganancias que confiere la
experiencia y la práctica.
De esos flirteos con las
grandes voces de la canción y sus contactos permanentes con los carretes de
grabación, los acetatos y casetes, brotaron melodías propias como Cinco centavitos, sentida letra de la
soledad y el desamor, que inmortalizó el ecuatoriano Julio Jaramillo, el Ruiseñor
de América.
Época dorada de 'Don Chinche', la serie más importante de la televisión del Siglo XX. Foto: Telemedellín |
Fue en Radio
Capital (emisora aún vigente), en los albores de la década de los 70,
cuando entre bromas con el personal de la estación radial, desde el vigilante,
hasta los directivos, se fue gestando el personaje que en el transcurso de su
vida artística le daría la fama, el prestigio y los múltiples reconocimientos a
su talento histriónico, entre ellos el Vida
y Obra Víctor Nieto, del Festival
Internacional de Cine de Cartagena: Don
Chinche, elegida como la serie más importante de la televisión del Siglo XX.
Paralelo a ese querido y entrañable personaje que acaparaba
la atención de las familias colombianas, los domingos, a las 7:00 p.m., contribuyó
con su talento al culto histriónico y al engrandecimiento de la televisión -que
en ese entonces se desempeñaba con rigores de estudio, convicción y
experiencia- en series, unitarios, dramatizados y telenovelas, de los más
recordados, René (la vida del arquero
Higuita), Fuego verde y La caponera.
Su compromiso como servidor público tuvo sus primeras
luces como concejal de La Vega (Cundinamarca), y luego como diputado a la
asamblea y consejero de cultura de ese departamento.
Héctor Ulloa con el cineasta y melómano Nicolás Casanova, hijo del recordado actor y comediante Hernando Casanova. Foto: Archivo particular |
Retirado en los últimos años por el mismo desgaste de la
vida y por complicaciones respiratorias, Héctor
Horacio Ulloa Rodríguez, en el registro de nacimiento; Héctor Ulloa, para la firma de cheques, trámites y documentos; y Don Chinche, o el Chinche, para su círculo de amigos en el colegaje fortalecido de su
brillante carrera actoral, y para los colombianos de varias generaciones, deja
una huella imperecedera por su enorme calidad humana como esposo, padre,
abuelo, y artista.
El siguiente es un fragmento de una entrevista de 100
preguntas publicada en la sección De tú a
tú, del desparecido diario El
Espacio, fechada del lunes 8 de julio de 1996; él, Don Chinche, que no obstante su humor fino a flor de labios, le hacía
el quite a revelar su vida íntima por su confesa timidez y recato.
Juepucha,
socio, otra vez nos vemos las carátulas, debió ser el saludo de Don Chinche a Eutimio Pastrana Polanía (Hernando
Casanova), una vez hizo su comparecencia a los confines celestiales.
Héctor
Horacio Ulloa Rodríguez, así apareces en el registro bautismal.
“Sí, señor, ¿algún problema?”.
¡No!,
ni más faltaba. Solo por curiosear: ¿Cómo te decían en casa?
“Heticor,
cuando me llevaban por la buena. Héctor Horacio, cuando me llamaban al orden o
me imponían una sanción”.
¿Desde
chiquito te gustó la plata?
“Sí, con la desilusión de que la plata no gustó de mí. Pero
nos hemos hecho pasito para no incomodarnos”.
¿No te
da tristeza que tus ‘Cinco centavitos’ estén cada vez más devaluados?
“Más tristeza me da que las regalías recibidas sean menos
que el título de la canción”.
¿Estabas
en la ‘olla’ cuando la compusiste?
“No. Estaba en la calle…En la calle Diecinueve con
Carrera Décima, y la locura del centro, el trepidar de los carros y una atronadora
secuencia de pitos, me sugirió una frase musical antes de llegar a la Avenida
Jiménez”.
¿En
cuántos idiomas se ha interpretado ese clásico?
“En todos los que encierra el hondo sentimiento
latinoamericano de la nostalgia, la soledad y el desamor, en la incomparable voz
del recordado Julio Jaramillo”.
¿Aún
está en pie la casa paterna en el municipio de La Vega, terruño de tu nacencia?
“Claro que sí, y en esos mismos predios tengo el refugio
de mi retorno”.
¿A
qué edad te enamoraste por primera vez?
“A los siete años me enamoré del amor”.
¿Fuiste
un conquistador compulsivo?
“Fui un conquistador fracasado”.
¿Por
qué lo dices, Héctor?
“Porque las mujeres al principio no entendieron que todo
lo bueno viene en envase pequeño. Sólo una, la madre de mis hijos, atinó dar en
el clavo”.
¿Cuántas
veces te has casado?
“Dos veces, con la misma, y las dos veces frente al
altar. La primera, la ceremonia oficial. La segunda, la celebración de las
bodas de plata”.
Bogotá
años 50: terno a rayas, corte inglés, abrigos pesados, sombreros, paraguas,
tranvías, damas de sastre hasta los tobillos, mantilla y pava. ¿Te acuerdas de
tu primer empleo?
“Fue temporal, como patinador de cambio en almacenes Tía: los del centro y el Restrepo”.
¿Y
cuánto era el salario?
“Era tan pírrico que no me acuerdo. Pero sí de las
delicias que consumíamos en la cocina, empezando por el peto, el flan, el pudin
y la lechona”.
¿Cómo
llegaste a la radio?
“Por gestión del locutor Valeriano Sanabria, quien me
llevó a Radio Estrella a animar un programa infantil, y la dicha duró hasta
cuando llegaron las notas del colegio y mi papá, embejucado, me dijo: ‘Yo no quiero
speakers en mi familia. Quiero
profesionales serios y respetables’”.
¿Y
tú qué dijiste?
“Por respeto, nada. Pero seguí insistiendo en lo que más
me gustaba. De Radio Estrella pasé a Radio Capital, con un programa ameno en el
que también participaba el locutor y publicista opita Alejandro Bonilla: ‘Hola,
Capital, qué tal’, de amplia y vigorosa sintonía, con micrófono abierto a los
oyentes”.
¿Ahí
fue donde nació ‘Don Chinche’?
“Sí, señor, ahí fue donde se dio a conocer públicamente
el personaje, que entre chiste y chanza yo representaba en los pasillos de la
emisora, en la cotidianidad de la mamadera de gallo con directivos y compañeros”.
¿Y
cómo surgió esa chispa, ese timbre burlesque
del personaje?
“Observando la picaresca de unos maestros de obra de un
edificio en construcción, cercano al de la emisora”.
‘Don
Chinche’, ¿el típico rolo?
“Yo creo que ‘Don Chinche’ es el resultado de la curiosidad
y la exploración de ese espécimen humano de las grandes ciudades, que ante las
migraciones campesinas vende su faceta de simpático y dicharachero para lograr
una chanfa o un rebusque de supervivencia, por lo general en la albañilería, o
en oficios varios. Yo tomé de ese personaje sus gestos, su forma de hablar, su
osadía y desfachatez cantinflesca”.
Eso
te iba a decir, en esa picaresca de ‘Don Chinche’, hay un evidente trasfondo del
gran Cantinflas.
“Es que es el mismo ‘pelado’ mexicano, de la época
juvenil de Mario Moreno; del ‘roto’ chileno, y por supuesto del ‘rolo’ bogotano,
hablador sin freno, enamoradizo, entralón,
pantallero”.
¿Cuál
era el nombre de ‘Don Chinche’?
“Francisco Eladio Chemas Mahecha, o Pacho Chemas, maestro todero a su servicio”.
¿Y
de dónde la indumentaria estrambótica del personaje?
“Esa fue labor de utilería. Seguramente en los nichos de
ropa de segunda del Parque España”.
La
corbata de pepas, definitivamente, el símbolo de ‘Don Chinche’…
“En todos mis años, no he visto otra igual”.
¿La
conservas?
“Claro que sí. Esa prenda honorífica hace parte del Museo
de ‘Don Chinche’”.
Como
el gorro de lana…
“De lana virgen, de la más áspera. Cuando hacía calor y
estábamos grabando no me lo aguantaba. De ahí la rascadera de cabeza. Pero
tenía que dejármelo”.
Bueno,
antes del fenómeno ‘Don Chinche’, ya habías hecho tu ingreso a la televisión en ‘Yo
y Tú’, con doña Alicia del Carpio…
“Sí, aunque mucho antes había trabajado en una novela que
se llamó ‘Angelina o el honor de un brigadier’. Pero a doña Alicita le
agradezco el gran empujón que me brindó en ‘Yo y Tú’, que era la comedia más
vista y comentada en la televisión, en esa época. Si es que en los cafés los temas
de conversación era la política y ‘Yo y Tú’”.
¿Fue
en ‘Yo y Tú’ donde ‘Don Chinche’ dio sus primeros pasos en la televisión?
“En efecto, fue con don Régulo Engativá que empezó a germinar,
hasta cuando entre don Pepe Sánchez y este servidor le dimos la estructura
definitiva al personaje. Pepe fue muy abierto y democrático con ‘Don Chinche’,
porque él tenía la fórmula de Seki Sano, el gran actor y dramaturgo japonés,
que fue su maestro: buscar el potencial del intérprete y permitir que se
elevara como una cometa”.
Lo
que uno se pregunta es por qué una serie como ‘Don Chinche’, después de barrer
en audiencia, de repente sale del aire…
“Porque ya se había cumplido un ciclo, diez años, y tanto
la programadora RTI, como don Fernando Gómez Agudelo, su presidente, y Pepe
Sánchez, guionista y director, decidieron, por respeto y consideración con el
público no seguir tomando riesgos. Cuando los ciclos se cumplen, no hay vuelta
atrás. Hay que asumirlos a tiempo”.
¿Cómo
recuerdas a ‘Don Chinche’?
“Como una etapa formidable de mi vida, no solo por el
personaje, sino por todos los buenos amigos que coseché, los compañeros de
elenco, Pepe, el equipo técnico, la señora de los refrigerios. Una enorme
experiencia, y una gran enseñanza, como que cuando a uno se le mete algo en la
cabeza, hay que llevarlo a cabo, así se pierda. Esas son las apuestas que se hacen
en la vida: unas resultan, las otras fracasan”.
¿Qué
te quedó de Don Chinche?
“Las ganas de levantarme tarde y la forzada costumbre de
andar sin plata”.
¡¿Plata,
Héctor?!, no podrás quejarte. Si se habla de que tienes full casa campestre con par billares de tres bandas incorporados,
zona de asados y picnic, y piscina semiolímpica en forma de guitarra.
“Dije andar sin plata, no andar sin casa”.
A
propósito, ¿cómo se le dice a los nacidos en La Vega, Cundinamarca?
“Si me estás picando para que te responda con una tosquedad,
no te voy a dar gusto”.
No,
en serio, ¿cómo?
“Vegunos”.
¿Qué
es lo más raro que tienes en tu casa?
“Un aparato musical que mi compadre Héctor Mora me trajo
de China, con catálogo en chino, y que por obvias razones no me he dado mañas
de poner a funcionar”.
¿Te
has vuelto terco con los años?
“Con los años, no, Soy terco desde chiquito. Por eso me he
metido hasta en las del parral, pero gracias a Dios he salido bien librado”.
Hoy
en día, ¿a quién le regalas las corbatas que ya no te pones?
“Como en la canción de Facundo Cabral, para mí regalar
una corbata no sería regalarla sino devolverla, porque todas las que conservo,
más de 400, me las obsequiaron los niños del país, por la simpatía y la
admiración que les inspiró ‘Don Chinche’, y de paso, por desencartar a sus
papitos”.
¿Y
las corbatas políticas?
“Esas no son corbatas, porque en los puestos públicos
como diputado y como asesor de cultura de la Gobernación de Cundinamarca, he
cumplido a cabalidad con mi región, y mi nombre y mi proceder, lo podrás
comprobar, jamás ha sido motivo de escándalo”.
¿Sigues
siendo liberal?
“Hasta las cachas. Eso y el equipo de fútbol se llevan en
la sangre”.
¿Y
cuál es tu equipo?
“Millonarios, aunque mal paguen tanto sufrimiento”.
A
estas alturas, ¿cómo es tu cuadre de caja con la vida?
“El mismo cuadre de caja que nos legó el poeta Amado
Nervo: Amé, fui amado,/ el sol acarició
mi faz/. ¡Vida, nada me debes!/ ¡Vida, nada te debo!/ ¡Vida, estamos en paz!”.
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