Tanto el senador Uribe Vélez como el columnista Samper Ospina, están en el deber de reconocer sus errores y ofrecer disculpas al país. Foto: Twitter |
Ricardo
Rondón Ch.
La explosiva y condenable afrenta del senador Álvaro
Uribe Vélez, Daniel Samper, violador
de niños, cayó como una patada de mula arriera en los cojones del
columnista santafereño.
Bravas esas mulas de los colonizadores antioqueños, que
aún en regiones remotas y escarpadas de la
Antioquia Grande que cantaron Carlos
Castro Saavedra, Ciro Mendía, Manuel Mejía Vallejo y Jorge Robledo Ortiz, entre otros vates, siguen prestando sus lomos
para cargar desde bultos de café y leña, provisiones y trasteos con sus
infaltables máquinas de coser y sus enormes cuadros del Sagrado Corazón, y en épocas de guerrillas virulentas, muertos y
heridos, armamento y municiones.
Si no le temes a la patada de una mula coscorria, témele a la verborrea incendiaria del arriero, que
es la misma con la que ellos, curtidos en las faenas de carga por senderos de
herradura, empinados y escabrosos, y en medio de torrenciales aguaceros, tratan
a sus animales durante el trayecto: el hijueputazo
de rigor termina siendo el más dulce de los apelativos.
¿Han visto ustedes un mulero cargando sus bestias y
dirigiéndolas cuesta arriba entre el cascajo resbaloso y la greda? Eso es pa’machos, ¡hijueputa!, dicen los
arrieros viejos. Los trajinados animales, al fin y al cabo más tercos que una mula y en ascensos trepidantes, lanzan coces a
diestra y siniestra, y uno que otro envión con herradura -porque el exceso de
carga es muy dura- va a parar a los tobillos o a las canillas de los
costaleros, y es cuando el hijueputazo
cual bombarda rompe la paz de los cielos, supera el eco de los truenos e
interrumpe en paro la siesta de mi Dios
paciencia.
En el entorno que nos tocó en suerte, donde hoy los
muchachos se tratan cariñosamente de gonorrea,
y el putazo a boca de jarro ya es un
terminacho de camaradería nacional que se utiliza hasta para expresar la máxima
dicha, como se lo oímos en Francia,
entre chascarrillos y güevondas al
poderoso Rigoberto Urán, cualquier ordinariez
de destripaperros, depende eso sí del
tono y de las circunstancias, está más que aceptada tanto por el vulgo como por
la burguesía.
El trino que abrió una nueva grieta en el opinadero de las redes del odio y la discordia. Foto: Twitter |
Cuántos hijueputazos
oye uno desde que se levanta hasta que se acuesta, en el transporte, en el
puesto de trabajo, a la hora del descanso, en el estadio, en el convite de tragos,
los que quiera. Pero que te señalen de
violador de niños, sin serlo, eso debe calar en las vísceras como los
retortijones agónicos de la peritonitis, porque bien sabido es en este país de
violadores de leyes, de mujeres y de menores, que cuando un acto semejante se relaciona
con un inocente, el delito no puede ser más atroz e imperdonable. En las
cárceles se paga con la violación y con la muerte.
Samper
Ospina sintió esa patada de mula en la madre de sus huevos, y
una nueva grieta se abrió en el opinadero de las redes del odio y la discordia,
con arremetidas verbales, de parte y parte, mucho más procaces y venenosas que
las viperinas de los arrieros.
No con una acusación infame y oprobiosa como la que el
mandacallar del Centro Democrático
le disparó a Samper, pero el
periodista hacía rato se lo estaba buscando: dale que dale disparándole dardos al
innombrable, a sus hijos y a sus
copartidarios, y tanto va el cántaro al agua hasta que lo llena. Hasta que la
patada de mula arriera se hizo sentir.
Soberbio, altisonante, con la premisa de que la libertad de expresión no tiene límites y que él puede hacer los chistes que se le da la gana, el youtuber cuarentón se resiste en reconocer que en sus columnas de Semana y en sus diatribas de youtuber es un provocador zafado que no respeta credos ni ideologías ni personas discapacitadas ni, después de la madre que nos parió, lo más respetuoso y arraigado que pueda abrigar un ciudadano como es el terruño que lo vio nacer; y la tapa, tomar por mofa el nombre de una recién nacida en el caso de Amapola, la hija de la senadora Paloma Valencia, por más diferencias repulsivas que tenga con su contrincante.
Los hijos son sagrados, Samper. usted que lleva el rótulo de padre modelo, debería saberlo. Qué tal entonces lanzarse a pintar payasadas o a escribir chistecitos de mal gusto contra sus hijas, porque sí, porque se me antoja hacerlo, y me ampara la libertad de expresión, y me blindan mis poderosos amigos en las cortes internacionales.
Soberbio, altisonante, con la premisa de que la libertad de expresión no tiene límites y que él puede hacer los chistes que se le da la gana, el youtuber cuarentón se resiste en reconocer que en sus columnas de Semana y en sus diatribas de youtuber es un provocador zafado que no respeta credos ni ideologías ni personas discapacitadas ni, después de la madre que nos parió, lo más respetuoso y arraigado que pueda abrigar un ciudadano como es el terruño que lo vio nacer; y la tapa, tomar por mofa el nombre de una recién nacida en el caso de Amapola, la hija de la senadora Paloma Valencia, por más diferencias repulsivas que tenga con su contrincante.
Los hijos son sagrados, Samper. usted que lleva el rótulo de padre modelo, debería saberlo. Qué tal entonces lanzarse a pintar payasadas o a escribir chistecitos de mal gusto contra sus hijas, porque sí, porque se me antoja hacerlo, y me ampara la libertad de expresión, y me blindan mis poderosos amigos en las cortes internacionales.
El humor sobredimensionado e irrespetuoso puede ser igual de destructivo y peligroso como el atentado que sufrieron los caricaturistas de Charlie Hebdo. Foto: Charlie Hebdo |
Nadie le había hecho entender al columnista de que el
humor irrespetuoso y llevado a la exageración puede llegar a ser tan destructivo
y letal como el atentado que en Francia
sufrieron los caricaturistas de Charlie
Hebdo. Un matoneo incisivo como el de los estudiantes estúpidos de colegios
y universidades de estratos altos que se ensañan con el cojo, el feo, el débil,
el pobre, el indígena, el retraído, el homosexual, con el que se les antoja,
para ponerlo en el paredón de todo tipo de ataques y burlas, con episodios
dramáticos como el suicidio de la víctima.
Si Uribe patea,
como ha sido su costumbre, inmune a leyes y censuras, Samper matonea, y como está visto que ese proceder le ha generado
atractivos dividendos económicos y una fama delirante y estrepitosa, primero
desde su nicho en el vecindario babélico de los youtubers, y ahora con su puta
obra, que no es más que el discurso reiterativo de sus columnas y sus
vídeos, el acumulamiento de gases, como en el edificio de Usaquén, terminó explotando.
La reacción en cadena se hizo visible en la élite de la
información que lo respaldó con una carta y con un cúmulo de columnas que blindan al ofendido pero que no se atreven
a cuestionar sus ofensas, desde luego, por su raigambre y posición, porque si
se tratara de un cargaladrillos del
montón con un sueldo miserable, el mismo colegaje ya lo hubiese molido a palos,
empezando por el sumo pontífice de la
ética periodística en Colombia, don Javier Darío Restrepo, que tan raro que
no se haya pronunciado ante la furrusca Uribe-Samper.
La mayoría en estas lides pecamos por vanidad y por excesos,
por esa ambición de notoriedad y celebridad que auspicia el mal llamado cuarto
poder. El de querer figurar a toda costa, posar de creativos y brillantes, y
por supuesto, tener siempre contento al que nos contrata, que a su vez es contratista
del establecimiento con todas sus oscuridades y corruptelas, menoscabando el
respeto y la dignidad de las personas.
Por los líderes políticos y los líderes de opinión debería comenzar el ejemplo. Ilustración de Garzón (hermano de Jaime Garzón) |
Yo también pequé por ufanarme de chistoso cuando fui
editor del desaparecido diario sensacionalista El Espacio, y corría por mi cuenta su titulación, que era un
ejercicio repentista de desparpajo, irreverencia e imaginación.
Recuerdo uno relacionado con la noticia de un hombre que
falleció en un motel cuando se disponía a una vespertina de sábanas con una
joven amante. Cito antetítulo y título:
Un
cincuentón que se pasó de ron y viagra en unas residencias de Chapinero
¡Qué
rico, murió tirando!
A los tres días de haber salido publicada la noticia,
llegó al periódico la hija del difunto, una joven humilde, bañada en lágrimas,
con un reclamo puntual y contundente:
-Señor, ¿usted tiene esposa, tiene hijos, tiene padres? ¿Le
gustaría un trato para los suyos como el que usted hizo con el mío? No vengo a
demandarlo porque no tengo cómo pagar un abogado, y no me interesa hacer
público un escándalo. Sólo vine a hacerle caer en cuenta su irrespeto y su
ignorancia. Hasta luego.
Quedé petrificado, avergonzado, corto en disculpas, y con
justa razón. Y no podía salir con el cuento inadmisible de que la gente no
tiene sentido del humor ni la capacidad de interpretar una sátira o de burlarse
de sí misma, y menos inflarme de arrogancia para aclarar que yo hago los
títulos y los chistes que me da la gana, que es el síntoma patético de la
ofensa y del matoneo.
El humor, por inteligente, no debe sobrepasar las
barreras. Quien más que el youtuber
de 40 para tenerlo en cuenta, él privilegiado por el padre y maestro que
ostenta, uno de los grandes humoristas que ha dado Colombia, Daniel Samper Pizano, caballero dilecto
e irreductible en sus valores y principios desde su fina y elocuente pluma,
versión en el trazo del decano y leyenda viva de los caricaturistas, el maestro Héctor Osuna.
.A ellos sí hay mucho que aprenderles.
Picaporte: A
ver la solidaridad con las damas ofendidas por Ramón Cardona, concejal de Santa
Rosa de Cabal, cuando se hizo el chistoso al decir que las mujeres, como las leyes, son para violarlas…
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