Miguel Ángel Bastenier, el periodista que hizo del oficio un modelo a seguir, una maestría, y una forma de interpretar los hechos del mundo y de la vida misma. Foto: eldía.com |
Ricardo
Rondón Ch.
Un periódico se escribe con la verdad, con el pulso y el ritmo que nos marca la vida, y con la sencillez y la pureza que nos ofrece el lenguaje.(M.A. Bastenier)
Si de darse a la tarea de rescatar sus máximas y gracejos, bien en el impreso, en sus conferencias como académico; en el día a día (sobre todo en las noches) en su rol de periodista al frente del teclado; en las entretenidas tertulias que convocaba a subordinados, estudiantes, colegas, gente del común; o en las entrevistas que concedía, se tendría a mano un libro de aforismos de obligada consulta en facultades de Periodismo, con la rúbrica de Miguel Ángel Bastenier (Barcelona, 1940-Madrid, 2017), periodista como el que más, y maestro de periodismo como quizás no pueda haber otro.
Genio. Espontaneidad. Rapidez. Esa era su impronta. Una
suerte de Lionel Messi, pero con la pluma.
“Era veloz, ocurrente, analítico, excéntrico, cumplidor,
estrafalario, conversador, introvertido, lenguaraz, exacto”, escribe en el
introito de su perfil post mortem Juan Cruz, alumno suyo y compañero de
escritorio de Bastenier por varias
décadas en el País de España.
“Era un lector fuera de serie; iba por las mesas, hasta
los últimos días recientes en que acudió a su trabajo en El País, y seleccionaba con desdén algunos libros, ‘No pasarán a la
historia’". Y luego se llevaba uno, generalmente de Historia”.
M.A. Bastenier se consolidó como un tratado de ética, de veracidad y responsabilidad con el quehacer periodístico. Foto: clasesdeperiodismo.com |
Miguel
Ángel Bastenier no era adivino,
ni que se le pareciera, pero antes de que despuntara el nuevo siglo había
advertido la muerte del periódico físico, el de papel, el que por centurias ha
movido las rotativas del mundo, el que huele a tinta, el que los lectores de
época, jóvenes y viejos, leían con tanto agrado.
Que lo diga él que se hizo periodista entre el tableteo
incesante de las máquinas de escribir, las salas de redacción espesas de
adrenalina y humo de cigarrillos, las imprentas, los linotipos, y el arduo
trajinar de la calle en busca de la noticia, el escenario infalible del
reportero.
“El periodismo fue su pasión -prosigue Cruz-; lo abrazó al tiempo que abrazó
los crucigramas de La Vanguardia. Sus
2.000 estudiantes eran para él el mayor premio de su vida; como cuenta Bernardo Marín, que fue su alumno
también, se supo de memoria los nombres y apellidos de todos aquellos chicos,
en Madrid y en Cartagena de Indias, hasta que llegaron al número mil. Su memoria
extraordinaria no aceptaba ya más nombres propios”.
Bastenier,
con una experiencia de más de cincuenta en el oficio, había dicho en varias ocasiones que el periódico impreso sería sepultado por
el vertiginoso y agigantado avance de la tecnología electrónica.
Su profecía se
está cumpliendo al pie de la letra, hoy cuando se muere un diario -valga la
redundancia- a diario. Cuando internet se ha apoderado casi que por completo
del renglón mediático, y la globalización rige a su antojo los hilos del
planeta.
Sus elocuentes y espontáneas citas alrededor del periodismo, compiladas en un libro, serían de gran ayuda en las facultades de Periodismo. Foto: blogseltiempo.com |
Aun así, el reconocido historiador y periodista se resistía
a la muerte del impreso, a sabiendas, él lo vaticinó, que en lo que corresponde
a Latinoamérica su extinción definitiva podría estar a la vuelta de la esquina:
“no más de diez años”.
Miguel
Ángel Bastenier era licenciado en Historia y Derecho de la
Universidad de Barcelona. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad
de Cambridge. Se graduó en Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid, con
énfasis en temas de política internacional.
Desde 1982, era subdirector de Relaciones Internacionales
del diario El País de España. Fue el
maestro solícito y admirado de la Fundación
para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, con discípulos en toda América
Latina.
Autor de varios libros, entre los que se destacan, El Blanco móvil, Grandes protagonistas del
Siglo XX y uno de los más recientes, Cómo
escribir un periódico, que contiene técnicas y reflexiones concretas del
quehacer periodístico en todos sus géneros, y una visión amplia y contundente
de la verdad, la ética y el arte de narrar los acontecimientos.
Juan
Cruz borda la necrología del gran maestro de periodismo más con
el pulso del aprecio, la gratitud y la complacencia de haber compartido a su
lado historias propias de vida, y de esa ardua cotidianidad que se muele en el
oficio, en la búsqueda incesante de la veracidad de los hechos, saber contarlos,
confrontarlos, interpretarlos, luego de
una investigación a fondo y con todas las fuentes posibles.
Todos los homenajes del periodismo de habla hispana para el célebre historiador y periodista español, con más de 50 años en el oficio. Foto: elperiodico.com |
“Si se contaran las anécdotas de Bastenier (las de su
existencia como imposible gastrónomo, las que protagonizó en las redacciones,
como cuando llamaba a medianoche para reprochar a un jefe de sección que no
pusiera bien las comas en una cuña, las de sus pasiones deportivas) abonarías
la idea que se tiene de los periodistas excéntricos” (…).
Nunca lo vi llegar tarde al trabajo, ni irse porque fuera
la hora: en eso también era un periodista antiguo instalado en la época en que
ya los periodistas caíamos en la tentación de venir al periódico como si este
fuera una oficina.
Hablé con él en taxis, en almuerzos estrafalarios, hablé
con él en la Redacción, y me enfadé con él, y lo quise, cuando se sentía
abandonado o no requerido, cuando luchaba por tener una línea más o una reseña,
y le suplicaba a la vida que le diera tiempo para ser periodista para siempre y
siempre, y le acompañé en estos últimos tiempos en que el hombre sabe su
destino que es, como decía Pablo Neruda, el de amar y despedirse (…)”.
“Querer a Bastenier
es querer el oficio”, remata Cruz.
Tuve la oportunidad de entrevistar al maestro Bastenier cuando presentó en Bogotá su
libró Cómo escribir un periódico. Fue
en diciembre de 2009, y por ese
entonces, el diario donde laboré por 26 años, El Espacio, sentía los estertores de la agonía ante una inminente
crisis financiera. De ahí mi inquietud de esculcar en la sabiduría de quien hizo
del oficio periodístico, un modelo a seguir. He aquí sus impresiones.
“A los tabloides les auguro más vida que a los diarios
grandes”
En Cartagena de Indias, donde con frecuencia dictaba talleres y conferencias para la Fundación de un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Foto: El Heraldo |
¿Tiene
usted una fórmula para salvar el impreso de la crisis?
“La fórmula está muerta. El medio electrónico ha
sustituido el periódico impreso. Eso está más que visto y no hay nada que hacer
ante eso. El acabose del diario físico tiene que ver con la implacable
revolución industrial y tecnológica. Es uno más de los grandes cambios que ha
sufrido la historia de la humanidad”.
Si
un grupo inversionista colombiano le encargará a usted la responsabilidad de
crear y dirigir un periódico, ¿qué tipo de diario haría usted?
“No haría un diario de papel ni loco. Eso no quiere decir
que me rinda. Me resisto a la muerte del impreso, pero meterse hoy en día en la
creación de un periódico es una empresa
fallida, primero, porque para sostenerlo se necesita mucho dinero y la crisis
actual no lo permite. Segundo, porque la tecnología digital es cada vez más
aplastante”.
Y si
la situación financiera fuera más boyante, ¿qué periódico haría?
“Uno como El País, de España o el Periódico de Cataluña,
que fueron mi escuela”.
¿Qué
periódico latinoamericano tiene como modelo ideal?
“Clarín, de Argentina, que además de ser un periódico
completo, estructurado, impecablemente escrito, es un negocio pulpo, de
envergadura, por cualquier lado que se le mire. Hacer un diario como Clarín
cuesta mucha plata, empezando por los corresponsales que tiene en todo el
mundo”.
¿Fuera
de la desmesura electrónica, qué otro lastre ha sufrido el periódico impreso?
“El bajonazo de la publicidad, que si en Europa ha caído
en un 40 y 50 por ciento, qué se puede decir en los países subdesarrollados. La
publicidad es la sangre que nutre los diarios”.
¿Está
de acuerdo con el agregado comercial, la diversificación, que muchos diarios en
el mundo están empleando, caso particular El País Semanal (España), que promociona
pocillos, vasos cerveceros, cubiertos, carritos y demás…?
“Perfectamente de acuerdo. Es una estrategia de
supervivencia muy válida en estos tiempos, ya que el periodismo, ante todo, es
una actividad comercial, en la que hay que jugársela toda con el poder
adquisitivo”.
¿Cree
que en Colombia ya existe una estructura sólida de información en medios
electrónicos?
“No, aún. Europa está muy adelantada en este aspecto. Sin
embargo, los diarios físicos subsisten. Lo grave del asunto es que cuando la
cobertura electrónica alcance el 90 por ciento en Latinoamérica, los periódicos
físicos desaparecerían de un plumazo. En Colombia todavía existe un
considerable parque de lectores no electrónicos. Ese es el consuelo”.
¿Qué
opina de la multiplicación del formato tabloide?
“Resulta una operación muy cómoda para los empresarios
por varios factores: no emplean tanto papel, la nómina redactora no es la
numerosa que demanda un periódico mayor, y por su línea periodística despierta
la expectativa del lector masa. A los tabloides les auguro más vida que a los
diarios grandes”.
A
propósito del título de su nuevo libro: ¿cómo se debe escribir un periódico?
“Un periódico se escribe con la verdad, con el pulso y el
ritmo que nos marca la vida, y con la sencillez y la pureza que nos ofrece el
lenguaje. Ya lo dije en el prólogo de mi libro: yo no soy fiel a una religión
ni a un partido político. Mi única lealtad es con la lengua castellana y la que
corresponde a América Latina. Periodismo es contar al público por qué pasan las
cosas que pasan. Pero bien contadas”.
¿Para
usted cuál es el editor ideal?
“Como mis maestros en su momento: Juan Luis Cebrián, de
El País, de España; Antonio Franco, del Periódico de Cataluña; José Pernau, del
Periódico de Barcelona”.
¿Y
qué cualidades reunían ellos?
“Confianza absoluta de la empresa, seres humanos con
intereses universales; insomnes, con una enorme cultura y un gran conocimiento
de la lengua castellana; agilidad, sagacidad, un olfato de sabueso, pero a la
vez prudencia y contacto permanente con su equipo”.
¿Cuáles deben ser las vitaminas del periodista?
“La curiosidad, la información, los libros, las revistas,
los diarios, el pellizco permanente por la actualidad”.
¿El
periodista nace o se hace?
“El periodista se hace, porque el periodismo, más que una
profesión, es una vocación. La facultad no es suficiente. Los verdaderos
periodistas se hacen en los periódicos: son las mejores escuelas. En América
Latina sucede el fenómeno de que los periodistas son mejores que los
periódicos, y algunos no cuentan con los periódicos que deberían merecer”.
¿Usted
sigue comprando periódicos?
“Desde luego. En España compro lo cuatro o cinco diarios
que me interesan, pero cuando estoy por fuera los leo por Internet”.
¿Fuera
de esa parte romántica que tiene el periodismo, que es para usted lo más bonito
que pueda tener este oficio?
“Yo no soy un romántico. A mí lo que me interesa es que
el lector, sagradamente, vaya al quiosco a comprar el diario. La rentabilidad
está por encima del romanticismo”.
Algunas
de las citas célebres de Miguel Ángel Bastenier
Genial, espontáneo, irreverente, veloz, esa era la impronta del maestro Bastenier. Foto: Blog M.A. Bastenier |
Periodismo es contar al público por qué pasan las cosas
que pasan. Pero bien contadas.
Un periódico se escribe con la verdad, con el pulso y el
ritmo que nos marca la vida, y con la sencillez y la pureza que nos ofrece el
lenguaje.
Mi única lealtad es con la lengua castellana y la que
corresponde a América Latina.
Los periódicos tienen que dejar de parecerse entre sí.
El mérito no es carecer de voz, sino que esa voz merezca
ser oída.
La única manera que tiene el periodista de hacer un
mundo mejor, es haciendo un periodismo mejor.
Las vitaminas del periodismo son la curiosidad, la
información, los libros, las revistas, los diarios, el pellizco permanente por
la actualidad.
La facultad no es suficiente. Los verdaderos periodistas se
hacen en los periódicos: son las mejores escuelas.
El mejor periodista es un investigador, pero ni policía
ni juez. Documenta e interpreta el caso. Y ahí acaba su función.
En América Latina sucede el fenómeno de que los
periodistas son mejores que los periódicos, y algunos no cuentan con los periódicos
que deberían merecer.
En el periodismo en español faltan voces personales y tildes
en su sitio.
La crónica es la suma de todo lo que sabe un periodista
en un momento dado.
Miguel Ángel Bastenier, la leyenda del tiempo. Por Juan Cruz (El País de España):
M. A. Bastenier, único como maestro. Por Belén Cebrián (El País de España): bit.ly/2oTaZMd
Miguel Ángel Bastenier vivió hasta su última columna. Por Fernando Pajares (El País de España): bit.ly/2oGB0TO
0 comentarios