martes, 7 de junio de 2016

Los Cinco Entierros de Pessoa

Con Los Cinco Entierros de Pessoa, Juan Carlos Moyano, director del Teatro Tierra, pone un punto bien alto por su dramaturgia y entramado poético. Foto: Carlos Mario Lema 
Ricardo Rondón Ch.

No soy nada. / Nunca seré nada. / No puedo querer ser nada. / Aparte de esto, / tengo en mí todos los sueños del mundo.

Quién se haya asomado subrepticia o profundamente a la obra de Fernando Pessoa. Quien haya husmeado desde la ventana de su buhardilla la cotidianidad de su calle en Lisboa, frente a la Tabaquería (su poema mayor). Quien haya navegado entre saudades por su Libro del desasosiego y haya compartido una botella de oporto a la salud de sus heterónimos y fantasmas, se verá reflejado como lector penitente de su descomunal obra, o quizás como un espectro más en este desgarrador poema histriónico de convulsiones, retratos y metáforas que es la puesta en escena  de Juan Carlos Moyano y su colectivo Tierra.

Pero para quien no tenga la menor idea de quien fue Pessoa y como transeúnte desprevenido se entere en la taquilla del teatro de un anuncio fúnebre que reza Los Cinco Entierros de Pessoa, seguro que no se resistirá a la tentación, primero, de apreciar una obra poderosa y admirable que remite a un arduo trabajo de escritura y laboratorio escénico de más de dos años; y segundo, a descubrir a un poeta de resonancia universal, voraz, atormentado y autodestructivo, quien se vio forzado a repartirse en otros…, como en el verso de Borges, yo, que tantos hombres he sido / No he sido nunca… para menguar la grandeza de su espíritu inabarcable.

El bardo lusitano, que entre mareas alucinantes y demoledoras pesadillas logró trascender más allá de lo rutinario y efímero de la vida, se revela en la obra de Moyano como en un coloquio de múltiples y delirantes espejos, acuciosos, amenazantes, los mismos que en vida él evadía.

El montaje de Los Cinco Entierros de Pessoa tiene como génesis el sugestivo título del poema que Juan Manuel Roca (Medellín, Colombia, 1946) escribió para Fernando Pessoa, y que enhorabuena transcribimos:
       
Pocas veces ocurre / Que al morir un poeta / Sean necesarios 5 ataúdes. / Como pocas veces ocurre / Que un poeta sea morada / Para que vivan en él, / Para que trabajen a sus anchas / Y duerman cuando quieran / Sin pagar renta, / Sin amenazas del casero, / Otros 4 poetas. / Al entierro de Pessoa / Fueron con sigilo.

Así como vivieron. / Nunca le objetaron / La estrechez de su vivienda, / Ese raro vivir gabán adentro. / ¿Pero no querrían más espacio / Ahora, en la rigidez de las formas? / No se vio a Pessoa en tertulia / Con sus 4 fantasmas cardinales. / No se le vio en grupo / Caminando hacia la tabaquería, / Compartiendo viudeces, / Pessoa y sus compinches, / Y esa forma / De no dejarse ver en los espejos.

Bella metáfora de la poesía y la cosmovisión de Fernando Pessoa, bardo portugués de resonancia universal. Foto: Carlos Mario Lema
A partir de esa premisa, Juan Carlos Moyano –con una vocación y laboriosidad ambiciosa e irreductible por el teatro, en un periplo de cuarenta años y con más de cincuenta obras y espectáculos en su haber- emprendió con sus actores una travesía por lo real e imaginario del vate lusitano, traspasó fronteras, viajó a Portugal, recobró las huellas de Pessoa, indagó en sus documentos, y se sumergió en sus laberintos y encrucijadas. Todo esto, gracias a una beca de creación del Ministerio de Cultura que se ganó con este proyecto, y con los recursos y la serendipia que ha sido el mantra en su aventurero timonel de teatrero.

No en vano, en Los Cinco Entierros de Pessoa, Moyano evoca la mar, los papeles al viento como vuelos de palomas, el último adiós al navegante de tierra firme representado en una máquina de escribir con cuartillas izadas como velas, entre otras lúdicas que contextualizan el complejo universo del poeta, su pluralidad, su desconcierto, sus furias existenciales, y esa combustión que lo llevó a escribir, entre la lucidez y el desvarío, las páginas más brillantes y desoladoras de la poesía portuguesa, paradójicamente reconocidas muchos años después de su muerte, ocurrida a los 47 años.

Si después de morirme quisieran escribir mi biografía / no hay nada más sencillo. / Tiene sólo dos fechas / la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y otra todos los días son míos. Escribiría el lisboeta, y Moyano aprovecha al máximo esa epifanía para mostrar un Pessoa en sus más íntimos pliegues y en el instante  dramático de sus fatigosos días, cuando presa del delirium tremens lo sobrecoge un coma hepático en plena calle, camino a la morada de Henriqueta, su hermana menor.

Así afloran como peces y espejismos los dolientes del poeta que son sus heterónimos y fantasmas: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos, Bernardo Soares, Abilio Cuaresma, Alexander Search; pero también sus mujeres, su madre, su abuela, el Pessoa de la niñez, Dionisia, María José la Corcovada, Ophelia Queiroz (su novia de la adolescencia), la tía Rita, entre otros personajes y desdoblamientos.

Un elenco de primera línea interpreta los heterónimos, mujeres, fantasmas y desdoblamientos del poeta lusitano. Foto: Carlos Mario Lema 
Una escenografía minimalista que solo puntualiza la silla giratoria de amanuense, de publicista, de corredor de negocios, de traductor a lengua inglesa, pero siempre de poeta en su soledad irremediable; una rústica maleta de viaje y una máquina de escribir a la antigua, son suficientes para Moyano en este viaje de interminables dilemas y claves secretas por los barullos psicológicos de lo imprevisible y lo visionario, de su sensibilidad extrema.

Por donde se mire, el montaje sugiere un entramado poético que va de la acción escénica a la metáfora física, apoyado en imágenes visuales y sonoras que expresan un universo crepitante: la experiencia devastadora de un ciudadano que, como en los versos de introito de su poema Tabaquería, decía no ser nada, no ser nadie, no obstante todos los sueños del mundo.

Embutido en un gabán gris como su trasegar taciturno y melancólico, con un sombrero cándido curtido por la brisa salobre del mar y de la lluvia, Pessoa, como narra la obra de Moyano con la magistral interpretación de sus actores, sólo necesitó de una pluma, muchas resmas de papel, sendos paquetes de cigarros, litros de oporto y una ventana de par en par a la vida.

Ese raro vivir gabán adentro que subraya Roca, esa enigmática manera de narrarle al hombre su complejidad, sus debilidades y miserias, el caro precio de habitar un nicho del mundo, su finitud irremediable, y el postrer olvido cuando no se dejan veinticinco mil cuartillas inéditas en un baúl, su baúl, testimonio perenne del poeta que desbordó todos los límites; frágil y enfermo, pero de una altura insuperable en su verbo y cosmovisión.

Un arduo trabajo de más de dos años dio como resultado este montaje extraordinario. Foto: Carlos Mario Lema
El Grupo

Juan Carlos Moyano, director escénico y escritor, se dedica al arte teatral desde hace 40 años. Ha montado innumerable piezas y ha desarrollado diversos experimentos.

Entre sus montajes se destacan: Los ritos del retorno o Las trampas de la fe (Sor Juana Inés de la Cruz), El enano (Par Lagerkvist), Mayakovski, poema trágico para circo y teatro; Los demonios (F. Dostoievski), La nueva prehistoria, Memoria y olvido de Úrsula Iguarán, Sexus (Henry Miller), La insurrección de las hormigas, La vorágine (José Eustasio Rivera), La montaña de los signos, y más de media centena de espectáculos programados en giras y festivales de teatro del mundo.

Los Cinco Entierros de Pessoa

Dramaturgo y director: Juan Carlos Moyano

Elenco

Clara Inés Ariza, Joan Sebastián Jiménez, Carlos David Rosero, Mario Hernán Miranda, Estefanía Torres, Stephany Rugelis, Yuly Esperanza Rosero.

Creación musical: José David Díaz
Sonido: Jonathan Martínez
Diseño de luces: Giovanny López
Diseño de vestuario y máscaras: Carlos Rojas Neira
Elaboración de vestuario: Jaqueline Rojas
Dirección de arte: Juan Sebastián Moyano

Los Cinco Entierros de Pessoa es una Beca Nacional  de Creación del Ministerio de Cultura en coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
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