Con cifras técnicas en su poder, Gustavo Gómez revela por qué La Luciérnaga, que él dirige, sigue siendo el programa radial preferido de los colombianos. Foto: Archivo particular |
Ricardo Rondón Ch.
Esta semana,
Gustavo Gómez Córdoba entró al
tercer mes como director de La
Luciérnaga (Caracol Radio), luego de haberle recibido en diciembre de 2014
a Hernán Peláez Restrepo, quien
condujo el segmento más oído de la radio en Colombia por espacio de 22 años.
Polémicas y
controversias por el retiro de Peláez,
y luego por el abrupto despido de Gustavo Álvarez
Gardeazábal, han sido comidilla diaria en todos los medios, redes sociales,
y por supuesto, el grueso de los oyentes en toda Colombia, quienes en finadas cuentas tienen la última palabra.
Noventa días
podrían ser escasos para el capitán recién llegado en su propósito de equilibrar
las cargas y hacer hasta lo indecible, con su tripulación a bordo, desde luego,
para que el barco no se vaya a pique, después de más dos décadas de un éxito
irrebatible.
No cabe duda
de que Gómez se la ha jugado contra
viento y marea al frente de La
Luciérnaga, con ideas nuevas, ajustes necesarios y una personalidad y
criterio propios para sacarla adelante, y por ningún motivo, ni siquiera en
pesadillas, permitir que naufrague.
Los
resultados técnicos saltan a la vista y el propio Gustavo los confiere en esta entrevista de largo aliento, la
primera que se publica de él este año, al mando de La Luciérnaga.
¿Cuántos frascos de valeriana se ha
tomado desde que asumió la dirección de La Luciérnaga?
“La
valeriana me daña el Zacapa. El
primer día me hubiera tomado todo el que me hubieran servido, pero el equipo
del programa me cuidó los pasos y me apoyó en medio de las controversias
naturales por el retiro de Hernán Peláez
y la salida de Gardeazábal”.
¿Le enciende una veladora todas las
noches a Santa Marta, intercesora de los imposibles y de las causas perdidas?
“Los
jesuitas me pusieron a leer desde chiquito y me fueron enseñando, sin
proponérselo, que las deidades son, como decía Lennon, conceptos a través de los cuales medimos nuestro dolor.
Solo creo en la gente. Y no en toda”.
¿Ya llegaron a su escritorio los
primeros reportes de medición de La Luciérnaga o prefiere que no lleguen?
“Llegaron, y
nos alegraron la vida a todos. Algunos misántropos presagiaron que el programa
se iba a derrumbar y que la audiencia iba a huir despavorida. No pasó.
Francamente esperaba un bajonazo muy pronunciado, apenas explicable por la
ausencia de Hernán Pelaéz, sumado a
que el estudio mide muchos días de fin de año en que no estamos al aire y,
obvio, toda la controversia por no haber mantenido a Gardeazábal en la mesa. Nos situamos a considerable distancia de
las otras cadenas y solo hubo una merma del once por ciento de oyentes, y creo
que es natural. Le doy un ejemplo muy diciente: en el desglose de meses de la
muestra, en febrero subimos 40 mil
oyentes frente a enero. Hay una tendencia muy positiva y La Luciérnaga modelo 2015 sigue de primera
en el gusto de los colombianos”.
¿Qué le ha dicho ‘La Fiera’ (su
esposa) de su nuevo rol? ¿Recibe consejos de almohada?
“‘La Fiera’ me tiene perfectamente domesticado,
pero debo aclararle que en mi casa se hace lo que yo digo… siempre y cuando mi
mujer lo autorice. Es una gran oyente de La
Luciérnaga, entre otras, para saber en qué ando por las tardes”.
¿Cómo le ha cambiado la vida en casa?
“Antes podía
pasar más tiempo con mis hijos y solían encontrarme en casa al llegar del
colegio. Ahora me levanto a las 5:30 am. para desayunar con ellos y montarlos
al bus, y vuelvo a verlos a las 7:30 pm. No es fácil; ha sido duro”.
¿A qué horas se le enciende el
bombillito de La Luciérnaga para empezar a botar corriente?
“Después de
que los niños se montan al bus del colegio, subo al estudio y arranco a leer
prensa y a oír radio”.
También participa en 6AM. Se ha
especulado incluso que está en proceso de regresar…
“Desde hace
muchos meses, cuando acepté dirigir La
Luciérnaga, comenté en la empresa que debíamos fortalecer el concepto de
cadena. En casa tengo un sistema que me permite participar en cualquier espacio
de Caracol. Hace poco estuve en el Carrusel del Fútbol y esporádicamente
pregunto en alguna entrevista de Darío
Arizmendi. De la misma manera, hace unos días Diana Calderón nos acompañó en La
Luciérnaga y estamos planeando hacer giras conjuntas de varios programas.
Tengo muy claro que estoy siempre disponible para mis colegas de casa, y sé que
puedo también contar con ellos”.
¿Cómo ha sido ese proceso de
adaptación con el equipo?
“Muy
satisfactorio. La Luciérnaga es un
programa de equipo, es una All Stars.
Esto no es una gran figura conduciendo a unos actores de reparto. No. Aquí lo
que hay es talentos sorprendentes. Los periodistas, los imitadores, los
libretistas… profesionales únicos, verdaderos artistas”.
¿Cuál de todos los integrantes es el
que le ha dado más guerra?
“Le doy mi
palabra de que no es una respuesta diplomática y vacía: ninguno”.
Y en lo personal, ¿qué ha sido lo más
difícil de superar?
“La
comprensible tristeza de muchos oyentes por la ausencia del Dr. Peláez. También lo extraño, porque
era un fiel oyente del programa. Pero se trata de una decisión que él tomó con
cabeza fría y en atención a su felicidad. El mejor homenaje es mantener vivo el
programa y hacerlo con el grueso de su equipo”.
De todos los cambios que ha hecho en
lo que corresponde a contenido, ¿cuáles cree que son los que más le han
funcionado?
“El programa
es básicamente el mismo, solo que hay toques que son propios de la personalidad
del director, como la música, la duración de las imitaciones, la entrada de los
segmentos de humor, el hecho de participar más en lo periodístico y muchas
otras cosas. Quien venga después de mí
también impregnará La Luciérnaga con
su manera de sentir el mundo”.
El rol de ‘Dora la explicadora’ es
una de las novedades más relevantes. ¿Usted lo escribe? La joven que lo
interpreta es muy talentosa.
“Lo hace de
cabo a rabo Liss Pereira, que es una
de las más jóvenes del equipo. Hace muchas otras cosas preproducidas con
esmero, usando voces de políticos, música y efectos. Es talentosa, natural y
muy sintonizada con la manera en que los jóvenes perciben el mundo”.
Lo que sí es una verdad de a puño es
que Paulo Laserna no era lo que usted esperaba. Reconózcalo. Y en eso coincide
el 90% de la audiencia. Lo demuestran las redes sociales. ¿Qué ha pensado hacer
al respecto? Porque si se va Laserna… no se va a notar para nada.
“Laserna es un crack. Su estilo es
diferente, es un hombre más reposado, muy centrado y de mirada profunda en la
actualidad. Última palabra”.
En el terreno humorístico no ha
habido mayores variantes. ¿Está satisfecho con lo que tiene o ha pensado
renovarlo?
“El equipo
base es el mismo, pero hemos dado vía libre a nuevos personajes y parodias.
Compro todas las ideas que se les ocurran a los artistas del programa”.
¿No cree que a veces Don Jediondo se ‘pasa’?
Sobre todo cuando le mama gallo directamente a usted. ¿Lo ha tenido que parar
extra-micrófonos?
“El encanto
de Pedro es que hay límites
prohibidos que cruza a toda velocidad. No se me ocurriría ‘pararlo’, porque su
magia es precisamente ser como es. En la vida aprendí a usar el humor como elemento
de acercamiento a los demás y no me molesta cuando la gente me lo aplica. Nada
más tedioso que alguien que no sabe burlarse de sí mismo”.
¿Jairo Chaparro, el libretista,
también es adicto a la valeriana?
“Es adicto
al Santa Fe”.
¿Es cierto que a las seis de la mañana ya está
timbrándole a Chaparro para enterarlo de los temas del día?
“No, yo lo
dejo que duerma. Conversamos tipo 11:00 am. y ahí sí ya quedamos sintonizados
todo el resto del día. Es un tipo excesivamente talentoso, uno de los sólidos
pilares del programa. Si algún día se fuera, me tocaría dejar a mi mujer y
proponerle matrimonio a Chaparro.
Claro que, si se me permite escoger, primero me casaría con Alexandra”.
Qué bueno que Alexandra Montoya esté
tomando partido en el opinómetro del programa y no necesariamente desde su
calidad de imitadora, como lo ha venido haciendo desde hace veinte años.
“Tiene una
voz preciosa y la lengua muy bien conectada a las neuronas. Me encanta que opine,
que traiga información, que participe en la mesa de trabajo. Tiene criterio
periodístico, jurídico y, lo más importante, un corazón bien calibrado”.
A punto de graduarse como jurista de
la Universidad del Rosario, ¿será que ‘La Patojita’ aspira a las altas cortes? De
ser así, ese sí que sería un bajonazo considerable en La Luciérnaga.
Aconséjela... pero que no sea demasiado tarde.
“No la
dejaría ir a las altas cortes. Ella es una persona honorable”.
¿Es cierto que a Pascual Gaviria le
gusta la hierba o es pura mamadera de gallo?
“Fui a Medellín y pude comprobar que,
efectivamente, le encanta. De hecho, un par de veces nos echamos sobre la hierba
a charlar. Siempre lleva un par de aguacates envueltos en una edición del
periódico ‘Universo Centro’. Raro,
pero con él uno siempre termina echando carreta sobre la hierba y comiendo
aguacate”.
¿Cómo es el ejercicio de hacer y
dirigir La Luciérnaga, Gustavo, desde que se despierta de madrugada a pensarla hasta que le pone punto final a las 7:00 de
la noche?
“Uno tiene La Luciérnaga por cárcel. El solo hecho
de salir al aire al final de la tarde lo obliga a uno a estar en función del ‘qué ha pasado’ a toda hora. A las siete
de la noche uno vuelve a ser persona, pero lo está esperando el trancón de camino
a casa”.
¿Sale mamado? ¿Qué acostumbra hacer
cuando llega a casa?
“Sí, se
gasta mucha energía todo el día. En casa acompaño a los niños en su última hora
antes de ir a la cama y veo con mi mujer cosas muy relajantes como ‘The walking dead’”.
Esa presión y responsabilidad, ¿por
lo menos ha contribuido a restarle unos kilos de peso, o sigue la dieta rigurosa
de la nutricionista?
“No puedo
bajar de peso: me pagan en Caracol Radio,
no por hora, sino por kilo”.
¿Qué es lo que más extraña del
‘parche’ de 6:00 AM y Hoy X Hoy?
“Todo. Darío y su gente son un equipo-familia.
La risa de Érika, el agnosticismo de
César Augusto, la obsesión animal de
D’arcy, la dulzura de Patricia, los picos de Diana Uribe, las barbaridades de Raventós, la rapidez de Santiago Rojas y el contacto con los
periodistas del servicio informativo en la mañana”.
¿Cómo ha
oído a Érika Fontalvo, su sucesora
en la franja matinal de Caracol?
“D’arcy conduce de 10 a 11 am un
programa muy fresco, con temas de interés general, buenos testimonios y tono
cálido. Y Érika de 11 a 12 am. se
echa todo Bogotá al hombro y lo hace
con un criterio envidiable. ¡Un par de berracas!”.
¿Le para bolas a todo lo bueno y malo
que dicen de usted en las redes sociales o en los blogs de algunos diarios?
“Las redes
son una fuente de información y un termómetro de sentires, pero el periodista que crea que las
redes sociales le dictan qué hacer o no hacer, tiene que tomar un curso intensivo
de criterio e independencia. Las redes son un supermercado: tomas lo que te
gusta y dejas en el estante lo que no te agrada. Planteaba Diana Calderón en una de sus columnas de El País de Madrid, que mientras en otras latitudes las redes eran
motores de cambios sociales y puentes de contacto para la transformación, aquí,
en Colombia, sirven para insultar, confundir
y calumniar”.
¿Ya hizo las paces con Hollman Morris
o siguen a metros…?
“Nunca hemos
sido amigos, pero en alguna época respeté su trabajo. Esa cosa horrible que es
la política y la militancia le han desdibujado el norte. En lo personal no
tengo nada contra él, pero tampoco comulgo con su ideario y menos con algunos
de sus amigos. La lupa y la crítica se la aplicaré cada vez que maneje recursos
públicos. De resto, es como si fuera Betelgeuse:
todo lo que de él emana está a 643 años luz de mí”.
¿Qué comentarios le hacen en los
pasillos de Caracol con respecto a La Luciérnaga?
“La gente
entiende que, en una empresa de tanta tradición como la nuestra, las marcas y
los formatos no desaparecen porque alguien se va. Las sucesiones son sanas. Y
son ejemplo de que hay futuro para quienes vienen atrás”.
¿Lo han llamado del departamento
comercial para presionarlo por la pauta?
“Nunca.
Siempre he mantenido una excelente relación con los comerciales, pero la pauta
es la pauta y el contenido es el contenido. Y todos tan felices”.
¿Se puede saber de qué habló la
última vez a puerta cerrada con Ricardo Alarcón?
“Me confesó
que cuando era muy niño ya Arizmendi era un famoso periodista”.
¿Cuál es la crítica más ácida que le
han hecho?
“El problema
de este país es que confunde ofensa con crítica, de la misma manera en que
confunde paz con impunidad, independencia con rebeldía, devoción con fanatismo
o protesta con vandalismo. Somos, como dice Marcos Peckel, un país tremendamente frágil”.
¿Y el toquecito de hombro más
elogioso?
“Regresaba
de Foto Japón con unas fotos
inmundas para el pasaporte y ‘La Fiera’
dijo: ‘¡Cómo te ves de churro!’.
Creo que hemos estado posponiendo mucho su operación de los ojos”.
¿Cuándo comienza la gira de La
Luciérnaga por diferentes ciudades y regiones del país, como lo habían anunciado?
“Estaba
programada para mitad de año, pero quizás arranquemos antes. La idea es tratar
de sincronizarnos para viajar con otros programas de la cadena y que en las ciudades,
además de la emisión normal, tengamos show en auditorio, para que la gente vaya
a ver a los talentos del programa”.
Si de la cúpula de Caracol le dijeran
que se hace necesario el retorno de Gardeazábal, ¿cómo cree que reaccionaria?
“Escenario
bien remoto, entre otras porque supongo que se lo deben estar peleando con
intensidad otras cadenas y medios”.
¿Cómo hace para digerir los
desabridos chistes del ‘Cuentahuesos’?
“El día en
que ‘Alerta’ cuente un chiste bueno,
le pediremos su renuncia”.
¿Y las estridentes carcajadas de
‘Risa Loca’?
“Si la risa
es loca, ¡no puede sonar cuerda!”
¿Más llevadera la risa de
‘Pasculito’?
“La risa de Pascual da cárcel en algunas
legislaciones”.
¿Qué tal como coequipera Claudia
Morales?
“Gran
periodista, confiable compañera y de una ética a prueba de taladros”.
¿La monitorea cuando le deja sus
palomitas en la conducción del programa?
“El que
dirige, dirige. Ella verá como hace el programa, qué música pone, a quién le
pregunta y qué prioridades maneja. La última vez me fui oyendo el programa
camino al concierto de Ringo Starr y
sonó muy bien sin mí”.
¿Cuál de todas las imitaciones del
equipo es la que más le hace mover la poltrona de la risa?
“Hay muchas
buenas, pero me gustan Roy Barreras, Salud
Hernández, Leonel Álvarez, Charly García, Alejandro Ordóñez, Jorge Robledo,
Martín de Francisco, Jorge Luis Pinto y todo lo que haga ‘Alerta’ con la palabra ‘amiguito’”.
A propósito, déjeme comentarle que el
personaje más creativo, repentista y desenfadado, en mi modesta opinión, es ‘Tuiterpam’. ¿Quién lo interpreta? ¿El
libreto también lo escribe él?
“Tiene usted
un excelente gusto, pero déjeme decirle que ‘Tuiterpam’ es ‘Tuiterpam’. Lo hace magistral 'Lokillo' y dice lo que piensa y escribe. Es un tipo brillante, aunque un poco
extravagante en las pintas, de rara cercanía con ‘Corozo’”.
¿Nunca pensó en contar con César
Augusto Londoño para su equipo en La Luciérnaga? El hombre bota buena corriente
y con usted hace buen equipo ante micrófonos. ¿No le parece?
“El día que
se antoje lo recibo con los brazos abiertos. Cuando Julio aseguró en La W que
César sería el sucesor de Pelaéz, me pareció una magnífica
elección”.
Sabe quién es un tipo bien dateado,
inteligente y con sobrada chispa: Héctor Mora (el viajero). ¿No ha pensado que
podría ser un gran aporte en La Luciérnaga?
“Lo admiro
desde pequeño: él nos mostró el mundo a los de mi generación. Y es parte de La Luciérnaga: es un consejero permanente.
Lo escucho y lo acato”.
Desde que le recibió a Peláez en
diciembre, ¿se ha vuelto a hablar con él?
“Nos
encontramos una vez en Caracol Radio.
Fue muy amable. Él está en sus cosas, en su Pulso del Fútbol y en su Café
Caracol, dedicado por entero a su pasión deportiva y desconectado del mundo
luciernaguero. Aunque tenemos criterios diferentes sobre esto o aquello, es un
tipo de admirable rectitud y con un don único para conectarse con las
audiencias. Cuando quiera pasar por La
Luciérnaga, esa siempre será su casa”.
Después de las arduas jornadas
diarias, que es de imaginar debe librar, ¿a qué horas está buscando cobijas?
“Duermo
tarde, a eso de las doce de la noche. Soy criatura nocturna”.
¿Qué hace para espantar los
insomnios?
“¡Jamás los
espantaría! Son muy útiles para leer, oír música o ver películas”.
¿Lo ha cogido un lunes de madrugada
con el ojo abierto y oyendo ‘Así canta Colombia’ en la voz Gabriel Muñoz López?
“Don Gabriel es uno de mis héroes personales.
Él lo sabe bien, y cada vez que hace algo, abro la oreja para que me entre todo”.
Gustavo, capitán a babor, buen viento
y buena mar. Tenga fe de que el barco ya no se hunde. Tres meses tampoco son
suficientes como período de prueba en La Luciérnaga. Pero ¡ojo! con los de la
tripulación, sobre todo con los más cercanos, que suelen ser los más
peligrosos. Acuérdese lo que le pasó a Jesús por confiarse demasiado de Judas, con
beso incluido.
“Confío en
Judas… pero en Tadeo, ¡nunca en Iscariote!”.
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