miércoles, 25 de marzo de 2015

De Los Puros Criollos, nadie como Santiago Rivas

Santiago Rivas, el hombre de Los Puros Criollos, se echó al bolsillo su tercera India Catalina como Mejor Presentador de Entretenimiento. Foto: Señal Colombia
Ricardo Rondón Ch.

En la reciente gala de los Premios India Catalina -en su 31° edición-, fue evidente que el aplauso unánime y la mayoría de galardones, once de doce nominaciones, se los llevó la televisión pública. Señal  Colombia fue la gran homenajeada de la noche en diferentes categorías.

Una de las más celebradas, el programa Los Puros Criollos, que recibió dos estatuillas: Mejor Programa de Entretenimiento (dirigido por Néstor Oliveros), y por tercera vez consecutiva, Mejor Presentador de Entretenimiento, en el genio y la originalidad de Santiago Rivas, un profesional que ha sabido, con tacto, olfato y criterio, tomarle el pulso al país en sus hondas raíces y en el mapeo ‘puro’ y llano de su idiosincrasia, para presentarnos como pueblo y como ciudadanos, tal y como somos, sin cosméticas ni fotoshop.

Bogotano, del hoy desamparado e inseguro barrio Teusaquillo (otrora sector privilegiado de la capital), egresado de Bellas Artes de la Universidad Nacional, orgulloso hincha del Santa Fe; asiduo contertulio del septuagenario Café San Moritz; singular gourmet de la comida criolla que él ante cámaras, con apetito pantagruélico nos presenta; adicto al café y a las mujeres con carácter, líderes y autosuficientes; y una estampa de abad capuchino que le confiere un aura de solemnidad y recogimiento, Rivas se ha puesto en los zapatos de esa gente de a pie que une esfuerzos y sacrificios para hacer posible sus sueños y contribuir a hacer patria con honestidad y trabajo (dos palabras en desuso en los suntuosos salones de gobelinos de las altas cortes).

El atractivo del segmento que Rivas presenta, no tiene una fórmula mágica ni un engranaje plus de pre y posproducción. El secreto es muy simple y se remite a la autenticidad en su lenguaje y contenido; el toque de humor y picardía que le imprime; y ese gusto personal que le transmite al televidente, como si se tratara de compartir a manteles un puchero bogotano, un piquete de Cáqueza, una longaniza de Sutamarchán o un gallina a la brasa de Ventaquemada. Como diría Cantinflas: “Ahí está el detalle”. 
        
De Los Puros Criollos, nadie como Santiago Rivas. Le picamos su lengua en salsa.

Ha hecho de todo. Se ha gozado el país de cabo a rabo y nos lo ha contado al dedillo. ¿Qué temas están esperando turno?

“Estamos en deuda con la Cumbia, la indiscutible soberana del folclore, y más ahora que se están celebrando cien años del natalicio de su máximo cultor: el maestro José Barros. También tenemos proyectado esculcar al fondo de esa burocracia que nos consume todos los días. Hay muchos temas y perfiles haciendo fila, pero de a poquito”.

¿Qué le sobra y qué le falta a la televisión pública?

“Le sobra talento y propuestas. Le faltaría plata y arriesgarse más. Apostarle al humor, a la controversia, al debate. Hay que desenmascarar esos estereotipos y convencionalismo que han hecho, por años, una televisión acartonada y aburrida”.

¿Qué asuntos de la vida se toma bien en serio?

“Mi familia y el trabajo, por supuesto. La responsabilidad, la disciplina, la verdad y el criterio para mostrarnos como una alternativa de entretenimiento ante el público”.

¿Qué tan puro es usted?

“Nada de puro, descreo de la pureza”.

Vuelta a Colombia en pos del reportaje en pepa del país inédito. Foto: Señal Colombia    
¿Y qué tan criollo?

“Todo lo criollo que se puede ser. De hecho, no hay nada criollo que sea puro”.

¿De folclórico que tiene?

“Una marcadísima afición por la música colombiana, sobre todo por la tradicional. Mi contacto con el folclore está con la música y con la comida”.

¿Qué le sobra y que le falta a la bandeja paisa?

“Creo que no le sobra nada, pero le falta tiempo para digerirla. Porque si uno se almuerza una bandeja paisa y no sale a colonizar el Viejo Caldas, pues estaría desperdiciando todas esas calorías”.

¿Cuál es el tamal que más recomienda?

“De los que he probado, el santandereano, el famoso de Pamplona, que hacen con maíz blanco, y el tolimense, por supuesto”.

¿Cuál es la empanada más rara que se ha comido?

“Fue por error: a una empanada de carne resulté echándole arequipe, creyendo que era una especie de salsa rosada con BBQ, pero no me arrepiento, porque me supo buenísimo”.
¿Usted es de los ‘trapudos’ de la ‘Nacho’ (Universidad Nacional) que se suben los viernes al Chorro de Quevedo a ‘jartar’ chicha con ‘pola’ y aguardiente?

“No, pero cada vez que subo a La Candelaria, aprovecho y comparto una totuma con el compañero de turno”.

¿Cómo son sus afectos con el estropajo y la piedra pomex?

“Pues es la magnífica exfoliación criolla, y como futbolista amateur uso mucho el estropajo para ablandar la tierra de los potreros que se pega en los calcañales”.

Una tarde soleada de payasos, llamas y palomitas en la Plaza de Bolívar. Foto: Señal Colombia  
¿Cada cuánto va de compras al Pasaje Rivas?

“Siempre que necesito renovar estampitas”.

¿Acaso usted es de la orden del Sagrado Corazón de Jesús?

“No soy católico”.

¿En qué cree?

“Creo en la bondad del universo”.

¡¿Hare Krishna?!, tiene pinta de serlo...

“Tampoco. Soy un creyente sin rituales”.

¿Y se puede saber para qué utiliza las estampitas?

“Hay dos razones: la primera, que creo más en los santos que en Jesús; y, la segunda, porque me gustan desde chiquito”.

¿Y cuál es su santo de devoción?

“Hay varios: Santa Rita, San Judas Tadeo, San Cristóbal, San Benito, San Rafael, y la más de todas, La Virgen de Guadalupe”.

¿Usted sí da limosna?

“No me faltan en el bolsillo las monedas, lo mismo que el primer chorrito de aguardiente para las Benditas Ánimas”.

¿Cuántas señoritas se han querido confesarse con usted?

“Muchas, pero el que termina confesándose y dándose golpes de pecho soy yo”.

¿Usted sí monta en buseta?

“Sí, claro, cuando no estoy de afán”.

¿La prefiere al Transmilenio?

“¡Huy!, infinitamente, pero ahora estoy más cómodo con el Sistema Integrado de Transporte”.

Primera página del 'puro criollo' en el tabloide Q'juee. Foto: Señal Colombia
¿Qué le inspira San Victorino?

“Me dan ganas de comprarme todo lo que hay y luego salir corriendo”.

¿Por qué otro sector de Bogotá le gusta caminar?

“Por la Soledad, por donde vivo, Teusaquillo; pero también por el centro, Chapinero, Galerías y el Divino Salvador”.

¿Tiene su ritual dominguero en las plazas de mercado?

“No. Mi ritual de domingos es ir a cine y a veces ir a echar tamal a la Puerta falsa”.

¿Es un tipo de cafés?

“Sí, de muchos, además, porque soy adicto al café y a los cafés”.

¿Y en cuál se amaña más?

“En el San Moritz”.

¿Qué lo hace ir al estadio?

“Ir a ver a Santa Fe, no importa que vaya mal o regular”.

¿Cuál es su cizaña contra Millonarios?

“No es cizaña, lo que pasa es que me molesta esa vaina arribista de compararse con el Real Madrid, pero hay una especie de amor fraterno por el rival, y jamás querría que Millonarios descendiera”.

La marcha del Almanaque Bristol tuvo su mejor pregonero en Santiago Rivas. Foto: Señal Colombia
¿Qué le cambiaría al escudo nacional?

“Pienso que los símbolos oficiales son como la mamá de uno: que a unos les puede parecer muy fea, pero se niega a mandarla al cirujano. Más importante es cambiar el país y dejar el escudo como está”.

¿Y por dónde empezaría?

“Por cambiar las prioridades: un revolcón del agro, un revolcón cultural y más vigilancia a las políticas de crédito”.

¿Cuándo y por quién fue la última vez que votó?

“Por Mockus, para presidente”.

¿Y cuando fue alcalde se arrepintió?

“No, para nada. Fui mockusiano en esas elecciones. Y si soy partidario de él, es porque no es político”.

¿No aceptaría usted una curul?

“No, para nada”.

¿Entonces cómo es su animal político?

“No existe, por la sencilla razón de que no creo en los políticos y tampoco creo que la solución sea política. Pienso y actúo más desde el terreno civil”.

¿Cree en un desenlace positivo de los diálogos de paz?

“En un principio, sí, pero sospecho cada vez más que el proceso está libreteado”.

Los Puros Criollos, tan suculento como una bandeja de gallina de Ventaquemada. Foto: Señal Colombia  
¿Con todo lo que dice y hace, que tipo de mujer conectaría con su forma de ser?

“Me gustan las mujeres bravas y autosuficientes”.

¿Ni tan puras ni tan criollas?

“Todo lo criollas, nada de puras”.

¿Se casaría en Monserrate?

“No me casaría ni en Monserrate ni en ninguna parte; claro que la lengua es el látigo del culo”.

¿Cómo es su relación con el televisor?

“Veo mucha comedia, no veo televisión nacional, solamente Señal Colombia, y por eso me meto a proyectos que yo vería”.

¿Le produce sarpullido la ‘narconovela’?

“No, pero sí aburrimiento absoluto”.

¿Qué nostalgias citadinas lo acosan de vez en cuando?

“Me da nostalgia de los barrios de casas que se están desapareciendo por culpa de la eterna burbuja inmobiliaria”.

¿Qué le manda a decir al alcalde Petro?

“Que siga, que no se deje ‘matonear’ por los medios, pero que no sea tan despótico y que colabore”.

Ahora que completa tres en su egoteca; ¿De adolescente soñaba con una india como Catalina?

“No, porque los cachacos no solemos creer en las posibilidades con las costeñas”.

A propósito, ¿en dónde tiene las tres indiecitas doradas?

“En el clóset”.

¿Cuestión de género?

“No, cuestión de clima. No olvides que vienen de Cartagena”.
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