Fabio Polanco, empresario y literato tolimense. Foto: La Pluma & la Herida |
La poesía es lo único eterno y ella demuestra la existencia del hombre y perpetúa su memoria (Germán Santamaría)
La vida de
algunos hombres no siempre está signada por el oficio o profesión con el que comúnmente
se les conoce, sino por la virtud intrínseca con que la naturaleza los premia.
En mi adolescencia
conocí a un zapatero remendón que remataba sus jornadas de martillo, goma y
tachuelas, acompañándose de una guitarra con la que interpretaba, desde su voz
ronca de viejo fumador de Pielrroja,
amorosos sanjuanitos ecuatorianos; sentidas cuecas chilenas; bambucos, pasillos
y torbellinos colombianos, y cuando la feroz melancolía del pasado lo secuestraban,
rasgaba tangos malevos o corridos de la Revolución
zapatista.
Y yo me preguntaba que hacía este hombre con semejante talento, anclado a un nicho de cuatro metros por cuatro, lo más parecido a una celda, las paredes cubiertas de afiches y retratos de sus ídolos de cancionero, los trebejos de la reparación del calzado regados por un tablado en ruinas, y ese aire rancio, mezcla de pegante, humor de chagualos viejos y alquitrán quemado.
El zapatero
en cuestión no sólo cantaba las cuitas de hidalgos de pampas remotas y
compositores de veredas, ríos y llanuras. También voceaba, muchas veces animado
por uno que otro trago de brandy, esas letras propias que le dictaba el corazón
y le actualizaba la memoria, cantor y guitarra, en una pulsión desgarrada, al
punto que debía hacer un alto, tomar aliento y dar paso a un par de lágrimas. Se
llamaba José Prudencio y una noche
tormentosa se lo llevó una broconeumonía.
Con la orquesta La Rumbita, símbolo de su acreditada empresa. Foto: La Pluma & La Herida |
Como estos
seres de facultades inéditas que llevan sobre sus hombros las alas de cualquier
arte, pero que se ganan la vida a pulso en otros quehaceres, más del músculo
que metafísicos, he conocido muchos en mi trashumancia de cronista: ingenieros como
Fabián Benavides (q.e.p.d.), con una
curiosa vocación por el cultivo de árboles enanos.
Arquitectos prestigiosos
que a tiempo revelaron el poderoso histrión que los mortificaba en cautiverio. Tal
es el caso de Diego Trujillo. O aventajados empresarios que le han sacado el
mejor provecho al ocio atrincherados en la literatura y la poesía.
Caso
particular, Fabio Polanco, nacido en
el municipio de Dolores,
departamento del Tolima, uno de los
más vigorosos y prósperos empresarios de la industria discográfica en Colombia, a lo largo de 35 años, al
frente del emblemático sello Discos La
Rumbita, con el que alcanzó a tener alrededor de setenta almacenes en
diferentes puntos del país.
Internet y
la rapiña arrasadora de la piratería acabaron con su empresa, como lo han sufrido cantidad de compañías disqueras y tiendas de música. Hace
tres años, con tristeza, pero con la satisfacción del deber cumplido, cerró el
último almacén, ubicado en la calle 22
con carrera 7°.
Pero Polanco no ha abandonado su querencia.
Permanece en su oficina, allí asiste todos los días, como si estuviera
cumpliendo a un horario normal de trabajo. Después de innumerables bregas con
el acetato, los casetes y el discompacto, ahora se dedica de lleno a su
vocación de poeta y compositor, oficio que viene desarrollando con puntual
esmero desde hace veinte años.
Música y poesía, dos constantes en la inspiración y producción del maestro Fabio Polanco. Foto: La Pluma & la Herida |
En esa misma
oficina donde a diario se reunía con managers, promotores, directores, gente de la industria, y por supuesto,
artistas del momento como Shakira, Diomedes Díaz, Joe Arroyo, Fruko, Noel Petro,
entre otros, Polanco emprende el
vuelo de la inspiración a la caza de versos, relatos costumbristas de sus
entrañables vivencias en el territorio de la infancia, pero también del amor en
todas sus formas, a la mujer que nos dio el ser, a la compañera de vida, a la
patria, a su gente, a su música y a sus costumbres, hasta que cae el velo de la
noche.
Muchos de
esos escritos han sido musicalizados e interpretados por reconocidos exponentes
de este bello e imprescindible arte como Ana
y Jaime con el tema ‘La Huida’;
el cantautor argentino Mario Álvarez
Quiroga, quién le grabó ‘Pájaro
herido’; ‘Los Gigantes del
Vallenato’ en la página ‘Pensando en
ti’, y Los Hermanos Tejada, que
abrigaron su bambuco ‘Tierra mía’
cual estandarte de su repertorio.
Justamente
con el mencionado dueto, el poeta y letrista tolimense está divulgando lo más
reciente de su producción: ‘Los Hermanos Tejada interpretan a Fabio
Polanco’, un compilado de melodías y poemas musicalizados donde confluye el
lirismo del autor con la magistral ejecución del tiple y la guitarra de los
caqueteños Gustavo y Roberto Tejada,
y ese ‘Sabor de mejorana’ de sus
voces, como citó en su memorable pasillo el maestro Jorge Villamil.
En este
trabajo, Polanco se revela sentimental, expresivo y reflexivo
con esa Colombia que lo exalta, pero
que también lo toca en lo más profundo, en el conflicto que llevamos padeciendo
tantos años, en la desigualdad social, pero también en el anhelo de paz, y en
la fortaleza, el ingenio y la capacidad de los colombianos ante la adversidad.
Como la historia así lo ha demostrado.
Hay que oír
a Polanco relatando sus innumerables
anécdotas, como las de aquellos tiempos cuando fue pionero en Colombia del
telemercadeo, a través de un televisor de los antiguos donde exhibía en una
ventana de su almacén que daba a la calle, las promociones del momento con
vídeos domésticos que él mismo producía y mezclaba.
En su oficina, al frente del computador, donde escribe y monta sus vídeos. Foto: la Pluma & la Herida |
Afuera, la
gente se arremolinaba, y varias veces se presentaron accidentes en la carrera
7°, porque quienes iban al volante quedaban embebidos con los saltos y piruetas
de un Mario Moreno ‘Cantinflas’, en
blanco y negro, bailando descalzurriado al son de ‘El revoliático’, ‘La maestranza’, ‘El pávido navido’, o con
cualquiera de los hits del momento.
También de
las proezas que hacía con los artistas que invitaba a su almacén, entre ellos Shakira, que aparece en un vídeo que él
tiene en su poder, enredada con el cable del micrófono, anunciando uno de sus
trabajos musicales, con la promoción de rigor para todos los ídolos: ‘Adquiéralo aquí, en Discos La Rumbita’.
Franco,
disciplinado, exigente, con el carácter y la transparencia de los hombres de
antes, Polanco resume sus nostalgias
como empresario del disco, motor y generador de empleo, y ejemplo para las
nuevas generaciones de cómo se puede empezar de cero y con temple, actitud y
perseverancia, llegar bien lejos.
Tal y como
él lo hizo hace 50 años, cuando soñaba ser un locutor estrella, pero el destino
le tenía otro terreno preparado: el del comercio musical, el mecenazgo como
semillero de nuevas promesas artísticas, y en su fuero personal, esa aura de Quijote representada en el oficio
solitario de la escritura, como lo sustenta su libro ‘Fabio Polanco, el otro, el auténtico’, prologado por el reconocido
escritor y periodista, hoy Embajador de
Colombia ante el gobierno de Portugal,
Germán Santamaría.
La poesía es lo eterno, y ella demuestra
la existencia del hombre y perpetúa su memoria. Entre el hombre y la poesía existe
un solo puente: el amor (…) En el epicentro de este paradigma fantástico, se
encuentra la parábola vital y la obra de Fabio
Polanco, hijo de la mujer y de la tierra, pasajero del mundo, cazador de
pasiones; asume la poesía como quien enfrenta los más altos desafíos de la
existencia.
Con Fabio Polanco no sólo se habla de arte, de música y de poesía, sino de
todo lo que concierne a ese ejercicio voraz y apasionante que, como en el
título del memorioso libro de Cesare
Pavese, ‘El oficio de vivir’,
remite a reflexionar sobre el por qué y el para qué de nuestro ligero paso por
este mundo, pero también de las glorias y mezquindades de la condición humana.
He ahí la
autenticidad de su obra y el legado latente de su fecunda memoria.
Visite página web del poeta Fabio Polanco: http://bit.ly/1yzvUrd
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