Pastor López: 70 años de vida, 52 de carrera musical y más 600 canciones impresas. Foto: Efraín Patiño
Ricardo Rondón Ch.
Ricardo Rondón Ch.
De los primeros discos en vinilo de Pastor López que más se
fija a la memoria de los viejos rumberos, es donde él aparece, en carátula de
fondo mandarina, flaco, de rostro puntiagudo, cabello ralo engominado y una
camisa culebrera que le da un aire
decimonónico a ayudante de flota intermunicipal, maletero de aeropuerto,
embellecedor de calzado del parque Lourdes, o hábil carterista de la carrera 7°
en Bogotá, de aquellos que a diario desbarataban el récord de los 100 metros
con obstáculos.
En ese mismo cartón que coleccionistas de su música deben
atesorar como reliquia, está impreso un listado de sus primeros éxitos, cuando
aún no frisaba los 30 años, incluido el mosaico número 1: ‘Amores por correo’,
‘Mi cafetal’, ‘Tú solo tú’ y ‘La múcura’.
Una imagen muy distante al septuagenario Pastor López de
estos tiempos, aferrado a un Jaguar clásico estacionado frente a su amplia
morada en un exclusivo sector de la capital nortesantandereana, mensajero de
una melodía trepidante que resortaba a las pistas de baile en fondas y
balnearios de carretera, en Melgar, en Girardot, en el Boquerón, en Fusagasugá
e intermedias, y que con el tiempo se propagó en tarimas y escenarios de
Ecuador, Perú, Chile, México, Costa Rica, Estados Unidos, España, Alemania,
Francia y Holanda, a lo largo de varias generaciones.
En Colombia y en su natal Venezuela, oír repicar en estas
fechas los acordes y la voz inconfundible del ‘Indio Pastor’, como se le conoce
de sus comienzos, es una incitación a extender el cableado de luces navideñas
en árboles sintéticos y pesebres perfumados de musgo, a la vez que convocar al
vecino de confianza a degustar de una ‘frías’ en la tienda más cercana y, por
qué no, marcar el teléfono de ese amor extraviado o patidifuso, en aras de un
arreglo, de una posible reconciliación.
Porque esa fue desde el principio la intención y el
contenido de la música del artista venezolano que hoy comparten por igual adolescentes
y abuelos: la de reconciliar corazones a través de letras inocentes,
provincianas, de marcado estribillo y sonsonete, capaces de darle un giro más
amable y llevadero a la vida, tras un año de fatigas, premuras, dolores y
falencias de diversa índole, como para llegar a diciembre con la misma carga, sin un ápice de solaz ni reposo.
De eso dan fe la mayoría de sus interpretaciones: ‘Corazón
apasionado’, ‘Mis dos amores’, ‘El
engaño de la paloma’, La espinita’, ‘Lejos de ti’, ‘Sólo un cigarro’, ‘Sorbito
de champagne’, ‘El ausente’, ‘Semilla de
dolor’, ‘Traicionera’, ‘Golpe con
golpe’, ‘Cariñito sin mí’, ‘Pecadora’, ‘Las caleñas’, ‘La despedida’, ‘Por una
cerveza’, ‘La venezolana’, ‘Cumbia universal’, ‘Las bonitas no son fieles’ y
‘Lloró mi corazón’, entre tantas de un cancionero que no falla por estas épocas
en habitáculos y discotecas de todos los estratos, y que cumplen con una misión
específica: animar el corazón afligido y reconfortar el músculo vencido.
Uno de los primeros álbumes del archifamoso 'Indio Pastor'. Foto cortesía: Discos Fuentes |
El corazón apasionado de Pastor López, como el título de su primer éxito (letra de Julio Bovea,
de Bovea y sus vallenatos) que pegó en 1974, sigue igual de activo y querendón,
no obstante sus 70 almanaques a cuestas y la cirugía de miocardio abierto a la que
fue sometido el 31 de diciembre de 2011, en Bogotá.
Salvo ese trance, que él adjudica como una postergada cuenta de
cobro a su vida parrandera de músico, de los excesos etílicos y del “veneno del
cigarrillo”, López se jacta al mentar que ya completa 52 años de carrera
artística, 102 discos, 11 hijos (tres de ellos heredaron su vena musical y
viven en Miami), 27 nietos y un bisnieto. Y el hombre ahí, en pie de lucha,
cumpliendo a su cometido, el de llenar de alegría los corazones en estas
festividades de fin de año, como siempre lo ha hecho.
Por ejemplo, para esta temporada, tiene copada su agenda.
Recién llegó de los Estados Unidos de tocar un baile en Nueva York, ahora se
alista para viajar a Venezuela, de ahí regresar a finales de noviembre e iniciar un
itinerario por varias ciudades de Colombia, que comprende una gira con su amigo
de años, Lisandro Mesa, a propósito de su despedida, que comienza el 1° de
diciembre y termina en enero.
Esto agregado a los últimos retoques de su nuevo trabajo
musical, el número 103, pactado para salir en diciembre, en la línea que él
siempre ha llevado, tropical y guapachoso, con un remake de ‘Ligaditas
navideñas’, en tiempo de paseo, que hizo eco en 1975, es decir, hace casi 30
años.
De modo que prometerle a su familia que pasará con ella el
24 y el 31 de diciembre, se ha venido convirtiendo en un hábito prorrogable,
porque por más que lo tenga decidido, siempre hay a última hora un timbrazo al
celular que lo pone alerta de un contrato, para estas fechas, triplemente
remunerado, “y a la platica no hay que hacerle el feo”, asegura. Es que ni
siquiera el 15 de junio, que es el día de su cumpleaños, porque coincide con la
fiesta del padre.
El indiscutible 'Rey de la cumbia', apoltronado en una limusina, en una de sus tantas visitas a Nueva York. Foto: Archivo particular |
Pastor López ya podría disfrutar de los años del jubileo, cuando
afirma que la música parrandera le ha
dado para vivir bien, invertir en finca raíz, y ayudar al sostenimiento de su
numerosa prole. Pero que no se imagina quieto, sin hacer nada, como los abuelos
que tardes enteras esperan la parca en las mecedoras y butacas ubicadas en las
puertas de las residencias veraniegas de Cúcuta, ciudad donde vive hace siete
años, donde se adjudicó la adopción de cucuteño y donde va a al estadio a acompañar
con fervor al equipo de casa.
Si eligió a Cúcuta como vividero, es porque dice que allí le
queda todo cerca, sobre todo el aeropuerto para desplazarse a donde lo llamen,
dentro y fuera del país, y porque le gusta ir a Maracaibo y a Barquisimeto,
esta última la ciudad que lo vio nacer en el modesto hogar del agricultor
Máximo Pineda y de doña Zoila Rosa López, fabricante de instrumentos musicales.
-¿Y usted por qué se apellida primero López y no Pineda?-,
le pregunto.
-Porque me gustó el López como apellido artístico y así me
quedé. Y también como un homenaje a mi mamá que desde chamo me inculcó el amor
por la música a través de los instrumentos que ella elaboraba y que yo aprendí
a tocar viendo, como el cuatro, la guitarra y las maracas.
En su infancia le fascinaba la música festivalera de Noel
Petro y su requinto, y las bombardas de ese jazz caribeño en la virtud de
maestros como Lucho Bermúdez y Pacho Galán, y por supuesto esas Big-band de su
patria, Billo’s Caracas, Los Melódicos, y la Orquesta de Nelson Henríquez, de
la que fue corista.
Pero López no sólo ha grabado música tropical, de la que da
cuenta un récord de más de 600 melodías, gran parte de ellas impresas por el
sello Fuentes (que acaba de lanzar el trabajo recopilatorio 100 y más de Pastor
López). Hace cinco años le rindió tributo a Antonio Aguilar con el mariachi
‘Hilos de oro’, y hace tres grabó un disco de música venezolana.
Y si uno lo esculca alrededor de otras preferencias
musicales, dirá que lo que más oye en su casa o cuando se desplaza en su
automóvil es a Julio Jaramillo, Javier Solís, Los Ángeles Negros, el grupo
Miramar, su amigo Lisandro Mesa y Jorge Velosa, el maestro de la Carranga.
Carátulas de antología del gran protagonista de la música decembrina de todos los tiempos |
De todos ellos tiene la mayoría de sus discos, celosamente
guardados en su egoteca, donde también se ven exhibidos los propios, los
acetatos de antología, los trofeos, placas y menciones cosechados en sus 52
años de actividades, entre ellos, siete Congos de oro en los Carnavales de
Barranquilla, ochos discos de oro, dos
de platino, uno de diamante, y quizás la presea de la que se siente más
orgulloso: el pergamino de reconocimiento como Rey de La Cumbia, otorgado en un
concierto en el Madison Square Garden, en 1982.
Sólo Mayerly González, su última mujer, está autorizada para
ingresar a dicho aposento a organizarlo y limpiar el polvo, porque doña Cheryl,
como le dice él, además de su compañera sentimental, es su manager, la que
agenda sus contrataciones, vigila su itinerario y prepara su equipaje. Hasta
ahí. Porque el que cobra es él.
Calla al cuestionarle sobre la situación política y social
que vive Venezuela. “Prefiero no hablar de ese tema, no quiero comprometerme,
le ruego el favor me comprenda”, recalca. “Lo mío es la música. Pregúnteme de
lo que quiera, menos de eso, usted sabe…”.
Pausa concedida y reanudamos:
-Bueno, ¿y usted en quién cree, maestro?
-En Dios Todopoderoso y en la Divina Pastora de
Barquisimeto, que es la Santa Patrona de mi ciudad. Debe ser por ella que mi
madrecita me bautizó Pastor. A Dios y a ella les encomiendo mi familia y mis
hijos. Le tengo un altarcito en la casa y llevo su medalla en el pecho. Siempre
que me subo a un avión, le rezo. Como
también le oro a las seis de la tarde, que es cuando me recojo entre cobijas, y a
las cinco de la mañana, con el trinar de los pajaritos.
El músico e intérprete que le ha escrito canciones a la
mayoría de ciudades colombianas, señala que le está escribiendo una a Boyacá.
“Estoy en mora de ese cumplido, porque es un departamento que yo aprecio mucho
por la hospitalidad y el cariño que su gente me ha profesado en todos estos
años. Ese regalo será para principios del próximo año”.
Pastor López, a sus 70 años, refiere la nostalgia de sus
mejores épocas, cada vez más vigente y con el agregado feliz de su corazón
apasionado.
Maestro, ¿a qué ritmo anda por estas fechas su corazón?
“A ritmo de cumbia, porque sigo siendo ‘El Rey de la
Cumbia’. Ese título me lo dio mi público. Pero también en son de gaita, porro,
merecumbé y cumbiamba”.
¿Cómo lo ponen a usted estas festividades?
“Pues inmensamente feliz, porque es cuando más hay trabajo”.
¿No se cansa de trabajar?, ¿No le hace daño tantas emociones
juntas?
“Si no fuera por el trabajo, no me imagino qué sería de mí.
Para mí la música es mi mejor vitamina. Cuando paso una temporada larga sin toque,
me empiezo a desesperar”.
Después de la operación que le hicieron hace tres años,
¿trabaja menos?
“No, al contrario. Se dispararon las ofertas y en esta
temporada no se puede parar: una fiesta conecta con la otra”.
¿Cuál es la región más rumbera de Colombia?
“La Costa, por supuesto; pero por parejo todo el país:
Antioquia, los Santanderes, el Valle del Cauca, Huila y Tolima, el Llano, el
Eje Cafetero, Boyacá, Cundinamarca, Bogotá; mejor dicho, Colombia entera vibra
y goza con estas fiestas y la música del ‘Indio’ Pastor'”.
¿Con qué acostumbra mojar la palabra cuando está en tarima?
“En tarima no tomo sino agua. Nunca le he mezclado trago al
trabajo, porque eso va en contra de mi ética profesional. No permito que mis
músicos lo hagan. Fuera de mis labores, para una ocasión especial, no paso de
dos whiskys, que me sirven para nivelar la presión”.
¿Pero fue bohemio en su juventud?
“Sí, claro, esta carrera es muy difícil sostenerla a palo
seco. Pero se van quemando etapas. Ahora, menos, porque primero está la salud”.
¿Qué otro vicio?
“El cigarrillo, pero eso es cosa del pasado. Hoy en día le
saco el cuerpo al humo. Los fumadores deberían tomar conciencia del mortal
veneno que consumen con esta adicción. Ahora me doy cuenta que son las mujeres
quienes más fuman”.
Pero, ‘Sólo un cigarro...’?
“Sólo en el disco, ‘cuando tú tardas en llegar...’”.
¿Cómo recuerda, maestro, la popular Caseta Matecaña?
“Eso es un capítulo aparte en mi vida. Ahí tuve la
oportunidad de trabajar al lado de grandes de la música tropical: Pacho Galán,
Lucho Bermúdez, los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Lisandro Mesa, Aníbal Velásquez, Alfredo
Gutiérrez, Calixto Ochoa, Rodolfo Aicardi, el Gustavo el ‘Loco' Quintero, el Joe Arroyo, y
tantos y tantos en diferentes épocas”.
¿Compartió con Rodolfo (Aicardi)?
“Claro y lo recuerdo de muy jovencito, cuando Fruko era
muchacho y tenía pelo. Éramos los infaltables de la Caseta Matecaña con el
difunto Sady Rojas, y compartimos tarima muchas veces por toda Colombia”.
¿Se hacen buenos amigos en el mundo de la música?
“Sí, pero no de todos se puede uno confiar”.
¿Quién es el músico más antiguo que lo sigue acompañando en
su combo?
“Honorio Palencia, venezolano, mi pianista de cabecera por
34 años consecutivos”.
¿Hay Pastor pa’rato?
“Así se llama justamente uno de mis éxitos, en tiempo de gaita.
Quedó de ‘requetechupete’”.
¿Es cierto que usted es tan autosuficiente que toca, canta,
dirige y cobra?
“Sí señor, todo queda en casa”.
¿No será más bien tacañería?
“No, porque lo mío es una empresa de familia”.
¿Quiere decir que su mujer es quien se encarga de la
actividad contable?
“Así es, porque a mí no me dura la plata en el bolsillo. En
cambio ella la hace rendir y la multiplica. Una buena mujer como compañera, es
la mejor inversión. Yo cobro, pero ella distribuye el dinero. Y si no cómo
fuera ”.
¿Cómo quedó después de la operación para sus deberes
conyugales?
“¡Huy!, usted se me está metiendo entre las cobijas, pero
déjeme decirle que con un ‘Corazón apasionado’ como el mío, el amor y el sexo funcionan
sobre ruedas”.
¿Cuál es el más amado de sus temas?
“Nombrar uno solo sería un acto de ingratitud con las más de
600 melodías que atesora el público y me pide en cada presentación”.
¿Pero tres que a usted le hacen arrugar el corazón?
“‘Traicionera’, ‘El hijo ausente’ y ‘Lloró mi corazón’”.
¿Usted sí sabe bailar, maestro?
“Hago el deber, en eso me la he pasado los últimos 52 años”.
¿Bailamos bien los colombianos?
“Son los mejores, eso es indiscutible, sobre todo la gente
mayor”.
¿Qué músicas se niega a escuchar?
“Ninguna, porque eso hace parte de la actividad musical. Y
de lo bueno y lo malo se aprende”.
¿Ha pensado alguna vez en su epitafio?
“No, eso es de mal agüero. Para eso están los descendientes.
Esa tarea se la dejo a ellos”.
¿Y cuántos son?
“Once, ahí está la Selección del ‘Indio’ Pastor’”.
¿Cuántos años tiene el menor?
“Si le contara: todavía está de pañales”.
¡¿Y cómo lo hace, maestro?!
“A media luz y con mañita”.
Éxitos de Pastor López: http://bit.ly/1oLIGON
0 comentarios