martes, 24 de octubre de 2017

¡Déjate seducir por los encantos, brebajes y secretos de La Bruja!

Cristian y Luisa, clientes de La Bruja, celebran al abrigo de unos 'gin toncis' afrodisiacos, su compromiso matrimonial. Foto: La Pluma & La Herida 
Ricardo Rondón Ch.
                                                                           Aquí la magia comienza contigo

El testimonio de Cristian Santa y Luisa Huertas, pareja de enamorados, él administrador de empresas, ella enfermera jefe de una acreditada institución hospitalaria, confirma la razón de ser de La Bruja, una acogedora casona de La Candelaria, en Bogotá, que más que un restaurante-café-bar, de tantos que abundan en ese sector histórico y cultural, marca la diferencia porque es una experiencia de vida, una ruta sensorial para el paladar, el deleite y la imaginación.

Cuando apenas estaba en las preliminares del flirteo, Cristian, recursivo a la hora de sorprender a su pretendida, comenzó a indagar por un sitio que se saliera de los estereotipos de la estridencia y la monotonía que enmarca la mayoría de locales de esparcimiento en la capital.

En ese mapeo por guías gourmet y redes sociales se encontró con La Bruja (Calle 11#2-80), y le llamó la atención, además del estilo romántico y colonial de la edificación, una decoración entre tradicional, vanguardista y vintage, igual que los elementos alegóricos a lo oculto, el misterio y la superstición, y una singular narrativa impresa en lugares estratégicos del establecimiento, comenzando por la fachada y la cita de bienvenida a primera vista: Aquí la magia empieza contigo.

Fachada de La Bruja, ubicada en el sector histórico y cultural de La Candelaria, en Bogotá. Foto: La Pluma & La Herida 
Y desde el primer instante en que Cristian y Luisa ocuparon el nicho que en todo el transcurso de sus encuentros ha sido el mismo, próximo a la barra, la magia y la pasión entre los dos ha ido in crescendo como las inolvidables sinfonías, al punto que de seis meses a la fecha de frecuentarlo, y de las pócimas y brebajes traducidos en la extraordinaria y surrealista carta de gin tonics que La Bruja ofrece a sus comensales, el encuentro más reciente no pudo ser más propicio e irresistible para que el galán se decidiera a la caballerosa formalidad de pedir la mano de su enamorada.

Lo anterior, porque el servicio a la mesa de las mejores marcas de ginebra y de sus sofisticadas combinaciones, se remite a una alquimia de cinco elementos exóticos esenciales que le dan la distinción y el realce a la Gran Dama del Enebro (como se le conoce a la ginebra), a saber: cítricos, hierbas, especias, frutos y aromas, materias primas que tienen su soporte en la ciencia botánica y en el laboratorio de la mixología y la coctelería evolutiva.

Luis Miguel Rangel, maestro bartender atendió a la feliz pareja. Y no podía ser otro para una ocasión especial. El gin preferido de Cristian y Luisa lleva por nombre Bruja silvestre por la procedencia y la textura de sus frutas y demás componentes: mora, pepino, pétalos de rosa deshidratados, mandrágora, curuba, perfume de frutos del bosque -que le da el toque ahumado a la copa balón donde se degusta-, cincuenta mililitros de ginebra Hendrix por 200 mililitros de agua tónica especial.

Cómodos y románticos aposentos para embarcarse en una ruta sensorial y despertar la magia y la inspiración. Foto: David Rondón Arévalo
El resultado, una fórmula perfecta de sabores y aromas que exaltan la originalidad de la ginebra, “una experiencia total de reacciones tanto físicas como espirituales, dúctil al paladar, de un bouquet inconfundible, y una presentación ecléctica inolvidable”, como puntualizó Luisa en su nota con un leve rubor en las mejillas, minutos después de darle el a su prometido.

De fantasmas, proscritos y condenados

Testimonios idílicos como los de Cristian Santa y Luisa Huertas, pero a la vez de fantasmas, hechiceras y condenados, como los que narra la abogada, activista política e historiadora empírica Stella Monsalve Gaitán en su memorable libro Fantasmas de La Candelaria, se han multiplicado desde que La Bruja abrió sus puertas hace ya quince años, primero en las catacumbas que sirvieron de celdas de retiro y oración a la comunidad religiosa de Las Clarisas, hasta 1948, cuando se desató la cruenta violencia bipartidista a partir del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, y luego cuando se convirtieron en tenebrosos calabozos del Servicio de Inteligencia Secreta (SIC), bajo la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla.

Decenas de leyendas y anécdotas se cruzan en estos aposentos con sus respectivos dolientes, espíritus lúdicos y almas en pena, que han inspirado por años las plumas de poetas y cronistas de época -la misma Stella Monsalve-, como la que se le atribuye a María Edilia Giraldo de Gutiérrez, una valerosa mujer con una sazón extraordinaria capaz de ablandar las durezas del régimen que, gracias a las suculentas viandas que preparaba, seducía el paladar de los guardianes con el único propósito de enviarle con ellos la ración al hijo cautivo entre barrotes, del que con el paso del tiempo, jamás volvió a tener noticias.

Bombonas con botánicos saludables y purificadores, que hacen parte del atractivo y misterioso decorado. Foto: David Rondón Arévalo
Los gendarmes se disputaban los turnos de medio día, cuando puntual llegaba María Edilia con su canasto cubierto de carpetas tejidas en croché, dispuesta a compartir amorosa el plato del día, y con la mirada de una madre dolida en lo más profundo de su ser, pedir el favor que le acercaran el comiso a su retoño. Un ejercicio de todos los días, hasta que no se volvió a saber nada de la noble y carismática dama, y menos de su muchacho condenado por filiaciones políticas contrarias a las del gobierno militar.

Cuentan que en dichos calabozos sujetaban con cadenas a los presidiarios y les daban azotes hasta provocarles el desmayo, y cuando recobraban el sentido los desnudaban y los sumergían en un estanque de aguas pútridas. La mayoría moría por inanición o por enfermedades infectocontagiosas como el tifo, el tuétano y la tuberculosis. Otros, ante el horror de las torturas, la suciedad y el abandono, terminaban suicidándose. Los cadáveres ni siquiera pasaban por la morgue sino que eran arrumados en carromatos de la gendarmería municipal tirados por percherones, que desocupaban en ríos y baldíos.
       
Muchos años después, cuando las siniestras catacumbas fueron habilitadas para adaptar la primera sede del restaurante La Bruja, que como razón social nació en esa mítica e imponente edificación (hoy calle 12#3-45), los obreros encargados de la restauración encontraron osamentas humanas, tenebroso hallazgo que corrobora las versiones policiales de que dichos sótanos también fueron utilizados como fosas comunes.

Paneo superior de uno de los sofisticados comedores. Nótese la puerta adaptada como mesa, como en la mayoría de servicios a manteles. Foto: David Rondón Arévalo. 
Quien quisiera asomarse hoy en día y verificar la leyenda, no lo creería al observar un espacio que seduce desde la puerta de ingreso por su estilo, entre barroco y francés, con un decorado sobrio, muebles a la usanza de la época victoriana, y una guarnición de maitres y camareros especializados en brindar un servicio que a los visitantes y comensales hacen sentir como en casa.

Historia de La Bruja

Laura Rubiano Cediel es una santandereana típica y de arraigada cultura y tradición culinaria. Su abuela, Mariela Gómez, oriunda de Zapatoca, trascendió por espacio de cuarenta años con un restaurante que hizo historia en Bucaramanga: Almuerzos donde Chela, referente de la mejor comida de esa región y de unos postres de antología, como los mousse de leche y de limón.

Líder, estricta y de una disciplina marcial, doña Mariela iniciaba su jornada con el despuntar del día, cuando salía a proveerse de sus productos de cocina en la Plaza de Mercado Pepa, del emblemático barrio El Prado, de la capital santandereana.

Entrada de La Bruja en el antiguo convento de Las Clarisas, después convertido en siniestro panóptico del Servio de Inteligencia Secreta (SIC). Foto: La Pluma & La Herida
En todos los años al frente de sus fogones, desde donde despachaba un promedio de 400 almuerzos diarios, siempre estuvo pendiente del mínimo detalle, tanto en la preparación de sus manjares, como de la atención y el servicio que prestaba a manteles.

Narra su aventajada nieta, que nunca se le oyó pronunciar la palabra cansancio, y que los rigores de su negocio de mesonera siempre estuvieron afianzados en tres columnas inquebrantables: hospitalidad, orden y pulcritud, agregado a su don particular de la exquisita sazón.

Estos principios los ha tenido Laura muy claros, y los ha aplicado con magníficos resultados en el sector de la gastronomía y las bebidas espirituosas desde que decidió establecerse en Bogotá, hace ya diecisiete años, con su señora madre, doña Amparo Cediel, alma y nervio de las tradiciones de la buena cocina, y de las virtudes fundamentales a la hora de visionar empresas y sacarlas adelante con tenacidad, comenzando de cero y superando en el camino obstáculos y adversidades.

En ese tránsito del querer es poder, madre e hija aunaron esfuerzos, primero como creadoras y fundadoras del restaurante-café-bar El Gato Gris, en los extramuros del Chorro de Quevedo, y luego como propietarias de los Restaurantes La Bruja (el de la Calle 12#3-45), y el de su nueva sede (Calle 12#2-80), que recién el pasado mes de septiembre, cumplió su primer año de actividades.

La Escuela de La Bruja

Jornada master de capacitación a cargo del cotizado mixólogo, botánico e ingeniero químico Jeremy Daimonth. Foto: La Pluma & La Herida
Entre el pool de fortalezas, beneficios y confiabilidad que acredita este restaurante-café-bar, es que cuenta con un equipo de trabajo que no se limita a cumplir con los oficios y deberes de una jornada reglamentaria, sino que permanentemente aporta  ideas y capitaliza conocimientos y experiencias alrededor de sus funciones, gracias a la capacitación que Laura ofrece con acreditados expertos en culinaria y mixología, este último ramo aplicado a la cultura del gin tonic, que es la impronta y vitrina de La Bruja.

Con este entrenamiento permanente, Laura Rubiano Cediel marca una diferencia trascendental en el sector gastronómico y de bebidas en Bogotá. Hay que ver la idoneidad y el profesionalismo de quienes imparten las cátedras, sólo por nombrar un master, el ingeniero químico, botánico, agrónomo y farmacéutico Jeremy Daimonth, advisor branding del prestigioso consorcio Bar Staff Colombia, quien asesora a catorce restaurantes y bares del mundo, incluidos establecimientos de Nueva York y Nueva Delhi.

Justo el día en que nos disponíamos a recaudar material y testimonios para este perfil, tuvimos la oportunidad de asistir y compartir una capacitación, desde las siete de la mañana hasta las doce del día, con el maestro Daimonth, en esta ocasión, una cátedra aplicada al reconocimiento de las materias primas en el laboratorio de la mixología, sus orígenes, propiedades químicas y biológicas, su tamaño, forma y taxonomía, su grado de contaminación y degradación biológica, experimentación, pruebas y análisis de primera mano con el equipo de cocina y bar.

Luis Miguel Rangel, maestro bartender venezolano, autor de una excitante carta de 'gin tonics', que sólo se puede degustar en La Bruja. Foto: La Pluma & La Herida
Una experiencia formidable que pone de presente el interés de su propietaria para nutrir de conocimientos, estrategias y habilidades a su grupo laboral, en aras de ofrecer un óptimo servicio a sus comensales, y de ilustrarlos en detalle a la hora de ordenar un plato o un gin tonic.

Decorado fascinante y seductor

Como apuntamos en párrafos anteriores, en La Bruja, más que servir un plato o una copa, es compartirle al comensal una experiencia que involucra los sentidos, la magia, la piel y el espíritu, como si se tratara de un ritual.
  
El local, dividido en dos plantas, con sendos comedores para grupos familiares, sociales o de trabajo, pero también dotado de mesitas estratégicas y a media luz para parejas en trance amoroso, invita a la seducción y a la fascinación por su decorado.

El gran telón de fondo es una evocación del fresco Brujas yendo al Sabbath, del pintor granadino Luis Ricardo Falero, el mismo que inspiró los versos del famoso Polifemo del poeta Luis Góngora:

El fresco emblemático de La Bruja: 'Brujas yendo al Sabbath', del artista granadino Luis Ricardo Falero. Foto: David Rondón Arévalo 
Guarnición tosca de este escollo duro / troncos robustos son, a cuya greña / menos luz debe, menos aire puro / la caverna profunda, que a la peña; / caliginoso lecho, el seno obscuro / ser de la negra noche nos lo enseña / infame turba de nocturnas aves, / gimiendo tristes y volando graves.

Un detalle del Jardín de las delicias, de El Bosco, atraviesa la nave central que conecta con el Oráculo del Gin, donde Luis Miguel Rangel, cotizado bartender venezolano, dirige la alquimia del enebro con pócimas de autor y fabulosas recetas en las que se conjugan los saberes botánicos, la magia y la inspiración.

La Poción, y Ciudad en descanso, del pintor y muralista argentino Juan Monzón tocan la fibra de aquellos soñadores que llegan a La Bruja a aventurarse en una noche diferente, a permitirse licencias esotéricas con la hechicera de planta,  cálida y estupenda anfitriona, experta en la lectura del Tarot de la diversidad, acertada consejera de corazones extraviados, y como si esto fuera poco, artista de unos tatuajes de exposición que sólo se lucen durante una velada.

El cielo de la boca

El laboratorio gastronómico, los mesones pletóricos de frescos y apetitosos productos, el arte y la sapiencia de conquistar el paladar. Foto: David Rondón Arévalo 
En la parte superior, una réplica de Muchacha en la ventana, de Salvador Dalí, refresca la memoria con su mar adentro e incita a ubicarse en comedores con la carta más alucinante que haya pasado por las manos de un gourmet curtido en el arte de calderos y en la sabiduría del paladar.

Qué tal de entrada, como iniciación a los rituales sin fogón -y luego de un par de Monserrate salvaje, el gin tonic de la casa que despierta en su efervescencia algunos pecadillos capitales- unos amuletos de camarón decorados con mango, limón, cebolla y cilantro.

-¿Otro gin tonic?

-¡Por favor!, la noche es virgen…

-¿Y de entrada?

-Le recomiendo La conciencia de la Mona Lisa, lomitos salteados y empapados en salsa de queso, tomates y orégano…

-¡Huuumm!, esto huele de maravilla.

-¿Y la dama?

-Me seduce esta Ternera en histeria por sus componentes (250 gramos de ternera tierna, asada a la parrilla, cubierta de aceitunas negras, aros de cebolla, pimientos y queso feta).

-¿Desea un acompañamiento?

-¿Qué me sugiere?

-Un calderillo de chontaduro en éxtasis.

-¡¿Cómo?!, explíqueme por favor…

-Es una crema suave de chontaduro condimentada con hierbas y especias, verduras del hortelano y palmitos de pescado.

-No me diga más, tráiganos dos…

La guarnición en pleno de anfitriones, cocineros y bartenders, encargados de la hospitalidad de los comensales en La Bruja. Foto: La Pluma & La Herida
Conversaciones de oídas entre comensales y anfitriones que exaltan las papilas gustativas y afinan la creatividad y la reinvención del precioso arte culinario que en La Bruja es una tradición de ancestros cultivada con esmero por su propietaria Laura Rubiano Cediel, invaluable legado de su sabia abuela, doña Chela, y de su señora madre doña Amparo.

La carta es extensa y su alfabeto seduce de principio a fin por los bautizos con que han bañado los diferentes platos:

Qué tal esa Conciencia de la Mona Lisa, un nombre que después del Origen, desearía Dan Brown para su próxima novela.

O, El pollo en la luna, La mara de mar Kanikama, El  cerdo místico asado a la parrilla, o esas inevitables Costillas del Olimpo horneadas y servidas en salsa de mandarina y hierbabuena. Pecado no degustarlas.

Cofres, sombreros y amuletos

El cofre especial de los 'gin tonics', con sus botánicos, cítricos, especias y aromatizantes, y las mejores ginebras del mundo. Foto: La Pluma & La Herida
No es extraño observar en La Bruja, y a cualquier hora del día, visitantes, la mayoría extranjeros, armados de cámaras, tomando impresiones de la cantidad de piezas, souvenirs y curiosos detalles que hacen parte del decorado interior y exterior del restaurante-café-bar.

Desde la entrada, una flamante bicicleta italiana de época, que además de cumplir con su rol de adorno, es utilizada para hacer los mandados. De hecho está provista, tanto en manubrios como en la espaciosa parilla, de generosos canastos atravesados por la escoba de las siete hierbas que barre las malas energías y ayuda a purificar el ambiente con sus efluvios medicinales. También un sombrero, por si acaso, para protegerse de la picante canícula.

Cofres por todas partes. Su simbología se remite a los escaparates de las viejas boticas y su proceso alquímico con registro de vademécum, basado en la sabiduría popular, en los remedios caseros, en las pócimas y combinaciones naturales del escalafón homeopático, los anaqueles de plantas medicinales, las infusiones para apaciguar el asma y los espasmos febriles de los neonatos, y demás trucos y secretos que corrían, de voz a voz, entre parteras y mamasantas.

La Bruja, la mejor carta de presentación para despertar los sentidos y vivir una experiencia inolvidable. Foto: La Pluma & La Herida
En La Bruja los cofres ocupan mesas auxiliares, repisas, estanterías, y la barra que regenta Luis Miguel Rangel para preparar sus sorprendentes gin tonics, equipados de aromas, cítricos, hierbas, especias, frutas y combinaciones botánicas que hacen parte del ritual que se ofrenda a su majestad la Ginebra.

Y en La Vianda, el escaparate mayor, con sus frascos de pétalos de rosas y pomelos deshidratados, bolsitas de exóticos tés de una y mil presentaciones de regiones remotas, como el té negro de avellana y canela de Kuala Lumpur, al que los botánicos de marras adjudicaban propiedades extraordinarias para oxigenar la sangre, embellecer la piel y recargarse de buenas energías.

Sombreros por doquier, entre percheros y espejos. Pavas como las de las legendarias hechiceras de Salem que no escapan al capricho de las jovencitas para tomarse la selfie, porque en La Bruja la escenografía y el decorado para una fiesta, un cumpleaños, una pedida de mano, una boda, una reunión de amigos, ni se diga una celebración de Halloween, corre por cuenta de tu inspiración y creatividad. O como el escenario perfecto para rodar una película o una serie de televisión.

Alacena a la vista

No te intimides si una mano oportuna te ofrece la pócima que estabas necesitando. Foto: La Pluma & La Herida  
En La Bruja, los ingredientes y productos con que se preparan los exóticos platos, están a la vista. Reglamento de la casa es no esconderlos, sino todo lo contrario, ponerlos a disposición de quienes los van a consumir. Se prestará para morbosas interpretaciones, pero en lenguaje castizo, aquí el mercado va por fuera…

La alacena es de puertas abiertas y se exhibe con orgullo, como debe ser, desde las gavetas exteriores del mesón principal. Así se puede admirar en su conjunto la policromía de los frutos que brotan de la tierra, su frescura, su textura, como esas obras de arte que madre natura puso a disposición del hombre y de su prole, de generación en generación. Lástima que la humanidad no haya entendido aún las buenas intenciones de la Divina providencia.

De eso se encarga a diario Laura Rubiano Cediel, siempre atenta a la cultura y dedicación de los prodigios que depara la tierra, y entre fogones, esa respetuosa encomienda la mantiene viva el chef José Bautista, que a la par de sus conocimientos  y experiencia en el renglón gastronómico que se maneja en La Bruja, entre continental y tradicional, es un recursivo de la cocina de autor, y de una rica y variada gama de opciones vegetarianas como sus raviolis de espinaca al pesto o en salsa napolitana, entre otras delicias, con un plus de ingredientes y especias para aquellos comensales que, por respeto con los animales y por sanos hábitos alimenticios, se niegan rotundamente a consumir carne.

Ritual de enamorados, la mesa ideal para avivar los corazones y el fuego de la pasión. Foto: La Pluma & La Herida
Prográmate en La Bruja
Sábado 28 de octubre: Los Secretos de la Bruja
Aquelarre de ginebras, brebajes, hierbas y conjuros

Jeremy, además de sus conocimientos mixológicos, comparte a los comensales la visión e interpretación del tarot de la diversidad. Foto: La Pluma & La Herida
Déjate seducir este sábado 28 de octubre con los mórbidos encantos y las alucinantes pócimas de La Bruja.

Una fiesta a todo dar, en la que tú y los seres que amas serán los principales protagonistas.
Bienvenidos a la gran Celebración del Gin y su ruta sensorial, de la mano de un experto en la materia: Jeremy Daimonth, y su asombrosa cátedra de alta mixología.

Para la realización de la ruta se tendrán en cuenta las siguientes estaciones:

1 Tres gin tonics diseñados para la noche

2 Una carta de botellaje con sistema de rutas sensoriales (no incluye diseño gráfico y físico de la misma).

3 Creación y acoplamiento del concepto (aquelarre, Los secretos de las brujas).

4 Insumos para la noche (bitters, especias, botánicos, raíces, cortezas, sales, azúcares, deshidratados, frutos exóticos y preparaciones necesarias para la barra operada por nuestro mixólogo).

5 Dos ahumadores persas (equipo de apoyo para ahumados).

6 Una barback (bartender auxiliar).

7 Explicación del concepto para brindar un servicio introspectivo.

8 Entrenamiento para el equipo de los bartenders de los restaurantes La Bruja.

9 Apoyo en redes sociales por parte de nuestra marca y del mixólogo.

10 Diez gin tonics de obsequio, cortesía de nuestro mixólogo.

Narrativas de La Bruja

En manos de Gregorio Fandiño Quintero, director operativo de La Bruja, están las leyendas y narrativas alrededor del apasionante universo hechicero. Foto: La Pluma & La Herida 
Gregorio Fandiño Quintero es el director operativo de La Bruja, pero a la vez el depositario y creativo de cientos de historias alrededor del ocultismo, de las brujas blancas, esas mujeres que gracias a su sabiduría y a sus conocimientos de botánica y de chamanismo asesoraban a los labriegos en las tierras y climas para sus cultivos, curaban males de recién nacidos, y en los adultos enfermedades monstruosas e inexplicables; preparaban pócimas e infusiones para el buen amor y la fertilidad, y por su aguda intuición, poseían el don de predecir el futuro, invocaban los espíritus benefactores y conjuraban los peligros, las desgracias y las malas energías.

Por todas esas habilidades y muchas más que registran mamotretos y enciclopedias, la Santa Inquisición las condenó a la horca y a la hoguera en los turbulentos tiempos en que todo era pecado, y dejarse seducir por los encantos y atributos de una dama era obra del demonio, como el disfrute del sexo y los mágicos almíbares que ofrece el banquete femenino.

Gregorio Fandiño Quintero ha profundizado en este apasionante tema, y de sus pesquisas e investigaciones en bibliotecas y anticuarios tiene en su haber un inventario prolijo y admirable de relatos, leyendas, anécdotas, cuentos de demiurgos, alquimistas y hechiceras para compartir al calor del fogón en el espacio que le corresponde: alrededor del sahumerio de hierbas dulces y aromatizantes ubicado frente a La Vianda de La Bruja, siempre acompañado de su infaltable gin tonic, el brebaje que discierne los grandes enigmas de lo divino y humano, y brinda las claves para descifrar los misterios de la vida y del mundo, y de sus sorprendentes revelaciones.

El novio de la luna, en La Bruja, un gato metafísico como los que recrea en sus poemas el bardo Darío Jaramillo Agudelo. Foto: La Pluma & La Herida 
He aquí algunas máximas de la cosecha del visionario y poeta.
  
Los actos de amor más grandes son los más difíciles de cometer.

Funcionamos al 100% con la magia que usted trae en el corazón.

¿Quieres brujería? Sencillo: busca un cuerpo mágico.

 Los hechizos, si tienen piel, se vuelven adictivos.

Cuando prohíban soñar, el morbo nos llevó a hacerlo más seguido.

Ese morboso placer de querer embrujar a alguien.

Descubramos juntos esa confesión que nos llevara a nuestra verdadera esencia espiritual.

Me siento embrujado y confieso que me gusta estar así.

No hay embrujo sin su bruja, ni bruja sin un Dios que la asista.

Pamela, inspiradora de los apetitos de la carne y el espíritu, se soslaya con los comensales mientras se columpia. Foto: La Pluma & La Herida 
Donde hay una bruja, hay un camino.

Las brujas no necesitan de la aprobación ajena, no viven del qué dirán, solo se preocupan y mucho, por ser ellas mismas.

No eres bruja para nadie, lo eres para ti misma.

Utilizo la cabeza, digo lo que pienso, no le tengo miedo a la palabra, soy bruja.

La sabiduría de la bruja va de la mano con su humildad.

Una casa de tejados altos y almas escondidas, de paredes de piedra, orientada al sur y hospitalaria, con la luna y sus luces.

Una casa con calderos crepitantes y espíritus invitados a las mesas, tan cálida e idílica que nunca quiero dejarla, por si al alejarme pierdo la ruta.

Una casa tan amable que me abrace al llegar, que me permita seguir enamorando, oír una canción y transportarme a mi esencia para sentirme ligero de equipaje y volver siempre a lo sencillo de mi alma.

Esta casa, la de La Bruja, la morada de mis sueños, no es otra que esta que honra usted con su presencia.

Porque aquí la magia comienza contigo.

Amar a una bruja
Por: Hyedra de Trivia

(Tomado de su blog Palabra de Bruja)


Amar a una bruja no es fácil. Tal vez sea por ello que tantas de nosotras permanecen solas durante años sin elegirlo o sufren de relación en relación hasta que encuentran aquella en la que se sienten totalmente aceptadas.

Amar a una bruja no es fácil porque a nadie lo preparan para ello, y nadie  piensa que algún día se encontrará inmerso en una relación mágica de verdad.

No es fácil porque traemos con nosotras el recuerdo de mil historias de amor anteriores y nuestro corazón late con la fuerza de mil vidas; así que la intensidad de nuestros sentimientos y lo que esperamos de los demás, a veces asusta. No es sencillo porque lo que para otras mujeres son símbolos de amor, para nosotras son cadenas. Los sueños y ambiciones de otras, para nosotras son prisiones.


No es fácil porque esperamos que quien amamos sea mejor cada día, tal como lo esperamos de nosotras mismas. Para atreverse a amar a una bruja hay que estar dispuesto a darle la vuelta a todo lo que creímos siempre que era el amor. Una bruja te querrá a su lado como cómplice, como compañero y amante compartiendo tres vidas. La tuya, la de ella y la que construiréis en común.

Nunca alcanzarás del todo el centro de su corazón, porque ese lugar sólo le pertenece a ella. Una bruja nunca se entregará por completo a otra persona porque sabe que su verdadera esencia sólo es suya.

Una bruja nunca perderá su identidad ni fingirá ser quien no es a cambio de amor. Lleva dentro los secretos del viento de la noche, el misterio de la luna en la mirada y el ritmo de la tierra en su corazón, ¿Cómo podría querer ser otra si ella ya lo es todo?


Si un hombre no es capaz de ver la eternidad en la sonrisa de una bruja, nunca podrá comprender del todo la inmensidad de su amor.

Amar a una bruja removerá tu mundo, te despojará de años de ideas equivocadas y te hará enfrentarte con lo que se esconde en el fondo de ti mismo, te hará mirar a los ojos del espejo para descubrir qué es lo que ella ve cuando te mira.

Te hará bailar al son de la melodía más antigua del mundo y te hará recordar que no es la primera vez que danzas esos pasos nunca olvidados y que no es la primera vida en la que la encuentras. Amar a una bruja te hará abrir la puerta a misterios que nunca imaginaste encontrar pero que siempre esperaste descubrir.

Cuando una bruja te ama conoces lo que es la plena confianza. Jamás te mentirá. Nunca te engañará porque sería como engañar y mentir a su propia alma. Si una de nosotras te ama, puedes sentirte afortunado porque no hay nada más limpio, desnudo y honesto que el amor de una bruja.

Pero esperamos lo mismo. La mentira, el engaño, la traición… matarán todo sentimiento que pudiéramos tener por ti. Sufriremos y sentiremos un dolor profundo, pero sabemos cómo curarnos y continuar adelante.

Debes recordar que estamos conectadas con la tierra y sus ciclos, así que no siempre nos comportaremos igual. A veces el aire nos llevará de un proyecto a otro, y resultará difícil seguirnos.

A veces las ideas cruzarán tan rápido nuestra mente que sólo otra mente rápida y curiosa podrá seguir nuestra conversación. A veces el fuego hará que nos consumamos de pasión o estallemos como volcanes ante lo que consideremos injusto.

Puede que nuestra furia sea difícil de enfrentar, porque no cualquiera puede medirse con la ira de una bruja. A veces el agua nos sumergirá en épocas de silencio y melancolía, y parecerá aún más difícil alcanzarnos, pero cuando emerjamos del mar de nuestras emociones, te amaremos aún más porque nuestros sentimientos estarán aún más claros.


Otras  veces parecerá que la tierra nos hace preocuparnos más de lo habitual por lo material, pero sólo estaremos creando raíces profundas para poder asentar el hogar que creemos juntos en el tiempo y el futuro.

Puede que alguna noche la bruja que amas no se quede a tu lado, pero allí donde esté, bailando bajo la luna llena o explorando la oscuridad de la luna oscura, estarás con ella.

Porque cuando una bruja se enamora sabe que esa unión fue forjada por su alma y la tuya mucho tiempo antes de nacer, así que podrás estar seguro de que regresará a tu lado. Y lo hará más completa, más feliz, más bruja y más enamorada que antes.

Si amas a una bruja habrás elegido compartir tu vida con una persona libre que, desde su libertad, compartirá su mundo contigo. Por eso has de saber que si algún día ella deja de amarte, no habrá juegos ni mentiras. No habrá engaños. Las brujas conocemos muy bien el poder del amor, la fuerza que otorga compartir la vida con alguien que te impulsa a ser tu mejor versión y atreverte a alcanzar tus sueños con la seguridad de que siempre habrá alguien que creerá en ti.


Saberse amado en este mundo cada vez más solitario es un don que debemos cuidar y agradecer porque no está destinado a todos. Por eso, si alguna vez todo termina, el último acto de amor de una bruja será dejarte ir.

Sólo así ambos podréis encontrar la felicidad y la vida deseada. Solos o acompañados.

Y tú, bruja, si has llegado a una época de tu vida en la que estás preparada para compartir tu camino con alguien, nunca escondas lo que eres a la persona que amas: muestra tu alma, deja fluir tu magia y dile quién eres desde el primer momento. De esta forma sabrás que lo que estáis creando, es real.

Si te ama, debe amarte entera. Con todas tus vidas, con toda tu magia, con todos tus sueños.

¡Con todos los misterios de tu corazón de bruja!

Restaurante-Café-Bar La Bruja, dos sedes
Calle 11#2-80 y Calle 12#3-45 (Sector de La Candelaria)
Especialidad en comida continental y tradicional
La mejor y variada barra de 'gin tonics' que puedas encontrar en Bogotá
Ambiente y decorado de película
Banquetes, celebraciones especiales, catas, fiestas temáticas
Propietaria: Laura Rubiano Cediel
Director operativo: Gregorio Fandiño Quintero
Contacto telefónico: 7455965
Celular: 3227496243
Facebook: labrujarestaurantebar
Instagram: labrujarestaurantebar
Twetter: @magiaygintonic 
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