viernes, 26 de agosto de 2016

Flora Martínez en el alma y la piel de Frida Kahlo

Flora Martínez en su asombrosa caracterización de Frida, maquillaje de Quike Martínez y la lente de Jimmy Londoño 
Ricardo Rondón Ch.

Detrás de la historia de Soy Frida, Soy Libre, el monólogo interpretado por Flora Martínez sobre el ícono mayor del arte mexicano, hay otra historia de serendipia (encuentros afortunados) que a la versátil y polifacética actriz colombo-canadiense le llama la atención subrayar, porque es una más de esas extraordinarias casualidades que han abonado en su rutilante vida.

La anécdota es la siguiente: A comienzos de este año, Julián González Aragón, gerente del Museo del Tequila en Bogotá, y empresario artístico, recién llegaba de México donde estuvo recobrando los pasos de Frida Kahlo en aras de recopilar material e información inédita para un documental y una exposición fotográfica.

Justo por esa época, un tarde de sábado, Flora se antojó de comida mexicana y coincidió con su esposo, el músico uruguayo José Reinoso, que la mejor elección, para cenar y disfrutar de una velada entretenida con mariachi, en medio de las tres mil botellas de diferentes denominaciones que alberga la segunda colección más relevante de la bebida emblemática del país azteca, era el Museo del Tequila, a donde no iban desde hacía varios años.

Cuando González Aragón observó a la pareja que ocupaba una mesa en el segundo piso del restaurante, pero en especial a Flora, le sobrevino como relámpago una magnífica revelación: ahí estaba sentada una Frida. Una Frida de carne y hueso. Pero lo más importante y alentador: una Frida Colombiana.

Hasta ahí llegaron sus búsquedas y elucubraciones de continuar en la ruta de un documental o de una película alrededor de la artista plástica más representativa de México, con una poderosa, dramática y ejemplar historia de vida, que ha sido llevada al cine y a las tablas en varias oportunidades.

La actriz con el empresario Julián González Aragón, quien le propuso interpretar a Frida cuando ella cenaba con su esposo en el Museo del Tequila. Foto: La Pluma & La Herida
Lo que tenía el mesonero y empresario tequilero en frente, era un talento de kilates, con las facciones y la fuerza expresiva que él estaba imaginando en sus noches de vigía, y con la convicción de una Flora Martínez camaleónica y polifuncional como ella lo ha ratificado en todas y cada una de sus roles en la pantalla grande y en la televisión: la Rosario Tijeras que deslumbro al escritor Jorge Franco. La voraz y demoledora Violeta de mil colores, a órdenes de Harold Trompetero, o la arrolladora Golondrina (como extraída de una novela de Gustave Flaubert) de Soplo de vida, guion de Sebastián Ospina, dirigida por su hermano Luis (Todo empezó por el fin).

No en vano este argumento, el de la serendipia tequilera, al calor de unos reposados y de una animada y provechosa tertulia, fue el génesis de Soy Frida, Soy Libre, monólogo de 70 minutos, puesta en escena original del dramaturgo mexicano Tomás Urtusástegui y dirección del también manito Víctor Vásquez, que correrá el telón del Teatro Cafam de Bellas Artes a partir del 1° de septiembre.

En las preliminares de su estreno, Flora Martínez luce radiante, con una hermosa jardinera a la usanza huichole de marcado fucsia en fondo blanco, y no sacia su curiosidad en las estanterías que acuña la admirable colección de tequila, propiedad de la familia González-Aragón.
Autorretrato de Flora interpretando a Frida 

Se queda embebida con la botella en forma de rifle, la más grande de esta bebida (un metro y diecisiete centímetros) registrada en el libro de los Guinness Records: la mira, la pulsa; su hermoso rostro se refleja en el cristal ámbar; pasa revista a otra cuyo envase simula una pistola Colt 45 y cuya marca repujada alecciona que es Hijos de Villa, homenaje a la famosa arma que empuñó el general Doroteo Arango, mejor conocido entre trincheras como Pancho Villa, héroe de la Revolución Mexicana; se soslaya Flora con una más que tiene por título La cucaracha, inspirada en la sonada ranchera que en la ruta de la revolución entonaban soldados en el tren de la División del Norte: La cucaracha, la cucaracha…, ya no puede caminar…

Flora Martínez está en el reino del tequila y encarna a Frida: el escenario no puede ser más propicio para la protagonista ideal.

-Pero de oídas me he enterado que a Frida Kahlo le gustaba más el brandy que el tequila-, le pregunto a la actriz a media mañana, luego de cumplir a una sesión de fotos para una revista de farándula.

-No era brandy. Era coñac. Y todo el tequila del mundo. Ya te podrás imaginar...-, responde con su voz radiofónica, como la de una institutriz de idiomas que desgrana las palabras una a una para hacer más comprensible su significado.

Flora Martínez en el reino del tequila, que alberga 3.000 botellas de la emblemática bebida mexicana, propiedad de la familia González-Aragón. Foto: La Pluma & La Herida
Soy Frida, Soy Libre, en palabras de un sommelier, es un maridaje entre la palabra, el canto, la danza, la música en vivo -de mariachi, por supuesto-, con un agregado especial: una exposición de fotografías inéditas de Frida Kahlo, tomadas en diferentes épocas por el genial fotógrafo colombiano Leo Matiz.

Andrea García, jefe de prensa de este montaje, acerca la pantalla de su celular y nos permite apreciar el increíble maquillaje (Quique Martínez) y las estupendas fotografías (Jimmy Londoño) de Flora en su caracterización. Si hasta el bigotico de la real se lo dejaron. Y el vestuario, los aderezos, el peinado, las pomposas rosas ajustadas al cabello, la explosión de colorido, México en su exuberante policromía: ¡El vivo retrato de Frida!

-Con la diferencia de que esta vez se trata de una Frida colombiana. Un reto mayor, de todos los que has asumido, ¿verdad?-, le interrogo.

-Sí, una responsabilidad enorme, pero curiosamente una gran casualidad, porque es un personaje al que uno como actriz siempre le hace guiños para interpretarlo. Yo estoy siguiendo a Frida desde que tenía 8 años, cuando mi madre me llevó a ver una versión para teatro, Las dos Fridas, se llamaba, y fíjate que ahora se me dio como por arte de magia, justo en este recinto, en medio de tantas botellas de tequila y con todos los corridos y las rancheras del mundo. Interpretar a Frida, ¡por Dios!, es un regalazo de la vida.

De todo lo que ha hecho en su trasegar artístico: actuar, cantar (con el acompañamiento al piano de su esposo José Reinoso), bailar (Bailando con las estrellas), a Flora sólo le faltaba un flirteo con las artes plásticas.
Flora en el alma y la piel de Frida

Y lo hizo por ese laboratorio de puesta en escena y trabajo de campo que ella acostumbra realizar para el alumbramiento de cada personaje, que nace de adentro, en la visceralidad, en el cuerpo poético, como diría Jacques Lecoq, pero también en lo más profundo de su entramado psicológico.

En Rosario Tijeras se fue a vivir por una temporada a las comunas, se acercó con prudencia a los guetos del pillaje, visitó un par de cárceles. En Soplo de vida pasó la noche en una morgue. Y, para Frida, tomó clases de pintura.

-¿Con quién?

-Con Carlos Jacanamijoy, a quien profeso gran admiración. Fueron días dedicados al boceto, al retrato, temas bien complejos, que con la sapiencia y la vocación de enseñanza de Jaca, me permitieron ir fluyendo, porque esta Frida que yo interpreto está concebida a partir de su máxima fortaleza, la creación en medio del dolor, de sus valientes y descomunales autorretratos, y de un cuadro donde ella expresa todo su sentir y su vivir: Árbol de la esperanza, resultado de la última de las treinta y dos operaciones que le hicieron, cuando le soldaron cuatro vértebras con una vara de metal de quince centímetros y un pedazo de hueso que le quitaron de la pelvis.

-Después de lo que acabas de contar, preguntarte que más te pudo impactar de Frida Kahlo sería una necedad...

-No creas. Frida es universo aparte por donde quieras mirarla. Leí mucho de ella, me involucré en su mundo, en sus padecimientos, que empezaron de niña, en su amor por las artes, en un principio por la fotografía; Guillermo Kahlo, su padre, reconocido fotógrafo de origen alemán, fue uno de los pilares de su inspiración, y a futuro, de su devoción por la pintura; pero también ahondé en sus frustraciones sentimentales. Frida era una enamorada penitente. Vivió y sufrió el amor hasta sus últimas consecuencias.

-La gran revolucionaria del arte de su tiempo, que no titubeó en decirle al pintor francés André Bretón que su obra no podía ser clasificada como surrealista.

-Claro, ella lo refutó con argumentos aduciendo que nunca había pintado sueños. Que lo que ella plasmaba era su propia realidad.

Mientras que para Flora Martínez la televisión es la frialdad, lo monotemático, lo que se puede reparar o remendar, el teatro es la constante búsqueda, el estudio la investigación minuciosa, el pálpito, la creación en su proceso orgánico.

De ahí que por estos días esté en el fondo de su nuevo reto y su rutina se mueva entre el caballete del maestro Jacanamijoy, la soledad duermevela de sus autorretratos, sus soliloquios de ensayo con las katrinas y con el Moisés freudiano, y las rancheras que con el respaldo musical de Ricardo Torres, le humedecerán la lengua al respetable con extracto de agave (piña de la que se extrae el tequila) cuando ella se arranque en el escenario con letras como No volveré, Paloma negra y Puñalada trapera, entre otras.

-¿Tú también ahogas tus penas en tequila?, o las malditas se salvan porque aprendieron a nadar, como pasaba con Frida.

-No. Yo me tomo mis tequilas para pasarla bien, para compartir con mi gente, y por supuesto para cantar. A propósito: ¿Te tomas uno?

-Te lo agradezco, pero está muy temprano, querida Flora.

-Recuerda que nunca es temprano ni tarde para un buen tequila.
     

Habla el director Víctor Vásquez

“Con Frida, Flora es una tormenta en escena”

Víctor Vásquez, reconocido director de teatro mexicano, especialista en Frida Kahlo, de quien ha llevado a escena varios montajes. Foto: Archivo particular

Para el director mexicano Víctor Vásquez ha sido un motivo de regocijo y admiración su trabajo como director de la puesta en escena de Soy Frida, Soy Libre, con la actriz colombiana Flora Martínez. Vásquez.

Independiente del común denominador de los mexicanos, que por antonomasia tienen claro el sentido de pertenencia con el talento de sus compatriotas, Vásquez no vaciló en asegurar que Flora es excepcional para este monólogo, que es inagotable en sus propuestas y aportes, y que se siente muy complacido y orgulloso de dirigirla para Colombia. 

Oportuno y generoso, respondió nuestras preguntas desde Ciudad de México.
         
Debe ser un privilegio para un mexicano dirigir un proyecto teatral alrededor de Frida Kahlo, quizás en un principio pensado para una actriz mexicana, como buenos nacionalistas que son ustedes. ¿Qué pensó cuando se enteró de que, quien la iba a interpretar, era una colombiana?

“Pensé que era una gran oportunidad para mí como director el desarrollar todo mi talento y mis capacidades para lograr que Flora Martínez habite la piel de Frida Kahlo. Es un orgullo para mí que sea ella quien la interprete. Efectivamente, muchos de mis compatriotas se rasgan las vestiduras cuando pasa algo así, como ejemplo reciente Óscar Jaenada, actor español en el rol de Cantinflas, que a mí en lo personal me pareció sensacional su actuación. He sido muy abierto a esas posibilidades, porque considero que el talento y la capacidad para crear e interpretar un personaje nace del actor, independiente de su nacionalidad  y la del personaje que interprete. Respeto la universalidad del histrión. Por eso me entusiasmó esta oportunidad de poder llevarlo a la práctica con una actriz colombiana, y además muy querida por su pueblo, interpretando a nuestra Frida. Creo que escogieron a la actriz y al director adecuados para este proyecto”.

El brillo y la poderosa presencia escénica de Frida Kahlo, en la piel y la virtud de una de las grandes de la escena colombiana: Flora Martínez. Foto: Leo Matiz
¿Cuál fue la primera lectura que hizo en su mente de Flora Martínez cuando la vio de pies a cabeza, y en la rotundidad de sus reveladoras facciones?

“Mi mente se trasladó al escenario, pero no me fui solo, me la llevé a ella con su cuerpo, su rostro y su voz. La visualicé ahí, la imaginé por completo, cada línea, cada palabra, cada acción… y en fracción de segundos en mi cerebro se dio el estreno y vi al público de pie ovacionándola. Es la actriz perfecta por su talento, además de su seductor y enigmático rostro para encarnar a Frida”.

Preguntamos en Colombia, “¿por dónde empezaron a hacer migas?’. Es decir, cómo fue ese primer encuentro con ella y sus primeras pinceladas sobre el lienzo escénico en el proceso de darle forma y contenido al personaje.

“El encuentro face to face fue maravilloso, y el punto inicial de nuestra platica de varias horas fue Frida, que es lo que en común nos une. Al oírla y ver su pasión por el arte y por Frida, supe que era la indicada, sin duda alguna, y creo que ella  quedó convencida de lo mismo. Yo cuando conozco una actriz que deseo que trabaje conmigo en el primer encuentro, o hago click o hago clac, y definitivamente con ella hice click”.

¿El cuerpo como el gran lienzo para revelar las grandes pasiones, dolores y frustraciones de Frida Kahlo? Este, el cuerpo, el poder orgánico, ¿es el gran soporte del montaje?

“Así es, el instrumento más completo que tenemos es el cuerpo como vehículo actoral. En el caso de Flora, su cuerpo como lienzo vital de múltiples lecturas de esa Frida entre la creatividad, el drama y la sensibilidad, que ella revela a lo largo del monólogo”.
  
¿Qué aportes, sugerencias, variaciones le hizo Flora al texto original del dramaturgo Tomás Urtusástegui?

“Hemos trabajado mucho tanto Flora como este servidor en enriquecer y robustecer la obra. Su aporte sobre el papel ha sido trascendental, porque conoce a Frida de una manera increíble, como si hubiera compartido con ella, y es porque la ha estudiado, ha analizado su obra, se ha compenetrado con su apasionante mundo, tanto en la vida, como en el arte”.
El ícono más relevante y significativo del arte mexicano, interpretado por Flora Martínez en un monólogo donde la actriz pone de presente su indiscutible talento. Foto: Leo Matiz
Estamos hablando de los aportes de una actriz camaleónica como Flora, habituada a robarse la pantalla, en el cine; y a devorarse el escenario, cuando está frente al público. ¿Usted la ha percibido de esa manera?

“Si, perfectamente así la veo. Por eso lo más acertado es que fuera un monólogo, donde ella y solo ella sea la luz, el brillo, el cosmos resumido en el escenario. Flora es el centro de donde nace y regresa todo. Es, según mi parecer, la mayor oportunidad de Flora Martínez en su carrera para mostrar en conjunto su capacidad histriónica”.

Quisiera por favor nos ilustrara alrededor del vestuario de la protagonista, que por su colorido y exuberancia le hacen un homenaje a Frida, a México, a la vida que ella agotó en favor del arte, del amor y de sus ideales, hasta el fin de sus días.

“Para ese tema trabajamos en equipo con la gran directora de arte Laura Villegas.
Confiamos en su capacidad. Nosotros dimos nuestra visión general del proyecto y ella está aplicando su visión particular a nuestros requerimientos”.

Lo mismo que la escenografía. ¿Qué ayudas y elementos están presentes para deleite de los espectadores?

“Tenemos dos opciones de escenografía que estamos desarrollando paralelamente. Ahí también está impreso el sello de Laura Villegas, su visión y concepción. Será algo sorprendente para el público”.

¿Y la música? Uno sobreentiende una gran dosis de la música popular mexicana, o ¿hay algo más que no dañe la sorpresa?

“Es algo espectacular: música en vivo, música tradicional mexicana, en el talento y el profesionalismo de Ricardo Torres y su mariachi, y otras piezas adaptadas y creadas ex profeso para la obra”.

¿Flora calienta la garganta con un par de tequilas y canta en escena? ¿Qué canta?

“Por supuesto que sí, van a ver a Flora en su furor, interpretando con mariachi tonadas propias de la época y del gusto de Frida, pero también aportes musicales significativos de la propia actriz”.

¿Qué impresión le dejó ver la caracterización de Flora después del maquillaje de Quike Martínez y las monumentales fotografías de Jimmy Londoño?

“Me encantó, se me hizo muy Frida. Las fotos no pueden ser mejores. Estuve presente en toda la sesión, y al final fue tarea compleja escoger una sola. Todas estaban espectaculares. Definitivamente, maquillador y fotógrafo, dos grandes artistas”.
Frida Kahlo, inagotable inspiración en las letras, la fotografía, el cine, el teatro y la televisión. Foto: Leo Matiz 
¿Cómo han sido todos estos meses (cuántos desde que se relacionó por primera vez con Flora) de convivencia con una Frida mexicano-colombiana?

“Muy intensos, de mucho trabajo y ensayos vía Skype, de retroalimentación, de compartir, dialogar e intercambiar mucha información de Frida para que se adentre en su psicología. Una labor de cuatro meses continuos que estamos en este proceso, pero que han sido maravillosos porque Flora es una actriz inteligente, creativa y de una gran sensibilidad. La actriz integral que un director de talla y renombre desearía”.

Seguramente por el talento y la aguda perspicacia de la actriz, resultará fácil dirigir a Flora Martínez. A no ser que usted sea uno de esos directores masoquistas que gozan con la testarudez y la complejidad…

“Es un deleite dirigirla, es muy fructífero y se aprende mucho de ella, porque es excelente receptora, abierta a las propuestas en escena, vigorosa ejecutora de ideas, inagotable en los ensayos. Da gusto dirigirla”.

Creo entender que la gran vertiente del monólogo es la pintura como quehacer vital y reivindicador en el drama de Frida. ¿Cuáles son las metáforas presentes en este capítulo?

“Claro que sí. La Frida artista está presente en todo el montaje. El monólogo gira alrededor de su inmensa obra. Es la matriz de la historia, es lo que se cuenta, y cómo se narra”.

Frida en su casa de Coayacán, el refugio predilecto de la artista, donde plasmó en el lienzo su dolor hasta sus últimos días. Foto: Leo Matiz  
¿Qué diferencia a ‘Soy Frida, Soy libre’, de otras Fridas que a lo largo de los años han sido puestas en escena? Por ejemplo, de ‘Frida Kahlo, Viva la Vida’, de Humberto Robles, monólogo interpretado por Laura de Ita.

“La diferencia principal radica en que Soy Frida, Soy Libre es un planteamiento íntimo, su yo interior contándonos la historia, pero desde el corazón, con pinceladas de arte, con flasbacks dolorosos, con regresos al presente, y con la inminente presencia de la muerte, acechándola, torturándola y finalmente alcanzándola. Amo las dos obras, porque tuve la fortuna de haberlas montado y vivido con gran éxito en mi país”.

Es obvio que en un monólogo todo el peso y la responsabilidad recaen en el actor y el director. ¿Son eternos en su caso y tras bambalinas los 70 minutos bajo la tormenta Frida?

“Son los minutos más maravillosos y esperados por mí en cada segundo de mi vida. Yo nací para la escena, es mi hábitat y fuera del escenario me siento raro, me falta aire, necesito estar ahí, es placer puro. Trabajamos muy duro para dejar todo en las tablas. Tengo más de 150 representaciones en México de ambas Fridas, y es fascinante ese momento. Hay nervios, claro está, pero al final la comunión con el público es espectacular”.

Porque es una tormenta, ¿verdad? La real, la Frida cósmica debe estar atenta y vigilante. Además que no se lo perdería por ningún motivo, ¿verdad?

“Efectivamente, es una tormenta desbordándose sobre nosotros, inspirándonos, motivándonos a ser como ella. Yo siempre la siento ahí, siento su presencia merodeando en cada función, a veces puedo sentir su sonrisa, su voz…tal vez solo esté en mi mente, pero la siento ahí, y sé que le gusta mucho lo que hacemos, recordar su vida y obra, representarla, mostrarla al público, sé que eso la hace feliz”.

Señor Vásquez, muchas, gracias, mucha suerte… ¡Y que se abra el telón!

“Mil gracias a usted, un abrazo afectuoso”.


Frida, por Leo Matiz

El genial fotógrafo colombiano Leo Matiz, amigo personal de Frida Kahlo y quien mejor la retrató para la posteridad. Foto: Fundación Leo Matiz

(Fuente: el Rincón de mis Desvaríos)

"La forma en la que Frida Kahlo posa es asombrosa. Su manera de mirar al espectador, cómo se tumba en el césped... Es realmente una verdadera modelo". Esta afirmación es fácilmente corroborable contemplando las fotografías que el colombiano Leo Matiz (1917-1998) tomó en México en los años 40, de la que se convertiría en la artista mexicana más influyente en la historia de su país.

Frida Kahlo aprendió a posar con su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo, que también le enseñó a manejar las cámaras, a revelar y, sobre todo, a mirar. Y ese es el principio en el que ella se basaría cuando empezó a pintar.

Leo Matiz se sumergió con su cámara Rolleiflex en el ambiente intelectual y artístico de la época, y logró registrar en sus retratos la intensidad creativa y personal de los hombres y mujeres que protagonizaron un papel decisivo en la historia cultural de México.

"Era encantadora, posaba como una modelo". Foto: Leo Matiz
Pero, ¿qué tienen de especial estas instantáneas de una artista que fue tanto o más retratada que una estrella de cine?

Hay series muy conocidas sobre Frida Kahlo de Imogen Cunningham, Lucienne Bloch, Edward Weston, Nickolas Muray, Tina Modotti, Dora Maar e, incluso, André Breton. La diferencia está en que Leo Matiz fue amigo personal del tempestuoso matrimonio de Frida Kahlo y el muralista Diego Rivera y pudo fotografiarla en la intimidad del hogar.

Además, Matiz llegó a México en el momento de mayor efervescencia política, intelectual y cultural del país, en los años 40, en los que, además, la casa del matrimonio, en el centro de Coyoacán, en Ciudad de México, era punto de reunión de artistas exiliados españoles o de revolucionarios de remotas latitudes como León Trotsky.

La mayoría de estas imágenes en blanco y negro que revelan la vigorosa personalidad Frida Kahlo rendida ante la lente de Matiz, fueron rescatadas por su hija Alejandra Matiz, quien a través de una búsqueda infatigable en ciudades de América Latina y Estados Unidos, pudo encontrarlas en archivos abandonados por el fotógrafo durante su vida errante de reportero gráfico.

Con Diego Rivera, el amor de sus mejores días, pero también su tormento. Foto: Leo Matiz
Las poderosas imágenes de Leo Matiz, nos devuelven el rostro profundo y espontáneo de Frida Kahlo, con su carga de belleza y desesperación, pero también como el testimonio visual de una época y el poder de la fotografía para congelar el tiempo.

Leo Matiz fue uno de los grandes fotógrafos latinoamericanos, nacido en el pueblo de Gabriel García Márquez (Aracataca, Magdalena). Matiz ofició como caricaturista, pintor, editor, galerista y, sobre todo, fotógrafo, a pesar de haber perdido un ojo. 

De él se dice que tuvo una vida novelesca, macondiana, como los relatos y las novelas de su coterráneo, el Gabo: que se casó catorce veces, que fue andariego sin fronteras, y que entre sus amigos, además de Frida Kahlo y su marido Diego Rivera, se contaban Luis Buñuel y Pablo Neruda.


Frases célebres de Frida Kahlo

La gran artista mexicana también se hizo célebre por su espontaneidad, sus dardos contestatarios y sus célebres máximas alrededor del arte y la vida. Foto: Leo Matiz   

Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón (Coayacán, México, 6 de julio de 1907- Coayacán, México, 13 de julio de 1954), no sólo fue una mujer prolífica en el arte que amó y reveló hasta sus últimos días. También lo fue por su lucidez y su inteligencia, y por la forma en que reflexionaba de lo divino y humano.

Compartimos algunas de sus mejores y más reveladoras citas.

*¿Pies?, para que los quiero, si tengo alas para volar

*Quisiera darte todo lo que nunca hubieras tenido y ni así sabrías la maravilla que es poder quererte

*Te amo más que a mi propia piel

*A veces prefiero hablar con obreros y albañiles, que con esa gente que se hace llamar culta

*Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad

*Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el anterior.

*Árbol de la esperanza, mantente firme

*El hombre es dueño de su destino y su destino es la tierra. Y él mismo la está destruyendo hasta quedarse sin destino

*La pintura completa mi vida

*Lo que no me mata, me alimenta

*Bebo para olvidar, pero ahora no me acuerdo de qué

*Siempre que hablo contigo acabo muriéndome más, un poco más

*Hay algunos que nacen con estrellas y otros estrellados, y aunque tú no lo quieras creer, yo soy de las estrelladísimas

*La belleza y la fealdad son un espejismo   

Soy Frida, Soy Libre (6 únicas funciones). Teatro Cafam de Bellas Artes: 1,2,3,8,9 y 10 de septiembre. 8:00 p.m. Entradas Primerafila: 4042463 

Alfonso González, el Rey del Tequila: http://bit.ly/2bl9pMv 

Visite web del Museo del Tequila: www.museodeltequila.com.co/
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