Raúl Rosero: Memoria viva de un artista que ha trabajado a su aire en múltiples géneros: música clásica, colombiana, internacional y popular. Su más reciente producción: Concierto Despecho |
Ricardo Rondón Ch.
En los folios bautismales de la Basílica de San Juan de Pasto (Nariño), aparece registrado como Harold Raúl Rosero Polo, Raúl Rosero para orgullo del pentagrama musical colombiano, un genio con más 500 composiciones, que jamás ha podido digerir el artificio de la fama, todo lo contrario, no obstante su enorme legado artístico, como pastuso de hondas raíces, desde Miami -donde está radicado- o desde las antípodas, sigue mirando al sur.
Conserva Rosero la mesura y la humildad de su linaje, y acaricia primero en el paladar las sílabas antes de arrojarlas, cantaditas y en diminutivo.
Ha dirigido las mejores orquestas de Colombia y del mundo y no lleva una cifra exacta de las cientos de grabaciones que ha realizado de música colombiana, popular y brillante.
En los últimos años se mueve entre Miami y Bogotá, y si tuvimos noticias de él, fue porque nos lo encontramos comiendo cuy asado donde Gloria 'La Ñapanguita' (su hija es veterinaria y los cría), para quienes no la conocen, la embajada oficial de la colonia pastusa en Bogotá.
Pues la verdad que con el respeto que merece dejar en paz al que cena en la mesa vecina, rompimos el protocolo y una vez terminada la sobremesa, le solicitamos que nos concediera un momento para tomar algunas impresiones de la hermosa tierra que lo vio nacer, de su amplio bagaje musical, de su experiencia como director, productor y arreglista, de la docena de telenovelas criollas que ha musicalizado y, cómo no, de su amor ferviente por el Deportivo Pasto, que cuando tiene la oportunidad de acompañarlo en el estadio, se involucra como cualquier paisano de a pie entre la fanaticada, se lleva la mano al pecho y entona cual estudiante modelo 'La Guaneña', el himno de su raza.
¿Cuántos Roseros puede haber en el directorio telefónico?
“Si hablamos del departamento de Nariño, el 80% deben ser Roseros. Si hablamos del Ecuador, por lo menos el 50%”.
¿Tú eres de los Rosero ricos o pobres?
“De los pobres pero bien criaditos”.
¿‘Pastuso de Pasto’ como dicen ustedes?
“Totalmente. Yo nací en ‘La Calle Angosta’ y en la casa”.
¿En la casa de quién?
“En la casa nuestra, la de papá Vicente Rosero, porque en ese tiempo el parto se asistía en las casas”.
Debiste nacer con música, ¿verdad?
“Sí, tú sabes que la gente en Nariño es muy musical, Dios nos regaló talento a todos los pastusos, cuando no con la música, con cualquiera de las artes”.
¿A qué edad se te despertó esa vocación?
“A la edad de 8 años yo era el guitarrista más conocido en Pasto, porque me ganaba los concursos en la emisora Ecos de Pasto, la más importante que había. Cómo sería que los intérpretes extranjeros que iban a tocar a mi ciudad me buscaban como guitarrista”.
¿Niño superdotado?
“En algunas cosas, sí; en otras, no me quejo”.
¿Quién te enseñó la guitarra?
“Circunstancialmente en mi casa estaba prohibida por la relación que había con la bohemia, con el licor. Mis padres me la tenían vetada. De modo que la aprendí y la ensayé en la clandestinidad con los amigos del barrio El Tejar”.
¿En qué momento se supo en tu casa la verdad?
“En el colegio. Mis padres se enteraron cuando ya me vieron en los eventos culturales, en las clausuras y en las emisoras de la ciudad. Ahí se acabó la censura”.
¿Qué interpretabas en esa guitarra?
“Valses ecuatorianos y peruanos interpretados por Los Tres Reyes, a los cuales uno trataba siempre de imitar”.
¿De qué páginas te acuerdas?
“De ‘Ódiame’, ‘Alas rotas’ ‘Poquita fe’, entre un nutrido repertorio de melodías, por cierto de difícil ejecución, incluso hasta la fecha. El que tocaba estas páginas, ya se podía dar por guitarrista”.
Estaba en su furor Julio Jaramillo ¿verdad?
“Era el ídolo, no sólo en Pasto sino en toda América. Tuve el privilegio, años después, de grabar 110 temas con él, interpretando yo el requinto, la guitarra y el bajo”.
¿A palo seco?
“Sí, porque yo era muy jovencito. El bohemio era Julio, y todos lo saben, cuando falleció de cirrosis en México, en una edad en la que no lo merecía: apenas 40 años”.
¿Te tocó Olimpo (Cárdenas)?
“Sí, claro, pero no tuve la fortuna de grabar con él”.
¿Lucho Bowen?
“Lo conocí, pero no lo acompañé”.
¿La Ronda Lírica?
“La escuché y la admiré mucho, y más adelante, cuando fui director del programa ‘Cuánto vale su actuación’, hice un especial en Pasto y le hice un homenaje”.
Tu saliste muy temprano de tu casa, ¿a qué edad partiste?
“A los 15 años ya estaba en Bogotá. Me propuse estudiar Medicina, pero era muy joven y no me admitieron. Por eso continué con la música”.
¿Conservatorio?
“Todavía, no. Tuve la fortuna de conocer a Hernán Castrillón, en ese entonces, directivo de Punch, quien me vio tocar y me hizo presentar en televisión por primera vez. Mi debut fue con la guitarra, interpretando El Himno Nacional y el Concierto de Aranjuez”.
¿Te acuerdas cuánto te pagaron?
“80 pesos, que era mucha plata”.
Y ahí te enganchaste...
“Claro, porque gracias a Castrillón siguieron presentaciones en la Media Torta, programas de televisión con doña Gloria Valencia de Castaño, entre otros. Luego fundé un trío con el que recorrimos los mejores restaurantes y bares de Bogotá, como El As de Copas, en Chapinero, que era el epicentro del arte musical y la cultura en Bogotá”.
Sigues estudiando...
“Empiezo a estudiar, porque lo que sabía era de oído. Estudié composición, gramática, arreglos orquestales y dirección durante muchos años con el maestro Alfredo Aragón y luego en la Universidad de Berkeley, en Boston, orquestación y arreglos”.
Te la has pasado entre Colombia y Estados Unidos, ¿verdad?
“Por supuesto, de hecho vivo un tiempo en Miami y otro en Bogotá”.
¿Cuánto hace que no vas a Pasto?
“Hace dos años largos, cuando me hicieron el reconocimiento como el Mejor Maestro de Nariño, otorgado por el Ministerio de Cultura”.
¿En qué época fuiste director invitado de la Orquesta Filarmónica de Bogotá?
“En varias ocasiones he tenido el gran honor de dirigir la orquesta. Te estoy hablando de 30 años para acá y he grabado una docena de discos con esta y otras instituciones”.
¿Cuándo fundaste la Orquesta Filarmónica de Colombia?
“Hace dos años. Son cincuenta músicos y en las grabaciones aumentamos a ochenta y cinco. Con esta orquesta hemos grabado dos discos: ‘Romance vallenato’, y el más reciente: ‘Concierto Despecho’”.
¿Cómo se escucha el despecho filarmónico?
“Muy sentimental y llega más al fondo del alma”.
¿Más cuerdas que cualquier otro instrumento?
“Sí, hay más cuerdas por su honda esencia. Utilizamos veinticuatro violines, ocho violas, ocho chellos y seis contrabajos”.
Quién se iba a imaginar ‘La Cuchilla’ filarmónica. ¿Cómo se te vino a la cabeza este proyecto?
“Justamente por la amplia difusión que ha tenido la música llamada popular, que encierra géneros como carrilera, norteña, guasca, entre otros, que se ha entronizado en el alma de los colombianos, tanto jóvenes como adultos. Vi un vacío en el ambiente musical que me propuse llenar con este álbum”.
¿Cómo fue ese proceso de selección de ‘Concierto despecho’?
“Durante dos años escuché cientos de melodías y de este proceso se resumieron 30 canciones de las cuáles elegimos catorce, incluido un popurrí de cinco temas”.
¿Lo que quedó en el tintero da para otro volumen?
“Puede ser, porque todas son melodías hermosas”.
¿Estamos hablando de qué títulos?
“Ese es un secreto, porque se perdería el efecto”.
¿Tu te consideras un despechado, Raúl?
“Para nada, he sido muy afortunado en el amor”.
¿Cuántas veces te has casado?
“Dos veces”.
¿Ahora mismo lo estás?
“Sí, pero quietico ahí...”.
¿Por qué?
“Hombre, las paredes tienen oídos y usted tiene fama de ser leído”.
Hijos, ¿cuántos?
“Tres y tres nietos”.
Fuera del despecho musical, ¿qué otros proyectos te rondan?
“Bueno, aquí si me alargo. He sido muy afortunado: lo que me he propuesto, lo he realizado con trabajo y esfuerzo. Quise ser compositor y lo logré, mis canciones han sido interpretadas por los mejores cantores del país y han ganado los más importantes festivales nacionales e internacionales. Soñaba ser director de orquesta y lo soy: he dirigido muchas orquestas a nivel mundial, con estimulantes reconocimientos, como cuando fui ganador del Festival Meditur de Directores de Orquestas, en Lisboa (Portugal), en 1982. Quise aparecer en televisión y se me dio. Fui creador de música para más de diez telenovelas como ‘Sigo siendo el rey’, ‘El Faraón’, ‘Tuyo es mi corazón’, entre otras, y luego con programas propios como ‘Cuánto vale su actuación’ y ‘Concurse por la fama’. Y algo que también me llena de orgullo, que quise ser el líder de los compositores y se me dio como director de Sayco en 1992”.
Hoy en día, ni hablar de Sayco, maestro...
“Yo sé que la institución está atravesando un momento difícil, pero la sociedad es grande y va superar estos problemas, porque al fin y al cabo ahí estamos reunidos dos mil compositores colombianos y eso no lo va a acabar nadie”.
¿Qué más quisiste ser y no pudiste?
“La verdad, no tengo frustraciones”.
Arrepentimientos, ¿menos?
“Tampoco”.
¿Qué clase de pastuso eres tú?
“Un pastuso orgulloso de haber nacido en mi tierra, entre los siete verdes de la naturaleza, enmarcado en los paisajes más hermosos del mundo”.
¿Vives bien?
“Sí, vivo cómodamente”.
¿Te das el lujo de levantarte tarde?
“Me levanto tarde, pero me acuesto tarde; no olvides que el universo de los artistas es la noche”.
¿Nunca te sedujo la política?
“Nunca. A mí los nariñenses muy cariñosa e inmerecidamente me ofrecieron una curul en el
Senado, pero la rechacé”.
¿De qué partido eres?
“Yo soy independiente y cuando voto por alguien lo hago por la persona y no atado por un partido”.
¿Cómo es tu amor por el Deportivo Pasto?
“Imagínate, soy ‘cuyigan’ total”.
¿‘La Guaneña’ aún te arranca unos whiskies?
“Muchos y la siento como el himno nacional”.
¿Y en qué momento buscas cobijas?
“Cuando empiezo a cantar y se me enredan las eses”.
¿Por qué no has canado?
“Por que los tintes ahora son muy buenos”.
¿De qué te quejas, Rosero?
“De que se está recrudeciendo la inseguridad en Colombia, la misma que nos hizo abandonar el país hace catorce años”.
¿Y de los males del cuerpo?
“Me mantengo bien porque soy un deportista un poquito exagerado”.
¿Qué tal para contar chistes?
“Malísimo, soy el único pastuso que no sabe contar cuentos pastusos”.
¿Cuántos amigos te quedan?
“Muchos, aunque mis colegas más queridos, con quien tuve lazos entrañables de cariño, de amistad y de cultural musical, partieron a la eternidad”.
¿Como quienes?
“Varios: José Barros, Jorge Villamil, Álvaro D’Almar, Jaime R. Echavarría, a quienes hice homenaje en vida”.
¿Temes a la muerte?
“Es a lo que menos le temo?
¿A qué le temes?
“A la soledad y a cualquier asunto nefasto que le pueda suceder a mi familia”.
¿Tienes un Cristo tallado en Chachagüí (Nariño) en la cabecera de tu cama?
“Sí, qué comes que adivinas...”.
¿Y nunca se te ha caído encima?
“No, porque no está clavado sino amarrado”.
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