Crónica
monte adentro del humilde profesor rural Germán Yanquén Ávila, y del milagro
representado en un plantel digno para sus niños, gracias a una llamada que hizo
a la W Radio.
Ricardo
Rondón Chamorro
Fotos: W Radio y archivo particular
«Hace tres años, cuando llegué a esta mediagua sucia y
abandonada, porque de escuela no tiene presentación, vi que los vidrios de las
ventanas estaban rotos. El único baño estaba hecho un muladar, con un hedor
insoportable».
«Al levantar la colchoneta que me serviría para dormir,
encontré enroscada una serpiente talla X, de las más venenosas. La salvación
fue que llegué de día, porque de lo contrario no lo estaría contando. Me tocó
matarla con una tabla».
«Por la noche, agotado del viaje, dispuesto a descansar,
sin electricidad, alumbrado por una linterna y un cabo de esperma, recibí una
bienvenida de murciélagos con su aletear pavoroso. Me di cuenta que eran muchos
por la cantidad de ojos que titilaban».
El espeluznante relato, como arañado de la imaginación de
Poe o de Lovecraft, es del profesor Germán Ricardo Yanquén Ávila, 48 años, oriundo de Tunja, una suerte
de apóstol de la educación rural en riesgosas y apartadas regiones del departamento
de Boyacá.
La petición del docente tomó vuelo noticioso por la
entrevista del director Julio Sánchez Cristo, que arrojó un testimonio
impresionante y desolador ante las precarias e indignas instalaciones en las
que el maestro dictaba sus clases.
Yanquén explicó las coordenadas de la escuela, de difícil
acceso, ubicada en la vereda Guayabal, sector Cueta, zona montañosa de
Labranzagrande, nororiente de Boyacá, a media hora en carro o en moto, hasta
donde termina la carretera, y de ahí, cuesta arriba por trocha, hora y media a
pie o en semoviente.
El profesor recalcó en la necesidad de la batería del
panel solar, o del mantenimiento del mismo, imprescindible para él y sus
alumnos: "Aquí vivimos como en 1930 o 1940: sin luz y sin agua potable. Yo
cocino y duermo en la escuela y de noche me toca alumbrarme con linterna o
esperma", señaló el educador.
También precisó en los sacrificios que tienen que hacer
los niños para cumplir con sus clases, cruzando caños y quebradas por puentes
maltrechos, en un trayecto de más de una hora, que en época de invierno es
imposible transitar.
Primeras
soluciones
Hora de almuerzo en el nuevo comedor de la escuela, iluminado y en condiciones dignas
Finalizada la entrevista, del sombrero de prestidigitador
de Sánchez Cristo fueron aflorando las primeras ayudas: dos paneles solares de
última tecnología, donados por Vicente Casas, de Rancho Aparte, además de
útiles escolares, ropa y botas pantaneras. Un televisor, un congelador y
mercado, obsequios de la señora Patricia Estefan. Una nevera de parte de don Juan
Carlos Arango. Cinco tablets enviadas
por doña Margareth Ojalvo. Dos cajas de libros (didácticos, preescolar,
novelas, cuentos para colorear), aporte de don Felipe Ossa, de la Librería
Nacional. Un kit escolar de Nelson Pacheco, ingeniero de sonido de la W.
Pero la extraordinaria noticia se dio a conocer quince
días después de Semana Santa de 2022: El grupo empresarial Ethuss, de la
familia Vélez, a través de la funcionaria Ángela Villegas, le comunicó al
profesor Germán Ricardo Yanquén Ávila que se comprometía a brindarle una
escuela con instalaciones dignas y adecuadas.
Dicho y hecho. A los veinte días del feliz anuncio
-constata el profesor Yanquén-, llegaron un arquitecto, un ingeniero de suelos
y un representante de la firma constructora Su Casa, a poner manos en la obra.
Pidieron el favor a padres de familia y campesinos de la vereda que emparejaran
el suelo para sentar la placa donde se levantaría la edificación.
Transcurrido un mes, empezaron a llegar los materiales
cargados en diez mulas que fueron contratadas a un arriero del pueblo. En
total, los animales hicieron 1.200 viajes de arena, gravilla, cemento, y las
placas prefabricadas de concreto, con un peso aproximado de 35 kilos cada una.
La obra fue terminada en diciembre de 2022, y se inauguró el jueves 16 de
febrero de 2023.
Ese día, el de la entrega oficial, como en la 'Fiesta' de
Serrat, los potreros circundantes de la nueva escuela se llenaron de banderas y
colorines, de pancartas alusivas a la W Radio y a las firmas y personas
donantes, con emotivos mensajes de agradecimiento. Maestro, padres de familia y
vecinos de la vereda lucieron sus mejores galas para celebrar el
acontecimiento:
Una escuela con un área de 275 metros cuadrados, techado
de Eternit, plena de iluminación, con
enchapes, baldosas, acabados, pintura, que comprende un amplio salón de clases
dotado de mesas y sillas para quince estudiantes, una habitación con baño
decente para el docente, otro para niños y niñas; una cocina con estufa de gas
y un comedor confortable y de buena ventilación.
Por
los niños
El profesor Yanquén entregando a los niños las oportunas donaciones
Al acto inaugural de la moderna escuela asistieron los representantes del Grupo Ethuus y de la constructora Su Casa; periodistas de la W Radio, el coronel Alexis Cárdenas, del Batallón Tarquí; el cura párroco de la municipalidad, encargado de la eucaristía y la bendición del inmueble; el educador Publio Suárez de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC (director de tesis del profesor Yanquén); Erika Paola Peña, alcaldesa de Labranzagrande, y la rectora delegada de la Secretaría de Educación de Boyacá.
Es importante aclarar, como lo hace constar el profesor
Yanquén, que ni la señora alcaldesa ni la rectora hicieron nada por la escuela:
«Yo duré más de un año pidiéndoles el favor de que nos socorrieran una batería
o nos ayudaran con el mantenimiento del panel solar, pero nunca me pararon
bolas, por aquí no apareció nadie». Como quien dice, las ilustrísimas damas
solo arribaron para la foto, como suele suceder en estos casos.
El profesor Yanquén pronunció las palabras de
agradecimiento a la W Radio, a su director Julio Sánchez Cristo y a su equipo
de trabajo, «porque si no hubiera sido por ellos no se habría logrado concretar
este anhelado sueño, que fue posible gracias al Grupo Empresarial Ethuss, a la
constructora Su Casa, y a todas las personas de buen corazón que se
comprometieron con esta causa, incluido el Ejército Nacional que nos colaboró
con seguridad y logística, y que se echó al hombro gran parte de los
materiales».
Mensaje elaborado en cartulina por los niños de la vereda
Al final, conmovieron las palabras de la alumna Nancy
Mireya Chaparro, de ocho años, quien pronunció de memoria un sentido texto
redactado por su profesor. Acto seguido, los oferentes invitaron a compartir el
asado de una novilla obsequiada por los campesinos Próspero Durán y Ángel
Parasica, vecinos de la vereda. Remató la comilona un brindis con masato.
«Ninguna persona se cruza con otra por algo innecesario –argumenta
el profesor Yanquén- Si Dios me trajo
aquí fue por algo. El año pasado, después de la llamada a la W Radio, en la que
estuve insistiendo más de media hora para salir al aire, y del buen pálpito que
me produjo hablar con don Julio Sánchez, convoqué a los niños que llegaron esa
mañana a clase».
«Niños, les dije, roguemos porque esta llamada sea para
beneficio de todos. Y Dios oyó nuestro ruego. Él sabe disponer de los
instrumentos para lograr lo imposible. Si no hubiera sido por la atención que
nos prestó don Julio, y todo lo que vino después gracias al buen corazón de los
donantes, seguiríamos como en 1930 o 1940. Los milagros existen, y aquí estamos
celebrando uno de ellos».
Poderosa
historia
Yanquén representa la humildad, el esfuerzo y la vocación de los maestros rurales
Detrás del relato épico del modesto profesor rural que
ejerce su noble misión en las montañas de Labranzagrande, capital de la
provincia de La Libertad, a 210 kilómetros de Tunja, hay una historia de
fortaleza, sacrificios, resistencia y entera vocación por la enseñanza.
«Lo más triste fue la infancia –relata el maestro-.
Éramos catorce hermanos (once vivos en la actualidad). Vivimos una dura pobreza.
Mi padre, analfabeta, panadero de oficio, con serios problemas de alcohol,
llegaba borracho en la noche a pegarle a mi madrecita, que ayudaba con el
sustento lavando ropas en la vecindad. Eso fue lo más doloroso».
«Para colaborar en la casa, porque mi papá nos sacaba en
cara la comida y hasta los cuadernos y los lápices, empecé a trabajar en
construcción. A los quince años, después de terminar el 9° grado, me fui a
Bogotá a buscar otros rumbos».
«Con unos ahorros, alquilé una habitación en el barrio La
Victoria y me puse a buscar trabajo. En vista de que no me salía nada, recurrí
a vender bolsas de plástico por barrios y laderas de Ciudad Bolívar. Con ese
rebusque logré terminar el bachillerato en un colegio distrital de San
Cristóbal sur, en la jornada nocturna».
«Conseguí trabajo en una empresa de vigilancia privada,
pero mi ilusión era ser profesor. Y me fijé esa meta. Laborando como celador y
cursando mi carrera a distancia en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia (UPTC), logré mi título de Educación básica. Ocupé el primer puesto
entre 33 estudiantes, y me gradué por ventanilla porque no tuve para comprar el
vestido de la ceremonia».
«En medio de todas las dificultades que me ha tocado
pasar y de las adversidades que con esfuerzos he podido superar, no guardo
rencores con la vida ni con nadie, ni siquiera con mi padre, que tanto nos hizo
sufrir, sobre todo a mi madrecita. Pienso que él de niño también padeció la
violencia de casa, y careció de ese gran derecho que es el de la educación».
Apostolado
El profesor y su señora esposa Marlén Mendivelso Duarte
Sin embargo, con su título y el estímulo de haber
alcanzado el primer puesto de graduación, al profesor Yanquén le fue difícil al
principio conseguir trabajo como maestro. Gracias a su experiencia en
seguridad, encontró empleo como coordinador de vigilancia de la Siderúrgica de
Tuta, Boyacá, pero le mortificaba no poder ejercer en lo que estudió.
A fuerza de golpear puertas, inició su periplo por
escuelas veredales de Labranzagrande, desprovistas de las condiciones y
herramientas esenciales para una educación digna, donde además de cumplir a sus
clases, le tocaba cocinar para sus estudiantes.
«Era de tal grado la situación de pobreza, que aportaba
de mi sueldo para comprarles ropa y alimentos a los niños. Me acordé de mi
infancia y de las necesidades que teníamos, como cuando a mi madrecita le
regalaban ropa usada en las casas donde ella lavaba, y esa era la que nosotros
'estrenábamos'».
«Incluso, compré dos ovejas para adelantar un proyecto de
productividad con los estudiantes, en la medida de su reproducción, con el
propósito de recaudar recursos para el sostenimiento de la escuela, y la
alimentación de los niños. Eso fue en la vereda La Lorena, que de la cabecera
municipal a la escuela, se gastan seis horas en mula».
1.200 viajes a paso de mulas para construir la moderna escuela que hoy es motivo de felicidad en la vereda
«Son muchas las barreras que toca sortear, pero una de
los más agotadoras y frustrantes ha sido la indiferencia de la secretaría de
educación con las escuelas rurales. Es como si uno, como profesor, estuviera
pagando un castigo. La actitud déspota de los directivos a los docentes
provisionales es un reflejo de acoso laboral por la ineptitud y los oídos
sordos ante nuestro clamor».
«Llevo once años trabajando en Labranzagrande, y gracias
a Dios ahora estamos muy felices de contar con escuela nueva, porque esta sí es
una escuela de verdad, pero aspiro a un traslado a Sogamoso, donde vive y
trabaja mi esposa Marlén Mendivelso Duarte, que labora en una inmobiliaria.
Ella ha sido mi mayor respaldo, y es momento de corresponderle como se debe:
viviendo a su lado».
Escuela
nueva, vida nueva
El nuevo salón de clases que tiene felices al profesor y a sus estudiantes
El lunes 20 de febrero de 2023, a primera mañana,
iniciaron las clases en la nueva escuela. De la otra, la abandonada, la que
hasta hace una semana honró con su nombre al lancero Valentín García por su
gesta libertadora, dice el profesor que los vecinos de la vereda ya hablaron
para destinarla como sede comunal. Mucha varilla, cemento y pañete tendrán que
invertir para su remodelación. Si es que se cumple el propósito.
Le comento al profesor que la nueva escuela debería
llevar su nombre: Germán Ricardo Yanquén Ávila, como lo sugirió Julio Sánchez
Cristo, y antes de que la señora alcaldesa y la delegada de educación se
adelanten a bautizarla con sus nombres. Nada raro sería. El maestro esboza una
sonrisa.
En la mañana de estrene, cuando los niños llegaron,
quedaron asombrados y corretearon por todo lado en feliz algarabía. «Ayudaron a
hacer aseo y luego trabajamos en matemáticas y sociales. En el descanso, no
cabían de la felicidad contagiosa que seguimos viviendo», apunta el profesor.
Una alegría por años represada, como lo refleja en su mirada y en sus palabras la niña pilosa de tercer grado, Nancy Mireya Chaparro, que dice que cuando grande quiere ser médica: «Estamos muy contentos, les agradecemos mucho, todo quedó muy bonito, iluminado, que diosito les pague».
En una de las paredes blancas de la nueva escuela se
aprecia en letras grandes un mensaje que ojalá les quedé sonando a los
negociadores de paz en la actualidad, una más de las interminables negociaciones
que quedan en ascuas en Colombia: un discurso, una firma y una foto con un
estrechón de manos.
El mensaje, que el maestro Yanquén menciona, fue un
aporte del Grupo Empresarial Ethuus:
«La educación es el arma más poderosa que puedes usar
para cambiar el mundo».
Nadie como el profesor Yanquén para tener clara dicha
máxima en su arraigada vocación, de la que hoy es símbolo inspirador. Él, que ha
sufrido la cruda pobreza, la indiferencia, el rechazo, la ineptitud y la
lentitud del Estado, y que pese a todo, en la soledad de sus días, monte
adentro, firme y honroso, continúa con su apostolado por lejanas montañas de
Labranzagrande.
En la tierra hay santos inéditos de carne y hueso, de quienes
seguramente no dará cuenta el Vaticano.
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