Omar Guarín Villazón bambolea la atarraya sobre las aguas de la ciénaga de Cascajal y Rafael de Cortinas
Con
mínimos recursos económicos, Omar Guarín Villazón, líder social y ambiental de
Magangué, se la juega en su propósito legislativo con la atarraya al hombro y
el respaldo de la comunidad pesquera de Colombia
Ricardo
Rondón Chamorro
(Fotos: Milton Villazón)
Omar Guarín Villazón,
pescador artesanal de Magangué, Bolívar, tiene 53 años, 1,75 de estatura, pesa
52 kilos, y está voleando anzuelo, flecha y atarraya desde los 12. La primera
vez que se puso unos zapatos fue a los 24, para cumplir a una reunión de
líderes comunales en Cartagena.
Omar conoce desde niño la
cultura anfibia de la pesca. Ha cursado a su aire el Río Grande de la Magdalena
por sus brazos, cuencas y ciénagas, desde Honda y La Dorada, pasando por la Depresión
Momposina, Magangué, Pinillos, Malibú, hasta El Banco, Plato y Barrancabermeja;
y se ha asomado perplejo a su desembocadura en Bocas de Ceniza, que él define
como "una sinfonía mística ante la compresión de las aguas de sal y de
dulce, que forman unos marrullos fosforescentes de una belleza y una magia
indescriptibles".
También está enterado de sus
mitos y leyendas, y en épocas de subienda ha bailado cumbias hasta el amanecer
con vela encendida, "porque el Magdalena es el río de la cumbia cienaguera.
Después de muchos días de espera, el milagro pesquero se celebra con sancocho
magangueleño, que es un trifásico de gallina, cerdo y doncella, con papa, yuca,
plátano y ñame, que se sirve en totuma, se come con cuchara de palo, y se pasa
con guarapo o cerveza".
Omar pondera orgulloso la
tierra fértil que lo vio nacer, y los hijos de esa comarca que han hecho
historia en Colombia: José Francisco "Chico" Cervantes, genio de la
música tropical, pionero de la Salsa y fundador de los Corraleros de Majagual;
su hijo Omar Cervantes, que mantiene vivo su legado; y con ellos los recordados
compositores Martín Madera y José M Leal; y el excampeón mundial de boxeo en la
categoría welter junior Ricardo "Mochuelo" Torres.
Líder social y ambiental por 20 años, Guarín Villazón fue elegido como Personaje del año, en 2017, por el periódico El Espectador
Omar jamás ha lucido traje
ni corbata. En su cédula de ciudadanía, su piel está registrada como trigueña,
pero bajo la canícula, en plena faena de atarraya, destella un cuero recio y
cobrizo como el de la majagua, macerado por el trajín ante la brisa y el
inclemente sol cienaguero.
Tiene Guarín Villazón la
mirada humilde y paciente de los pescadores ancestrales que viven al diario de
su trabajo, entre el entusiasmo y la incertidumbre, los días buenos y las
jornadas nulas, las intempestivas tormentas río adentro, y los ataques de las
fieras que acechan en las tumultuosas aguas, el caimán de aguja o la babilla
negra.
Como reza el verso de La
Piragua, del compositor banqueño José Barros, Guarín Villazón, desde muchacho,
está acostumbrado a "capotear el vendaval", y a lidiar con esos
imprevistos de la naturaleza, porque dice que "eso se lleva en la
sangre, una enseña de padres y abuelos,
y del río maestro que nos adoctrina en el amor por la vida y el respeto por las
aguas. Porque el río es fuente de vida", aclara él, que brotó del mágico
territorio de la magangueleñidad, donde se cruzan tres ríos: el Magdalena, el
Cauca y el San Jorge.
Las cuarteadas callosidades
de sus manos y pies así lo atestiguan, cuando sembrado en una rústica canoa de
ceiba tolúa (la preferida de los galapateros, fabricantes de canoas como Gener
Bustamante y Wilson Arrieta), y al vaivén de las aguas de la ciénaga de
Cascajal y San Rafael de Cortinas, bambolea la cintura y extiende sus brazos
nervudos por el jaleo de los remos, para lanzar una red de aproximadamente 11
kilos de peso.
-Cómo
es eso del verbo remar?-, le pregunto al maestro Guarín.
“Remar es entender el
comportamiento de las aguas. Ellas mismas se encargan de enseñarle a uno el
arte de dirigirlas al ritmo de la corriente, y de los tiempos y las condiciones
del viento. En la canoa de pescar intervienen dos personas: el que va atrás, el
patronero, que señala el curso de la embarcación, y el de adelante, que es el
orientador, el que define las coordenadas. El mismo río le da uno la sabiduría
para enfrentar una contracorriente, un caudal embravecido o el temor de una
tormenta. Este oficio requiere de habilidad, de paciencia y de confianza en sí
mismo”.
-¿Y
cuál es el secreto de una buena faena?
“Aquí sí aplica el proverbio
que dice que al que madruga, Dios lo ayuda: en la madrugada, o a eso de las
nueve de la mañana. La seña es cuando un punto de las aguas empieza a moverse
de forma circular. Ahí es cuando uno lanza la atarraya, y lo que Dios nos
traiga. En épocas buenas, entre varios pescadores, en un procedimiento que
llamamos corraleo, con varias atarrayas,
se puede lograr una faena de entre 300 y 400 pescados de varias especies como
bocachico (el rey del Magdalena), bagre blanquillo, vizcaína, nicuro, arenque,
dorada, sábalo, bagre rayado y doncella, entre otras”.
Contaminación
y pobreza
Es un medio día de finales de febrero. El sol reverbera y permite ver en su esplendor el grueso del río perlado que avanza majestuoso. Ese río que ha inspirado a juglares y letristas de distintas estirpes. El río promisorio de los viejos vapores repletos de comerciantes, aventureros y turistas. El río con sus mitos y leyendas, el de la reina cumbia que cruzó un jovencísimo Gabriel García Márquez en su afán de probar suertes como periodista y escritor en la capital. El río que impulsó al antropólogo, biólogo y explorador canadiense Wade Davis a narrar su poderoso libro ‘Magdalena: Historias de Colombia’, que definió contundente en uno de sus párrafos:
“El río Magdalena no es solo
la principal arteria del país. Es la razón por la que Colombia existe como
nación (…) En los tiempos más oscuros, fue convertido en cementerio, una
corriente amorfa de muertos. Sin embargo, siempre regresa como un río de vida.
Durante los peores años de la violencia, el Magdalena nunca abandonó a su
gente. El Magdalena es la historia de Colombia”.
“Mire, amigo periodista, en
un tiempo, todo esto estuvo poblado de manglares", prosigue Omar Guarín
Villazón, refiriéndose a esos humedales costeros que retroalimentan los
ecosistemas y redundan en la producción pesquera, pero que han sido arrasados
por la maquinaria pesada de los terratenientes del ganado.
"Aquí, lo más grave, es
la contaminación de las aguas por residuos de metales pesados como el mercurio,
que deja la minería ilegal, lo mismo que agroquímicos de alta toxicidad, y de
aguas residuales que han convertido los ríos en cloacas, como en el caso de
Magangué, que teniendo acueducto, carece de una planta de tratamiento de aguas
residuales", reclama Guarín.
"Este flagelo viene de
muchos años, de los gobiernos que no nos han parado bolas, porque el de los
pescadores artesanales es el gremio más abandonado. Con solo decirle que
nuestra población pesquera artesanal, en el país, sobrevive entre la pobreza y
la pobreza extrema", denuncia el pescador, mientras una garza morena cruza
con un graznido bronco la limpia bóveda celeste de la ciénaga.
En 2010, por la venenosa
contaminación del Magdalena, en este punto de la costa caribe colombiana, se
vieron afectados 78 niños por serias enfermedades gastrointestinales, de la
piel y de la sangre. Uno de ellos, Remberto Guarín, de diez años, hijo de Omar,
falleció. Una tragedia imborrable que en su relato le inunda la mirada de
lágrimas.
Sin haber cursado más
estudios que la secundaria, Omar Guarín Villazón viene ejerciendo hace veinte
años como líder social y ambiental, representante del gremio pesquero en su
región, vocero oficial de la Cuenca del Magdalena y presidente de la
Confederación Mesa Nacional de Pesca Artesanal de Colombia (Comenalpac). En
2017 fue elegido Personaje del Año por el periódico El Espectador.
Sobre la tumba de su amado
retoño, Guarín hizo la promesa de luchar hasta lo indecible para lograr, desde
su liderazgo, la reivindicación de los pescadores artesanales, y brindarles el
respaldo que nunca han tenido, "porque la situación en este momento es de
vida o muerte -puntualiza-. Jamás hemos tenido un doliente en el Congreso de la
República". Y alerta: "No podemos esperar más, y llegó la hora de
actuar desde las leyes que nos otorga nuestro deber de ciudadanos: somos 70.000
pescadores que vivimos de este humilde oficio, el mismo que bendijo Jesús a sus
discípulos".
Sin
recursos
Bajo esa premisa, Omar Guarín Villazón inscribió su aspiración al Senado por el Partido Verde y la Coalición Centro Esperanza, con el número 43 en el tarjetón, para las justas electorales del 13 de marzo de 2022. Como los recursos de su campaña son mínimos, la inscripción la hizo desde Magangué para ahorrar el desplazamiento a Bogotá. Se podría afirmar que, en medio de las escandalosas trapisondas de compra y tráfico de votos, la campaña de Guarín Villazón es la más austera en la actualidad, pues a la fecha, en el registro del Consejo Nacional Electoral, solo aparece $1'800.000.
Esa cuantía salió de los
ahorros de la santandereana Adriana Cadena Cancino, directora ejecutiva y
representante legal de Comenalpac -"un ángel que se cruzó en mi
camino", en palabras de Guarín-, profesional en alta gerencia, relaciones
económicas internacionales, magister en
gobierno y doctora en ciencias políticas.
Desde 2017, la doctora
Cadena se vinculó al gremio de los pescadores artesanales, conmovida por la
precaria situación que vive este sector de la población en todo el país,
indiferente ante los ojos del gobierno, marginada por la depredación de sus
territorios a órdenes de latifundistas y mineros piratas, con catastróficas
consecuencias sociales ambientales y sanitarias.
Fue Cadena, que ante el
Congreso de la República, en 2017, intervino a favor de los pescadores
artesanales en la ley 1851, que penaliza la sobreexplotación de pesca ilegal, y
con la que también se logró la caracterización y formalización de los mismos
(registro tipo censo), con el fin de garantizarles condiciones legítimas
ambientales, socioeconómicas y de productividad.
Guarín Villazón es consciente, que de no haber sido por la intervención de la doctora Cadena en la consecución de dicha ley, no se hubiera podido lograr el reconocimiento de los 34.000 pescadores artesanales marítimos ni de los 70.000 pescadores artesanales continentales que operan en los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y Sinú.
Contra
viento y marea
Maestro de la pesca artesanal, don Omar se mueve desde niño, como pez en el agua, en el Río Grande de la Magdalena
Esto le dio a Guarín más
bríos para continuar en su misión de liderazgo y trabajar de forma mancomunada
con su gremio: propender en soluciones a los problemas emergentes que padece su
comunidad, y de urgentes medidas sanitarias que resuelvan enfermedades y plagas
de suma gravedad como el dengue, la gastroenteritis y el mal de Chagas, entre
otras que atacan con mayor incidencia a la población infantil.
"Carecemos de
inversión. -agrega Guarín-. El 95% de nuestras necesidades no han sido
solucionadas. Los administradores de turno han sido indiferentes a los
problemas de toda índole que nos aquejan. Ni hablar de la corrupción. La pesca
industrial también nos ha perjudicado mucho, al dejar un preocupante lastre en
el ecosistema".
-Don Omar, ¿y usted sí cree que salga elegido con los mínimos recursos económicos que cuenta, y a punta de atarraya?
"Tengo depositada mi fe
en Dios, en mi familia y en mi gremio. La lucha ha sido dura. Nos ha tocado
hasta sacrificar del mercado para cumplir las correrías, pero ahí vamos: en
moto, en lancha, en flota, en lo que sea, hemos recorrido más de 190
municipios. La respuesta de los pescadores ha sido positiva. Ellos me conocen
de hace más de veinte años en estas batallas, y saben, que si no aprovechamos
esta oportunidad, corremos el riesgo de desaparecer. La pesca artesanal es un
patrimonio cultural e inmaterial de la nación, y es nuestro deber salvarla, por
nuestras familias, por nuestros hijos, por mi muchachito que todos los días me
inspira y me motiva desde el cielo".
Como en el verso de Borges,
Omar Guarín Villazón “mira el río hecho de tiempo y agua, y recuerda que el
tiempo es otro río, sabe que nos perdemos como el río, y que los rostros pasan
como el agua”. Por eso, convencido, apuesta sus restos y finca su confianza en la comunidad pesquera de
Colombia, con el agregado providencial de que, con todas sus bregas y
sufrimientos, sigue creyendo en milagros.
Agenda
prioritaria
Puntos fundamentales a desarrollar en la agenda de Omar
Guarín Villazón, en caso de ser elegido.
*Plan emergente de descontaminación de ríos y ciénagas.
*Restauración de cuerpos de agua estratégicos para
incremento de la producción pesquera.
*Proyecto de ley que reconozca un seguro de desempleo a
pescadores en tiempo de veda, y que incluya seguridad social y alimentaria.
*Diálogo abierto entre gobierno nacional, corporación
legislativa y comunidades pesqueras en aras de un desarrollo integral de la
pesca artesanal.
*Emprendimiento económico y social en los territorios
para garantizar una mejor calidad de vida a los pescadores y a sus familias.
*Lograr el reconocimiento del pescador como sujeto
especial de derechos.
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