Vuelve Serrat con su manojo de canciones, en un ajuste de cuentas con el pasado y el retorno, que es su espectáculo 'Mediterráneo Da capo', en Medellín y Bogotá. Foto: Culto La Tercera |
Rescato de los preciados anaqueles de la colección
musical de don Élkin Giraldo, en sus
almacenes de calzado Cosmos, en Bogotá (que alberga más de 100.000 pastas),
gran parte de la discografía de Joan
Manuel Serrat, a propósito del mentado y anunciado concierto Serrat: Mediterráneo Da Capo, que tiene en vilo
a serratianos de ley, de ayer, de hoy
y de siempre, en Bogotá y Medellín.
Los álbumes, en perfecto estado, resultado del cuidadoso
trabajo de restauración y curaduría que don
Élkin dedica a sus acetatos, una labor de casi cuarenta años, da cuenta de
una selecta antología, que si el propio Serrat
la descubriera en este consagrado museo del vinilo, no dudaría en
llevársela completa de vuelta a España.
Fue el sello Philips,
en Colombia, a principios de la década
de los 70, uno de los que primero acogió con beneplácito la temprana obra
musical de quien en ese momento se perfilaba como uno de los promisorios talentos
de la Nueva canción, o canción
popular moderna de España, de la que Serrat
fue uno de sus máximos representantes.
Joan Manuel Serrat en sus primeras apariciones en público, cuando aún no le había pasado por la mente la escritura de 'Mediterráneo', su icónica melodía. Foto: Archivo particular |
De esas analectas que curiosos y coleccionistas del gran
legado de Serrat anhelarían ostentar
como celoso tesoro en sus discotecas, encontré joyas como Para la piel de manzana, álbum de notable cuota poética, que
incluye páginas como Conversando con la
noche y con el viento, Caminito de la obra, Malasangre, y Epitafio para Joaquín Pasos, este último, un poema del rebelde cura
nicaragüense Ernesto Cardenal.
Otro larga duración de grata recordación, Mi niñez, donde se vislumbra el acervo y
la casta del cantautor en ciernes, que recoge, como en Mediterráneo, las nueces y semillas de la verdadera patria del
hombre, la de la infancia, como la letra que le da título al disco, Mi niñez, acompañada de melodías de hondo
calado personal: Amigo mío, Cuando me
vaya, Los debutantes, Cartón y piedra, Señora, Como un gorrión y Fiesta, esa letra ya habitual en el
cierre de la mayoría de conciertos del Serrat
de otrora y del que en la actualidad atraviesa, a sus 75 bien vividos años, la
geografía de América con ese galeón de añoranzas y sorpresas al que ha bautizado Serrat: Mediterráneo Da Capo.
El disco de Serrat mas vendedor, del sello Philips, a principios de los 70, en formato vinilo, de la colección de don Elkin Giraldo, en las bodegas de sus Almacenes de Calzado Cosmos. |
Unos más, homenajes a sus poetas preferidos: Antonio Machado, que le inspiró Cantares, otra de sus piezas icónicas; Miguel Hernández, con El niño yuntero y Las nanas de la cebolla, y Mario
Benedetti, testimonio de su estrecha amistad con el poeta uruguayo en El sur también existe, índice de su enjundia
poética, verbigracia Defensa de la
alegría, Testamento de miércoles,
Una mujer desnuda y en lo oscuro, Los formales y el frío, El sur también existe, y el infaltable Hagamos un trato.
Pero también Serrat
en catalán, del sello Alhambra; Serrat en
tránsito, el Serrat de Bienaventurados; el de Tu nombre me sabe a yerba (Orión); el de
Cada loco con su tema (Ariola), el de
Material sensible (con Paco de Lucía), y por supuesto, el de Mediterráneo (1971), el más vendido de
su discografía en Colombia, que además del título que lo identifica, viene en la
misma nave con Aquellas pequeñas cosas,
La mujer que yo quiero, Pueblo blanco,
Tío Alberto, Qué va a ser de ti, Lucía, Vagabundear, Barquito de papel y Vencidos, este último, un certero aporte
del poeta Luis Felipe.
Homenaje a sus poetas preferidos, como su amigo de muchos años, el uruguayo Mario Benedetti, plasmado en el álbum 'El sur también éxiste'. Colección de don Élkin Giraldo |
El mismo Mediterráneo
que le ha tomado el pulso, desde la sensibilidad, la memoria y el cariño a un Serrat de varias generaciones, ahora
que vuelve a imponerse la pasta sonora y se desempolvan radiolas y tornamesas, formato
a la antigua que el mismo cantautor ibérico se picó de ganas en noviembre de 2018
al lanzar una selección en CD y acetatos de su producción en castellano, que
incluye la mayoría de álbumes antes mencionados, y En directo, de 1984, uno de los preferidos de quien escribe estas
líneas, y que conserva intacto.
Mediterráneo
es
Serrat, y él al timonel en este
peregrinaje por medio siglo de traspasar fronteras, de jugar de local y
visitante en los pueblos de Latinoamérica, de México, Chile, Argentina, y
Colombia en particular, donde ha cosechado un manojo de estupendos amigos, de
una larga lista que comienza con Gabriel
García Márquez (a quien visitaba con frecuencia en su casa de la Calle las
Lomas de la Colonia San Ángel de Ciudad de México), Daniel Samper Pizano, con quien se inició en esas parrandas de
nunca acabar que encierra el vallenato, y en consecuencia, Gonzalo Arturo El Cocha Molina, quien lo acompañó con el acordeón
en el pegajoso y recordado Amor amor que
grabó en Valledupar para su álbum Tarrés.
Promo de la gira Mediterráneo Da Capo, de Joan Manuel Serrat, por Europa y América. Foto: La Tercera |
No se sabe a ciencia cierta cuántas versiones, en todos
estos años, se han hecho de Mediterráneo,
pero bien es sabido que hay cantidad en fusiones y géneros, por tanguillos y
seguidillas en las alegorías flamencas de Andalucía; la versión sinfónica a dos
voces con su comadre Ana Belén; por
coplas y palmas con Niña Pastori y Lolita; en tiempo de jazz por Iñaki Salvador y la voz flamenca de Ainara Ortega; cañeras hasta los
tacones como la de Estopa; en ritmo
de salsa como la de Santiago Feliú; de
su estilo original en la voz de Ismael
Serrano; y quizás la mejor versión instrumental con el piano del gran Frank Fernández, con esa introducción
de rumores de mar que aproxima al oidor de buen gusto a zambullirse en el
esplendor y la magia de esa mujer perfumadita
de brea que se añora y que se quiere, que se conoce y se teme… soberana sirena
de las profundidades de Mediterráneo.
Es Mediterráneo
la piedra de toque del álbum más íntimo de Serrat,
su descarnada biografía, el motivo de sus cuitas, aventuras y añoranzas, con
claras influencias de la Nueva canción
que dio sus primeras luces en Francia y España, con la genialidad de Georges Brassens y Jacques Brel, y que derivó en Italia en finos exponentes de la
talla de Doménico Modugno, para
luego cruzar el Atlántico y tomarse Latinoamérica.
El disco se grabó en un tiempo récord: menos de una
semana, en los estudios Fonit-Cetra,
de Milán, y fue publicado en los albores de 1971. Recordar la sencilla pero
diciente carátula de Enric Satué,
donde aparece el retrato tomado por Isabel
Steva a un joven Serrat, filtrado
sobre un mar perlado, y al fondo esa barca escriturada por el autor para
emprender el viaje final, la despedida
sin duelo, entre la playa y el cielo.
Serrat a todas luces, testimonio de una carrera pletórica de enormes satisfacciones artísticas y personales. Y el Nano, ahí, tan campante. Foto: Diario de Cataluña |
Al principio, Mediterráneo
no tuvo el respaldo unánime de la prensa, tras la renuncia del cantautor de
representar a España en Eurovisión, gesto que lo ubicó inmediatamente en la
lista de los no deseados por la dictadura franquista. Esto añadido a la
protesta de Burgos en 1970, que incrementó el desdén y la antipatía del
gobierno totalitario, tanto por él como por su música, que consideraban rebelde
y peligrosa para el establecimiento.
No obstante, por mal visto y señalado, Mediterráneo se situó en el top de los
más vendidos, por varias semanas en el primer lugar, y en los diez primeros
puestos del año de su lanzamiento, en 1971. Fue la gira por Latinoamérica la
que abrió las puertas de su popularidad, y la que abonó en conciertos que agotaban
localidades y clamorosas peticiones del público que no lograba llegar a las
taquillas.
Así fue quedando Mediterráneo
en el inconsciente colectivo de una generación que terminó apersonándose de
su la letra como si se tratara de un mantra: Nací en el Mediterráneo… Nací en el Mediterráneo, y hoy, después de
medio siglo, cuando las plataformas digitales no dan abasto, ese legado se
mantiene, y Serrat, viento en popa,
vuelve a cruzar el Atlántico para retornar al principio.
Don Antonio Machado, poeta de cabecera de Serrat, y fuente de inspiración de bellas melodías, como 'Cantares'. Colección de don Élkin Giraldo |
Eso es Serrat: Mediterráneo Da Capo, una gira que el Nano,
capitán de otoño, inició por España y Francia, continuó por Latinoamérica, y
esta semana ancla en Colombia, en el Teatro
de la Universidad de Medellín (21 y
22 de marzo), y en el Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá (24 y el 25 de marzo) para
gusto y satisfacción de los serratianos
de distintas de épocas.
Ya lo había sentenciado el sabio Aristóteles: “Existen
tres clases de personas: los muertos, los vivos y los que van por la mar”. Pues
Serrat, bien lo ha demostrado, es de
la última estirpe.
En estas ciudades colombianas, donde Serrat ha capitalizado públicos numerosos, se volverá a oír el rumor
de su melancolía, y de su chistera aflorarán como palomas al viento melodías al
unísono como Lucía, Cantares, Para la
libertad, Penélope, Aquellas peñas cosas, La mujer que yo quiero, De vez en
cuando la vida, Menos tu vientre, Tu nombre me sabe a yerba, Mediterráneo,
por supuesto, y otras de su repertorio, sin descontar las sorpresas, las bromas
y el cachondeo del cantautor catalán, tan propio de su genialidad arrolladora.
Y, con Serrat en tablas, dos horas largas, y los minutos
que el respetable alargue, su eterno productor, arreglista y director, el
maestro al piano Ricardo Miralles; David Palau, en la guitarra; Vicente Climent, en la batería, Tomás Merlo, en el bajo; José Mas Kitflus, en los teclados, y la
espectacular y cautivadora Uxía Amargós,
en la viola.
Un cuadre de caja con un pasado aferrado al presente,
como las fuertes y firmes raíces de ese árbol cautivo que, en nombre de la
libertad, Serrat ofrece a los
cirujanos.
Buen viento y buena mar.
Consulte boletería Serrat; Mediterráneo Da Capo: bit.ly/2JrrJJZ
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