Un
poeta ante el espejo
(Al maestro Fabio Polanco)
Mirose el poeta ante el espejo
Cualquier día, como todos los días…
Pero esta vez en su glacial de otoño
Otra imagen el cristal le devolvió.
Franca la mirada, nívea la barbilla
Un halo eterno de melancolía
Los ojos húmedos y la frente altiva
El bardo ante el espejo su pasado revivió:
Un sol remoto iluminó sus sienes
Como el trigo dorado de su infancia
El pan horneado, rumores de la estancia
Antaño los rezos de la bondadosa madre.
“¿He de partir ahora?, ¡¿me llamas madre mía?!
¿He cumplido mi ciclo en la terrena vida?”
Pero una dulce voz desde el fondo del espejo
Con un “No” rotundo sus planes eludió:
“¡Calla, por Dios!, la vida te reclama
No has cerrado tu ciclo todavía
La gente que te ama ora por ti todos los días
Déjale al Señor que señale tu partida”.
Viose el poeta bañado de una luz divina
Como en el ayer de sus mejores días
Su cabeza en el regazo de la santa madre
Bajo el crepúsculo imposible de la tarde
Espejo voraz que en el tiempo te ensañas
Luna de la memoria más allá del bien y del mal
Justiciero implacable que no miente ni engaña
Cómplice en el ayer, verdugo en el final.
Poeta ante el espejo, pasaporte de añoranzas
Testigo mudo de todas las semblanzas
Notario cruel de efímeras pasiones
De amores inconclusos, de olvidos prematuros.
Poeta ante el espejo, solo una verdad de a puño:
La palabra, tu legado, honroso testamento
Que trasciende a la furia de la mar y del viento
Del clamoroso verbo, apiádate Señor.
(Ricardo Rondón Ch, septiembre 28 de 2018)
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