Dibi Lorena Guzmán revela en su novela a una heroína que representa el coraje y la reivindicación del mestizaje ante la debacle colonizadora. Foto: La Pluma & La Herida |
-¡Mamá,
con cuidado, pisaste a papá!
Doña Deisy
Calderón quedó estupefacta:
-¿Ahora
que hice yo? -se preguntó la señora - cuando abrió la
puerta de la alcoba y vio a sus pequeñas hijas sentadas en la alfombra, con
rostros de interrogación.
Dibi
Lorena incorporó el pote de talcos que la señora había derrumbado
a su ingreso, y reanudó su juego. El pote de talcos -y no por su robustez- era
papá, y otros elementos esparcidos en la alfombra como un cepillo de cabello,
un frasco de champú, un reloj despertador y una muñeca de trapo, eran los
protagonistas de una historia que Dibi
y su hermanita Shaden estaban tejiendo.
Una lúdica narrativa, desde luego, como el laboratorio de
los escritores adultos que se valen de fichas, piezas claves, citas, apuntes,
libros de consulta, para armar el rompecabezas de una obra literaria.
Doña Deisy, la
mamá, pidió disculpas, no se interesó en averiguar de qué se trataba el divertimento,
hasta diez años después que vino a caer en cuenta, cuando Dibi Lorena, ya quinceañera, la citó a su cuarto para mostrarle el
manuscrito de una novela que sobrepasa las 400
páginas.
-Mami, quiero que leas esto. Se trata de mi primera
novela, está dedicada a ti y a mi padre, y lleva por título En el Nuevo Mundo también existieron princesas.
El asombro cundió en el entorno familiar, y las preguntas
no dieron tregua: “¡¿Una novela?!”. “¿Y a qué horas la escribiste?”. “¿Quién te
enseñó a escribir así de bonito?”. “¿Por qué no nos contaste que estabas en
esto…?”.
De eso se trataba, de guardar silencio, cuando el ejercicio
del escritor es por naturaleza solitario, reservado, introspectivo: es la
soledad del autor con su mundo y sus personajes, en un andamiaje paciente, imperturbable.
Doña Deisy Calderón
dice que una vez empezó a leer las primeras líneas del libro, no pudo soltarlo
sino hasta el punto final:
“Me pareció una aventura fascinante -señala-, muy bien
construida y narrada, como si se tratara de una escritora mayor”.
El mismo criterio repercutió en su esposo, familiares y
amigos.
La joven autora bogotana orgullosa con su logro narrativo en el stand de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Foto: Abel Enrique Cárdenas Ortegón |
Dibi Lorena, la autora bogotana, es fruto de un matrimonio de docentes, y la
proeza de su hija no fue remitida a un perfil específico de precocidad o de
niña superdotada, no obstante su alto rendimiento académico, su curiosidad
innata, y su vocación por la lectura, hábito que asumió desde los seis años,
cuando aprendió a leer, agregado a una madurez y un criterio admirables a tan
escasa edad.
Para el científico colombiano Rodolfo Llinás, ampliamente conocido como una autoridad en la investigación y experimentación del cerebro, el
caso de Dibi Lorena Guzmán Calderón
no es excepcional, dadas las circunstancias que la han rodeado: unos padres que
han cultivado en los surcos del saber y del conocimiento, que a su vez es el
gran nutriente de ese universo que representa almacenar información, procesarla
y llevarla a la práctica, sobre todo en lo que corresponde al arte, la música,
los libros.
Algo similar a quien se ejercita todos los días en la
disciplina física o deportiva, con el esfuerzo y la potencialidad que el cuerpo
implica. Lo mismo pasa con el cerebro, que es el músculo del análisis, del
pensamiento, de la racionalidad: entre más se tenga activo y receptivo, de esa
misma forma se multiplicarán sus estímulos: percepción, retentiva, intuición,
velocidad y memoria. Como si se tratara
de una caja de cambios, afirma el científico.
El gran logro de Dibi
Lorena con su novela, una historia de 428
páginas, cuyo proceso de elaboración lo inició a los quince años y lo finiquitó
cuando alumbraba a los dieciséis, es una prueba de las innumerables tesis del
connotado neurocientífico, cuando habla de contexto, autocrítica, sentido
analítico y musicalidad: el privilegio de ostentar ese universo multifuncional
que es el cerebro.
La autora acompañada de su señora madre, la pedagoga Ana Deisy Calderón. Foto: La Pluma & La Herida |
-¿Pero
cuál fue el motor que encendió las turbinas para emprender esta aventura
narrativa?
Sentada junto a su señora madre en los cojines de la
sección infantil y juvenil de la Librería
del Fondo de Cultura Económica, en Bogotá, la creadora responde:
“Desde pequeñita me dejé envolver por las historias.
Incluso, antes de aprender a leer, me conmovía con las películas que veía en
cine. Recuerdo que lloré desconsolada cuando muere el Rey León, y siempre que repetía la cinta, porque la vi varias
veces, lloraba con la misma intensidad. Soy muy sensible al frente de la
pantalla, o cuando leo. Los dramas, las tragedias, los conflictos, el dolor y
la impotencia de la sociedad en que vivimos, me tocan sobremanera”.
-¿Qué
libros te marcaron y te dieron luces para lanzarte a escribir tu novela?
“Al poco tiempo de aprender a leer, me cautivó La estrella de sangre, de Nicolás Guild, una novela histórica que
narra el drama de un rey asirio que es despojado del trono por su hermanastro,
y que lo obliga al exilio. Ese libro me marcó mucho, tanto por la historia, como por la
forma en que está narrado: difícil de soltar una vez comienzas. Otro libro, Volar sobre el pantano, de Carlos Cuauhtémoc, una de esas tragedias que te cambian la vida,
te ofrecen otra visión del mundo, y te incitan a reflexionar por largo tiempo. Y
el que terminó por sumergirme en este apasionante océano, Los miserables, de Víctor
Hugo…”.
-¡Víctor
Hugo y su obra maestra! Cómo te fue con semejante novela, de enorme complejidad para una niña…
“Me deslumbró de principio a fin. La historia de un
hombre que es condenado por robarse un pan, fue el encendido del motor del que
tú hablas, para sentarme frente al computador y apropiarme de un oficio que
admiro y respeto mucho, el de escribir. Pero después vino la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling, y dije: yo quiero ser algún día como esta señora,
quiero sacarle el mejor provecho a mi imaginación, al mundo de la fantasía que
recreaba desde niña. Y me lancé”.
-¿Cómo
nace En el Nuevo Mundo también existieron princesas,
tu novela?
“A los quince años yo no sabía nada de feminismo, y me
centré en la figura emblemática que narra mi historia, el de una guaricha, protagonista
de mi aventura. Y digo guaricha,
porque aunque el término se ha vulgarizado, proviene del mestizaje prehispánico
que alude a una indígena joven destinada para ser princesa. Mi heroína se llama
Jannika, nombre que tomé de una
nativa de San Andrés, durante un paseo familiar. Una muchacha de una belleza
exótica, dueña de una sonrisa hermosísima”.
En el lugar que le corresponde a una autora que se inicia en el universo literario, y con un despejado horizonte para alcanzar todas las estrellas posibles. Foto: La Pluma & La Herida |
-¿Y
qué representa Jannika en tu novela?
“Es la reivindicación de la fuerza, el honor y la
dignidad que el continente amerindio perdió con la colonización. Jannika es la mujer que no se deja
vencer, que se proclama redentora de la esclavitud a la que fueron sometidos
nuestros antepasados, pero no sólo de esa esclavitud de cadenas y
humillaciones, sino de todas esas esclavitudes sistemáticas que asumimos en el
transcurso de nuestras vidas, y de las que difícilmente nos podemos librar”.
El libro está escrito a manera de diario epistolar, con
una voz narradora que es la de su protagonista. Me permito transcribir los
primeros párrafos, para que los lectores y lectoras de todas las edades
observen el estilo de una escritora que se inició en estas complejas lides
cuando apenas contaba con quince años:
Querido
Isaac… Aquí va mi historia. Desde el inicio, desde que todo tiene sentido en mi
memoria. Esta es la historia de mi vida, es mi vida en la historia.
Mi
nombre es Jannika, vivía en una tribu, mi padre era de nombre Joshua y mi madre
de nombre Kelisha. Viví en una época llena de disturbios, donde aquel que
tuviera diferencias era tachado de fenómeno, brujo, maldito. En esa época,
España se encontraba en serios problemas económicos, sociales, políticos. Las
guerras eran constantes, por lo que los moros, quienes invadían sus tierras,
aprovechaban cada oportunidad presente.
Un hombre
llamado Cristóbal Colón había resuelto cambiar la economía de su tierra. Por
esta razón decidió ir a las Indias. Invadido por su ambición y pasión por las
aguas, se presentó ante los reyes, que dudosos aceptaron su petición. Y partió.
Después de varios meses de viaje, por fin un hombre gritó ¡Tierra! (…)
-¿Fue
tu pretensión escribir una novela histórica?
“Utilicé parte de esa historia que todos conocemos, y en
la que nos iniciamos en el bachillerato, como plataforma, mejor, como
sedimento. Y aprovechando ese magnífico territorio y su cronología, fui
construyendo mi propia historia. Una historia de amor y de vida, de lucha y de
esperanza”.
-El
andamiaje, la estructura narrativa, el tono, el ritmo, los espacios, son de una
sólida madurez. ¿Cómo lo lograste?
“Por los libros. Qué mejor modelo para armar que los
libros que has leído. Cada uno con su vida propia, con una estructura y estilo
diferentes, y con la magia que nos ofrece la imaginación, y la pasión que nos
incita a escribir, a navegar en mares misteriosos y desconocidos, y a crear
nuestros propios universos, que es lo rico y asombroso de la literatura”.
La Librería del Fondo de Cultura Económica, escenario ideal para la realización de esta entrevista. Foto: La Pluma & La Herida |
No obstante esa disposición y riqueza narrativa, Dibi Lorena, hoy a sus veinte provechosos
años, cursa estudios de Administración de Empresas, carrera que ella optó para
aportar sus conocimientos a futuro próximo en la empresa educativa de sus
padres: Dos hemisferios piensan mejor
que uno, alternativa de formación, comprensión, análisis, concentración y
agilidad mental para estudiantes con déficit académico, o lo contrario, con
altos niveles de superación, en aras de canalizar y potenciar sus habilidades.
A mitad de su carrera administrativa, Dibi Lorena, una vez se gradúe, quiere
estudiar Filosofía y Letras:
“El arte y la filosofía nos ofrecen las respuestas que la
ciencia nos niega, aunque respeto y admiro los científicos”.
-¿Cuántos
libros te has leído a la fecha?
“Un promedio de 250”.
-¿Sigues
escribiendo?
“Por supuesto. Eso ya es un hábito, una condición orgánica,
o como le he oído a algunos escritores, un
virus del que uno no puede liberarse”.
-¿Y
en qué estás trabajando?
“Me seducen la poesía y el relato, el cuento. La poesía,
que es un trabajo respetable, único, preciso. Como dice Borges: No hay poesía si no
hay excelencia. Eso es definitivo. Por eso requiere de mucha atención y
trabajo, de esfuerzo y paciencia. Y, el relato, porque tiene su propio
mecanismo de relojería, y contrario a la novela, que permite extenderse y
fantasear, el del cuento es un tejido de filigrana, a prueba de cincel y fuego,
como una preciada pieza de joyería”.
Desde temprana edad Dibi Lorena se familiarizó con los libros y con el provechoso hábito de la lectura. Foto: La Pluma & La Herida |
-¿Qué
piensa una joven como tú del proceso histórico que está viviendo Colombia?
“Es delicado, por la agresividad, la ligereza y la
superficialidad con que se está asumiendo el proceso de paz, y el futuro político
del país. Pienso que hay un atraso vergonzoso en educación política. Ver un debate, es como asomarse a un reality, a una competencia insana,
provocadora y desafiante de los candidatos. En este sentido desconfío de los
medios, sobre todo cuando se prestan para esta farandulización de los temas de la política y de la gobernabilidad;
se advierten intereses personales, se percibe una notoria hipocresía”.
Sin dar nombres propios, ¿cómo sería tu ideal de presidente para Colombia?
“Quiero como presidente una persona que se comprometa a
fondo con el país, que le preste atención a los derechos y necesidades de la
juventud, que resuelva los problemas sin pontificarlos tanto; un mandatario más
de hechos que de palabras, valiente, seguro y generoso al mismo tiempo, que le
garantice a su administración pulcritud, respeto y admiración por sus
ciudadanos. Estamos agobiados de tanta mentira y corrupción. ¡Ya no más!”.
Pues
hay una líder in
crescendo con todo lo que estás
diciendo…
“Sabes que no descarto algún día esa posibilidad…”.
*La novela de Dibi Lorena Guzmán Calderón En el Nuevo Mundo también existieron princesas, fue auspiciada para su impresión por sus padres, y su lanzamiento en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2018 se llevará a cabo en el Gran Salón de Ecopetrol, Sala A, el jueves 26 de abril, a las 2:00 p.m.
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