El prolífico y polifacético escritor, melómano y cineasta español Ray Loriga, ganador de la 20° edición del Premio Alfaguara de Novela, por su obra 'Rendición'. Foto: Alfaguara |
Ricardo Rondón Ch.
Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos
animen a pensar que algo puede mejorar…
Podría pasar por escéptico
cuando dice que la búsqueda de la
felicidad es un engaño, que la euforia es una pirueta efímera de la juventud que
celebra al límite el éxito, el sexo y las drogas; que el amor es la más
hermosa de las contradicciones, que el señuelo del triunfo, del dinero, del
estatus, del ciudadano ilustre, sin
juicios ni valoraciones, termina por precipitar al hombre de hoy a un
irremediable desconsuelo. Y que lo único sagrado que existe es la libertad.
Su obra narrativa ha sido motivo
de sesudos análisis, como el laureado trabajo de Máster en Estudios Filológicos
Superiores: Aproximación a la narrativa
de Ray Loriga, de Beatriz de Diego
Arranz, de la Universidad de
Valladolid (España), presentado en 2012. Lo han rotulado como un escritor maldito, aunque él prefiere
adjudicarse el de maldito escritor.
Tiene algo la generación beat de Jack Kerouac, Allen
Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Charles Bukowski, del mismo Andrés Caicedo (en Lo peor de todo, su primera novela), aunque él con humor agrega que
no fue su intención dejar un bonito cadáver a los 25 años. Su pasión
melómana por David Bowie se remite a
la esquizofrenia que fue mermando la vida de su brillante hermano, quien vecino
a su cuatro, trataba de desviar su locura con el placebo de su música.
'Lo peor de todo', su primera novela, marcó un registro trascendental en la llamada Generación X. Foto: ABC |
Ray Loriga (nombre artístico de Jorge
Loriga Torrenova (Madrid, España, 1967) guionista, director de cine,
escritor de cuentos, relatos y novelas traducidas a varios idiomas (más de
veinte libros publicados en distintos géneros), colaborador de Carlos Saura y Pedro Almodóvar, investigador y comentarista musical, ex futbolista
empedernido, hincha del Real Madrid,
para algunos excéntrico y provocador, se alzó la semana anterior con el Premio Alfaguara de Novela en su 20°
edición.
Rendición (presentada al concurso como Victoria, con el seudónimo de Sebastián
Verón, alusivo al ex futbolista argentino La Bruja Verón) fue la
obra ganadora por la que el autor de 50 años recibió una atractiva suma de 174.000 dólares, agregado a la
escultura, ya emblemática, de este premio, del artista canario Martín Chirino.
Coincide en la activa vida
narrativa de Loriga, que hace
justamente 25 años publicó su primer libro, Lo
peor de todo, mechita de un polvorín narrativo que ha crepitado por igual
en la literatura y en el cine, con títulos editoriales de amplia repercusión
como Héroes, Caídos del cielo, Trífero
(o el hombre que inventó Manhattan),Tokio ya no nos quiere, El bebedor de
lágrimas, Sombrero y Mississippi, Zaza, emperador de Ibiza (publicada por Alfaguara en 2014), y logros
cinematográficos como el guion de Carne
trémula, para Almodóvar; La pistola de mi hermano (su primer
rodaje), Todos los aviones del mundo,
Teresa, el cuerpo de Cristo, Ausentes,
y La mujer del anarquista.
'Rendición' sobresalió entre 665 manuscritos de diferentes países de habla hispana que llegaron a la convocatoria. Foto: Alfaguara |
Para Loriga, Rendición, su
obra laureada, es una vuelta de página de todo lo anterior. Una búsqueda
introspectiva que parte de una premisa que él se planteó cualquier día, y que
fue el detonante de su novela: Cuando
camino por la calle y veo a alguien, ese también podría ser yo.
Una suerte de cambio de
piel del español después de todo lo visto, recorrido y escrito, para hacer un
alto en el camino, mirarse al fondo de sí mismo, inventariar lo bueno y lo
malo, lo que ha quedado por hacer, retomar sus lecturas iniciáticas de Charles Bukowski, Raymond Carver, Elías
Caneti, George Orwell, Ezra Pound, Franz Kafka, Giacomo Leopardi y Jack Kerouac, y cómo no, desempolvar
los discos de su mujer en ese entonces, la cantante Christina Rosenvigne, recordada intérprete de Christina y Los Subterráneos.
Quizás un repentino ataque
de melancolía en la llamada edad del
corazón, como el que también le pudo haber sobrevenido a Martin Scorsese cuando se le reveló el zen zen interior que le dio las luces
para Silencio, su película más
personal, un reencuentro con el yo espiritual de la edad temprana.
Loriga y su incursión en el cine con grandes de la cinematografía española como Carlos Saura y Pedro Almodóvar. Foto: Archivo partcilar |
El resultado, cautivar al
jurado del Premio Alfaguara 2017,
comenzando por quien lo presidió: la venerable dama de las letras mexicanas,
doña Elena Poniatowska, quien se refirió al respecto de la novela de Loriga:
Sin caer en moralismos, a través de una voz humilde y reflexiva
con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre
el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos.
Un acto de redención, en palabras Poniatowska, con guiños orwellianos y
kafkianos, que sorprende en cada página
hasta conducirnos a un final impactante que resuena en el lector tiempo después
de cerrar el libro.
Loriga, a su manera, la resume como
un descarar la realidad, descascararnos
cuando las circunstancias ya no son las mismas; cuando nos hemos despojado, y
nos han despojado; cuando los seres y las cosas a las que nos habituamos han
desaparecido, o ya no son las mismas, o ya no queremos que sean las mismas.
La vuelta de página del autor es de 180
grados. Y su reflexión, desde el fondo, nos concierne a todos cuando han
quedado a mitad de camino los proyectos, las conquistas, el amor; cuando solo
queda el equipaje al final del viaje, y ya es demasiado tarde para una cuenta
regresiva.
Tal y como despega la
trama de su premiada novela:
Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos
animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la
mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso
ya casi no nos queda (...).
Un Loriga con aires de rockstar, y la actriz Paz Vega, durante el rodaje de 'Teresa', el cuerpo de Cristo', una de sus películas más polémicas y provocadoras. Foto: Archivo particular |
Rendición sobresalió entre 665 manuscritos, de los cuales 305
fueron remitidos de España, 107 de Argentina, 91 de México, 50 de Colombia, 48 de Estados Unidos, 23 de Chile, 21 de Perú y 20 de Uruguay.
El jurado, en esta
edición conmemorativa de sus 20 años,
estuvo presidido por Elena Poniatowska,
e integrado por Eva Cosculluela, Juan
Cruz, Marcos Giralt Torrente, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo, Samanta
Schweblin y Pilar Reyes (editora
de Alfaguara España, con voz pero sin voto).
De la
cantidad de entrevistas que a lo largo de su trayectoria ha concedido Ray Loriga a diferentes publicaciones europeas
y latinoamericanas, reproducimos para esta celebración, tanto las mejores como
las más insulsas y descabelladas preguntas que el autor respondió en los últimos
años durante conversaciones digitales con sus seguidores, programadas por los diarios El País y El Mundo de España.
En cuanto al proceso creativo, ¿qué
diferencias (si existen) hay entre su forma de concebir un guion y una novela?
“El
proceso es como el del minero: bajar todos los días a la mina y no encontrar
oro casi nunca. Pero que la esperanza de encontrarlo te devuelva otro día más a
la mina. La diferencia entre un guion y una novela es que en una novela las
palabras son el final y en un guion son el principio”.
Simplemente irrepetible, entre el lirismo y
la anécdota, genial: "Lo peor de todo no es la sensación de tiempo
perdido, ni el tiempo que nos queda por detrás y por delante, lo peor de todo
son esas cruces hechas con pinzas para tender la ropa" ¿Cómo se te ocurrió?
“Porque
he hecho esas cruces con pinzas. Cualquiera que haya construido un Cristo con
pinzas de tender la ropa conoce el horror de esa experiencia”.
¿Cómo consigue pagar el alquiler y comer
viviendo de las palabras? ¿Es posible vivir de la palabra? ¿Cuál es la sombra
de la palabra?
“Sí, es
posible, con mucha suerte. La clave es escribir la mitad y cobrar el doble”.
En muchas de sus obras habla de mujeres.
Para que una mujer le inspire, ¿tiene que ser una artista, o simplemente una
mujer bella con la que puede cruzarse por la calle?
“Para
que me enamore de una mujer reconozco que tiene que ser bonita. También es
verdad que bonita es una palabra muy grande, y que alcanza a muchísimas mujeres”.
¿Para cuándo menos vidas literarias y más
literatura en las vidas?
“Buena
pregunta. Para los que escribimos, esa barrera no existe”.
¿Qué piensa de poetas tipo Cummings,
Ferlinghetti o Leopoldo Panero?
“Son
tres buenos poetas. Probablemente, Cummings fue uno de los primeros que me
incitó a escribir literatura, tiene una importancia capital para mí, sus poemas
fueron uno de los primeros estímulos violentamente literarios que tuve en mi
vida”.
¿Qué diferencia advierte en avanzar una
novela en Nueva York o en Madrid para que la publiquen? ¿Ayuda en algo tener
una trayectoria anterior a la hora de moverse en la jungla americana?
“Sí,
sin duda. Estados Unidos es, probablemente, el país que menos traduce, es muy
complicado ser publicado allí. Evidentemente, tener un peso en Europa hace que
eso sea posible, no sólo en España, sino en Francia, Inglaterra, Alemania e
Italia, son los esenciales para que recibas un mínimo de interés por parte del
mercado americano”.
¿Por
qué decidió vivir en Nueva York?
“Vivo en Nueva York por motivos personales, por el
trabajo de mi mujer, y porque es una ciudad que me encanta”.
¿Qué
es lo que hace a uno considerarse escritor? En mi opinión solo con escribir ya
se es, pero cuál es el umbral reconocible, ¿la publicación?
“A veces ni siquiera eso”.
¿Por
qué casi todo lo que escribe es introspectivo?
“Me interesan los escritores que escriben hacia adentro.
Uno sabe un poco de sí mismo y casi nada del mundo”.
Estoy escribiendo mi primer libro con
muchas ganas e ilusión, y una gran fuente de inspiración es usted. ¿Me daría
algún consejo? Muchas gracias.
“Trabaja.
Sueña. Descansa”.
Quiero
ser escritor. ¿Cómo empezar sin morir en el intento?
“A escribir se empieza leyendo. Después de eso, que Dios
reparta suerte”.
Oigo
repetir necia e insaciablemente que "lo importante es el futuro",
pero... ¿no está ya determinado por nuestro pasado?
“Hay un viejo dicho, creo que vietnamita o árabe, o ambas
cosas: Quien pone un pie en el pasado y
un pie en el futuro, se mea en el presente”.
¿Le
hace daño una crítica negativa?
“Un poco más que una positiva”.
¿Qué
temas ve comunes en todas sus obras?
“La disidencia. La culpa. La duda”.
¿Todavía
cree que dios es una niña asustada?
“Ahora yo soy una niña asustada”.
¿Qué
busca Ray Loriga después de encontrar su verdadero yo detrás de los fajos de
billetes que genera la industria del libro?
“Más billetes”.
¿Por
qué da la impresión de ser un escritor de diseño, obsesionado con su imagen y
escaso de verdadera consistencia literaria?
“No soy culpable de las impresiones absurdas de los demás”.
¿Qué
autores españoles de todos los tiempos estima más?
“Cervantes, San Juan de la Cruz, Lorca, Unamuno, Baroja y
otros cien más”.
¿Qué
opina de la erosión de memoria como método para ahogar las penas? ¿El alcohol
ya no es lo que era?
“Cuanto peor es el alcohol, más erosiona la memoria”.
A la hora de escribir, ¿qué método utiliza?
“Suelo leer y pasear la mitad del día, si puedo, y luego
me siento a escribir”.
¿Cree
que vivir en un país de habla inglesa puede influir de algún modo en el uso del
idioma? Sus primeros escritos sonaban como una mala traducción de una canción
de Bob Dylan. ¿Puede ir a más?
“No creo que mis primeros escritos sonaran a una mala
traducción de nada. No se crea usted todas las tonterías que lee”.
¿Cómo
se definiría en una sola frase?
“Si pudiera definirme en una sola frase no escribiría
libros”.
¿Un
buen lugar para vivir eternamente?
“Vivir eternamente sería suficiente…”.
¿El
tono narrativo que utiliza viene de cierta inocencia que a pesar de todo busca
o conserva, o de la pura perplejidad?
“Creo que no se puede escribir sin estar perplejo. La
duda es el verdadero motor de la inteligencia”.
Cambia
de estilo, pero tiene una voz narrativa inconfundible. ¿No cree que, al final,
lo más importante son las historias?
“Lo más importante es la escritura, todo el mundo tiene
historias, y no todo el mundo es capaz de escribirlas”.
¿Un
buen lugar para suicidarse?
“No recomiendo el suicidio”.
Se
compara con un zapatero y, desde luego, es un artesano de la sentencia. ¿Las
acumula en un cuaderno, como Scott Fitzgerald, y luego les busca el espacio?
“No me importaría coincidir con Scott Fitzgerald aunque
sólo fuera en eso”.
¿Conoce
alguna forma de escapar de la droga de la literatura, me refiero a la pesadilla
de tener la necesidad de escribir, pero no saber hacerlo?
“Desde luego, es una situación dramática, pero no se
apure, hay mucha gente que no sabe escribir y les va de maravilla”.
¿Qué
es lo peor de todo?
“Que me pregunten siempre lo mismo”.
¿Hay
algo más aterrador que una página en blanco?
“Sí, una página mal llenada de letras”.
¿Por
qué cultiva la imagen de perdonavidas que mira por encima del hombro a los
demás? ¿Algún trauma infantil?
“No cultivo ninguna imagen. Y si quieres saber cómo miro,
lee mis libros”.
¿El
escritor nace o se hace?
“Ambas cosas. No se puede escribir sin un don, pero un
don no es suficiente”.
Me
encantaría saber cómo se documenta a la hora de escribir algo. ¿Cómo se puede
saber, por ejemplo, tantos detalles de tantos sitios distintos sin haber estado
allí, sin inventarse nada y sin volverse loco?
“En general, hablo de sitios en los que he estado”.
¿Se
considera un escritor de moda, o ya ha pasado esa época?
“Llevo diez años publicando, ninguna moda dura tanto”.
Describa
un día normal en su vida.
“Leer. Pasear. Cuidar de mi hijo. Ir al cine”.
¿Cómo
se combate la decepción de comprobar que las historias contadas nada tienen que
ver con las historias que suceden en la realidad?
“Escribiendo nuevas historias”.
¿Qué
le gustaría lograr en la vida que no haya conseguido aun?
“Me gustaría conservar lo que tengo”.
¿Por
qué no escribe poesía?
“Porque le tengo demasiado respeto”.
¿Cuál
es el secreto, si lo hay, de la literatura de Charles Bukowski?
“Que a pesar de su aparente simpleza, está muy bien
escrito”.
Algunos
cuentos de Capote, sobre todo los que pone en boca de un niño, creo que tienen
que ver con su manera de narrar ¿Qué piensa?
“Me gusta mucho Capote, no sería extraño. Gracias en
cualquier caso”.
¿Los
tatuajes los lleva por convicción o por ligar?
“La mayoría de mis tatuajes me los hice cuando ya había
ligado”.
Después
de su experiencia en el cine, ¿cree que el guion cinematográfico puede llegar a
sintetizar cine y literatura?
“La literatura y el cine son disciplinas muy diferentes”.
¿Qué
películas españolas le gustan?
“Creo que El
verdugo, de Berlanga es una de las mejores películas de la historia del
cine. Dentro y fuera de nuestras fronteras”.
¿Disfruta
escandalizando?
“No creo haber escandalizado nunca a nadie”.
¿Qué
opina del refrán ‘quien mucho abarca poco aprieta’?
“¿Qué quiere usted que opine de esto? La próxima vez haga
una pregunta inteligente”.
¿Cree
que, al igual que en la televisión, existe una literatura basura?
“Por supuesto. Pero no hay por qué leerla. No se vaya a
tomar esa molestia”.
¿Qué
le parecería si le digo que he robado en grandes almacenes todos sus libros?
“Enhorabuena. Robar libros no debería ser delito”.
De
no ser escritor, ¿qué hubiera sido?
“Me hubiera encantado ser futbolista. Pero prefiero ser
escritor. Se gana menos pero se vive más”.
¿Por qué decidió hacer una película sobre
la persona de Santa Teresa de Jesús?
“Porque
tenía mucho que ver, curiosamente, con todo lo que había escrito antes. Con
todas las pasiones exacerbadas y solitarias, y con toda forma de heroísmo
estrictamente personal”.
¿En
qué sigue creyendo?
“En la literatura, el cine, la música, el arte en general”.
¿Qué se mueve entre la inocencia y la culpa
en sus novelas?
“Supongo
que la vida entera”.
0 comentarios