La exótica Grulla corona, reina anfitriona del Aviario Nacional de Colombia, ubicado en la Isla de Barú, a solo 14 kilómetros de Cartagena. Foto: La Pluma & La Herida |
Ricardo
Rondón Ch.
Como vestida por Silvia
Tcherassi para el Carnaval de
Barranquilla, la bella y glamurosa Grulla
corona se pavonea para deleite de los fotógrafos en el vestíbulo de entrada
del Aviario Nacional, paraíso
sagrado de picos y plumas, en un país exótico como Colombia, con mayor diversidad de especies en el mundo: alrededor
de 1.900.
-Cuidado,
nene, no te acerques mucho que te pica-, advierte una dama de pava
real a un chiquilín que empieza a despuntar los primeros pasos.
-Tranquila,
señora –riposta un guardabosques-. Ella es mansita, pero por
disposiciones administrativas, no se puede tocar.
La Grulla
corona exhibe orgullosa su frondoso plumaje, cual abrigo de
cóctel en tonos grises, suaves, cenizos y opacos; sus patas largas y firmes
como trípodes; y su cabeza variopinta de comparsa rematada en esa lluvia de oro
que es su cresta punkera.
No cabe duda que la Corona
es la indiscutible reina anfitriona de este parque, sin descontar su amo y
señor, el Cóndor de los Andes, en vía
de extinción, o el Águila arpía, la más grande y fuerte del planeta, que comparten nicho especial en las profundidades de este parque
natural, único en Colombia, de los
cinco que hay en América, que
comprende siete hectáreas con tres ambientes
ecosistémicos (selva húmeda tropical, litoral y desierto), propios para el
hábitat, el desarrollo y la reproducción de las 1.800 aves promedio, divididas en 145 especies. De ahí que al ingreso recomienden proteger la piel con repelente.
Imponente el Cóndor de los Andes, símbolo de la soberanía nacional, amo y señor de este parque natural, orgullo de Colombia. Foto: la Pluma & La Herida |
De repente, el visitante cauteloso o desprevenido se deja sorprender por esta fiesta multicolor de picos y plumajes en diferentes tonos y tamaños, y esa sinfonía indescifrable que solo se produce en las entrañas de esta catedral gótica de la naturaleza que es el Aviario Nacional de Colombia. De modo que no hay sino que extender generosa la mano o descubrir el hombro o la cabeza, para que un carpintero, un gorrión, un lorito papayero o un azulejo palmero, decoren la postal o la selfie del recuerdo.
Una guacamaya de vistoso plumaje revisa cómo le quedó el 'manicure'. Foto: La Pluma & La Herida |
Nombres para refrescar la memoria de las clases de biología
y ciencias naturales del bachillerato, y otros que ameritan subrayados y notas
especiales por la excéntrica belleza de las especies y su exquisitez fonética:
El Paujil
culicastaño, el Paujil copete de piedra, la Pava negra, la Pava canosa, la Pava
llanera, el Gallito de sierra, el Barranquero, la Tucaneta culiroja, la Tucaneta
esmeralda, el Pichi bandeado, la Oropéndola crestada, el Arrendajo, el Carriquí
violáceo, el Pato colorado, la Paloma corraleja, el Gallito de roca, el Perico
carisucio, la Polla azul, el Aruco, la Corocora, el Íbis escarlata, el Azulejo
palmero, el Sinsonte, el Canario costeño, la Urraca parlanchina, la espigada Cigüeña,
el Cardenal guajiro, el Alcaraván, el Gavilán coliblanco, la Paloma cardonera, el Pavo barrequete, el Pisingo,
el Pato crestudo, el Ganso egipcio y el Ganso del Orinoco, el Cisne culinegro, el
Águila arpía, y el
imperdible lago de los Flamencos rosados,
que afianza la idea de un Dios creador,
fuente de belleza e inspiración
sobrenatural, entre tantas especies.
El hábitat de los Flamencos rosados deja absortos a visitantes de todas las edades. Foto: la Pluma & La Herida |
En Martín Pescador,
que es una estación para el refresco y para darle rienda suelta a las provocaciones
de los párvulos, la dependiente del quiosco recomienda la paleta de mango biche con sal, que a mitad de recorrido es un embeleso
entre paladares.
Más adelante, como en un santuario elaborado por las
estilizadas y frondosas ceibas, y por
una maraña de bejucos, lianas y odoríficos musgos, otean al intruso los
soberanos cóndores. Dos de ellos fueron traídos a principios del año pasado de Chile. Reinan en un espacio de treinta por
dieciocho metros, y son motivo de atención e investigación de biólogos y
expertos para su cuidado y reproducción.
Cuando se habla de que Colombia es el país a la vanguardia en diversidad de aves, la dirección del Aviario Nacional sostiene alianzas con peritos
y científicos de la Universidad Nacional,
el Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sostenibles y el Sistema de
Información sobre Biodiversidad de Colombia, en aras de incrementar el
número de especies, por ahora 1900 aves
identificadas, de las 10.425 que existen
en el mundo.
Su majestad la Cigüeña, otros de los atractivos del Aviario Nacional de Colombia. Foto: La Pluma & La Herida |
El Aviario Nacional de Colombia se inauguró en febrero de 2016, pero una década atrás, por iniciativa del ambientalista Rafael Vieira, se
dio inicio a su planeación, al diseño de sus ambientes, a la construcción de
los hábitats, senderos peatonales, zonas de hidratación y descanso, tiendas de
suvenir, y lo más importante, el trabajo
científico y pormenorizado para
garantizar la seguridad y la reproducción de la población aviaria. Varias de las aves llegaron en mal estado, producto del tráfico ilegal de especies que azota al país. Hoy están a salvo y recuperadas.
El logo que identifica este paraíso, no podía ser otro
que el Cóndor de los Andes, sólo que
el que aparece en el programa de mano que ofrecen a la entrada, está
transfigurado en la memorable obra de arte que con sus ráfagas multicolores de
cielo y fuego, hizo célebre el Cóndor
del maestro Alejandro Obregón,
símbolo de soberanía y libertad.
El Aviario Nacional ofrece una guía científica y detallada de sus especies. Foto: la Pluma & La Herida |
De regreso, los visitantes absortos de picos y plumajes
de todos los colores y variedades, coinciden en el elogio unánime de que “Colombia definitivamente es un paraíso,
con todas las miserias e iniquidades que desata la corrupción de los políticos”.
Nadie lo pone en duda. Es una verdad de a puño. Y qué lástima que esa rara avis politiquera no sea la que se
encuentre en vía de extinción.
Como al ingreso, la Grulla
corona sigue siendo motivo de atención tras las cámaras y los celulares de
grandes y chicos. Y ella, coqueta, no cesa de pavonearse en su propia pasarela.
El Paujil de pico rosado, otra especie en vía de extinción. Foto: La Pluma & La Herida |
Aviario
Nacional de Colombia
Ubicación:
Cómo
llegar:
-Por carretera, cruzando el puente Campo Elías Terán.
-Por mar, llegando a Playa
Blanca, y se desplaza en vehículo, aproximadamente 8 minutos.
-La mayoría de agencias de turismo incluyen este tour en
sus servicios.
Horarios:
El parque está disponible todos los días, de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.
Ingreso hasta las 4:00
p.m.
Valor
entrada:
Adultos: $35.000
Niños: $30.000
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