Claudia Fadul, alma y nervio del Festival Internacional de Guitarra de Cartagena, esta vez como presentadora en el concierto de la Casa del Marqués de Valdehoyos. Foto: La Pluma & La Herida |
Ricardo
Rondón Ch.
Entre arpegios y armonías de disímiles géneros y
tendencias, de ayer y de hoy, de remotos y vecinos países, y de talentos
locales, el Festival Internacional de
Guitarra que en este puente de La
Raza llegó a su tercera versión, pone de presente la consolidación de un
certamen cultural que cobra fortalezas, cubre expectativas de distintos gustos,
y reivindica la importancia de un instrumento que, como el caballo de
entreguerras, acompaña al guerrero en sus noches inciertas y desoladas.
Claudia
Fadul, presidenta de la organización, armó esta vez una nómina
de artistas que en los cuatro días del evento, y en escenarios cerrados y
abiertos, mantuvo en vilo a públicos de todas las edades, el más notorio, por
supuesto, estudiantes de música ávidos de novedosas experiencias artísticas,
tanto en tarima como en los conversatorios y las sesiones académicas
programadas en la agenda.
Amaretto Ensamble, una de las agrupaciones locales más aplaudidas del Festival. Foto: La Pluma & La Herida |
Dicen que en el
equipaje se conoce al pasajero, y valga la acotación para destacar a manera
de metáfora el buen gusto de los programas de mano, de colección, con sus
reseñas y fotografías; la puntualidad de los conciertos, y el desparpajo y la
calidez humana propias del Caribe a
la hora de recibir a los foráneos e ilustrarlos sobre el Festival.
Un encuentro que raya en lo familiar, en la amistad sin
prevenciones ni distingos sociales que a todos convoca el idioma de la música,
y que se prolonga más allá de la sala o de la plaza, al calor de un café con
los mismos artistas, dispuestos al debate, al intercambio de ideas, a ese
placer que representa para un músico de otras tierras sentirse en Cartagena como en casa, en medio de los
aplausos y las ovaciones de sus seguidores.
En todos los conciertos, el norteamericano Randall Morton hizo vibrar a los asistentes con su banjo de cinco cuerdas. Foto: La Pluma & La Herida |
Claudia
Fadul, de raigambre artística (su hijo Eduardo
Jasbón Fadul, sus hermanos Jorge Emilio y Boris, connotados músicos), conmovió al respetable con sus palabras
protocolarias al dedicar esta tercera edición del Festival a su señora madre (presente en la inauguración) Carmen Teresa Rosa, a sus 87 años,
vigente y permanente en el vigor y el ideario de la familia, en palabras de la
presidente: “De quien heredamos la fuerza y la entereza para no declinar ante
la dificultad”.
Al cierre de su discurso inaugural, el estímulo mayor
para los presentes fue rematado con un sugestivo: “¡Que suenen las cuerdas de la Paz!”.
Chip Henderson y su Jazz-fusion, en plena ejecución. Foto: La Pluma & La Herida |
En ese itinerario por las cuerdas de Colombia y del mundo, tuvimos la oportunidad de disfrutar de galas
memorables como la de la apertura en el emblemático Teatro Adolfo Mejía (orgullo de los cartageneros), las veladas de la
Plaza de la Inquisición, la Plaza de la Proclamación, la bellísima Casa del Marqués de Valdehoyos, la
emblemática Iglesia de San Pedro Claver
y el Museo Histórico de Cartagena.
En los buenos oídos aún resuena el exquisito Jazz-fusión
de Chip Henderson, que va del
purismo del blues del Mississippi a los encordados de Muddy Waters, Eric Clapton y B.B. King. G. El banjo de cinco cuerdas
de Randall Morton nos remontó de
inmediato a lo más auténtico del Country
Music, con esa fiesta de arpegios y tonalidades que nos hicieron revivir
los niños vaqueros que llevamos dentro.
El público expectante en el patio de la hermosa casa del Marqués de Valdehoyos. Foto: La Pluma & La Herida |
Mike
Dawes, maestro del Fingerpicking,
reveló en sus intermitentes solos con la electroacústica las mil y una
posibilidades que ofrece el encordado. Igual el bogotano Tom Abella, conectado a la fuerza centrífuga de sus influencias con
Jimmy Hendrix, Deep Purple y Jim Morrison. Mientras que la también capitalina
Mad Kat puso a prueba sus
revolucionarias improvisaciones con el bajo.
Como prendados quedamos en la memoria y el sentimiento
latinoamericanos con el dueto de Christian
y Modesto Nieves (hijo y padre), el primero en el cuatro puertorriqueño, el
segundo en la guitarra armónica, y su repertorio rico y variado en sus matices
y melodías, desde lo más antológico y representativo del Borinquen de su nacencia, pasando por fusiones con el Son, la Guajira, el mismo Latin Jazz,
hasta las sorpresivas improvisaciones rockeras que le retribuyó a la bajista Mad Kat, quien lo invitó al tablado del
Adolfo Mejía.
De Puerto Rico, la memorable presencia en Cartagena de Christian y Modesto Nieves. Foto: La Pluma & La Herida |
Capítulo aparte Amaretto
Ensamble, de Pereira, Colombia. Me atrevo a decir que fue la
agrupación más aplaudida en todos los escenarios. Claudia Fadul, en su presentación, fue enfática al subrayar que cuando
vio este colectivo triunfar en un Festival
del ‘Mono’ Núñez, en Ginebra, Valle,
no dudó en extenderles la tarjeta de invitación al FestiGuitarras 2016.
Amaretto es
de esos grupos que se echan el público al bolsillo desde el comienzo. Además de
nobleza y simpatía, sus integrantes trascienden por su magistral ejecución en todos
y cada uno de los instrumentos, resultado de varios años de estudio y
dedicación, pero sobre todo un amor y compromiso especiales por el arte, que
marca la diferencia.
La cuota colombiana representada en la bajista Mad Kat y el guitarrista Óscar Méndez. Foto: La Pluma & La Herida |
Piezas, adaptaciones y versiones particulares de Lucho Bermúdez como Espíritu colombiano, el fox
Fiesta, el Pasillo fiestero; o el
bambuco Para desenguayabar, de Jorge Olaya, a ritmo de clarinetes, cajón
peruano, vibráfono, bajo, teclados, y desde luego, guitarras, hicieron las
delicias del público, sobre todo el que asistió a la velada de la Casa del Marqués de Valdehoyos, que esa
noche salió premiado con una degustación del exquisito vino Durigutti, de la cotizada cepa Bonarda, de Mendoza, Argentina.
Jacarandá
Dúo,
con sus guitarras, nos obsequió una solemne sesión de música de cámara, oportuno
entremés para poner a tono el espíritu en medio de tantas emociones
encontradas. Como también a su turno lo hicieron los solistas Óscar Méndez y Gustavo Niño con sus interpretaciones del folclore andino colombiano, y sus propias composiciones, cada uno en
su particular estilo y brillo melódico, que desataron las palmas de los
presentes.
El guionista y actor francés Claude Pimont y su novia no se perdieron concierto. Foto: La Pluma & La Herida |
Hubo tiempo para el reencuentro de los amigos en la distancia,
la tertulia, el aperitivo, la camaradería y el abrazo cordial que inspira la
música, en este caso, la guitarra, compañera inseparable del guerrero y del
solitario, invitada de honor a cualquier reunión, y siempre un saludable pretexto,
un motivo para cantarle a la vida y al amor, reconciliar los corazones y
convocar a la magia y al sortilegio, más con la seducción y el embrujo de una
ciudad como Cartagena.
Desde ya nos alistamos, si Dios lo permite, para la IV versión
del Festival en 2017.
Este registro ha sido posible gracias a la invitación del
Ministerio de Comercio, Industria y
Turismo, y del Fondo Nacional de
Turismo (Fontur).
Próxima
entrega: Los saberes y sabores de Candé, decanatura de la cocina cartagenera.
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