Bellísima postal del Ballet Folklórico de Antioquia y su puesta en escena 'Etnias'. Foto: Daniel Romero |
Ricardo
Rondón Ch.
Una torre de Babel
en movimiento, un encuentro entre lo tradicional y la contemporaneidad, un
periplo por territorios desconocidos, nuevos lenguajes y expresiones, todo esto
de la mano del lúdico y excitante alfabeto del cuerpo. Así se moverá la Sultana del Valle, entre el 6 y el 14 de noviembre próximos, cuando
se corra el telón de la 2° Bienal
Internacional de Danza de Cali.
Bien se sabe que la capital
vallecaucana, soberana matrona del Pacífico
colombiano y vigía permanente de la cultura afro por excelencia en esa región
del país, atesora por antonomasia el baile, desde el folclore de sus ancestros y
mitologías, hasta la salsa como ritmo estandarte en el trasegar de los tiempos,
una forma de vida, una espléndida rutina de sus calles, que se remonta al
trepidar salsero de los años 70,
cuando las muchachas de entonces desfilaban cadenciosas al compás de Las caleñas son como las flores en la
voz crepitante de ‘Piper’ Pimienta Díaz:
zapatos bicolor, pantalón blanco, camisa púrpura y sombrero de ala ancha, o del
sonido bestial de Richie Ray & Bobby
Cruz. ¡Agúzate, que te están
velando!
Elenco Nacional de Folclore de Perú y su danza 'Retablo'. Foto: 2° Bienal Internacional de Danza de Cali |
Hay que ver el caudal y la evolución que a partir de ese
fenómeno sin precedentes, que nació en los barrios populares de Cali y en los rumbeaderos de Juanchito y otros municipios
circunvecinos, ha marcado la danza como expresión y motivo de inspiración para todas
las artes: la literatura, la plástica, el teatro, el cine. En este apartado de
la cinematografía, el Caliwood de Andrés Caicedo, Carlos Mayolo, Luis Ospina,
Patricia Restrepo, entre otros, ha
registrado con caleidoscopio el tránsito narrativo de esa eterna fiesta que es la
ciudad al paso, seducida por el fragor de sus caderas.
A la fecha, la Sultana
del Valle es una cosmópolis dancística en sus cuatro puntos cardinales. De
hecho, el espíritu del baile, en las nuevas generaciones, se ha transmutado en
un credo diario, en un santuario propio que se lleva a todas partes: a la
escuela, al colegio, a la universidad, a la oficina, a cualquier lugar de
trabajo, por humilde que sea. Baila el niño, baila el viejo, baila el rico,
baila el pobre, baila el sano y el malevo, baila el sobrio, ni hablar del
carnavaleado.
Por Colombia, la compañía L'Explose, de Tino Fernández y su montaje 'El Carnaval del diablo'. Foto: Juliana Reyes |
Y ese fuego interior tiene que ver con el apostolado de
grandes artífices y maestros de la danza, como Gloria Castro con Incolballet,
que después de casi 40 años invertidos de palmo a palmo en su institución,
sigue bailando en el cuerpo de las nuevas generaciones, ahora bajo la dirección
de Consuelo Bravo, en ese entrañable
tablado que ha sido semillero de consagradas figuras, orgullo del Valle en distintos países del orbe, por
nombrar algunos: Óscar Chacón, de la
compañía Béjart, de Suiza; Fernando Montaño, del Royal Ballet, de Londres; Roberto Zamorano,
de la Compañía Arterballeto, de Italia; y Juan Manuel Ghiso, del Ballet
de Santiago.
O la ejemplar tarea de emprendimiento que viene
desarrollando Andrea Buenaventura con
su Fundación Delirio, quien con
tesón y sentido de pertenencia, ha rescatado el acervo cultural de Cali, la Salsa, su reina indestronable, a través de escuelas y colectivos a
lo largo y ancho de la ciudad, en sus sectores neurálgicos, en las novelescas
comunas, para redimir a muchos jóvenes de la peste de las drogas, y en consecuencia
de la marginación y el crimen.
'A 17 centímetros del piso', coproducción colombo-alemana dirigida por el coreógrafo colombiano Jorge Puerta. Foto: 2° Bienal Internacional de Danza de Cali |
Hay que oír los testimonios conmovedores de la mayoría de
ellos, ahora maestros y formadores de nacientes talentos, cuando dicen que la Salsa, que el baile, que el folclore y la
libre expresión del cuerpo, con su magia y su musicalidad, y el ejercicio y
entrenamiento que a diario exige esta disciplina, los ha salvado, los ha rescatado del fango y los ha puesto en el
lugar que se merecen, cuando las oportunidades llegan y se aprovechan al
máximo.
Gracias a Gloria
Castro, a Andrea Buenaventura, a
la incansable promotora de las artes Amparo
Sinisterra de Carvajal, a la Ministra
de Cultura, Mariana Garcés, y al legado de tantas mujeres de todos los
estratos, madres cabezas de familia, amas de casa, microempresarias; hombres y mujeres
fieles al compromiso de procurar el progreso, la belleza y la alegría de su
ciudad, forjadores del tejido humano, es posible un evento macro, de admirables
proporciones y convocatoria mundial, la Bienal
Internacional de Danza de Cali (del 6
al 14 de noviembre), que este año llega a su segunda versión, y que se
tomará por su cuenta escenarios, plazas, avenidas y calles de la Sultana, desde los predios de la Ermita a San Antonio y Siloé, desde
la emblemática Plaza de Caicedo a
los barrios populares, a lo largo de ese Río
Cali, ‘Cali bendito’, que
inmortalizara el genio poderoso de Wilson
Mayoma con Fruko y sus Tesos.
No podía faltar: una revista del emblemático Carnaval de Barranquilla. Foto: 2° Bienal Internacional de Danza de Cali. |
Dicho certamen, en asocio con el Instituto Distrital de las Artes (IDARTES), cuenta con el respaldo
del Ministerio de Cultura, la Alcaldía de Santiago de Cali, la banca,
la industria y la empresa privada, que no dudaron en su aporte para que
expresiones dancísticas locales, colombianas, y de otros países, escriban una
nueva página, bordada con un sinnúmero de géneros y tendencias: folclore
colombiano y suramericano, danza contemporánea, ballet clásico, ballet popular,
danza aérea, flamenco, break dance, hip-hop, bailes africanos, rituales dancísticos de Oriente y, Salsa, mucha salsa, alma y vertiente de
la Bienal.
Veintiséis compañías nacionales, doce internacionales de
tres continentes, y más de ochocientos bailarines se darán cita en este
encuentro babélico que reúne lo más representativo de cada delegación,
sinergias dancísticas, conferencias, clases magistrales, exposiciones de
fotografía, la exploración por los Territorios
del Movimiento, con diez acciones artísticas en diferentes puntos de la
ciudad, para desembocar en el alucinante recorrido, día y noche, por el Boulevard del Río, plataforma de
revistas folclóricas como el Carnaval de
Barranquilla, las Danzas Autóctonas
del Pacífico, el Joropódromo y
el Salsódromo.
'Vértigo 20', de la Dance Company de Israel. Foto: 2° Bienal Internacional de Danza de Cali |
Esto agregado a la conexión directa con la salsa y otras
expresiones ancestrales y urbanas, cordón umbilical de la capital, y su espacio
En Cali se baila así, que integra a veintidós
comunas, cada una con algo qué decir, qué mostrar, qué bailar, qué compartir, una
simbiosis en profundidad, un mapeo del trabajo arduo y constante que para estas
agrupaciones significa ser arte y parte de una vitrina mayor como la Bienal, que premia con becas el sudor
de cada día y la satisfacción del deber cumplido.
Bien lo dijo doña Amparo
Sinisterra de Carvajal, presidenta de la 2° Bienal Internacional de Danza de Cali, durante su presentación
oficial en el Hotel Marriot de Bogotá: “En Cali, el
talento brota por todas partes, como la maleza”, queriendo explicar a manera de
metáfora la simiente pródiga y abundante en la virtud y en los sueños por
alcanzar. “Y siempre estaremos dispuestos a animarlos y a apoyarlos”, remató.
Alguna vez, en una entrevista de largo aliento que le hice
a Carlos Mayolo, preguntándole sobre
cómo imaginaba el cielo, respondió:
“No quiero ir al cielo si allí no se baila. No me imagino
un cielo sin buena melodía para bailar”. El recordado director de La mansión de Araucaima tenía
suficientes argumentos para confirmarlo. Él que vivió, disfrutó y padeció gran
parte de su vida en Cali, la bien llamada
Sucursal del Cielo, la ciudad del frenesí, donde
todo el mundo baila.
¡Bienvenidos al baile!
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