El jaguar de la Orinoquía, uno de los felinos más bellos y fuertes del mundo. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Esta semana Colombia Magia Salvaje superó la
admirable cifra de 1.700.000 espectadores, a escasos días de haber sido estrenada (el pasado 10 de septiembre). Un récord para un
documental en este país donde el público de masas no tiene por costumbre fijarse
en los documentales.
Esto quiere
decir que, si de taquilla se trata, Colombia
Magia Salvaje se impone sobrada a las comedias postnavideñas de Dago García (de una, dos y más partes),
óptimas para menguar el guayabo luego de una chicharronada con refajo. Bien se
sabe que las de Dago son las únicas
películas donde asiste la familia colombiana en rama, hasta la suegra. “Que
para pasarla chévere y reírse”, esa es la consigna. Por esos son tan
taquilleras.
El milagro alado del colibrí, visto por el prodigio técnico, en diezmillonésimas de segundos, del director inglés Mike Slee. Foto: Colombia, Magia Salvaje |
Apoltronado
en un cinema del centro comercial San
Martín, con la mitad de la boleta por cuenta de almacenes Éxito, y con el aforo al tope, observé un
considerable número de párvulos y adolescentes, todos ellos acompañados de sus “papitos”,
como tildan amorosas las señoritas pedagogas de los jardines infantiles.
Una roca milenaria (como un anciano gorila), testigo silente del despertar del mundo, en el paraíso de Chiribiquete. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Buen comienzo,
me dije, saboreando una primera bolita de chocolate, antes de que aparecieran
los créditos, la bóveda celeste de la América
ecuatorial, la mar encrespada de un azul líquido imposible, los picos más
altos de la Sierra Nevada, la Sierra Nevada con sus simétricas cuadraturas,
últimos vestigios de una civilización perdida, y una voz como emergida de las
profundidades del Orinoco, la de Julio Sánchez Cristo, con sus respectivas
pausas, presto a ilustrarle a la atónita concurrencia una cátedra de naturalismo
y geografía, jamás contada.
La fiesta de las ballenas jorobadas en aguas del Pacífico, en inmediaciones de Isla Gorgona. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Colombia Magia Salvaje no debería ser solamente el
documental de esparcimiento para la familia, aunque ya quedó estipulado que lo
es, mientras duré en cartelera. Lo debería ser para los capos de la droga que
acaban con toneladas de químicos el precioso follaje de sus selvas y montañas.
Ídem el gobierno con su destructivo Glifosato.
También para los depredadores madereros que a punta de motosierras y poderosas
herramientas están acabando con el ecosistema. Ni hablar de los mineros ilegales
y las perforadoras petrolíferas, en su ambición desmesurada por extraer a cual
más, la sangre de la tierra.
Un aspecto del Nevado del Cocuy, en Boyacá, que ratifica la presencia de la mano de Dios en su prodigiosa obra creadora. Foto: Colombia Magia Salvaje |
De ahí que
si no hay conciencia del país que tenemos, es porque no lo conocemos. Y Colombia
Magia salvaje se dio a la gran tarea de mostrarnos gran parte de ese rico
territorio en detalle, de esculcar en sus entrañas, de invitarnos a navegar por
sus ríos, desde esa catedral gótica de la naturaleza que es la Amazonía, hasta la mar perlada del Caribe, pasando por el embrujo de los Llanos orientales y las selvas tropicales
del Pacífico; las islas de Providencia, Malpelo y Gorgona, o ese nirvana exuberante,
reino del color y de la vida, la Serranía
de Chiribiquete.
La mirada en lontananza del perezoso, desde los altos ramajes de la selva del Guaviare. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Lo mismo que
Fontur y Coteleco, para que, en formato DVD, sea un agregado inteligente en
las guías turísticas de veraneantes desinformados que a diario se dejan seducir
por Miami u Orlando, invadidas por monumentales monachos de cartón y delfines
de poliuretano patrocinados por MacDonalds
y Coca-Cola.
Porque el de
Colombia Magia Salvaje no es el
paraíso artificial que promocionan las multinacionales gringas en sus parques
temáticos. Gracias a la tecnología plus del HD, y las decenas de sofisticadas cámaras
al mando de Mike Slee, los
espectadores se asoman al sortilegio natural que acontece en la Colombia inédita, para muchos increíble,
como capturar en diezmillonésimas de segundos
el aleteo de un colibrí frente a una catleya, el vuelo majestuoso del cóndor,
amo de las cordilleras andinas, el vibrato de la cópula de dos cocodrilos, el
despertar en crisálida de una mariposa Morpho Blue
-como en el poema de Raúl Gómez Jattin-,
la cantata épica de las ballenas jorobadas en Gorgona, el
sinuoso desplazamiento de la temible anaconda por pantanos del Amazonas, la gracia de los monos titís
en el Caquetá, el esplendor de la
barracuda insular, o la flamante belleza del jaguar de la Orinoquía, presto a la caza de un cervatillo.
La imponencia temeraria del cocodrilo del Orinoco. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Estas bellas
postales -que gracias al trabajo, los recursos, el esfuerzo y el
profesionalismo del Grupo Éxito y la
Fundación Ecoplanet- activan una
nueva manera de pensar, en positivo, con la esperanza de un redención total,
ahora que se abre un sendero óptimo y viable para alcanzar la paz, contrario al
fastidioso sarpullido de sus opositores que se empeñan en continuar arando en
el odio y la guerra.
El despertar en crisálida de la mariposa Morpho Blue, una de las más exóticas del mundo. Foto: Colombia Magia Salvaje |
La banda
sonora de Colombia Magia Salvaje no
pudo estar más acorde con este viaje memorioso que es musical por excelencia. Ahí
quedó impresa la batuta del director, compositor y arreglista canadiense David Campbell, en esta oportunidad al
frente de la Orquesta Sinfónica de
Colombia, con valiosos aportes en partituras de Juanes, Choc Quib Town, Fonseca, Aterciopelados, Andrés Castro, Walter
Silva y Carlos Vives.
El señor cangrejo de los arrecifes en la mar encrespada del Caribe. Foto: Colombia Magia Salvaje |
Sabías que Colombia…
Fue el
primer lugar a donde llegó el ser humano proveniente del norte, hace 9.000 millones de años. Tiene 59 áreas protegidas, más de la mitad
del territorio, las que constituyen parques naturales. Uno de ellos, el Parque Nacional Natural de Chiribiquete,
de los territorios más extraordinarios e inexplorados donde existen rocas
enormes con más de 20 mil dibujos o
pictogramas de pueblos que alguna vez habitaron allí.
Posee
algunas de las regiones más hermosas y extrañas del planeta, en las que abundan
diferentes tipos de hábitats. Hay
glaciares, páramos, pantanos, playas, nevados, cordilleras, desiertos y selvas
cohabitando en un mismo país, llenos de contrastes entre sí, que albergan fauna
y flora tan variadas como insólitas.
Es el segundo país más biodiverso del mundo
y, acorde con su tamaño, acoge la mayor variedad de seres vivos del planeta:
aves, anfibios, reptiles, orquídeas y mariposas hacen parte de ese collage de
la naturaleza.
Ostenta al cóndor, la mayor ave de todas, con tres metros de envergadura. También la serpiente de mayor tamaño de Suramérica, la
anaconda; y el jaguar, considerado
el felino más fuerte.
Está bañada
por dos océanos, Atlántico y Pacífico,
y surcada por grandes corrientes de agua. Tiene los picos más altos del planeta
en una zona costera, cubiertos de nieve, a 5.775
metros de altura.
Alberga más
de la mitad de los páramos que existen en el planeta y 700 especies de flora exclusivas de estas zonas, algunos de cuyas
plantas pueden captar hasta el 40 por ciento de su peso en agua. Los páramos proveen el 70 por ciento del
agua del país y sólo son el dos por ciento del territorio de Colombia.
La sobrecogedora policromía de Caño Cristales, uno de los ríos más bellos del planeta. Foto: canocristales.com |
En sus
montañas vive el único oso que habita en Suramérica, el oso de anteojos; y esconde 147
especies de colibríes, más que en otro lugar del planeta, capaces de
visitar de 2.000 a 5.000 flores en
un solo día.
También
tiene el lugar más húmedo de la tierra, las laderas de los bosques del Cauca y el Chocó, que se constituyen en
la zona de mayor biodiversidad del mundo. Gracias al calor y la humedad, el Chocó es una de las mayores vitrinas de
especies en donde en pocos días de camino se pueden encontrar 1.500 especies de mariposas distintas.
Acoge más de 800 especies de aves,
la mayor variedad de orquídeas del mundo y el animal vertebrado más venenoso
del planeta, la rana dorada.
Sus Llanos orientales integran el 30 por ciento del territorio colombiano
y es uno de los pastizales más biodiversos de la tierra, donde habita el roedor
más grande del mundo, el chigüiro.
Allí se calcula que existen 4.700.000
cabezas de ganado, y también uno de los reptiles más temibles, el cocodrilo del Orinoco, del que apenas
quedan menos de 200 ejemplares en
Colombia.
El país
tiene el que es llamado por muchos el río más hermoso del mundo, Caño Cristales, de aguas transparentes
que dejan ver el colorido de las plantas acuáticas. También es bordeada por el Amazonas, el más grande del mundo y el más largo de Suramérica, y en esa
región vive el Arawana, un pez que
ha subsistido por 150 millones de años;
el delfín rosado, el más grande y
curioso de su especie. Tan curioso como el mono
tití del Caquetá, del que sólo hay 250
ejemplares y sólo existe en Colombia.
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