El bailarín y percusionista de la legendaria Orquesta Aragón de Cuba, no demuestra, ni física ni mentalmente, los 76 años que lleva a cuestas. Foto: La Pluma & La Herida |
Ricardo Rondón Ch.
A sus 76
años, el maestro Armando Amézaga Valera,
el más veterano en activo de la Orquesta
Aragón de Cuba, no se duele de nada.
Con 1.85
Mts. de estatura se desplaza por el amplio proscenio del Teatro 'Jorge Eliécer Gaitán', en avanzadas similares a las de un trotamundo de Harlem, dispuesto a resolver
el punto de diferencia en el último minuto del partido para colgarse del aro en
señal de júbilo ante la conquista de un nuevo campeonato de la NBA. Abre los brazos como si fuera a saludar a un pariente extraviado de muchos años. Se explaya. Hace una morisqueta de tumbao alabao. Y baila. ¡Baila sabroso, caballero! Toda la vida ha bailado.
De espalda no vislumbra mínima curvatura. Si no fuera por la respetable mota de nieve que adorna su noble testa, cualquiera podría asegurar que el hombre de la clave, el bongó, la percusión y el dancing de la legendaria agrupación cubana, con la piel macerada por el sol habanero, como la de un Cohiba tipo exportación, no pasa de los 40 años.
Ríe mientras
habla. Ríe todo el tiempo. Y cuando lo hace exhibe una dentadura digna de un
comercial de enjuague bucal. Pero no es una risa impostada de luminaria
superficial. A él simplemente le brota espontánea de ese almacén de su alma que
es pura nobleza y calidad humana.
Armando Amézaga Valera nació con la Orquesta Aragón. Y de niño, cuando en Radio Progreso oía los primeros acordes de la agrupación fundada
por el inolvidable y polifacético violinista Orestes Aragón, aunque le parecía imposible, soñaba algún día con
ser uno de sus integrantes.
Hijo de un fabricante
de zapatos de descendencia española, de los Amézaga de la vasta región de Galicia,
Armando descubrió a temprana edad que lo suyo era la música y el baile, y Dios hizo realidad su proyecto: lleva
vinculado cincuenta años con la Aragón, sólo que en varias etapas. La más
larga e ininterrumpida, las dos últimas décadas.
Empezó
tocando la clave en un programa de la televisión cubana que tenía su orquesta
propia: La pandilla cabezas de perros.
Luego se unió a orquestas de músicos consagrados como la de ‘Changuito’ y la de Raúl Gómez. De ahí pasó a la Silver Star, para rematar, a mediados
de los años 50 en la Aragón de Cuba, bajo la dirección de Rafael Lay Apesteguía (padre de Rafael Felipe Lay Bravo, su actual
director), en remplazo de Orestes
Aragón.
La plana mayor de la institución más antigua y en activo de la música popular cubana. Foto: diskotekalatina.com |
De modo que
en el itinerario de Amézaga Valera,
en Cuba, América y en las antípodas,
en “los cuatro continentes”, como él
recalca, de varias vueltas por el hemisferio y con la modestia que lo caracteriza,
ha compartido en la amistad y en la profesión con músicos de la talla de Benny Moré, César Portillo de la Luz,
Ernesto Lecuona, Frank Fernández, Miguel Matamoros, Bebo y Chucho Valdés, Guajiro Mirabal, Alfredo 'Chocolate' Armenteros, Compay Segundo, Pío Leyva, Ibrahim
Ferrer, Eliades Ochoa y Omara Portuondo, entre otros.
Lo que causa
asombro y envidia de la buena es que con la robusta cifra de almanaques a
cuestas, el ‘Pollo’ Armando, como lo
llaman sus compañeros de orquesta, siga normal en su cometido, como en sus años
mozos, irrumpiendo intempestivamente en el escenario con su carta de baile que
recoge los ritmos esenciales de la mejor música cubana de todos los tiempos.
Desde el son como plataforma mayor, pasando por la guaracha, la charanga, el danzón, la rumba,
la guajira, el bolero y el cha-cha-chá, su preferido.
No será
tanto por el PPG (Policosanol) -esa
pildorita natural de la farmacopea cubana que reduce los niveles de colesterol
y triglicéridos, y limpia las arterias- que el ‘hombre clave’ de la Aragón, acompañado de una voluntaria del
público, o en solitario, realice números dancísticos que a un joven bailarín de
estos tiempos le haría exprimir gruesas gotas de sudor, como por el espíritu
alegre y fiestero que lo ha acompañado a lo largo de su existencia.
De eso da fe,
en la palabra y en el movimiento, ahora que llegó a Bogotá con la Aragón,
que es su familia, para celebrar los 75
años de esta institución musical con dos conciertos en el Teatro ‘Jorge Eliécer Gaitán’, el viernes 29
y el sábado 30 de mayo de 2015, en un mano a mano de lujo con La 33, la orquesta salsera de casa,
dirigida por los hermanos Sergio y
Santiago Mejía.
Pese a sus
compromisos, a los ensayos, a las pruebas de sonido, La Pluma & La Herida no se podía quedar sin conversar con Armando Amézaga Valera, el abuelo gozón
de la Orquesta Aragón. Aquí está, en
vivo y en directo, para todos sus seguidores.
-¿A los 76 años no es riesgoso jugársela
con esas maromas y quiebres de cadera que usted presenta en escenario?
“No ha sido
un riesgo sino una diversión. Por ahora todo marcha bien con mi cuerpo. Y
seguiremos en la misma tónica hasta que el cuerpo aguante”.
-¿A las damas les da más de tres
vueltas?
“(Risas) Claro.
Más de tres vueltas. Al derecho y al revés. De eso se trata”.
-¿Con cuál de todos los ritmos se
siente más a gusto a la hora de bailar?
“Con el cha-cha-chá.
Es con el que más me identifico. Pero también con rumbas, danzones, sones y boleros.
Estoy hecho y derecho para todos esos ritmos”.
-¿Qué recomienda para desentumecerse
en la tercera edad?
“Bailar, tirar paso, estar en permanente
actividad. Porque cuando uno pasa de los 60 y no hay movimiento, dinámica y goce,
la muerte aprovecha para llevárselo a uno más rápido”.
¿Quién fue el de la iniciativa para
que usted, aparte de su responsabilidad de percusionista, le alegrara el rato
al público con su particular forma de bailar?
“Eso viene de
tiempo atrás y fluyó por una sugerencia del maestro Ernesto Bacallao Serrano, uno de los cantantes de época de
la Aragón, que me señaló el camino. Pero
eso del baile lo traía de niño y con el tiempo le fui aportando lo que inventaba
y descubría.
-De todos los países en los que ha
estado, ¿cuál le ha parecido el más exótico o extraño?
“Cuando
estuve con la orquesta en Finlandia,
donde duramos una semana, noté que todos los días, valga la redundancia, eran
de día. Nunca anochecía. Y el frío era a toda hora. Aunque he sentido más frío
en Canadá que en Finlandia, incluso en varias regiones
de Francia”.
¿Qué experiencia le ha dejado África?
“Ese es un
continente maravilloso que tiene mucho que ver con nuestro sentir y la música
que interpretamos. Ahí están nuestras raíces culturales. Conocí de primera mano
muchas cosas que sólo había visto en televisión”.
¿Cómo es un día en la vida de Armando
Amézaga Valera?
“Duermo
poco. Me despierto con la sinfonía de los pajaritos. Ya uno va a tener tiempo
para descansar después de muerto. Tengo que estar en dinámica para que no se me
vayan los momentos gratos que la vida ofrece. Me levanto a regar el jardín, salgo
a la calle a hacer los mandados del día, regreso a casa, me pongo a ver la
pelota (béisbol), o una novela, como una brasileña que se llama Dos caras, que está muy interesante, y
así se me va pasando el día”.
¿Qué le llama la atención de la
música colombiana?
“El
vallenato”.
¿Qué vallenato?
“Bueno, en Cuba se escucha mucho Carlos Vives”.
En las tantas veces que ha venido a
Colombia, ¿cómo recibe el calor de nuestra gente?
“Es que cada
vez que nos paramos en un escenario colombiano, decimos que este país es
nuestra segunda patria. Y eso es definitivo, porque aquí gozan nuestro repertorio
con un entusiasmo que no advertimos en ninguna otra parte del mundo. Los
colombianos han demostrado el enorme cariño que sienten por la Aragón”.
¿Cuáles son los temas de antología de
la Orquesta Aragón que lo disparan inmediatamente a la tarima?
“Los tamalitos de Olga, No me molesto, Pare
cochero, El bodeguero, son muchos los temas, pero aquí en Colombia está demostrado que el que más
gusta es Quiéreme siempre. Nos lo
hacen repetir”.
¿Qué le significa tener la misma edad
de la Aragón?
“Yo nací el
mismo año de la Aragón, en el 39,
cuando se fundó la orquesta. La oía en Radio
Progreso de La Habana, porque en
vivo la vine a conocer tiempo después, ya que la agrupación nació en Cienfuegos. En el año 55 llegó a La Habana
y se quedó hasta el sol de hoy. De modo que el afecto es inmenso. Aragón es mi familia. Y a esa familia
le debo lo que soy y lo que hecho en la vida, como ser humano y como artista”.
¿Soñaba de niño hacer parte de La Aragón?
“Para que tú
veas cómo es la vida. Todos esos sueños que uno tiene en la infancia se pueden
hacer realidad si uno se lo propone. Y cuando Aragón llegó a La Habana
empecé a perseguir esa ilusión. Me hice amigo de Rafael Lay, di a conocer lo que sabía de percusión, sobre todo con
la clave, y fui haciendo parte del equipaje de la orquesta. Luego vino el baile.
Y ahí me quedé”.
La Aragón de antología, a principios de los años 40, con el virtuoso Orestes Aragón a la cabeza. Foto: encaribe.org |
¿Se puede afirmar que usted en este
momento es el integrante en activo más antiguo de Aragón?
“En este
momento, aquí en Bogotá, sí. Porque Celso Valdés Santandreu, que puede
tener unos 83 años, todavía interpreta el violín, sólo que ya no puede viajar”.
¿Y a usted lo respetan por ser el más
antiguo? ¿Usted es el que manda y regaña?
“(Risas) No,
qué va, hombre. El que manda es Rafaelito
Lay, el director. Pero quiero dejar constancia de que en Aragón nadie se ofusca ni regaña. Todos
nos llevamos bien. Como debe ser. Claro, habrá siempre dificultades qué superar,
pero como en todas las familias, solucionamos en común acuerdo los problemas y salimos
adelante”.
¿Cuántos matrimonios, cuántos hijos?
“Un solo
matrimonio. Dos hijas. Eran tres hijos, pero falleció el varón. Quedan dos
hembras. Con la misma esposa. Llevamos casados cuarenta y seis años”.
¿Y cuál es el secreto para mantenerse
siempre unidos?
“Saber
llevarse, entenderse. Y el baile. Con mi mujer estamos bailando desde que éramos
novios. Duramos diez años de novios. Y lo seguimos haciendo como cuando éramos
jóvenes. Esa sana costumbre no la hemos perdido”.
¿Buen ronero, maestro? ¿Qué ron
recomienda que no sea el popularísimo Havana Club?
“Yo ya no
bebo. Bebí hace muchos años. Tampoco fumo. Camino mucho. Le hago mandados a las
hijas, a los nietos. Si fumara no podría ser tan activo a mi edad”.
¿A qué horas se acuesta?
“Depende. Si
hay béisbol y se acaba a las doce, a esa hora me acuesto”.
¿Y cuál es el equipo suyo?
“Industriales”.
¿Qué opina del desbloqueo cubano y
todo lo que se avecina?
“Ojalá se llegue
a un buen acuerdo. Porque la salvación no sería solo de Cuba sino de los Estados Unidos
y de todo el mundo, más cercano, de América
Latina, ya que esta parte del continente, tú lo sabes, es la que más
necesita apoyo. Eso a todos nos conviene. 50 años de sistema y no pasó nada.
Vamos a cambiarlo todo a ver qué pasa”.
¿Cuál es la fórmula, en el caso de
ustedes los cubanos, que han vivido siempre felices con lo mínimo?
“Los
cubanos, como decimos en la Isla, sólo necesitamos de una lata y un palito para
estar contentos. Esa es nuestra filosofía de vida. Despreocuparnos de lo que no
tiene arreglo y disfrutar de lo poco que tenemos, en cuanto a lo material, porque
sabemos que somos ricos en muchas cosas, empezando por la música”.
Por eso es que los cubanos duran
tanto…, la mayoría aguanta más de 90 y hasta 100 años…
“(Risas). Sí.
El secreto está en no darle tantas vueltas a las preocupaciones, porque de
tanta importancia que les das, se te convierten en amargura”.
¿Qué le puede preocupar a usted,
maestro?
“Esperar que
amanezca para darle gracias a la vida por un día nuevo, pero esa no es ninguna
preocupación, sino una bendición. Nosotros tenemos una forma de vivir en Cuba, muy distinta a como la viven en
otro países: Poca lucha y, de alegría, mucha. Ahí está la clave. Simplemente
manejar el carro de la vida sin tantas complicaciones. Pa’donde nos quiera
llevar”.
Un barrido de tres vueltas en un danzón sabrosón con el abuelo de la Aragón. Foto: La Pluma & La Herida |
Fundada por
Orestes Aragón, primero bautizada como Rítmica 39, luego como Rítmica Aragón, para finalmente llevar el nombre de Orquesta Aragón, y reconocida entre las pioneras de la charanga, se ha identificado por su
estilo elegante y popular a la vez de interpretar los ritmos cubanos, en los
que se destacan la participación de violines, flautas e instrumentos de
percusión, además del impecable frente vocal que la acredita.
Trece
excelentes músicos forman parte de la orquesta cubana más famosa a nivel
internacional y que con 75 años de
existencia, aún permanece activa. El conductor y violinista Rafael Felipe Lay Bravo, hijo de Rafael Lay Apesteguía, integrante clave
de Aragón a finales de los años
cuarenta, los cantantes Ernesto Bacallao
Serrano y Juan Carlos Villegas
Alfonso, el flautista Eduardo Ramón
Rubio Pérez, los violinistas Dagoberto
Pascual González Piedra, Lázaro Dagoberto González Siboré, Celso Valdés
Santandreu (quien es el miembro más antiguo), José Palma Cuesta (güiro), Roberto
Espinosa Rodríguez (bajo) Orlando
Jesús Pérez Montero (pianista), Guillermo
Gonzalo García Valdés (percusión), Inocente
Arcadio Álvarez Pagán (timbales) Armando
Amézaga Valera (percusión y baile).
Temas de
antología como Luna de miel en la luna
y el popularísimo danzón La reina Isabel
baila el danzón, Pare cochero, Tres
lindas cubanas, Noche azul, El bodeguero, Sabrosona, Noche de farra, El baile suavecito,
El guajirito, la siempre solícita Quiéreme
siempre y la infaltable versión con improvisaciones y verseo caliente de Guantamera, entre guajiras, boleros,
danzones, guaguancós, rumbas y chachachás, hacen parte del rico y variado
repertorio de Aragón en sus 75 años de
historia.
Lugar: Teatro Jorge Eliécer Gaitán
Fechas: 29 y 30 de mayo
Hora: 8:00 pm.
Precio: desde $90.000 a $168.000
Boletas: taquillas del teatro y Tu Boleta
Grandes éxitos de la Orquesta Aragón: http://bit.ly/1PShISu
Grandes éxitos de la Orquesta Aragón: http://bit.ly/1PShISu
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