Bienvenidos a Macondo, el país imaginario de Gabo, invitado de honor a la Feria Internacional de Libro de Bogotá en su 28° versión. Foto: Filbo 2015 |
Por fortuna, Macondo no es un lugar
sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo
como quiere.
Esta
reflexión premonitoria de Gabriel García
Márquez no puede ser más precisa y oportuna para el gran homenaje que este
año, la Feria Internacional del Libro de
Bogotá (con el respaldo del Ministerio de Cultura, IDARTES, la Biblioteca Nacional, la Cámara Colombiana del Libro y Corferias) le tributa al genio de las letras, en el marco de las actividades
programadas para conmemorar el primer aniversario de su fallecimiento.
Macondo, esa gran metáfora de su Aracataca natal, es el país imaginario
invitado a la nueva cita con los libros, el debate, la lectura y la cultura,
que este año llega a su 28° edición.
Macondo como un estado de ánimo en el
imaginario colectivo, que en el recinto ferial, entre el 21 de abril y el 4 de mayo, dispondrá de 3.000 metros cuadrados para que públicos de todas las edades, de
aquí y de allá, puedan disfrutar con ávidos sentidos, hasta el paladar, de ese universo Caribe que el premio Nobel colombiano plasmó y dejó
como valioso legado a la humanidad.
Cada quien tendrá
su propia versión de lo que observe, palpe, lea, olfateé o señale, como lo
hicieron en la saga garciamarquiana
los de la generación Buendía, cuando
“el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para
mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.
Allí, en su mágico
recorrido, el espectador descubrirá muchas claves secretas, de tantas del entramado novelístico de Gabo. Por
ejemplo, y para no ir tan lejos, una réplica fantástica del hielo que
recordaría el coronel Aureliano Buendía frente al pelotón de
fusilamiento, la oficina del
telegrafista, la estación del tren y
la gallera, una empalizada en vivo y con graderías, donde en vez de plumíferos
en riña, se citarán gabólogos, escritores, periodistas e historiadores, con el
público como testigo activo, para debatir alrededor de la extraordinaria obra
del brillante mentor de Aracataca.
"El mejor homenaje que le podemos hacer a Gabo es leerlo": Jaime Abello Banfi. Foto: FNPI |
Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano; Piedad Bonnett, escritora y experta en García Márquez; y el crítico literario Ariel Castillo, fueron los pilares de la curaduría de esta
monumental exposición, que recrea, al decir de Bonnett, “un Macondo de espejos y espejismos”. Cada uno de quienes
lo visiten, se hará a su propia visión y versión, a partir -como recalca Abello Banfi- del mejor homenaje que se
le puede hacer a Gabo: “Disfrutar de
ese placer de leerlo y releerlo, cuantas veces sea posible”.
En la praxis,
las ideas fortalecidas para hacer posible el más complejo sueño que haya brotado
de la imaginación de un escritor en la historia de la literatura colombiana, se
ven hoy cristalizadas en el espejo deforme de la realidad que es el grueso
literario garciamarquiano, en manos
de tres artistas que captaron al pie de la letra la propuesta de curaduría: Santiago Caicedo, Andrés Burbano y Laura Villegas, quienes lo trabajaron
desde sus especialidades de multimedia, arte sonoro, medios audiovisuales y
dirección artística.
Despojado de
lugares comunes, no será un Macondo de
posters, recordatorios folclóricos, estatuas humanas pintarrajeadas, caricaturas,
ríos y piedras “como huevos prehistóricos” en dry wall, polipropileno y
cartulina, sino
que comprende cuatro exposiciones, concebidas de acuerdo a las etapas de la
historia de Cien años de soledad: la
mítica, la épica, la bonanza de las bananeras y la decadencia, que más que
escenificar la aldea, sugieren una interpretación personal de la cosmogonía
macondiana a partir del imaginario de su autor.
Así se podrá
admirar un panel geográfico de lo que podrían ser los alrededores de Macondo, con sus ciénagas, ríos y
terrenos anegados, como lo describió el escritor, cubiertos siempre por una nata verde, espesa y viscosa. También la Sierra madre con su tupido follaje de
manigua. Al otro lado, la Riohacha
novelesca. La casa de los Buendía
con una Úrsula Iguarán la abuela
sabia, dispuesta a múltiples interpretaciones y miradas. Y la mítica gallera, por donde corrió sangre
de espuelones de campeonato, pero también la de mancebos corroídos por celos y
venganzas.
“No será Macondo un lugar sino un estado de
ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”, citando
la premonición de Gabo.
Bienvenidos, las puertas están abiertas.
Macondo en palabras de
Piedad Bonnett
Piedad Bonnett, escritora, poeta y gabóloga, una de las responsables de la curaduría de Macondo, pabellón dedicado a García Márquez en Filbo 2015. Foto: Archivo personal |
Para muchos
colombianos la palabra Macondo tiene
resonancias y significaciones profundas. Es, como la obra de García Márquez, algo que sentimos que
nos pertenece, familiar y entrañable. Macondo
es, al fin y al cabo, el espejo de feria donde nos vemos reflejados como
sociedad, con nuestras virtudes y defectos hiperbolizados por la desmesura
propia de lo real maravilloso.
No obstante,
no hay, no puede haber una sola idea de Macondo.
Una cosa será para el habitante de la Costa
Caribe, que se reconoce en la idiosincrasia de los personajes, otra para el
cachaco que sonríe frente a la caracterización que de él hace García Márquez, y otra más para el
lector suizo, o ruso, o surafricano que no ha pisado el trópico; y jamás será
lo mismo para el viejo lector que reconoce en Macondo elementos de un mundo que desaparece, que para el
adolescente de hoy, que tal vez no ha oído hablar nunca del telégrafo o del Coronel Carlos Cortés Vargas y la
matanza de las bananeras.
Por eso
mismo, y porque las imágenes literarias se acaban siempre de construir en la
mente de los lectores, lo primero que decidimos como Comité curatorial -
apoyados por un riguroso equipo de profesionales de la Cámara del Libro, Idartes y el Ministerio
de Cultura -fue rehuir la tentación de proponer una visión unívoca de Macondo o de reducir ese país de
ficción a un mero inventario sacado de sus propias páginas.
El escritor y su soledad, una de las fotos más célebres de Gabo, en la lente de Daniel Mordzinski |
Valiéndonos
entonces de los textos mismos, propusimos al talentoso grupo de artistas
encargado del diseño del pabellón recrear a Macondo desde un borde que permitiera conjugar las realidades más
ineludibles de la ficción
garcíamarquiana con otras más abiertas y sugerentes. Esas realidades
ineludibles están casi todas atadas a un devenir histórico que el mismo García Márquez plantea.
El visitante
de la feria se encontrará, pues, con alusiones a una edad mítica, signada por
la conciencia del aislamiento y la añoranza de la civilización de donde
llegaron a Macondo los grandes
inventos; a una edad épica, caracterizada por el cíclico retoñar de las guerras
civiles; a la época de la bonanza, al espejismo del dinero y a la invasión
arrasadora de una potencia extranjera; y a un mundo decadente y nostálgico
cuyos signos primordiales son un diluvio y un niño con cola de cerdo.
Una visión
involutiva de nuestra historia que termina en Cien años de Soledad con una frase lapidaria: la que asegura que “las estirpes condenadas a cien años de
soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. Antes de García Márquez nuestro mundo era tan
reciente que las cosas carecían de nombre y para nombrarlas había que
señalarlas con el dedo.
La magia real de Gabo sintetizada en esta sabia reflexión. akifrases.com |
Ahora,
gracias a la empresa laboriosa de este Adán
de Aracataca, disponemos de un universo poblado por la palabra que
interpreta su historia, con sus bondades y miserias, y sin las mentiras
deliberadas de los historiadores oficiales. Quizá ellas nos ayuden, no sólo a curarnos de la peste del olvido, de
la “idiotez sin pasado” que ha impedido la solidaridad y el sentido de
pertenencia a la comunidad colombiana, sino también a acceder a la posibilidad
de transformar esa deplorable realidad para que las estirpes condenadas a la
soledad desaparezcan definitivamente de la faz de la tierra.
Por
supuesto, nos hemos visto obligados, por tiempo y espacio, a hacer una tarea de
síntesis, que nos obliga a excluir miles de aspectos interesantes de ese país
abigarrado y complejo que es Macondo.
Los artistas encargados de la realización han propuesto, muy certeramente, que
la visita al pabellón sea ante todo una experiencia que comprometa los sentidos
y las emociones del público asistente, pero que también incite a la reflexión
crítica y a la relectura de la obra de García
Márquez.
Entérese de la programación y todo los relacionado con la Feria Internacional del Libro de Bogotá en su web: www.feriadellibro.com
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