John Better Armella: poeta, escritor y cronista barranquillero. Foto: Archivo particular |
Ricardo Rondón Ch.
China White es su alter ego, la mujercita inquieta y
desenfrenada que lo habita, heterónimo del poeta culpable de sus versos y su
literatura voraz y crepitante.
John Harold Better Armella (Barranquilla, 1978) es el Pedro
Lemebel colombiano, narrador sin treguas de la marginalidad y el bajo mundo,
homosexual confeso, poeta underground, y una esas plumas
demoledoras que desmitifican con crudeza y sin miramientos las imposturas de
una sociedad enquistada en la doble moral, la censura y el señalamiento.
Libros suyos, tanto de poesía, crónicas y relatos, dan
cuenta de su talento y de esa voz contestataria que escarba en virtudes
y pecados, y que llama a las cosas por su nombre; todo esto sazonado con el
humor negro y el sarcasmo que late a borbotones en su sangre caribe, y que
produce sarpullido en aquellos que lo odian y lo aman leyéndolo.
Libros como: ‘Anacrónicas travestis y otros relatos’, ‘Locas
de felicidad’ y ‘Todos los destinos’, entre otros, abonan la obra del autor
barranquillero, cuyo único combustible en su escritura es la pólvora, el sudor
y la linfa que segrega la locura, el dolor, el amor, la furia y el esplendor de su propia vida; al decir de
Fernando Vallejo, de su fuego secreto.
Colaborador esporádico de publicaciones de la Costa, de El
Heraldo de Barranquilla, o de la revista Soho, donde hace un tiempo explicó en
una crónica burlesque por qué la maricada no tiene cura, “porque no es una
enfermedad ni que se le parezca”, Better
se esfuma por temporadas como las aves migratorias, y cuando uno cree que se lo
ha tragado para siempre la noche, amortajado en sus venenos, ¡zas!, no deja uno
de sorprenderse cuando repica el celular y ve su nombre en la pantalla.
Entonces, con una tranquilidad pasmosa, como si la última
vez que se hubiera comunicado no superara las 24 horas, te susurra al oído un
saludo coqueto de geisha para darte a conocer cualquiera de sus habituales
buenas nuevas: el parto de un poemario proscrito, con recital incluido; el
manejo y difusión de la reina travesti para el próximo Carnaval de
Barranquilla, o el recuento con pelos y señales de su más reciente fuga al
destino en la disco de moda de Brooklyn o en cualquier antro de lucecitas
mortecinas de Queens.
Con John Better nunca se sabe. Lo que sí es un disfrute picarle de vez en
cuando su lengua alborotada y repentista.
¿Se nace gay, John?
"Claro, es algo natural...".
Pero hay muchos a quienes les brotan plumas en el camino, ¿o
no?
"Una cosa es nacer y ser gay, y otra es hacerse el
marica por pasar el tiempo. O simplemente por moda".
¿A ti desde cuándo te picó la ‘abejita’?
"A mí me picó un avispón desde que tengo memoria".
¿Algún curita descarriado?
"No, pero sí un seminarista precoz".
¿Cuántos años tenías?
"Todavía era una flor sin deshojar: fresquitos y
trémulos 18 años".
¿Cómo fue esa vida marginal que llevaste en un principio
como narras en tus relatos y crónicas?
"Esa fue la vida oscura de una flor
marchita hoy olvidada en las páginas de un viejo libro".
¿Cuánto tiempo estuviste aventurando en Bogotá?
"No más de tres años".
¿Volado de tu casa?
"Espantado como una mariposa negra con periódico enrollado".
¿Y cómo fue esa vida en Bogotá?
"Dura, fría, peligrosa, vivía como un angelito
desprotegido y extraviado en el infierno".
¿Merodeabas por ‘Terraza Pasteur’ (otrora sitio de
encuentros gays)?
"Es imposible no haber pasado por el Wall Street del
sexo rápido y mal pagado".
¿Quién es ese Monseñor de la ‘Casa de Muñecos’ del sector de
Cedritos que tú atendiste alguna vez?
"No era un Monseñor, era un cura cincuentón que le gustaba
darles nalgadas a los chicos que se portaban mal...".
¿Y a ti te dio muy duro?
"Lo justo a la medida de mis pecados".
¿Desde cuándo escribes?
"Desde los quince años".
¿Y estudiaste Periodismo o Literatura?
"Todo lo que sé y lo que he escrito lo he aprendido en
los libros y en la práctica".
¿Cómo descubriste a Pedro Lemebel (polémico escritor chileno
de la marginalidad), una de tus grandes influencias literarias?
"Por medio de un libro que hace cuatro años me participó
un escritor amigo, Ramón Illán Bacca: ‘Tengo miedo torero’".
¿Y cómo fue tu experiencia después de haber conocido a
Lemebel en un Carnaval de las Artes de Barranquilla? ¿Te cedió la antorcha?
"Fue una experiencia vital, como cuando conoces a un rock star, y más lo fue cuando él, muy querido, prologó mi primer libro de
relatos, ‘Locas de felicidad’".
¿De qué habla ese libro?
"De travestis, de asesinos, del amor, de la
prostitución en Bogotá, y todo lo que se cuece en el mundo marginal de los
homosexuales".
Y ‘Todos los destinos’, otro de tus libros?
"Es un oxímoron (metáfora ambigua) de que todos los
destinos conducen a ninguna parte, empezando por el mío".
John Better con el poeta Harold Alvarado Tenorio. Foto: Archivo particular |
¿Vives de la literatura?
"Sí, vivo, a veces bien, a veces mal, pero vivo, que es
lo importante".
Vienes de un hogar de alcurnia de Barranquilla, ¿qué dice tu
familia de tu ‘locura’?
"Mi mamá es un amor y me respalda en todo; pero al
resto de mi familia poco les importa lo que escriba, haga o suceda
conmigo".
¿Tienes pareja, John?
"He tenido muchas parejas, pero también temporadas de
infinita soledad".
Es cierto, como lo contaste alguna vez en una crónica de
Soho, que acostumbras flagelarte para expulsar el demonio de la carne?
"Sí, lo hago, con la ayuda de Dios y de una botella de
aguardiente que me da valor para soportar los azotes".
¿Y de dónde ese masoquismo?
“Por eso de que el dolor purifica”.
¿Qué idea tienes de Dios?
"Una idea devastadora, alguien que puede acabar con
todo en cualquier instante".
¿Prefieres hacer migas con el diablo?
"Ya hice negocios con él y no fueron muy
rentables".
¿Qué opinas cuando la curia sostiene que la homosexualidad
es obra de Satanás?
"Si es obra de él, pues el diablo es un artista genial,
un Picasso embrujador".
También cuentas lo de la bruja, que en tu relato se llama
‘La Princesa Ópalo’. ¿qué impresión te dejó ella?
"Algo muy divertido. Lo que sucedió con ella es digno
de cualquier película de Almodóvar".
¿Cómo te las arreglas para apaciguar ese fuego que llevas
dentro? ¿Te martiriza todo el tiempo?
"Es un fuego amigo, cómplice; un fuego secreto, como la
novela de Fernando Vallejo, que nunca llega a incinerarme; por el contrario, me
revitaliza".
¿Cómo es tu vida en Barranquilla?
"Alegre, festiva, rodeado de amigos, artistas,
bohemios, gente muy interesante".
En Carnavales, ¡¿quién te aguanta?!
"No soy tan ‘loca’ como crees. Eso dejémoslo para las que
aún no han salido del closet".
¿Mucho gay en la política barranquillera?
"El ‘mariposario’ ya no da abasto, pero eso no sólo es
en la política, sino en todo: en la religión, en el deporte, en la actividad
social, ni se diga en la farándula y en la televisión, poblado hoy por hoy de
galanes gays".
¿Quién es la mujer de tu vida?
"‘La mujer de mi vida soy yo’, como dijo alguna vez
Miguel Bosé en una entrevista".
¿Caprichosa, montadora, tierna, insoportable?
"Más bien clásica, casera, de las que cuidan su jardín
y dan de comer a sus pajaritos...".
¿Eres muy desenfrenado con el sexo?
"Sólo cuando amo".
Y cuando no tienes nadie a tu lado, ¿a quién acudes?
"Al recuerdo de mi ex y a la amistad de años con mi
mano izquierda".
¿Qué te dice el nombre de Jaime Bayly?
"No me dice nada. Me dicen más: Fernando Vallejo,
Alonso Sánchez Baute, Pedro Lemebel, Reynaldo Arenas, Manuel Puig, Fernando
Molano, Jaime Manrique Ardila, Harold Alvarado Tenorio y Gustavo Álvarez
Gardeazábal".
¿Y el glamuroso de Boris Izaguirre?
"El único lugar donde Boris Izaguirre podría ser
glamuroso, sería en una feria ambulante".
¿Sabías que Gardeázabal, para 'sollarse' la 'maricada' cría
gansos en su casa de Tuluá?, ¿tú qué crías?
"Yo crío quinceañeros".
¿Qué lujos desearías permitirte?
"Una casa frente al mar, junto a mi ex...".
¿Te da duro el despecho?
"Sí...".
¿Te agarras a beber, a fumar y a llorar?
"No, ya no tanto como antes".
¿Pero odias y quisieras arañarle la cara al maldito que te
hizo el desplante o te engañó?
"Ya volqué todo el fuego posible; ahora solo contemplo
las ruinas, lo que quedó en pie".
¿Prefieres el atleta vigoroso al filósofo otoñal?
"Ninguno de los dos. Prefiero el sensible e
inteligente, sin importar la edad".
¿El tamaño sí importa, John?
"El tamaño de las ideas, aunque el fuego crepita con
vastos troncos".
¿Qué les envidias a las mujeres?
"La capacidad de amar y perdonar a pesar de cualquier
circunstancia".
Pero como la mayoría de gays, ¿las tratas de ‘gallinas’?
"No. Me parece un término aborrecible. Mis mayores
lectoras son mujeres".
¿Cómo sería tu fiesta ideal?
"Con mis amigos, que es un grupo muy selecto; con
Charly García al piano, borracho y cansón, y con algún curita recién estrenado
en la maricada".
¿Qué te apacigua la ‘depre’? ¿Acaso un ‘porro’?
"Pero un porro interpretado por la banda de Sahagún,
preferiblemente ‘La Vaca Vieja’".
¿Y qué tipo de cosquillas te hace el ron?
"Cosquillas en el alma, que me suben y me
bajan...".
¿Si te pidieran disfrazarte, de qué lo harías?
"Me pondría una burka, el traje de las sufridas
afganas".
¿Eres de los que dice que si no fuera por la literatura
estarías muerto?
"Sí, ya me hubiera muerto, pero del aburrimiento".
¿Qué le dices a una beata cuando te reclama que si no coges
juicio y te arrepientes te vas a condenar al fuego eterno?
"Le digo: ya estuve allí y está repleto de mujeres como
usted".
¿Quién es John Harold Better Armella al desnudo?
"Un hombre que ha perdido muchos kilos y ha ganado
mucha experiencia...".
¿Pero te cuidas, te mimas, cómo es tu cosmética?
"Todavía no estoy en la edad de aplicarme Revertex,
pero sí tomo mucha agua y atrapo bonitos pensamientos, como dice Alejandra
Bogue, una comediante transgénero de México".
¿Pasivo o activo?
"No entiendo de términos contables, y menos con la luz
apagada".
¿Definitivamente la maricada no tiene cura?
"No tiene cura porque la maricada no es ninguna
enfermedad, eso está claro. Y que no insistan porque no hay nada qué curar, así lo repiquen con campanas los curas".
¿En dónde echas todas esas plumas que se te caen?
"Son el relleno de mi plácida almohada".
Algunos poemas de John Better Armella
El poeta en la Cueva de Barranquilla. Foto: Archivo particular |
Gótica Caribe
La alta mansión en
penumbras
Su patio cementerio de frutas
Nísperos de la desolación y cascarones de totumos incubando
un eco, un grito.
Sus interiores de ajedrez, la intocada cristalería
El gran salón donde una sabana fantasmal cubre el gran piano
Donde una serpiente de vez en cuando se desenrosca
A la distancia el bostezo del caimán lanza el último suspiro
de la mujer que ha engullido
Ahora ella es solo esencia, música fracturada en el verde
acuoso…
Y luego el silencio. Otra vez.
Poema para G viendo el océano
A lo lejos la bahía es solo un punto de llegada
Cae urgente la noche y el mar regurgita caparazones de
indescifrables criaturas
Ni una perla en el corazón de los moluscos agonizantes
En la arena, las huellas señalan un camino
En una de ellas una estrella de mar convulsiona en su acuoso
brillo
Un pájaro prehistórico agujerea las sabanas de agua,
Es mi alma lo que en su pico engulle
El vuelo de la mantarraya rompe la superficie
La profundidad es un cristal sentido
Una isla se sumerge sin remedio
Y la aurora llega como un agónico auxilio.
Basura Quemada
Eres basura quemada
Joyas prestadas a una rubia tonta debutante del burlesque,
Ardiendo en la aurora de un espejo quebrado.
La noche de naipes coronados con amarillentos diamantes
De condones usados y decapitadas cabezas
De piñatas con los dientes quebrados
Basura quemada es esa nube que se alza en la distancia
Esos algodones y esos guantes quirúrgicos
Donde hierven disecados pétalos de sangre
Esas calabazas zumbando de moscas rubí
Esos cascarones cuajados de fetos
Esas revistas de pornografía donde ranas trasparentes babean
su gélido orgasmo
Todo es basura quemada
Incluso tus labios donde se hospeda una medusa de fiebre
También tu lengua de filosas espinas plateadas
Todo es basura quemada amor
Incluso Jhune y Kent tan distantes de mi
Y al otro lado de la cámara pajeándose
Sobre un mugroso colchón en algún scort de Manila
También Koyiro asombrada de ver flotar libélulas en el agua
del lavatorio
Todo es basura quemada
Excepto este poema que hasta ahora empieza a arder
Fuego
Fuego: piñas de encendidas coronas
Playas y mareas de lava
Una cabeza de leopardo emergiendo en tu pecho
Altas palmeras en llamas
Fuego hecho labios de ceniza: tu marca ardiendo.
Ninja
Todo ceniza,
Papeles incendiados del día definitivo
Por eso empaco estos guantes,
Este pañuelo aun goteando amarguras
Me sacudo el polvo,
Mi traje es un liviano equipaje de la pasada estación
Todo cenizas, vidrios molidos
Y el cielo que se viene abajo.
(Para Guzmán González)
Malibú
Ella fue una estrella en Malibú
Ahora está de regreso
Zapatos puntilla de piel de cocodrilo
Ahora está de regreso
Ella toma mis cosas sin permiso,
Porque ella fue una estrella en Malibú
"Estamos en los noventa ¡no me llames así por favor!”
-Dice- y saca las llaves del auto
Vamos al Acapulco por esa lámpara con destellos mermelada,
Encendemos un Picayune y luego la lámpara
Y nos quedamos mirando por largo rato…
-Hay tantas cosas en esa tienda -, dice
-También aquí.
-¿Dónde?
-Aquí
-Hummm, ya veo…
Ella fue una estrella en Malibú
Ahora está de regreso.
Yo le hago las uñas, ella crispa mis pestañas
Tanto equipaje no cabe en el armario
Tanta comida congelada
Ella fue una estrella en Malibú
Aún conservo su autógrafo
Aún tomo el mismo camino todas las mañanas
Aún.
Hello Miss
Kitty
¿Wer bringt
eigentlich
Den tau auf
die weisen?
Hola Kitty
Mi reloj está descompuesto
Y lo que ya no fue hoy de seguro no será mañana
Ya fueron Bosnia y esos tantos paisajes de la ingratitud
La miel es más dulce que la sangre, ya lo sabías desde antes
Algo nuevo hay ahora en la alacena
La canasta del picnic lleva las hormigas dentro
La hierba erizada de rocío
Los frascos de conservas
Aloha Kitty
¿Qué fue de la señorita mermelada?
¿La señorita in love?
Apenas conceptos
Apenas posibles
Los días son lluviosos cuando no hay sol
Y la niña rubia del almanaque recoge el ruedo de su falda y
baila
El pico del cucú agujerea el tiempo y duele
Si yo tuviera un enfermero me sentiría un poco mejor
O al menos una tableta de…
O al menos.
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