"La vida cotidiana, la vida histórica, se ve reflejada en la moda": Rocío Arias Hofman. Foto cortesía: Allaedin Twebti |
Esta es mi técnica, resucito a través de la ropa. Tanto es
así que me resulta imposible recordar lo que hice, lo que me sucedió, a menos
que recuerde lo que llevaba puesto. Siempre que desecho un suéter o un vestido,
desecho parte de mi vida. (Margaret Atwood).
Como esta cita de la escritora, poeta y activista política
canadiense, que hace parte de su compendio de cuentos ‘Chicas bailarinas’
(Lumen), hay un rosario de máximas y entrecomillados en el apartado ‘Elogio a
la lectura’, del blog ‘Sentada en su silla verde’ (http://www.sentadaensusillaverde.com.),
de Rocío Arias Hofman, creadora de un lenguaje que hacía falta, hoy por hoy, en
el vasto territorio de los diseñadores, espacio digital que, desde
su creación, ha sentado precedente como una novedosa alternativa para narrar y
explicar la moda, desde una plataforma íntima, contextualizada con la
literatura, distante de las imposturas y la retórica clisé que abunda en la
mayoría de informes y publicaciones relacionados con el tema.
Arias Hofman, periodista independiente y politóloga
española, radicada en Colombia desde hace varios años, y cofundadora con el
escritor, columnista y editor colombiano Andrés Hoyos, de la Casa Malpensante,
marca la diferencia con su estilo, urdido en la práctica y la sensibilidad que
le ha brindado su amplia experiencia en la reportería, con un agregado
particular que evoca al gran Gay Talese -su padre José fue sastre-, el de saber
confeccionar una crónica, un perfil, un retrato, con la técnica y las minucias de
un aplicado modisto: boceto, trazo, corte y sutil acabado, sin perder el hilo
ni dejar hebras sueltas. La sobriedad de la escritura.
La autora de ‘Sentada en su silla verde’ es colaboradora
habitual de El Espectador, Editora de Moda de la Revista Diners y jurado de los
Premios Cromos de la Moda.
La Pluma & La Herida la entrevistó.
¿Cómo se contempla la moda desde su escenario natural, la ‘silla
verde’?
“Muy particular. Es un espacio privado, estupendo para
desplegar libros sobre el piso mientras encuentro y reviso fotos, textos. Desde
ahí hago uso del tiempo para darle vuelta a las ideas; desgrabar entrevistas;
inventar títulos y temas; organizar citas y reportería; subir contenidos al
mundo digital que me inventé".
Lo de la 'silla verde' es un homenaje al maestro Germán
Arciniegas, ¿verdad?
“Sí, justamente gracias a uno de esos días dedicados a
releer encontré hace tres años esa manera intrigante y hermosa con la que el
escritor bogotano aludía a la ciudad. Para él, Bogotá está asentada sobre una
silla verde -la cordillera oriental- y, desde ahí, se despliega. Bueno, escribo
desde un lugar situado cerca de esa montaña y veo lo que relata Arciniegas.
Como quería ubicar geográficamente el espacio digital sobre moda en Colombia
que comenzaba a concebir y, además, me encontraba sentada en mi silla
preferida, el guiño del escritor brilló como un rayo”.
¿En asuntos de moda sería un contrasentido aplicar el viejo
refrán de que el hábito no hace al monje?
“Es como lo de aquel dicho de ‘la mona, aunque se vista de
seda, mona se queda’. Depende de la intensidad de significado que le de cada
persona a la ropa. Pueden ser verdad o no. Si el vestuario que eliges forma
parte de tu personalidad, es posible que no haya hábitos que demostrar ni sedas
que disfracen monas”.
Moda: ¿arte, oficio o profesión? ¿O las tres a la vez?
“Vocación, más bien. Me intriga, disfruto casi todos sus
ángulos y además tengo la suerte de haberla convertido en algo más que una
fascinación personal. Es un reto periodístico diario. En ese sentido sí vivo la
moda como un oficio”.
¿Qué diferencia hay entre el glamour impuesto y la virtud
legítima de saber llevar una prenda?
“Es estimulante comprobar cómo las personas que viven con
intensidad, hacer y mostrar moda (creadores, especialistas o sencillamente
consumidores) acaban viviéndola de manera anárquica, sin decálogo. Eso sí, como
en todas las disciplinas, es gente que además demuestra tener talento para
hacerlo”.
¿Se puede lucir elegante, distante de las imposturas
mediáticas y las etiquetas?
“Los seguidores de Oscar Wilde, si le hacían caso en todo al
escritor irlandés, podían resultar ridículos para muchos, pero aplicaban el
dandismo al extremo y seguramente se sentían elegantísimos. Honoré de Balzac
nos legó su famoso tratado sobre el asunto. Es un territorio al que siempre
conviene volver porque los códigos son un ejercicio de ilusionistas”.
Gianni Versace dijo alguna vez que no creía en el buen
gusto. ¿Qué opina al respecto?
“Que el buen gusto existe y está claro porque existe su
opuesto: el mal gusto. En relación con las artes, no te puedes escudar en la
subjetividad para desviar la atención sobre la diferencia entre buen y mal
gusto. Cavalli, otro italiano como Versace, no desprecia la definición y más bien
se encarga de reivindicar con sus brillos y ‘animal prints’ entalladísimos, un
estadio del gusto”.
¿Estuvo más acertada Coco Chanel cuando dijo que la moda
está en el cielo, en la calle, en la cotidianidad, en lo que está pasando?
“Bueno, es que ahí encuentras moda a borbotones. Nuestra
vida cotidiana y la vida histórica, si se quiere ver con perspectiva, se ve
reflejada en la moda”.
¿Son los modistos una suerte de cirujanos, ávidos de esa
materia prima que es la mujer vestida de carne, en el caso de las modelos?
“No sé, no me he encontrado el primero que me hable así del ‘objeto
de su obsesión’”.
Se lo digo por el célebre postulado de Margarita Riviére:
“La moda como creación, ha muerto, pero ha dejado un heredero: el culto al
cuerpo”.
“Margarita Riviére escribe desde la sociología y desde la
antropología. Creo que el enfoque que hace esta española estudiosa es sobre la
relevancia del cuerpo físico en nuestra sociedad occidental. Pero eso lo
iniciaron griegos y romanos. ¿Sino qué otro mensaje nos transmiten las
esculturas clásicas?”.
Alicia Mejía, Gabriel Jaime Rico, Rocío Arias Hofman y Ricardo Sierra, durante el homenaje a Artesanías de Colombia, en el marco de Expoartesano, evento celebrado en Medellín |
“Digamos que las modelos son excelentes cuando no se
perciben o cuando se integran con la narrativa del diseñador hasta el punto de
expresarse por él. Porque su trabajo consiste en mostrar prendas, no más. Las
mejores del mundo lo saben bien, por eso son -paradójicamente- inolvidables”.
¿Cómo es su trabajo de campo en el taller del diseñador(a)?
¿Qué es lo que más le llama la atención del artista y su obra?
“Esa reportería debe ser persistente y me tengo que adaptar
lógicamente a los tiempos y al ritmo de trabajo de cada diseñador. Cuando se me
ocurrió abordar la moda en Colombia desde la colección de reportajes que titulo
‘Talleres’, entendí que iba a tener que dedicarle muchas horas al tema. Hay
creadores nocturnos y otros diurnos. Unos prefieren salir a buscar materiales y
reunirse con sus proveedores por la mañana y otros en cambio solo funcionan
ante la mesa de corte en horas de madrugada. Con paciencia, por parte de los
diseñadores, y algo de la mía, voy hilando el encaje laborioso que me gustaría
ofrecer a los lectores al finalizar esta serie. Para que podamos caer en cuenta
del talento portentoso, del oficio difícil y abnegado, de la exigencia de un trabajo
creativo que se valida si resulta exitoso empresarialmente. En Colombia hay una
cantidad relevante de diseñadores en ese nivel. Urge mostrarlos desde este
ángulo. Quizá así el público los valore en su dimensión y decida comprar moda
colombiana en lugar de preferir siempre firmas extranjeras”.
¿Coincide con Agatha Ruiz de la Prada cuando afirma que en
teoría la moda cambia cada seis meses, y sin embargo todo el mundo se viste
igual?
“Ella es muy original y perspicaz. Sí, así suele suceder.
Pero cualquier teoría corre el riesgo de ser desmontada en tres segundos, con
varios ejemplos”.
¿O será, como rubricó Yves Saint Laurent, que un buen diseño
puede soportar la moda unos diez años?
“Es que la esencia del oficio de crear prendas que no solo
cubran sino que embellezcan el cuerpo y hablen por él en una época y en un país
determinado, no radica en la temporalidad. Pervive en el registro histórico, es
inspirador más adelante. YSL sigue siendo observado, replicado, admirado. Nunca
va a desaparecer por mucho que sus colecciones hablaran el lenguaje rápido y
vertiginoso del mercado. Su traje-chaqueta para las mujeres simplemente
secularizó la moda en el siglo XX. ¿Quién da más?”.
¿No cree que con la moda pasa lo mismo que con la Historia:
una sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente, sólo que con diferente
etiqueta?
“Más bien diría que la moda ocurre al ritmo de la Historia
hasta un punto, porque la moda, en muchas ocasiones, ha demostrado ser una ‘adelantada’.
Es parte de su desfachatez, de su capacidad para revolucionar, de su encanto
inmenso”.
Hay mucha gente, sobre todo en Europa, que se ‘enferma’ de
moda, que delira de moda, que vive en función de la moda. Ya lo decía la famosa
Carrie Bradshaw: “Me gusta tener mi dinero donde lo pueda ver: colgado en el
armario”.
“Bueno, el comentario del personaje es gracioso. Y
seguramente hay mucha paciente con síntomas raros asociados al consumo de moda.
Pero, por ejemplo, Valerie Steele -la directora del FIT (Fashion Institute of
Techology) en Nueva York- conoce a profundidad la moda, la goza y la ha vuelto
su objeto de estudio. Sin embargo, no es una voraz consumidora”.
¿Cuáles son sus diseñadores favoritos del mundo y por qué?
“Me interesan los lenguajes que inventan ciertos
diseñadores. La manera única y mágica que tienen para asomarse al mundo y
describirlo. Desde la escuela de Amberes hasta Mariano Fortuny. El abanico es
profuso”.
¿Y de Colombia?
“Respondo lo mismo que en la pregunta anterior. Añado, sin
embargo, que me interesan desde Ángel Yañez hasta Carolina Sepúlveda y Ashes”.
¿Qué le abona y qué le tacha a Silvia Tcherassi?
“Ejerzo en mi vida diaria de periodista que cuenta historias
sobre moda. Los jueces están sentados en sus puestos de concurso”.
¿Y a Esteban Cortázar?
“Sería magnífico contar con él, presente en el país, pero
entiendo que su vida profesional se ha desarrollado fuera”.
¿Cuál es la diseñadora colombiana revelación del momento?
“Cualquier respuesta pecaría de ingenua porque mañana habrá
otra. Así de veloz es el mundo de la moda”.
¿Sí es Colombiamoda la gran vitrina de la moda en
Latinoamérica, como registran los medios en los últimos años?
“Inexmoda, con Alicia Mejía durante 16 años y con Carlos
Eduardo Botero durante los últimos seis años, ha consolidado un evento de
envergadura indiscutible a nivel continental. ¿Quién tiene mejor registro, a
quién le sirve más esta vitrina? Es una pregunta abierta muy interesante”.
Rocío Arias Hofman acompañada de su esposo, el escritor, columnista y editor Andrés Hoyos. Foto: Cortesía Cromos |
“Reprobación total al plagio, a la copia, a la ley del
mínimo esfuerzo, a la ignorancia y a la connivencia con un mercado que ‘se hace
el de las gafas’ para desconocer qué es falso”.
¿Cree que en la moda como en los toros, nadie tiene la
última palabra?
“Y en gastronomía, literatura, poesía, artes plásticas,
baile, tampoco nadie es un Pope, aunque varios finjan que lo son”.
¿Cómo es su ropero?
“Elaborado. Conseguido poco a poco, durante más de 16 años -cuando
estrené mi primer sueldo bueno trabajando en televisión-, para así poder hablar
a fondo de moda creada”.
¿Qué es lo primero que se ve cuando abre su armario?
“Apretuje y el brillo de unos zapatos”.
¿Es de imaginar que debe tener más de dos armarios?
“Es más fácil imaginar cómo una pareja comparte un armario”.
¿Hasta dónde puede llegar la vanidad de Rocío Arias Hofman?
“No tengo termómetro para medirla. Supongo que dentro de
unos límites”.
¿Hay que ser una ‘malpensante’ para escribir de moda?
“Eso habría que preguntárselo a los nacidos bajo ese signo
zodiacal y anímico”.
¿Qué prendas no se pondría por nada del mundo?
“Vestidos apretados, camisetas cortas, zapatos malos”.
¿Ha lucido pavas?
“Tengo la suerte de haberle comprado a María Luisa Ortiz
tres magníficos sombreros de la época en la que los hacía. Le ruego que siga y
nada. Ahora estoy buscando los de Madame Crepé”.
¿Y bufandas
multicolores que llegan hasta los tobillos?
“No sé, si hace frío y no hay nada más a mano, de pronto”.
¿De qué celebridad le
gustaría llevar un diseño?
“Más bien me encantaría conocer a varios diseñadores
portentosos. Algún día...”.
¿Alguna vez quedó
fascinada con una prenda de segunda en el rastrillo madrileño?
“El rastro es mi infancia solamente. En esa época seguía a
mis padres entre los puestos. Un día compré con mis ahorros una pesada mesita
de noche, absurda”.
¿Cuáles son sus accesorios más frecuentes?
“Grabadora, iPhone, agendas, brillo de labios, un buen
bolígrafo, mis tarjetas y un reloj”.
¿Cuántos pares de zapatos tiene?
“No sé. Siempre aparece un par olvidado en el fondo del
armario”.
Muy poco se le ve de
tacón alto, ¿por qué?
“Arrastro una biografía de ex bailarina que no se hizo
profesional. Y, sin embargo, el espíritu y la fascinación por el baile, persiste. Por eso los zapatos tienen que ser cómodos para poder bailar si se
presta cualquier ocasión. Y los tacones muy altos no son los mejores aliados”.
¿Está de acuerdo con la matemática francesa Gabrielle de
Breteuil cuando soltó en un desfile en París su célebre frase: “Las mujeres
necias, siguen la moda; las pretenciosas, la exageran; y las mujeres de buen
gusto, pactan con ella”?
“La idea es conversar contigo misma para ir intuyendo quién
eres y cómo te gusta vestirte, ¿no?”.
Permítame un lugar común: “No hay mujeres feas sino mal
informadas”: ¿Se cumple esa sentencia?
“Es que la consejería de moda me queda grande. No es mi tema”.
¿Cuesta mucho vestir elegante en Colombia?
“Cuesta comprar piezas elaboradas a mano y cuyo diseño sea
excepcional. Aquí y en China”.
¿Sale más cómodo económicamente vestir bien que comer bien?
“Depende. Habría que preguntarle a alguien de chequera
absurda como un ruso, por ejemplo”.
Otra vez Coco Chanel: “el perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha”. ¿Cuál es el suyo?
“Desde hace muchos años, ‘Chance’, de Chanel. Es muy
simbólico para mí”.
Se habla del ‘espíritu’ de un diseño, que no es su marca:
¿Cuál es?
“Al revés, las marcas son las que logran imponerse y
brindarle al diseño el oxígeno necesario para ser audaz y diferente”.
¿Qué admira y resalta de Carolina Herrera?
“Su porte bailarinesco”.
¿En qué momento un diseño alcanza ese difícil grado poético
del que hablaba Gianfranco Ferré?
“Digamos que lo interesante es que lo haya dicho un
arquitecto como él”.
Para rematar, otra máxima de Óscar Wilde: “Desde el punto de vista
artístico, la moda es una intolerable forma de la fealdad que nos vemos
obligados a cambiarla cada seis meses”. ¿Qué es la moda para usted, Rocío?
“Un punto equidistante entre el arte y el comercio. También
una forma de expresarme en simultánea desde mi mundo privado y desde el oficio
que aprendí haciendo periodismo”.
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