Bella, coqueta, desparpajada: así es Viña Machado, la talentosa modelo y actriz samaria. Foto: Archivo particular |
Ricardo Rondón Ch.
Es una delicia entrevistarla, por su desparpajo, su
naturalidad, su repentismo, sólo por escuchar su voz medio afónica y ese dejo coqueto que
destella en sus palabras. A Viña Machado, cosecha de 1980, gran reserva, un
Malbec - dirían los catadores-, con cuerpo y volumen, de maridaje especial para
carnes jóvenes, pulpas y en su jugo, boquet inconfundible, la vimos crecer fortalecida en el modelaje
y luego en la actuación, ante cámaras y en las tablas.
Jorge Alí Triana le dio el tiquete en primera clase después
de ocho meses en ‘Doña Flor y sus dos maridos’. Venía de abonar en derroteros
televisivos cuando actuó en ‘Los Protegidos’, al lado de dos duros para ella:
Luis Eduardo Arango y Carlos Serrato.
De nuevo en las tablas, Viña se luce con creces por estas
fechas en el montaje ‘Un cuarto para las siete’, de Casa E, una serie de microrrelatos
interrelacionados en escena, el que le corresponde durante esta temporada, la
rotunda y explosiva ‘Bang’, con la premisa, ‘¿Hasta dónde llegarías por amor?’.
La actriz samaria viene de ratificar su talento histriónico
en ‘Comando Élite’, con la formidable interpretación de la capitán Anabela Morón.
Por estas noches deleita a sus seguidores con la desfachatada y sin agüero Marisol,
la sensual e incorregible costeña que
más guerra da en ‘La Playita’.
Hace muchas lunas que Viña sabe dónde y cómo pararse a la
hora de capotear una entrevista indiscreta, sobre todo cuando se le pregunta de
sexo, de lecciones de sexo, de vestiduras vaporosas, escotes pronunciados y
tanguitas al vuelo, como las que exhibió en cuatro rondas para una campaña contra
la disfunción eréctil, de una empresa de potenciadores viriles: Sus vídeos en
Youtube no paran de ser visitados. Y cumplen con su deber.
De eso y de otros temas inherentes a su vida y a su profesión,
hablamos con la encantadora Viña.
Entrevista de largo aliento.
A propósito de ‘Un cuarto para las siete’, ¿cómo te ha
funcionado el microteatro?
“Ha sido una grata experiencia, porque yo no había hecho microteatro,
hacer varias funciones el mismo día es
un reto, se necesita de esfuerzo y concentración, pero lo he disfrutado”.
¿Y a ti te gusta micro o largo?
“A mí me gusta en el tiempo justo. Pero eso depende, si estamos
hablando de una puesta en escena, me gustan varios micros, o un largo bien
interesante…”.
¿Qué tal la empatía con Pedro Falla y Ricardo Leguízamo?
“Extraordinaria, la hemos pasado de maravilla. Ambos son
estupendos actores, sobrados de talento y de gran calidad humana. No tengo sino
agradecimientos para ellos. Me quedé con ganas. Con ellos el micro no fue
suficiente…”.
A propósito de este micro tuyo, ‘Bang’, ¿hasta dónde
llegarías por amor?
“Yo creo que le he
apostado mucho al amor y al deseo, mientras la persona con la que estoy me lo
permita, desde la fidelidad y el respeto”.
¿Hasta el punto de lavarle y plancharle la ropa a tu pareja,
como lo sugeriste en una reciente edición de la revista Don Juan, con Rafael
Novoa?
“Bueno, yo le hubiera lavado y planchado la ropa a Rafael
Novoa toda la vida, pero no se puede (risas). No, mentiras…, es en broma”.
¿Hoy a quién le arreglas la ropa? ¿Tienes a quién dedicarle
esos oficios?
“Sí, pero con la salvedad de que hay una lavadora”.
¿Pero sí planchas?
“Y muy bien, gracias a mis hermanas, dejo las prendas
impecables”.
Algo que hoy en día no se ve…
“No, pero es que a mí me criaron para casarme; lo que pasa
es que no lo he cumplido”.
¿Y qué ha pasado?, con todos los puntos a tu favor: bella,
sensual, inteligente, talentosa…
“Que me escabullo muy fácil. Y eso que he sido de noviazgos
largos, me encanta estar de novia; pero me aterra la palabra matrimonio”.
Pero habrán sobrado pretendientes que te han puesto el
anillo de compromiso con un futuro asegurado… El príncipe azul que ustedes
llaman.
“Tal vez sí; lo que pasa es que a mí los príncipes azules no
me gustan. A mí me gustan son los sapos”.
Viña se luce en 'Un cuarto para las siete', de Casa E. |
¿Has deseado el hombre de tu prójima?
“Para nada”.
¿Qué te llama la atención de un hombre?
“Sonará a frase de cajón, pero a mí me atrae un hombre con
un gran sentido del humor”.
¿Tipo 'Don Jediondo', ‘Polilla’ o ‘Alerta’?
“¡No, qué va, hombre! Los que acabas de nombrar son chistosos.
Me refiero al sentido del humor espontáneo, original. Aquel que tiene la
capacidad de burlarse de sí mismo, de las situaciones cotidianas; el
repentista, el que tiene actitud, el intrépido”.
¿Has sido una mujer de muchos hombres?
“Son poquitos, contados en los dedos de las manos. No pasan
de diez”.
¿Eres consciente de que intimidas a ciertos hombres por ese
embrujo, esa sensualidad caribe que te envuelve?
“Me pasa con frecuencia. De hecho soy la que termina
abordando al hombre que me gusta, que me parece atractivo. Sí, a veces soy yo
la que da el paso, la que rompe el hielo”.
¿Hasta dónde llega tu coquetería?
“Soy una mujer coqueta, es una actitud muy linda, del
caribe, pero con naturalidad. Yo coqueteo conmigo en el espejo. Me gusta ese
juego. Es algo innato en mí, un coqueteo provocador”.
¿En la barra de un bar le recibirías un trago a un hombre
que nunca has visto antes?
“¡No!, eso no. Simplemente doy las gracias, pero no lo acepto”.
¿No utilizarías las artimañas de Marisol, tu personaje en ‘La
Playita’?
“Esa Marisol tiene mucho de mí, porque todos los personajes
que uno hace se viven y fluyen desde el interior, pero eso no quiere decir que
ponga en práctica sus actitudes en mi realidad. Ella es una mujer frentera, alegre,
desabrochada, femenina, eso me gusta. Es el gran resumen de la mujer costeña”.
Contrario a Anabela Morón, la recia e inquebrantable capitán
de ‘Comando Élite’. Hay mucho de ella en ti, ¿verdad?
“Claro, Anabela fue interpretada desde la fortaleza, la
rectitud, el carácter. Y Marisol es lo opuesto: la desfachatez completa. Pero
uno como actriz siempre tiene algo de todos los personajes que hace”.
¿Harías el papel de una sadomasoquista? ¿Te ha pasado por la
cabeza meterte en los tacones de una dominatriz? ¿O de una profesora de sexo
como en los vídeos que hace un tiempo hiciste para la campaña contra la disfunción
eréctil?
“¡Pero si es que eso ya lo hice! Si todavía tengo el libreto
en mente: ‘Hola, soy Viña Machado y me encanta el sexo…’. Fue un reto para mí. Me
lo gocé y creo que la gente todavía se lo goza, pero una sadomasoquista no es
el papel que me gustaría interpretar. Alguien que se empeña en buscar el placer
a través del dolor, ¡no, qué pereza! Me llama la atención hacer una Úrsula
Iguarán, una Margaret Tatcher: mujeres que han dejado huella tanto en la
ficción como en la realidad. Algo que resalte en este mundo tan masculino y
machista”.
Bueno, en ese caso hiciste un clásico de la literatura
latinoamericana, adaptado al teatro: ‘Doña Flor y sus dos maridos’. No te
podrás quejar… ¿Qué te dejó doña Flor?
“Doña Flor es un capítulo memorable en mi carrera, me dejó
muchas cosas, un gusto inmenso por el teatro, por la comprensión, por el
trabajo en escena, y por el respeto de estar parada frente al público. Fueron
ocho meses de trabajo duro y de reconocimiento, de compartir noche a noche con
un elenco como el que me tocó (Carlos Mariño, Ana María Kamper, Gerardo
Calero),y tener la fortuna de estar
dirigida por un maestro como Jorge Alí Triana. Lo que estoy haciendo hoy en
día, es por Doña Flor”.
¿Alguna vez te ha tocado sortear esa situación: la de debatirte
entre dos amores?
“¡Ay, no! Yo soy demasiado boquisuelta, demasiado honesta,
políticamente incorrecta, y estoy convencida de que no podría. No me he
imaginado nunca entre Carlos y Pedro, sosteniendo una mentira que no me dejaría
dormir tranquila. Eso no me ha pasado por la cabeza. Tengo uno y con ese me
quedo”.
A propósito de esas ardorosas lecciones de sexo en vídeo, cuatro
de una serie pactada para la promoción de la famosa pepita azul. Existe la
posibilidad de otras: una quinta, una sexta, por qué no, ¿completar la docena?
“Me gustaría tener un espacio propio en un canal de
televisión, o en Youtube, para hablar con propiedad y soltura de sexo, sin
tapujos ni censuras, pero desde el punto de vista de la mujer”.
¿Y crees que podría darse? De hecho ya dejaste abonado el
terreno…
“De pronto, pero a título personal. Aprovechar lo que se
hizo con esa campaña de disfunción eréctil, que me imagino tuvo que haber
funcionado”.
Claro que tuvo que haber funcionado. ¡Por favor!, no hay
sino que mirarte en escena.
“Pues habría que hacer una encuesta con los pacientes que la
vieron”.
"Me gustaría conducir un espacio televisivo que hable se sexo" |
Que son muchos. Hay que
ver la cantidad de visitas registradas. Las cifras son impresionantes…
“Eso me deja satisfecha”.
Es de suponer que había un libreto de por medio. Pero
también se ve que pusiste mucho de tu parte…
“Sí, a mí me pasaron un texto, porque es un personaje, sólo
que lleva mi nombre, tal cual me presento. Y claro, está mi aporte, ¿qué te
imaginas?, si es que yo no he vivido en un convento; con mi moral, con mis
valores y crianza, también he gozado de las cosas extraordinarias que nos
ofrece la vida. Y para eso hago uso de toda mi artillería”.
¿Qué te inspira sexo en un hombre?
“Un tipo bien parado: seguro, confiado, pero no creído. Ese
hombre que sabe lo que tiene, pero que no hace alarde de él. Eso me seduce.
Pero a mí me gusta el que me gusta. Ninguna de las seis parejas que he tenido
se parecen entre sí. No hay un estereotipo físico”.
¿Una mujer te ha atraído alguna vez?
“No. Hace 10 años dije en una entrevista que me
gustaría hacer un trío, pero eso fue hace mucho tiempo. Hoy tengo 34 y me digo:
‘en qué estaba pensando’. Eso no quiere decir que no reconozca la belleza
femenina. Me parecen hermosas las mujeres, pero nunca me he sentido atraída por
una”.
Pero sí muchas mujeres te habrán echado los perros…
“¡Ah!, pues sí, pero eso ya no me incumbe a mí”.
¿Y cómo sales avante de esas situaciones?
“Yo toreo muy bien, y con sutileza y respeto, me voy
escurriendo”.
En materia de sexo, ¿lo has hecho todo?
“¡Por favor!, estoy en kinder. No creo que nadie tenga la última palabra en cuestión de sexo. A no
ser que trabaje en la industria del cine porno”.
¿Qué es lo más atrevido que has hecho sexualmente?
“Lo de la campaña contra la disfunción eréctil. Eso ha sido
lo más usado”.
Bueno, pero es que ahí actúas. Te pregunto de tus experiencias
personales.
“¡Ah!, no señor. Eso es íntimo. No te me metas al cuarto que
está sin arreglar”.
Bares swinger, intercambio de parejas, ¿nada de eso?
“Mira, con todo lo desparpajada que me ves, en ese sentido
soy muy tranquilita. Además me cuido, no estoy preparada para tomar ese tipo de
riesgos. Me gusta disfrutar del sexo con el hombre que amo”.
¿Te gusta que te filmen?
“Nunca, porque eso se presta para que cuelguen en Youtube
todo lo que uno estaba haciendo, y no, qué oso. Aunque no soy de las que digo,
de esta agua no beberé, porque termino tomándome el charco entero”.
¿Cuál es la parte más débil de Viña Machado?
“El corazón”.
¿Y de las zonas erógenas?
“Toda yo, desde que me sepan tocar, acariciar…”.
¿Y cómo es ese preludio, vino, algún trago para el calentamiento?
“No. Tiene que ser en sano juicio. Me gusta que las cosas
fluyan sin programarlas, de manera espontánea. Yo borracha no doy ni la hora”.
¿Te parece erótico el
poder?
“Cuando estaba más joven, sí; pero en la medida en que uno
se va descubriendo y se vale por sí mismo, eso pasa a un segundo plano”.
¿Cómo es el cuarto de Viña Machado?
“Lleno de luz, sobrio, minimalista, acogedor”.
¿Mucha ropa?
“Ya casi, no. Antes, sí”.
¿Cómo es tu ropa interior?
“Delicada y fina”.
¿Prefieres andar desnuda en tu espacio?
“No como desnuda, pero sí ligera de ropas”.
¿Qué memoria haces de tus amores ‘muertos’?
“Lo más útil de esos amores ‘muertos’ es que te dejan una
grata experiencia”.
¿Aceptas esa fecha de vencimiento que tiene el amor?
“Es real, lo que pasa es que uno a veces la desconoce”.
¿Te gusta conquistar, o más bien que te conquisten?
“Las dos opciones son válidas, necesarias. Una veces uno
siente la necesidad de conquistar, y otras de dejarse conquistar. La conquista
es una cuestión de ego”.
¿En dónde quedó la modelo?
“Existe todavía, ella no va a morir y yo no la quiero matar.
A mí el modelaje me ha dado mucho, y no soy una desagradecida”.
En los inicios de su carrera como modelo, actividad en la que sigue incursionando. Foto: Archivo particular |
¿Qué es modelar, Viña?
“Modelar es actuar sin decir una palabra”.
¿Y qué es actuar?
“Actuar es transmitir con cuerpo, alma y verdad lo que te
impone un personaje”.
¿Qué memoria haces de la ‘femme fatal’ de ‘Los Protegidos’?
“Con Laura aprendí mucho, empezando porque yo no tenía idea
de disparar un arma. Actuar con dos actores de talla mayor como Carlos Serrato
y Luis Eduardo Arango, fue la experiencia decisiva para seguir el camino de la
actuación”.
¿Cómo saltas del set de televisión a las tablas?
“Es una diferencia total, si se tiene en cuenta de que no
escuchas la famosa frase del ‘corte y repita’. El teatro es un contacto directo
con la gente, es una reacción inmediata. El teatro es la almendra del arte
escénico”.
¿Cómo se recibe el aplauso en vivo?
“Es la gran recompensa a todo el trabajo que implica montar
una obra”.
¿En dónde llevas la sabrosura costeña?
“En todo mi ser”.
¿Y el carácter?
“¡Carambas!, que si qué”.
¿Cuesta mucho mantenerte?
“Cuesta más mantenerme contenta. Yo me río todo el día”.
¿Y qué te puede sacar de quicio?
“El egocentrismo, la gente que no es de verdad”.
¿Cómo debe ser un marido?
“Un amigo, un compañero, un compinche, un amante, un socio”.
¿A qué huele tu cocina un domingo por la tarde?
“A mondongo, a ‘pecado’ frito, a calentado, a jugo de
maracuyá”.
¿Cuál es el mar más bello que conoces?
“Está en todas las cincuenta y pico de bahías que tiene San
Marta”.
¿En tu casa de Bogotá no falta una hamaca?
“Hay dos por falta de una”.
¿Y una mochila arhuaca?
“Hay una arhuaca y dos wayuús”.
¿A cuántos hombres has embobado con esa melosa vocecita
ronca?
“No sé, incluyéndote a ti, ya perdí la cuenta”.
¿Cómo se cosecha a Viña?
“Como las buenas uvas de los mejores vinos”.
¿Qué debe tener un hombre para conquistarte, para saber del embrujo de tu bouquet inconfundible?
“¡Huevos!”.
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