La doctora Odile Fernández, autora del libro 'Mis recetas anticáncer', acompañada de su pequeño hijo Iker. Foto: La Pluma & La Herida |
Ricardo Rondón Ch.
“Me llamo Odile Fernández Martínez, soy médico de familia y
superviviente de cáncer”.
Así comienza, escrito en primera persona, ‘Mis recetas
anticáncer’, libro de la facultativa española, esposa y madre de dos
hijos, que basado en una experiencia
propia, la del progresivo y doloroso mal, se ha convertido en un material de
consulta y apoyo, no sólo para aquellas personas que padecen la terrible
enfermedad, sino para quienes la han detectado a tiempo o están interesados en
prevenirla adoptando hábitos de alimentación, inducción psicológica, ejercicio
y disciplina adecuados.
Hace cuatro años, cuando a Odile le fue descubierto un
cáncer de ovario que estaba haciendo metástasis, el impacto fue demoledor, como
sucede en estos casos, pero ella no le dio largas, con la premisa de que “al
fin y al cabo todos vamos a correr la misma suerte, la de la muerte inexorable,
y que quedarse en ese estadio de la desesperanza y el acabóse, es lo que nunca
se debe hacer en estos episodios emergentes. Hay que dar la pelea”.
Un testimonio edificado en la fe y el coraje como cimientos,
pero con la convicción y el optimismo de superar la dura prueba y salir
adelante. “Yo lo logré y estoy segura que muchos pacientes lo pueden hacer. Lo
importante es mentalizarse, llenarse de energía positiva, cumplir a cabalidad
el tratamiento y poner en práctica otras ayudas alternativas desde la
plataforma de la ciencia”.
Odile rubrica su disertación con una sonrisa dulce mientras
amamanta a Iker (nombre de origen vasco que significa portador de buenas
noticias), su segundo crío de brazos después de la recuperación. La verdad es
que todo en ella, su semblante, el brillo de su cabello, su mirada limpia y
amorosa, no delatan para nada la huella arrasadora del monstruo, como acontece con otros enfermos.
Tenerla frente a frente, en el marco de una cálida y amena
charla en el stand que le corresponde de la 27° Feria Internacional del Libro
de Bogotá, a donde llegó la semana anterior para presentar y firmar su obra, es
una verificación de a puño para entender que sí se puede combatir la
enfermedad, cuando se asume un tratamiento a conciencia y se siguen parámetros
concretos de la medicina, de la bioenergética y de la holística, para retomar
la calidad de vida de la que se gozaba antes de la enfermedad, mediante la
potencialidad del sistema inmunológico, plataforma de la consecuente
recuperación.
Desde la detección del mal, Fernández no se quedó quieta en
su afán de investigación, alterno a las sesiones de la rigurosa quimioterapia,
ineludible en estos casos, y más cuando el cáncer se está expandiendo.
“Lo primero que hice –y lo recomiendo- fue aceptar mi
enfermedad. De ella, nadie está exento. Las estadísticas señalan que uno de
cada tres hombres y una de cuatro mujeres, se verá involucrado con determinado
cáncer en cualquier momento de su vida. Lo peor que se puede hacer es sentarse a observar y a malayar cómo progresa. No. Hay que actuar de inmediato y recurrir a
estrategias contundentes: en un lenguaje
cifrado, algo similar a las que utilizan los campeones de vídeo- juegos para alcanzar sus marcas”.
El miedo: enemigo mortal de la rehabilitación, en palabras
de la médica, es lo primero que se debe descartar para iniciar el proceso, “que
no es fácil, por supuesto, todo depende de la energía positiva y los
deseos de superación que aportemos. Porque la evolución del cáncer tiene que ver
precisamente con el desbarajuste emocional, la negatividad, la angustia, la
depresión. Todo eso hace que el sistema inmune flaqueé y se produzca el tumor,
representado en el caldo de cultivo de las células cancerígenas. Es matemático:
entre más te sientas aniquilado psicológicamente, estas células se van a
multiplicar. No permitas que esto suceda”.
Una vez instalado en su nuevo escenario de vida, el de
aprovechar al máximo cada minuto de su existencia, sin detenerse en elucubrar
en lo que pueda pasar mañana, menos en la idea de la muerte, y afianzada en el
amor y el respaldo de su familia, Odile Fernández Martínez se sumergió en sus
investigaciones, en la búsqueda inagotable de otras fuentes veraces de información para abonar en su tratamiento.
“Hay que tener cuidado, porque en Internet se encuentran
muchas cosas valiosas, como también cantidad de mitos y de charlatanería. Por
fortuna encontré un apartado muy interesante de información biomédica, que hace
parte de la base de datos de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados
Unidos (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed),
donde descubrí que hay un estupendo material científico alrededor de muchos
aspectos que originan el cáncer: la
alimentación precaria, la mala calidad de
vida, la ignorancia que existe sobre el sistema inmunológico, y todo aquello
que contribuye a que el cáncer evolucione, sin darnos cuenta, a pasos
agigantados. Es más, quedé sorprendida de que todo esto no hubiera sido parte
de mi formación académica y hospitalaria”.
En ese itinerario de investigación, la doctora Fernández
llevó a la práctica una serie de métodos alternativos que ella explica
detalladamente en su libro, a la par de una dieta saludable y óptima para el
proceso, frutas y verduras, productos ecológicos, cereales especiales;
ejercicio permanente pero balanceado, y lo que ella insiste en sus
conferencias y consultas: “tranquilidad, bienestar psicológico, esa paz
interior que tanta falta le hace a nuestro corazón”.
Dicho y hecho. En ese tránsito, relativamente breve, año y
medio a lo sumo, Odile Fernández cursó a cabalidad el procedimiento oncológico,
que equilibraba con las experiencias derivadas
de sus consultas, de eliminar de su cocina alimentos procesados, cargados de
azúcares, grasas y proteínas animales, para conectar con los alimentos que ella
expone en su libro: ‘Mis recetas anticáncer’, que resume inspirada en la máxima de Hipócrates, Padre de la Medicina: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu
medicina sea tu alimento”.
Todo este valioso arsenal asociado a terapias alternativas
de la medicina oriental como el Sihatsu, el Reiki, algunas asignaturas ayurvédicas,
y como ella afirma, “el ánimo por el cielo, la fortaleza que nos brinda el
espíritu y que se refleja en el físico, en nuestras emociones proyectadas a
lograr lo que queramos si lo deseamos y lo programamos; incluso en
ambiciones tan complejas como un cáncer que ya expande sus tentáculos en el
organismo”.
Fue tal el empeño y la consagración en su proyecto de vida,
que Odile Fernández, a mitad de camino de la quimioterapia, y después de los
exámenes de rigor en estos casos, recibió una mañana la extraordinaria noticia
de su oncólogo, de que estaba sanada. Qué ya no había de qué preocuparse. La
felicidad la embargó, pero no se quedó en el llano entusiasmo de una
celebración. Pensó que esta formidable experiencia debía compartirla, que
muchas personas y pacientes en el mundo, necesitaban esta información.
De ahí
salió la idea del libro y posteriormente de otros manuales de alimentación, pero
también la gestión de su blog (http://www.misrecetasanticancer.com/),
al alcance no sólo de enfermos e interesados, sino de la misma ciencia médica,
que no deja de asombrarse de sus afortunados resultados.
Hoy, la doctora Odile expresa dichosa su satisfacción de que
a través de sus libros, artículos y entrevistas concedidas a partir de su
recuperación, y registradas en su blog, cientos de personas la aborden y le
escriban para participarle conmovedores testimonios de rehabilitación y
sanación: “Mi objetivo es ayudar a otras personas afectadas con cáncer y a
otras que estén conscientes y dispuestas de su prevención. Desafortunadamente
no existe la información suficiente de parte de médicos y oncólogos para tratar
la enfermedad, y más desalentador aún, no hay una relación sensible y amigable
entre especialista y paciente. Ese mutismo agrava la situación”.
Íker, el bebecito rubio de Odile Fernández, no cesa en su apetito
materno. Le pregunto a la médica que si no le preocupó quedar embarazada a
sabiendas que estaba en pleno tratamiento. Dice que no. Que su angelito es una
prueba fehaciente de que estaba recuperada, pero que el embarazo no fue
programado. Fue una señal del cielo.
-¿Y desearía otro hijo?
-¡Claro!, tenemos dos varoncitos. Ahora estamos trabajando
en la niña.
Vea conferencia de la doctora Odile Fernández:
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