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| El maestro Cheo Feliciano con el titular de este blog, en el Hotel Tequendama de Bogotá, en marzo de 2012 |
La trágica muerte de Cheo Feliciano, ocurrida en la madrugada del jueves 17 de abril de 2014 en Cupey, sector de San Juan (Puerto Rico), cerca a la Universidad Metropolitana (ya había sufrido un accidente en 1990), enluta al mundo salsero, en especial el que corresponde a Colombia, donde cosechó desde los años 70, cuando vino por primera vez a nuestro país con Fania All Star, y luego en solitario, enorme simpatía y admiración, y memorables recuerdos.
José Luis Feliciano Vega, más conocido como Cheo Feliciano, compositor y cantante puertorriqueño de salsa y bolero, salía de jugar del casino y se trasladaba a su domicilio a eso de las cuatro de la mañana, cuando perdió el control del volante y su automóvil Jaguar colisionó contra un poste eléctrico. Tenía la mala costumbre de no ponerse el cinturón de seguridad, como tanto se lo recomendaba doña Socorro Prieto León, 'Coco', su esposa y manager.
El cuerpo del reconocido salsero fue levantado a las 6:20 de la mañana. Al lugar llegó 'Coco' y su hijo mayor José Feliciano, quien al ver la dolorosa escena, se extrañó de que su padre llegara tan tarde a casa. Rompió en llanto y manifestó: "Tenemos toda la música del mundo para recordarlo". Uno de los primeros en enterarse de la fatal noticia en Colombia fue el comentarista de salsa, actor y productor barranquillero Ley Martin, quien justamente a esa hora cumplía a su emisión habitual del programa 'Una voz en el camino', de Caracol Radio.
Cheo, nacido en Ponce, provincia de Puerto Rico, el 3 de julio de 1935, deja uno de los mejores y más nutridos legados del género salsa, pero también del llamado bolero feeling, del que fue letrista e intérprete. Clásicos como 'Amada mía', 'Anacaona', 'Mentira', 'Los entierros', 'Mi triste problema', 'Por mí llueve', 'El ratón', 'Tú mi delirio', 'Canta', entre tantos, han deleitado en el oído y en la pista de baile a varias generaciones de amantes de la música afroantillana.
El también conocido como 'Niño mimado' de Puerto Rico, comenzó su carrera musical siendo apenas un adolescente como percusionista en Ciro Rimac's Riview. Ahí lo descubrió Tito Rodríguez, quien al escucharlo no vaciló en convocarlo a su orquesta. Corría el año de 1955 cuando debutó en el Sexteto de Joe Cuba. Dos años más tarde, el 5 de octubre de 1957, hizo su estelar aparición en solitario con el tema 'Perfidia'. Y ese mismo día se casó con quien sería la compañera de toda su vida, 'Coco', quien fue crucial en la recuperación del genial artista en los tiempos turbulentos de su adición al alcohol y a las drogas.
Uno de los últimos trabajos de Feliciano fue con el productor Sergio George en el álbum 'Salsa gigants', grabado en vivo en el North Sea Jazz Festival de Curazao, en 2012. Cheo, este fin de semana, tenía compromisos artísticos en Acapulco (México), donde alternaría con su entrañable amigo, el sonero venezolano Óscar D'León. El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, decretó tres días de duelo.
Tuve la oportunidad de entrevistar a Cheo varias veces. La más reciente, cuando vino a Bogotá a presentarse en el teatro 'Jorge Eliécer Gaitán'. La entrevista, con lustrada incluida, se llevó a cabo en el Hotel Tequendama y fue publicada en el desaparecido diario El Espacio el 17 de marzo de 2012. Esta vez la reproducimos como un sentido homenaje al gran sonero boricua, pero también al cálido y excepcional ser humano: El cantante que hizo célebre su frase entusiasta en cada concierto: '¡Hola, familia!'.
Hasta siempre, Cheo.
-Maestro, ¿quiere usted lustrarse?
-¿Lustrarme, dices...?
-Sí: lustrarse los zapatos.
-¡Ah!, sí, hace tiempo que no lo hago, porque yo fui lustrador de calzado cuando era niño: mis padres eran muy pobres, y yo a los 8 años, para ayudar en la casa, salía feliz con mi cajita de la Calle Guadalupe, en mi natal Ponce, donde vivíamos, a ofrecer mis servicios como ‘brillador’ -así nos decían-, en los cafés y las heladerías que circundaban la plaza mayor. Qué tiempos...
Quien narra estas cuitas es la voz más poderosa, sensible e inagotable que haya dado la salsa y el bolero feeling, José ‘Cheo’ Feliciano Vega a sus 76 años aún vigente, con cientos de grabaciones y giras por el mundo, siempre admirado y querido por su ‘familia’, que es Colombia, que él orgulloso se le antoja citar como su segunda patria después de Puerto Rico.
A ‘Cheo’ le luce esa espuma de mar que decora su testa de morocho, y ni siquiera las 26 entrevistas que ha concedido esta mañana a la prensa escrita, la radio, la televisión y los apartados cibernéticos, borran esa sonrisa amplia y cordial que es su sello personal en América y en las antípodas.
-¡Caray! -dice entre serio y broma-, hoy me han hecho repetir 50 mil veces las estrofas de ‘El Ratón’, ‘Anacaona’ y ‘Amada mía’. Yo lo hago con gusto, pero me da temor que de tanto repetirlas, se me vayan a olvidar.
Feliciano viste de lo más descomplicado: camiseta azul marino, vaqueros desteñidos y moscasines marrón, los mismos que instala sobre el pedestal de brillo de don Hernando Rojas, o ‘Don Rojitas’, como se le conoce al lustrabotas de planta del Hotel Tequendama, con 50 años de servicio en ese establecimiento turístico.
El veterano limpiador de calzado ofrece a su distinguido cliente el ejemplar de El Espacio, que en su portada destaca a toda página la reciente masacre de ‘El Bronx’, uno de los territorios más violentos y deprimentes de la capital.
-No sabía que ustedes aquí en Bogotá tenían su propio Bronx-, manifiesta el legendario artista que observa lelo las impactantes fotografías- El de Nueva York, tú lo sabes, es una película imparable. Allí se han formado los grandes matones y bandidos del prontuario neoyorkino, pero también mucha gente buena y talentosa del arte y de la música, como mi compadre Henry Fiol, a quien aprecio mucho.
Bronx es una palabra familiar en el diccionario de Cheo, cuando recién ‘echados los pantalones largos’, como le decían antes a los ‘piernipeludos’ que abandonaban el ‘hotel mama’ para tomar otros rumbos y probarse en su hombría, se fue de Puerto Rico a los Estados Unidos, sin más fortuna que la del vigor y la ambición de la juventud.
“La calle es el mundo -observa el cantante-. La mejor escuela, y la que te da a escoger lo que quieres en la vida, lo bueno y lo malo. Tú decides. El Bronx fue como una universidad para muchos, y entre esos me cuento yo. Para otros, la perdición, el encuentro directo con lo malo: las mafias, las drogas, el asalto; es decir, lo que te lleva al infierno, a la prisión o al cementerio. Yo fui, y todo el mundo lo sabe, víctima de ese lastre, el del vicio, y de no haber sido por Coco´', mi mujer, con quien el 5 de octubre completo 55 años de casado, que fue el mismo día en que debuté con la orquesta de Joe Cuba, pues a lo mejor no estaríamos hablando tú y yo aquí”.
'Coco' es doña Socorro Prieto León, la madre de sus cuatro hijos -tres hombres una mujer-, que a la fecha le han dado ocho nietos y un biznieto. También su manager, la que está pendiente de su ropa, de su comida, de sus contratos, los itinerarios de sus vuelos, sus medicinas, y quien le censura con una mirada fulminante de mamá regañona que se le escape de repente a fumarse un cigarro. ¡Vaya, caballero!
Por eso ahora y con ojo de halcón lo vigila atenta desde la poltrona del ‘lobby’, mientras ‘Don Rojitas’ se esmera con betún y bayetilla para dejar los mocasines como un par de espejos.
-Yo he bailado y gozado mucho gracias a usted, don Cheo-, dice el viejo embolador que abriga una envidiable lista de personalidades a quienes ha embellecido sus zapatos en medio siglo de labores en este, el hotel más rancio y emblemático del centro de Bogotá.
Cheo agradece el cumplido y le esculca sobre cuál es el tema que a él más le gusta.
“El que dice que un gato se está escapando por el roto de una malla...”, contesta el ‘bolero’.
El boricua interpela de manera automática:
“No, hombre, ese es ‘El Ratón’ -Y la tararea de nuevo-: ‘De cualquier malla, sale un ratón, ¡oye!, de cualquier malla...”.
-¡Chacuchán, chacuchán, chacuchán!, acompasa Rojitas.
Es increíble que después de tres horas largas de botar corriente, y en la víspera del único concierto que ofreció anoche en Bogotá, Cheo conserve la vitalidad y la dinámica para interactuar en su entrevista número 27 del día, la que correspondió a quien escribe estas líneas, previamente autorizada por su consorte y representante, doña ‘Coco’, como le dice su amado a la “Amada mía”.
-La última y no más, porque nos vamos a almorzar-, ordena doña Socorro a Marleny Fandiño, quien coordina las notas de prensa.
-Maestro, le preguntamos: ¿Y a usted, de todas las que acuña en su repertorio, cuál es la canción que más le gusta?
-Mi favorita, que también comparte mi mujer es ‘Tú mi delirio’, de ese señor escritor, inmortal por cierto, que se llama César Portillo de la Luz. Y me gusta porque encierra en palabras breves y bellas lo que un hombre enamorado, como lo he sido yo, puede congraciarle a su mujer. Es un poema, una página hermosa del bolero feeling (sentimiento). Mis dos altares de la música que interpreto son Portillo de la Luz y Tite Curet Alonso.
-¿Y qué es lo que más le gusta de su esposo Cheo-, le indagamos a doña 'Coco'.
“A mí el cantante que más me gusta -afirma la noble dama- es Títo Rodríguez, primero por su voz y su romanticismo, y segundo, porque fue la primera persona que le dio la mano a Cheo para que se convirtiera en artista. Cheo le cargaba las maletas a Tito en Nueva York, como se las cargó a otros artistas. Y estando con él le dio la oportunidad para cantar.
“Porque yo tenía técnicas de percusión, pero no me había atrevido a soltar la voz -tercia Cheo- Eso fue un proceso, como todo en la vida. ¿Sabes como quién quería yo cantar? Como Carlos Julio Ramírez, porque su tono y su tesitura se asemejaba a la mía. El era bajo, como lo soy yo.
Salsa, bolero, pachanga, chachachá, charanga, timba, entre otros ritmos antillanos, hacen parte de la materia prima de esa sabrosura que, en la voz del reconocido intérprete puertorriqueño, ha contagiado durante más de cincuenta años a públicos de varias generaciones y de diferentes nacionalidades, desde sus comienzos hasta nuestros días, con decenas de agrupaciones y orquestas como la de Joe Cuba, Joe Quijano, Frank ‘Machito’ Grillo, Arsenio Rodríguez, Eddie Palmieri, Tito Rodríguez, Tito Puente, Carlos ‘Papato’ Valdés, Frankie Malavé y Fania All Stars, la cumbre de su consolidación y prestigio ante el mundo.
-Maestro, insistimos: es usted de los que se pregunta: ‘¿qué sería de mí sin mi mujer?’.
Y Cheo esboza de nuevo esa sonrisa que lo dice todo:
“Claro, que hubiera sido de mí sin mi 'Coco'. Si ella, además de mi esposa es como una mamá mía, ¡Ah!, porque yo fui un hombre difícil por todas esas torceduras, tú sabes, que le deterioran a uno la vida: la droga, la cárcel, el rechazo, las malas habladurías. 'Coco' tuvo el coraje de corregirme y enderezarme a tiempo, y por eso estoy aquí”.
‘Don Rojitas’ da por terminada su lustrada y el célebre cantante, agradecido, le devuelve el periódico.
-¡Hágame usted el favor de estamparle un autógrafo!
-Claro que sí, complacido. ¿Cómo te llamas?
“Hernando, Hernando Rojas”.
-Toma hermanazo. Cuando vuelva espero encontrarte aquí para que me dejes los zapatos como los espejos de mi Jaguar.
-Este periódico lo voy a guardar por el resto de mis días-, pronuncia emocionado el venerable anciano.
Y Cheo avanza al reencuentro con su amada.
Cheo con Fania en sus comienzos: https://www.youtube.com/watch?v=nZpNPmAqiF4
Cheo en 'Amada mía': https://www.youtube.com/watch?v=aFDXptabGYw
Cheo en 'Anacaona': https://www.youtube.com/watch?v=hJipLd-Fpi8
Cheo en 'Canta': https://www.youtube.com/watch?v=Il4hPfUVB_k
Cheo en 'Los entierros': https://www.youtube.com/watch?v=p_ZVVHfCKd8
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