viernes, 8 de marzo de 2024

"Nunca me casé porque no se me dio la gana": Patricia González, leyenda viva del bolero

 


La gran intérprete ecuatoriana celebra en Bogotá el Día Internacional de la Mujer con un concierto íntimo en Casa E Borrero

Ricardo Rondón Chamorro

Fotos: Ricardo Rondón y archivo particular

No había culminado el bachillerato cuando reparó que el nombre de Patricia Lucía Alexandra González Avellán era muy largo para marcar libros y cuadernos, responder el llamado a lista y al incisivo "cómo te llamas", y esa tediosa costumbre de firmar los memorandos de atención por su rebeldía.

Entonces optó por el de Patricia González, a secas, tan común y silvestre como el nombre de la recepcionista de la oficina de telégrafos, la vecina de la miscelánea, la dependiente de la farmacia, y la peluquera y chismosa del barrio, donde en medio de tinturas y alisados, la comunidad se enteraba, en voz baja, y con la complicidad de los secadores a toda marcha, de lo que lengua rígida no se atrevía en la vecindad.

Las revistas color rosa resaltan que a Patricia en su adolescencia le gustaba correr en bicicleta por las playas de Salinas, que floreció en una familia de frondosas ramificaciones artísticas, que a temprana edad empezó a aprender a tocar piano, y que tiempo después se decidió por la guitarra, con la que interpretaba tonadas, bombitas, pasacalles, pasillos y valses del bello y variopinto patrimonio musical ecuatoriano.

Ese instrumento de cuerdas que ha sido su compañera de vida por los meandros de la canción romántica en Latinoamérica y en las antípodas que, con su virtud y magia interpretativas, y en un trayecto artístico de 54 años, le ha conferido títulos como 'La Voz de Oro', 'La Primera Dama del Bolero', o 'La Ronca González', apelativo que le acomodó la vieja guardia radial del espectáculo en el país hermano que la vio nacer hace 80 años. Además de múltiples reconocimientos como el Premio “Eugenio Espejo”, prestigioso galardón artístico del gobierno ecuatoriano.

 González estaba destinada para brillar en el firmamento de la música, y agregado a su brío y talento, contó con la fortuna de tener como padrinos a dos inmensos pilares del romanticismo hecho canción: la cantautora peruana Chabuca Granda y don Armando Manzanero, legado y testimonio del cancionero mexicano. 


Patricia González y su madrina de carrera musical Chabuca Granda

De alto vuelo

 En su interminable periplo por todas las cartografías a donde la ha llevado su vocación por la música, que es su razón de ser, siempre con su guitarra bajo el brazo o en el compartimento de equipaje de los aviones, Patricia González ha llenado, desde majestuosos escenarios en ciudades capitales, hasta graderías y recintos modestos de remotas provincias. 

Ha grabado más de 40 discos, en solitario y a viva voz con rutilantes amigos cantores y compositores, entre los que se cuentan, entre otros: Rolando Laserie, Mercedes Sosa, Roberto Ledesma, Nelson Ned, María Dolores Pradera, María Martha Serra Lima, Marco Antonio Muñiz, Daniel Santos, Piero, Silvana Di Lorenzo, Virginia López, María Conchita Alonso, Silvio Rodríguez, Rocío Jurado, José Luis Rodríguez 'El Puma', Paloma San Basilio, y por supuesto Chabuca Granda, Armando Manzanero y Alberto Cortez.

Su primera salida musical de Ecuador fue a Colombia, donde grabó en Bogotá, en 1968, su primer disco: 'En un rincón del alma', tiquete de su consagración internacional. Lleva a nuestro país en sus fibras. Aquí también grabó, en 1988, el álbum que ella considera el más entrañable y vigente de su aclamada carrera musical: '20 boleros'. Hacía un tiempo considerable que no se presentaba en Bogotá, hasta que los directivos de Casa E Borrero, en el atractivo Parkway La Soledad, pensaron en ella para celebrar con su poderosa voz y sus vibrantes cuerdas, el Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo.

Fue un placer volver a hablar después de muchos almanaques con Patricia González, esta vez en el patio de paredes tachonadas de enredaderas de la casona teatral, bajo el cielo primoroso de estos días veraniegos, y ella degustando de una copa de vino.

Bella, coloquial, memoriosa, dispuesta a rebobinar el carrete de viejos tiempos, de desempolvar el vívido paisaje de sus añoranzas y de disfrutar en su voz, con sus cuerdas y a capela, ese rosario de lindos y sentidos boleros, que perennes se acuñan "en un rincón del alma". En el alma de puertas abiertas de Patricia González.


En estudio, la 'Voz de oro', grabando con Armando Manzanero

-Maestra, ¿cuánto tiempo sin venir a Colombia?

-Por lo menos diez años sin presentarme en público. Solo de paseo, por invitaciones de mis amigas a sus cumpleaños y fiestas, algunas de ellas en la adorable Cartagena. 

-Porque a Colombia viene desde los inicios de su periplo artístico...

-Pero si es que Colombia es mi segunda patria. Yo amo a Colombia. Aquí grabé mi primer disco. Aquí hice mi carrera. Gratos recuerdos de tantos lugares donde me he presentado: Bogotá, Manizales, Medellín, Cartagena. En Cali estuve en el local de Gerardo De Francisco, 'El Zaguán del Viejo Conde', una belleza de lugar para disfrutar de la bohemia.

-Y, en la Media Torta, en Bogotá...

-¡Cómo no!, en los años 70. Los artistas que veníamos del exterior, teníamos que presentarnos por decreto en la Media Torta. Recuerdo una presentación, por allá en el 75, o en el 76, cuando me tocó alternar con Rocío Jurado. La flamante Rocío, acompañada por tremenda orquesta, y yo con mi guitarrita. Pero conecté con el público. Al final recibí una ovación que no esperaba. Es que en Colombia adoran el bolero.

-Ha grabado bellas páginas del bolero, de grandes letristas latinoamericanos. ¿También colombianos?

-Sí, de un compositor maravilloso como lo fue Jaime R. Echavarría. Todo un personaje: cariñoso, amable, además de gran letrista. Al principio me pareció curioso como firmaba: Jaime R. Echavarría. ¿Qué será la R?, me preguntaba. Un día no aguanté y le pregunté. "Rudecindo", dijo el maestro. Y así lo seguí llamando. Me invitaba a su casa, se sentaba al piano y se nos iba la noche cantando y tomando vino. Canté con él lo más bello de su repertorio: 'Noches de Cartagena'.

-También grabó con Helenita Vargas, 'La Ronca de Oro', ¿cómo la recuerda?

-Helenita, por supuesto, qué mujer tan extraordinaria. Era una cajita de sorpresas. Con ella canté en la celebración de mis 25 años de carrera musical, en el Club El Nogal. Nos acompañó en el piano Rudecindo. También grabé con ella la ranchera 'Amnesia', para su álbum 'Helenita Vargas y sus amigos'. Inolvidable: qué empatía con Helena, con su personalidad y con su voz. Es que en Ecuador a mí me llaman 'La Ronca González'. Ese disco es precioso. Entre otros amigos aparecen, que recuerde: Margarita Rosa de Francisco, Alci Acosta, Vicky, Víctor Hugo Ayala, Beatriz Arellano, Fausto, Galy Galiano y Jaime Rudecindo Echavarría. Cómo te parece...

-Maestra, usted en Colombia grabó, en 1988, con el sello BMG, el álbum más representativo de su trayectoria como intérprete romántica: '20 boleros'. Una joya. La productora de ese disco fue Josefina Severino...

-¡Ayyy, la Pepa Severino! Tú lo has dicho. Es el mejor disco de boleros que tengo. Mi cédula sentimental. La Pepa, qué fino talento el de esa mujer. Y qué oído...


En el bello patio de Casa E Borrero, frente a una copa de vino

-La canción estrella de ese álbum es 'En un rincón del alma', de Alberto Cortez. Esa sentida página que a usted le inspiró la apertura de un bar con el nombre de la melodía: 'El Rincón del Alma'. ¿Existe todavía ese lugar en su natal Guayaquil?

-¡Nooo!, eso fue hace muchos años, cuando estaba chiquitica, ahora estoy grandecita (risas). Funcionó hasta que me dieron las ganas y la atención del lugar, porque tú sabes las correrías de una artista, de aquí para allá, las giras, se pierde el hilo y se cumple el ciclo. Ese fue un homenaje que le hice a Alberto Cortez, un ser muy especial, con quien compartí escenario varias veces, y con muchos cantores y cantoras de Ecuador y Latinoamérica".

-¿Qué ha representado en su vida el privilegio de haber tenido como padrinos de su carrera artística a dos leyendas inmortales de la canción romántica: Armando Manzanero y Chabuca Granda?

-Una bendición de Dios que me puso en mi camino a esos dos grandes de la música, de una larga lista de bellos artistas y personas de las que he estado rodeada siempre. De Chabuca y de Manzanero aprendí no solo de música, sino de la vida, de la cátedra maestra de la vida, porque este es un curso que acaba con la muerte, y quedan infinidad de cosas por aprender".

-¿Cómo la descubrió Manzanero?

-Eso fue en octubre de 1970, en el Hotel Colón, de la cadena Hilton. Yo estaba de concierto cantando con mi guitarra y rematé la tanda con el bolero 'Te extraño', y al final llegó el maestro (Manzanero), pone una silla al lado mío, y me dice: "cantas precioso". 

Yo le respondí: "maestro, no tengo palabras para expresar la alegría y el sentimiento de que usted venga al escenario a saludarme, y oír lo que me está diciendo". Y él me propone: "te invito a mi habitación para acompañarte con el piano y para que cantemos el resto de la noche". 

Lo miré sorprendida y le dije: maestro, son las 2 de la madrugada, ¿no le parece que es demasiado tarde? Otra vez será... Nos despedimos, me fui a mi habitación y puse en la puerta la plaquita de "por favor no interrumpir". 

Al siguiente día coincidimos en el mismo vuelo, rumbo a Guayaquil, donde los dos nos presentamos. Recuerdo que cantamos 'Somos novios'. Ese fue el comienzo de una larga y bonita amistad".

-Maestra, ¿cómo es que, a sus 80 años, de los 54 que lleva cantando, conserva su voz intacta? ¿Cuál es la receta, o el truco?

-Ah, debe ser el buen vino tinto (bromea y sonríe). Y gracias por recordar mi edad porque nunca he tenido problema de revelarla. Pero lo que no digo es el peso...

-¿Cómo... el peso? ¿Habla de kilos o de plata?

-Ese es otro secreto bien guardado.

-Como secreto “bien guardado” cuando una periodista en Ecuador le preguntó que cómo era posible que una artista romántica como usted, que toda la vida le ha cantado al amor, no se haya casado...

-Y yo le respondí en seco y mirándola fijo a los ojos: "porque no se me ha dado la gana". La muchacha quedó muda y no me hizo más preguntas.


El disco entrañable y vigente en la brillante carrera de 'La Ronca González'

-También se dice de usted, que muy joven, en un acto de rebeldía, fue la primera mujer en lucir un bikini, en una época en que las mujeres iban a la playa de pantalón largo.

-Sí, así fue. Estaba por los 18 años. Y no porque fuera rebelde, sino porque tenía la figura para lucirlo. ¿Quién me lo iba a impedir? Hoy no lo podría hacer porque me demandarían por alteración del orden público (risas).

-No puedo escapar de tocar el tema sensible y calamitoso de la situación que, de unos años a la fecha, está sufriendo Ecuador por culpa del narcotráfico, que ha sembrado el terror y ha sepultado vidas como la del candidato Fernando Villavicencio.

-Estamos pasando por una época similar a la que ustedes vivieron con el narcoterrorismo de los carteles, pero gracias a Dios contamos con la suerte de un presidente como Daniel Noboa que, con apenas 35 años, está poniendo las cosas en su lugar, reorganizando la casa, despejando el norte; porque tú sabes lo difícil que es acabar con la droga en cualquier lugar del mundo, ya que donde penetra esa maldición, lo corrompe y lo daña todo. Pero en el Ecuador, con Noboa, corren vientos de esperanza. Recién publicaron que su gestión de sus primeros 100 días marca el 80% de favorabilidad.

-Usted se ha caracterizado por ser una mujer librepensadora, pero al mismo tiempo arraigada a su fe católica. ¿Cómo maneja ese contraste? ¿De qué se confiesa Patricia González?

-Yo sí voy a misa, pero no me confieso. Rezo el rosario todos los días, a la 7 de la mañana, al Señor de la Misericordia. Soy una mujer de fe. Tengo mi carácter y digo las cosas por su nombre y sin arandelas. Y si no me confieso, es porque no tengo nada de qué arrepentirme. Nunca le he hecho mal a nadie. Por el contrario, me he pasado la vida cantándole al amor y uniendo corazones. Ya puedo decir que estoy redimida.

-Maestra, ¿cuántos vinos se ha tomado en esta tarde soleada, en este bello patio de Casa E Borrero?

-Tres.

-¿Y con cuántas copas se suelta a contar lo que lengua mortal decir no pudo?

-Con 20 ya empiezo a soltar la lengua (risas).

Patricia González suelta una carcajada, se aferra a su guitarra, y retoma el hilo del bolero que ya perdió la cuenta de cuántas veces lo ha interpretado en sus giras de pomposos teatros y escenarios de cámara como este de Casa E Borrero, donde la 'Voz del amor' rendirá tributo a la mujer, este 8 de marzo, a partir de las 9 de la noche. 

"En un rincón del alma, donde tengo la pena que me dejó tu adiós..."

Informes de boletas: @atrapalo y taquilla Casa E Borrero: 3142944506 y 322 3180259

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