miércoles, 21 de marzo de 2018

El poderoso espíritu de Tomaz Pandur, presente en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

'Sinfonía de las canciones dolientes', del Ballet de la Ópera de Ljubljana, de Eslovenia, homenaje a la memoria del gran Tomaz Pandur, dirigida por su hermana Livia. Foto: TMJMSD
 Ricardo Rondón Ch.

Cuando era adolescente, Tomaz Pandur (Maribor, Eslovenia, 1963-Skopie, República de Macedonia, 2016), como la mayoría de los imberbes, quería cambiar el mundo y hacer uno a su manera, pero a buen tiempo se dio cuenta que políticamente no encontraría cauce. Por eso buscó refugio en el teatro. Y vaya que ese ideal transgresor que germinó en la edad temprana, le dio fructíferos y contundentes resultados.

La rúbrica de Pandur en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que él con toda su experiencia y recorrido consideró como uno de los más importantes del mundo, fue de ineludible presencia desde 1999, cuando llegó a la capital luego de estrechar lazos de amistad con Fanny Mikey y Ramiro Osorio (en ese entonces codirector del festival), hasta 2016, cuando a escasos días de llenar con su Fausto las cuatro funciones del Teatro Julio Mario Santo Domingo, nos enteramos estupefactos de su fallecimiento en Macedonia, al otro lado del mundo, en pleno ensayo de El Rey Lear, a los 53 años.

De Pandur, el público bogotano y de otras latitudes disfrutó en varios festivales de sus obras de culto: Cien minutos, basada en Los hermanos Karamazov, de F. Dostoievski; Barroco, basado en Las amistades peligrosas, de C. de Laclos y en El Cuarteto, de H. Müller; Calígula, versión de Albert Camus; Infierno, cuadro impactante y sobrecogedor inspirado en la Divina Comedia, de Dante (en la que actuó Fanny Mikey), versión española del poeta Luis García Montero; Sherezada, adaptación de Las mil y una noches; Medea, derivada de la dramaturgia primigenia de Eurípides; y Fausto, de Goethe, que fue su última visita a Bogotá.

La puesta en escena transporta al espectador, a través de tres cantos, a un doloroso y prolongado lamento ante la pérdida irremediable del ser amado. Foto: TMJMSD
En sus creaciones y adaptaciones que ahondan en las flaquezas, conflictos y tormentos de la condición humana, de marcada influencia social y política (crítico incisivo del poder tirano y devastador), Pandur trabajó con su hermana Livia, también dramaturga, directora de arte y cofundadora de la Compañía Internacional Pandur Theaters, productora de grandes espectáculos escénicos incluidos danza contemporánea y ballet.

Como Livia, que sufrió desde la adolescencia la cruenta guerra, Tomaz quedó marcado por el conflicto bélico de su país de origen, que para él y hasta su fallecimiento, nunca dejó  de ser la antigua Yugoeslavia.

“El cambio fue radical cuando comenzó la guerra -dijo el dramaturgo esloveno a este medio en 2016-. Yo me desempeñaba como director del Teatro de Maribor, y en una sola noche nos cambió la vida y el mundo entero. Las imágenes de la destrucción están intactas, como las voces de socorro de las mujeres y el llanto de desesperado de los niños en medio del humo fatídico. Fue como la caída de los dioses, y con ellos, la caída de los valores éticos y morales. Como en una película de terror, cerrábamos los ojos para hacernos a la idea de que todo era una pesadilla. Cuando los abríamos, la pesadilla era peor. Y así duró mucho tiempo”.

Para Tomaz y para su hermana Livia, el único refugio a la postre fue el teatro; la tabla de salvación más próxima era escribir, trabajar, investigar, diseñar, reinventar la vida y el amor en función de los escenarios, como elemento unificador y a la vez catártico.

Con Fausto, adaptación gótica de la obra de Goethe, Pandur se despidió para siempre del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Hoy se le rinde tributo. Foto: FITBO  
Muchos de esos cuestionamientos se ven en sus montajes, dotados de imponentes escenografías, de claroscuros y de opacos metálicos, y de agua, de mucha agua -como constructivismo escénico, fiel espejo de la realidad y contextualización dramática- por la que transitan seres vulnerados y derrotados como fantasmas, agregado a múltiples influencias que van del teatro griego, la cultura sagrada del Tibet, el surrealismo y el impresionismo, y a la pasión irrefrenable por el arte, en especial por el Renacimiento italiano; por las tragedias clásicas, y por la narrativa de Dostoievski y Kafka, sus principales fuentes. "Hacer teatro es un proceso alquímico", decía el director y dramaturgo.

Cuando se celebran treinta años del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, y diez desde que se apagó la antorcha roja de su creadora, fundadora y directora hasta su fallecimiento en agosto de 2008, Fanny Mikey, la presencia de Tomaz Pandur en esta 16° edición no podía ser ajena, él que fue permanente y familiar tanto para la organización como para el público que siempre agotó localidades con sus montajes.

El poderoso espíritu y la obra de Pandur, su sed insaciable de conocimiento, su curiosidad por lo oculto y desconocido; su cosmogonía teatral que él denominó de alta definición, y ese derroche de virtud y sensibilidad que marcó cada una de sus creaciones, está vigente en esta 16° versión del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, como un homenaje a su gran talento.

No podía ser otro que el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, el escenario en el que se despidió, para la presentación del flamante Ballet de la Ópera de Ljubljana, con la obra Symphony of Sorrowful Songs (Sinfonía de las canciones dolientes), dirigida en su momento por el difunto Tomaz  Pandur, en colaboración con su hermana Livia Pandur y el coreógrafo Ronald Sakovic.

El horror de la guerra de su natal Yugoeslavia, marcó profundamente la obra de Tomaz Pandur en el teatro, que para él fue "un proceso alquímico". Foto: duendemad.com
La puesta en escena

Dicha pieza, creada a partir de la Tercera Sinfonía, Sorrouful Songs, del compositor polaco Henrik Gorecki, lleva este nombre ya que incorpora tres cantos que transmiten al espectador un poético y desgarrador lamento de la pérdida irremediable, en este caso, el de una madre que llora desconsolada al hijo asesinado; una joven prisionera intentando consolar a la madre; y una Piedad con las manos hechas cuencos, extrañando al crucificado.
  
En este ballet contemporáneo, Pandur invita a una reflexión sobre la diferencia entre el tiempo objetivo: regido por los minutos, las horas y los días del calendario; y el tiempo subjetivo: el que habita cada persona, y que hace que su manera de vivir sea singular e inexorable.

La finalidad de Symphony of Sorrowfull Songs es revelar la arbitrariedad y el fascinante misterio del tiempo, así como permitir soñar en un mundo cuadriculado, diseñado por formas geométricas, que reclama el espacio para los sueños.

La compañía

El Ballet de la Ópera de Ljubljana, capital de la Eslovenia natal de Tomaz Pandur y de su hermana Livia, tiene una tradición profesional de más de noventa años en su residencia, la Casa de la Ópera de Eslovenia, que permanentemente ofrece a las audiencias la posibilidad de asistir a diversas producciones de danza clásica, así como a un gran número de creaciones propias, de la mano de coreógrafos eslovenos e internacionales.

Fechas y horarios

Ballet de la Ópera de Ljubljana – Eslovenia, Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Miércoles 21, jueves 22 y viernes 23, 8:30 p.m. Sábado 24, 5:30 p.m. y 8:30 p.m.

Para ampliar información consulte la web del teatro:

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