jueves, 14 de agosto de 2014

María Campot, escritora uruguaya: "La infidelidad juega por igual en ambos sexos"



Ricardo Rondón Ch.

Durante su reciente visita a Bogotá, la escritora uruguaya María Campot conversó con La Pluma & La Herida sobre su primera novela: 'Tres Evas sin paraíso'
‘Tres Evas sin paraíso’ (Oveja negra), la primera novela de María Campot (Uruguay, 1977), es una historia no sólo para personas prevenidas o desilusionadas por experiencias sentimentales desalentadoras, sino para aquellas, hombres y mujeres, que creen que lo saben todo y navegan a sus anchas en los mares procelosos de las relaciones afectivas, de ese “deporte de alto riesgo”, como la autora sintetiza el hecho de amar y ser amado.

Con un estilo audaz, coloquial, mordaz entre líneas, Campot lleva de la mano al lector por el viaje vertiginoso de las relaciones íntimas y humanas, en momentos complejos de la individualidad, la autosuficiencia, las prevenciones, temores y resquemores del miocardio, luego de superar o sucumbir a las tempestades y naufragios de sus protagonistas.

María Campot, que es Contadora Pública, Magister en Programación Neurolingüística y consultora y directora de equipos de trabajo con instituciones financieras de su país, ya había pegado fuerte en el sector editorial, en 2011, con ‘Príncipe azul Se busca (sapos abstenerse)’, un revolucionario libro femenino -no feminista-, que desmitifica los tradicionales cuentos rosados de la adolescencia y del despertar hormonal, para sentar una realidad madura y contestataria frente a estos temas y poner en su puesto a autores de principados y castillos de ensueño, Cenicientas reivindicadas, carruajes de calabazas y zapatillas de cristal.

El laboratorio narrativo de Campot, en finadas cuentas, tiene que ver con un acto quirúrgico de la condición humana, de diseccionar sus fortalezas y debilidades, de ahondar en su psíquis, con un valor agregado: el del humor inteligente, la provocación y el desenfado como la mejor terapia para neutralizar los males y las afugias de la carne y del espíritu.

La escritora uruguaya estuvo hace unos días de paso por Bogotá. La Pluma & la Herida aprovechó para entrevistarla.
             
Después de ‘Príncipe azul Se busca’, se estrena como escritora. Pasa del ensayo a la novela, un género mayor. Una Contadora Pública que escribe, que no se ve todos los días. ¿Cómo es el cuento?

“Sí, es curioso, de hecho es la pregunta que casi siempre me hacen, porque mi profesión ha corrido por un carril que poco tiene que ver con el mundo de las letras. Esta es una veta literaria que vengo arrastrando desde la infancia, cuando escribía novelas en cuadernos, y que hoy en día está a flor de piel”.

¿Con o sin academia?

“Sin academia. Los estudios de Neurolingüística que he hecho me han ayudado mucho a la hora del proceso de escritura, de analizar construir y definir personajes”.

Pareciera que Calista Santamaría, la protagonista de ‘Tres Evas sin paraíso’, continuara la saga de ‘Príncipe azul’: aferrarse a la terquedad de la soltería como una alternativa de superación personal, independencia y autosuficiencia. Esa individualidad cada vez marcada en las mujeres, con el respectivo cerco que ponen a los hombres.

“Sí, yo de todas formas marco una diferencia. Una cosa es ser femenina y otra ser feminista. Lo que tiene el personaje de esta novela, que es Calista, una periodista que se especializó en cuestiones de género, es que es una mujer que está dotada de una gran agudeza analítica; es muy observadora de la conducta ajena, entonces suele decodificar con facilidad a la fauna masculina, es decir, descubrir qué hay detrás de esa careta que le presenta un hombre cuando comienza a salir con él”.

¿No es muy peyorativo hablar de ‘fauna masculina’?

“No, yo aplico en general lo que llamó el humor reflexivo-terapéutico, que a veces es muy incisivo y cínico en algunos casos, pero que me parece es una herramienta bárbara para abordar algunas temáticas que de otra forma resultaría más complejo contextualizar”.

¿Observa que la mujer está cada vez más proyectada a superar al hombre en todo sentido? ¿No es este proceder nocivo para la misma sociedad?

“Hombres y mujeres estamos diseñados para caminar a la par. La idea es que se complementen, y no que uno esté por encima del otro. Pienso que lo que hay que hacer en estos casos es promover canales de diálogo con el sexo opuesto para buscar mecanismos de entendimiento que nos posibiliten mejorar nuestras relaciones”.

¿Existen aún mujeres esquizofrénicas que se pelean por el ramo de la novia cuando ésta lo lanza en la fiesta de su matrimonio?

“Sí que las hay todavía. Tenemos esos resabios de los cuentos infantiles. De hecho, Cristina, la tercera Eva de mis historia, es una mujer de corte tradicional que se ha casado con su único amor de la adolescencia y entabla una relación sin deslices con el hombre de su vida, porque cree profundamente en el tema de la fidelidad, además que lleva de quince años atrás el mismo estilo de vida, porque los cuentos de hadas le han vendido un modelo que seguirá replicando en su existencia”.
Su primer libro, éxito editorial en Latinoamérica

Es una verdad, así mortifique, que los personajes de una novela son el autor de la misma: un juego catártico donde se deja la piel, la vida, los demonios. ¿Qué tanto hay de María Campot en ‘Tres Evas sin paraíso’?

“Me gusta mucho la pregunta.  El trabajo de cualquier escritor encierra componentes autorreferenciales y eso es inevitable. En mi caso, hay mucho, pero también me nutro de otras fuentes de inspiración, como historias de mi círculo íntimo; incluso, muchas mujeres que me han escrito después de mi primer libro para revelarme sus historias personales, cotidianas, aportan considerablemente a mi trabajo”.

¿Se ha sentido como una consultora sentimental?

“Bueno, hasta allá no, pero me parece que apoyándonos entre mujeres se hace más despejado y viable el camino que nos toca transitar”.

¿Qué tan prolífica en el terreno sentimental ha sido María Campot?

“Ante esa pregunta no me queda otro recurso que referirme a una frase de Pablo Neruda que dice, ‘Confieso que he vivido’. Sí, tengo mis historias como las tiene todo el mundo, que han constituido un gran aprendizaje para mí, y han moldeado de alguna forma la mujer que hoy soy. No reniego absolutamente de ninguna de ellas porque todas me han dejado grandes lecciones y vivencias que se ven reflejadas en las páginas de esta novela”.

¿Está bien ligar pero sin compromiso? ¿Funciona esa fórmula?

“Eso depende de la personalidad de quien quiera aplicar la fórmula. Pero yo creo que la mujer está más diseñada cerebralmente para entablar una relación de mayor compromiso, por encima de las aventuras, los retos y las apuestas que suelen hacer los hombres. Aquí podríamos hablar de temas biológicos, culturales, y un montón de factores adicionales que hacen que el hombre no sienta esa necesidad tan apremiante de establecer un vínculo sólido con una única persona, tanto como la mujer”.

¿El macho latinoamericano que las feministas atacan tanto, está en período de extinción?

“Hoy en día se han equiparado mucho los roles. Si bien seguimos viviendo en una sociedad relativamente machista, me parece que las mujeres hemos avanzado en terrenos académicos, profesionales, y al haber logrado la independencia económica, esto ha trastocado en evidencia los códigos de comportamiento entre hombres y mujeres”.

¿Le ha sucedido a usted, como a Calista Santamaría, que por su belleza, su rango, su inteligencia, muchos hombres se resistan a abordarla, a seducirla, a conquistarla? ¿Existen esas barreras?

“Yo creo que sí. A veces una mujer -y hablo en términos generales- se le presenta al hombre como algo inalcanzable, cosa que obviamente no es real, y esto genera una intimidación para provocar  un acercamiento.  También está el hecho de que muchas mujeres levantan una barrera a partir de experiencias pasadas desalentadoras”.

En ese caso, ¿prefiere usted tomar la iniciativa?

“Yo soy de la vieja escuela. Me gusta mucho la conquista, la caballerosidad, el juego de seducción previo, y me parece lindo cuidar esos roles del hombre conquistador y la mujer que se deja conquistar, no sin antes enviarle algunas señales a la otra persona para que pueda avanzar, porque el hombre es un ser humano como uno y también tiene sus temores y resquemores”.

De la cursilería se han nutrido los boleros, buena parte de la literatura, sobre todo la latinoamericana. Le voy a hacer una pregunta cursi: ¿Usted puede hablar del amor de su vida?

“En este momento, no. Pero yo no estoy convencida de que haya un único amor de la vida. Puede suceder que se conozcan personas especiales o amores de mayor o menor intensidad en distintas etapas de la vida, y que hayan evolucionado de formas diferentes o dispares, y si la relación se rompe, no necesariamente eso implica tu condena, o que no puedas reivindicarte con tu vida o rehacerla como mejor te plazca”.

A los 20 años usted tenía claro que a los 30 no iba a estar casada ni con dos o tres hijos. ¿Sigue persistiendo en esa idea?

“Nunca me imaginé llegar a los 30 casada y con hijos. Yo tenía muchas aspiraciones qué cumplir a nivel profesional y personal, y posteriormente, después de los 30, me convencí de que las cosas suceden en los momentos justos y oportunos, y prefiero dejar fluir la vida. Me parece que lo espontáneo y lo natural es lo más lindo”.

¿Será preferible entonces estar divorciada a los 30?

“Muchas mujeres piensan así. Quizás una mujer divorciada ya tiene una experiencia al respecto, en el sentido que sabe a qué atenerse después de un infortunado compromiso, por diferentes motivos. Pero me parece que no está bien. Por eso algunas mujeres se embarcan en un proyecto matrimonial sin estar convencidas o decididas, justamente por presiones sociales o culturales: ‘No seré feliz, pero tengo marido’. ‘Es mejor estar divorciada a ser soltera’, etc., y eso te empuja a un cúmulo de decisiones que no son las más felices”.

¿Hoy en día qué tipo de hombre le llama la atención?

“Yo no tengo un estereotipo definido. Pero sí debe haber una conexión, una sintonía con la otra persona, desde el comienzo. Luego eso se va alimentando de proyectos, del trato, la convivencia, la afinidad de pareja, pero esa chispa o esa química es importante, más allá de la belleza física o de logros económicos o profesionales”.

Qué es más erótico: ¿El poder o la inteligencia?

“A mí la inteligencia en un hombre me seduce mucho. Ese ping pong intelectual que se genera, ese juego dialéctico que se puede entablar con el otro, me atrae. Es algo que perdura en el tiempo, a diferencia de aspectos como el poder y el dinero, que hoy están y mañana no”.

¿Qué sugerencias les puede dar a las jovencitas que están en ese proceso de encontrar o de aceptar un chico que les llame la atención? Hay mucha confusión al respecto y es un tema delicado que se les ha salido de las manos hasta a las propias mamás.

“Siempre se ha dicho que el amor es un deporte de alto riesgo, porque cuando uno se vincula con el otro queda inevitablemente expuesto en una situación de mayor vulnerabilidad, porque como seres humanos fallamos en esencia y tememos a esas desilusiones con las que tropezamos en el camino. Pienso que la felicidad debe pasar por el tamiz de las expectativas. La idea es no depositar íntegramente las ilusiones en el otro, no depender que esa persona sea nuestra tabla de salvación, o pretender que nos arregle la vida, sino que uno mismo tiene que esforzarse por lograr su propia felicidad para poder compartirla con la felicidad de aquel que se atreva a seguir a la par el camino”.
Humor inteligente, provocación y desenfado en esta novela

¿María, existe la felicidad? La ha nombrado varias veces en el transcurso de esta entrevista.

“La felicidad completa es muy difícil que exista. No la pienso ni la creo de esa manera. Creo en la felicidad como un estado de paz interna. Pero con este título de ‘Tres Evas sin paraíso’ trato de mostrar un paralelismo con el paraíso perdido, porque no se trata de la felicidad que nos venden en los comerciales, en las telenovelas, en algunos libros. Lo importante es seguir luchando en pos de nuestros ideales”.

¿Será cierto que hoy en día las mujeres son más infieles que los hombres?

“Me parece que la infidelidad juega por igual en ambos sexos. Está muy equiparado el asunto. Es un tema que abordo justamente en la novela con un personaje perdidamente mujeriego que tiene fobia al compromiso y no puede relacionarse con su pareja de otra manera que no sea la de evadirse de la realidad, de la seriedad del vínculo. Pero la infidelidad es multifactorial y depende de cada caso específico. Y de esto podríamos hablar largo y tendido durante muchas horas”.

¿Funciona el sexo sin amor?

“Para el hombre, más que para la mujer. Yo creo que a veces, en su intento por vivir la sexualidad de la misma forma que la vive el hombre -las feministas me van a odiar por lo que voy a decir-, pienso que a la mujer se le dificulta mucho más y no es novedad: separar el sexo de lo que son las emociones, es un asunto complejo. Existe una explicación biológica al respecto. Segregaciones hormonales de oxcitocina que provocan apego hacia la persona con la que estamos y que inevitablemente vamos a irradiar esa energía de sentirnos seducidas, amadas, protegidas. De ahí que hay que tener mucho cuidado con ese tipo de relaciones nebulosas, aventuradas, para no salir lastimadas. Es uno de los grandes riesgos que se corren”.

¿Usted se enamoraría de un hombre mucho menor que usted. Estilo Shakira-Piqué?

“Yo tengo 36 años y sería muy difícil enamorarme de uno de 20 o de 25, porque los procesos de maduración de hombres y mujeres no corren tan a la par. La mujer evoluciona y madura de manera más rápida que el hombre, y eso crea un obstáculo para que fluya saludablemente la relación, aunque puede haber excepciones a la regla como en Shakira-Piqué, no sé más adelante…”.

¿Preferible un hombre de 50?

“Antes que un hombre de veintitantos, preferible un hombre con experiencia”.

 ¿Es más de amigos que de amigas?

“Tengo amigas y amigos por igual. Sí creo que la amistad entre el hombre y la mujer a veces no resulta tan sencilla como en primera instancia podría imaginarse, porque donde exista cierta atracción, consciente o inconscientemente se van generando expectativas que a lo mejor con el tiempo no se vean cumplidas, y que lo más seguro terminen naufragando. Pero una vez se supere ese escollo, funciona. Yo he tenido y tengo excelentes amistades con el sexo masculino”.

¿Cómo le parece Colombia como país?

“Me encanta como país y por su gente. Es más, mi primera novela sucede en Bogotá. Es la tercera vez que vengo a esta ciudad. Y siempre me encuentro con lo mismo: la gentileza, la hospitalidad, ese querer ayudarte todo el tiempo. Muy agradecida con los colombianos por todo lo que me han brindado en estos tres años”.

¿Cómo se conquista a María Campot?

“A través de la inteligencia, la caballerosidad, que es algo que me seduce, pero que lamentablemente está en extinción. El hombre se ha ido desdibujando en su rol de caballero”.

¿Qué libros hay ahora mismo en su mesa de noche?

“Libros de Psicología. Estoy con uno de Gabriel Rolón, que es un psicólogo argentino muy prestigioso”.

¿Algún autor colombiano?

“Gabriel García Márquez, por excelencia”.

¿Y uruguayos?

“Mario Benedetti y Eduardo Galeano”.

¿Cree en Dios?

“Creo profundamente en Dios. Tengo un diálogo interno permanente con Él”.

¿Hoy se mira más al espejo que antes?

“Me miro más pero con una visión bastante crítica”.

¿Sus miedos más frecuentes?

“El temor a lo que viene, la incertidumbre ante lo desconocido”.

¿Duerme en cama doble o sencilla?

“Duermo en este momento en cama doble, pero sola”.

¿Cuál es la mejor luz para hacer el amor?

“Una luz tenue, a media luz”.

¿Puede ser la del baño?

“Puede ser la del baño, pero con regulador”.
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