jueves, 3 de julio de 2014

Agmeth Escaf admite infidelidad y reconoce hijo extramatrimonial

El actor y presentador barranquillero Agmeth Escaf pone la cara sobre su relación extramatrimonial y reconoce el hijo que derivó de ese desliz. Foto: Archivo particular 
Ricardo Rondón Ch.

El actor y presentador barranquillero Agmeth Escaf Tijerino, reconocido ampliamente en el mundo de la televisión y el espectáculo, en un acto de coraje y dignidad, curiosamente extraño en el mundillo de la farándula, reconoció mediante comunicado expedito a través de su agencia de representación, haber tenido una relación extraconyugal el año anterior con una dama en Montería, desliz que derivó en la concepción de un hijo que él admite reconocer, con nombre propio y mediante prueba de ADN.

Escaf Tijerino acepta haber faltado a su esposa y a sus hijos, a quienes pide perdón por la falta cometida. Sostiene que de ella espera el respaldo y la comprensión para salvar su hogar. Cabe resaltar el aplomo y la verticalidad del artista y presentador, en el momento emergente en que se encuentra: una demostración íntegra y reveladora que marca la diferencia del amañado hábito de muchos colombianos de negarlo todo, de tapar el error, de disfrazarlo y pasar de agache el engaño o el delito, empezando por quienes llevan las riendas del poder, los políticos, los contratistas, los mal llamados ‘padres de la patria’.

A continuación el comunicado del señor Escaf. 

Queridos colegas y seguidores:

En los últimos días ha salido a la luz pública un tema que viene afectando a mi familia desde hace varios meses, y aunque hubiera preferido mantener esto lejos de los reflectores por ser un asunto muy privado y doloroso, es hora de poner la cara y dar mi versión de los hechos.

No quiero ahondar en detalles que no vienen al caso ni vulnerar la vida privada de ninguna de las personas involucradas, así que seré lo más concreto posible para cerrar el tema y acabar con las especulaciones. A mediados del año pasado, por razones laborales, conocí a la señora Adriana Berrío durante las fiestas de la ganadería en Montería.

A pesar de ser un hombre casado, de deberle respeto y fidelidad a María Antonia Pardo, mi mujer desde hace 23 años, sostuve, bajo los efectos del alcohol, una relación de índole sexual que duró un solo día con la señora Berrío. No tengo excusas, simplemente me equivoqué. No diré que la carne es débil ni hablaré mal de la señora en cuestión. No caeré más bajo. Pasó así y ya.

De esa relación pasajera y sin importancia en mi vida amorosa, pues jamás estuvieron involucrados ningún tipo de sentimientos, nació un bebé. El niño se llama Jerónimo. Luego de una prueba de ADN confirmé que sí era mío y actué en consecuencia.

Viajé a Montería y lo registré, le di mi apellido como es mi deber cristiano y mi responsabilidad legal. En ningún momento lo negué. Dudé, sí, que fuera mío durante todos los nueve meses del embarazo pues es inaudito que esto me haya ocurrido por un desliz, de un día. Pero una vez realizada la prueba y ante la evidencia científica tan contundente, tomé la única salida que mi conciencia me permite. Es decir, reconocí a Jerónimo como mi tercer hijo.

De todo esto lo que más me duele es haberle faltado a mi esposa y a mis hijos. Son mi vida, mi tesoro más valioso, lo único que tengo y que me sostiene en pie. Solo espero que me perdonen y que la vida siga. En eso estamos trabajando ya, en no permitir que un error mío acabe con nuestro bello hogar. María Antonia es la mujer de mi vida, mi único y verdadero amor. De ella aprendo a diario sobre entereza y valentía, es mi apoyo, mi ejemplo de amor incondicional, mi tierra firme.

Ruego a Dios por ello que siga a mi lado. Quienes me conocen saben muy bien quién soy, de dónde vengo, que me debo a mi familia, que todo lo que soy y lo que trabajo es por y para ellos. Hoy me duele dolerles. En cuanto a ese bebé, lo único que puedo decir es que jamás repetiré la historia de mi padre negando a un ser humano que lleva mi sangre. Eso nunca. Responderé por él como Dios manda.

Mi conciencia está tranquila por ese lado. Para terminar, le pido a mis colegas dos cosas: prudencia y respeto. No espero que se solidaricen conmigo, no lo merezco, pero sí que tengan en cuenta que están de por medio tres menores de edad para quienes simplemente espero de parte de ustedes consideración.

Un beso y un abrazo.


Agmeth Escaf
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