Con Cleo, la protagonista, la mexicana Yalitza Aparicio se ha robado elogios y aplausos de la crítica y el público por su debut como actriz en 'Roma'. Foto: Esperanto Filmoj |
Ricardo
Rondón Chamorro
A la Roma de Alfonso Cuarón se ingresa por la puerta
grande de la memoria, que abre otras puertas en el espacio y el tiempo, conexión
a vestíbulos y pasillos laberínticos de la infancia de sueños y juegos, del
entorno familiar, pero también a recodos grises de la vida en su crudeza y
complejidad inexplicables, porque esa es la finalidad de la historia del
laureado director mexicano: narrar una y muchas vidas, en las que podemos estar
emparentados.
De entrada, la imagen que sirve de trasfondo a los
créditos, es una metáfora elocuente a partir de una escena simple, cotidiana:
el agua espumosa de jabón que corre sobre unas baldosas, y en la que se refleja
un avión al vuelo en un firmamento despejado, símbolo de cambio y libertad.
Metapelícula esta Roma
de Cuarón, que rompe con toda clase
de arquetipos en su escritura, puesta en escena y rodaje, y nos ubica frente al
drama de una generación perdida, la de comienzos de la década de los 70 en un
México que aún no escapa a la euforia del Mundial de Fútbol, para enfrentarse a
la matanza del Corpus Christie, conocida
como el Halconazo -réplica trágica de
la de Tlatelolco, en octubre de 1968-, cruento
período represivo contra las protestas estudiantiles bajo el mandato de Luis
Echevarría Álvarez.
La actriz Marina de Tavira, en el rol de Sofia, la madre, comanda la mesa de este cuadro de familia pequeñoburguesa. Foto: Esperanto Filmoj |
El trabajo de reconstrucción de un cuadro de familia pequeñoburguesa
en una sociedad y una época en la que cualquier latinoamericano se puede ver
identificado, es uno de los grandes logros de este filme, mientras que en el engranaje
técnico de rodaje y fotografía (esta última de la mano de Cuarón), es una clase magistral de belleza y estética en detalle,
virtudes que empoderan a Roma como
paradigma del neorrealismo del cine mexicano, seguramente tocado por el legado
de Michelangelo Antonioni, o por la
enorme obra de Luis Buñuel, en
particular Los Olvidados.
El guiño autobiográfico del director y la nostalgia
impresa en la poética del blanco y negro, corren las páginas de un álbum
familiar que tiene como alma y soporte a Cleo,
la doméstica, una joven indígena inspirada en Liboria Rodríguez, o Libo,
a quien está dedicada la película, la nana de Cuarón en su infancia, y la de sus hermanos, encarnación de nobleza
y sumisión, como era el espíritu y la vocación de la servidumbre en ese
entonces, condenada a trabajar de por vida en una casa, con la premisa de sus
patronos de que debían estar agradecidas por contar con un techo y un plato de
comida seguros: esa indiferencia, maltrato y desamparo por las etnias, aún vigente en México y en otros países del continente, que por fortuna no fue el caso de Cleo.
Cleo,
interpretada por Yalitza Aparicio, que el pasado 11 de diciembre cumplió veinticinco años, maestra de Educación
preescolar, oriunda de la provincia de Tlaxiaco, del estado de Oaxaca, se ha
llevado los aplausos y reconocimientos de la crítica por su debut protagónico
desde el León de Oro que conquistó
el largometraje en la edición 2018 del Festival
Internacional de Cine de Venecia; pasando por La rana de bronce del Festival
Camerimage, de Polonia; la nominación a Mejor película extranjera en los Sprit Adwards; la prenominación en la
misma categoría a los Premios Óscar,
y más reciente, los dos Globos de oro
a Mejor película y Mejor director.
Cleo y el más cercano retrato de Alfonso Cuarón en su niñez. Foto: Esperanto Filmoj |
Pese a las miradas discriminatorias que reñidas surgen en
un mundo racista y polarizado como en el que nos debatimos, Aparicio manifiesta que esta
oportunidad no la había soñado ni de adolescente en la comarca de su nacencia,
pero que desde que se ganó el rol a pundonor entre 300 aspirantes, y Alfonso -como ella llama a Cuarón-, después de la prueba la miró a
los ojos y le dijo que esa era la Cleo
que estaba esperando, la experiencia le ha dado un vuelco total a su vida.
Vista en pantalla, recalca que no lo podía creer.
Ha sido de tal magnitud su novel estrellato a cuestas,
que la encopetada revista Vogue, edición
británica, habituada a resaltar el glamour y la belleza de las luminarias
rubicundas del cine, registró a Yalitza como
modelo en sus páginas, donde aparece con su hermosa mata azabache de cabello
suelto, luciendo sedas de prestigiosas marcas en colores primarios, y un breve
testimonio de su extraordinario logro:
“Para mí lo más importante es la lectura sensible y
humana que Alfonso hace de las domésticas. De hecho, la historia ya está dando
frutos en los sindicatos de trabajadoras
del hogar, como se les llama en mi país, con repercusión en asociaciones de
empleadas de la comunidad latina de los Estados Unidos. Ese aporte me llena de
gran moral y orgullo, porque Roma
también es un homenaje a mi madre que fue doméstica, y que con sus esfuerzos y
sacrificios nos dio estudio y nos sacó adelante”.
Alfonso Cuarón: director, productor, guionista, director de fotografía, impartiendo instrucciones. Foto: Esperanto Filmoj |
“No son justos los salarios ni el trato marginal y
humillante que se les da a las trabajadoras, por su procedencia, por su linaje,
por la falta de estudio y de oportunidades. Cuando la película llegó a
Tlaxiaco, mi pueblo, la emoción fue impresionante. Cundió en toda la aldea, y
muchas mujeres se identificaron con Cleo.
Me pedían autógrafos y fotografías con ellas”.
“Me encantaría seguir en el cine, aunque mi proyecto es
la educación. Jamás había descubierto que tenía talento para actuar. Esto
apenas es el comienzo, pero no hay mayor límite que el que uno se pone. Fue
increíble trabajar con Alfonso, aunque yo no sabía quién era él. Pero desde el
primer instante me pareció una gran persona, muy humano, y un genio con la
cámara”.
La genialidad de la cámara de Alfonso Cuarón, que refiere Yalitza
Aparicio, bien se sabe y con
sobrados méritos y congratulaciones, tiene precedentes en películas como Y tu mamá también y Gravity. El director mexicano sostiene que en los anteriores
largometrajes ya se habían urdido claves secretas de Roma. De, Y tu mamá también,
reconoce el encendido del motor que años más tarde condujo a escribir un drama
alrededor de su nana, cuando los adolescentes en su delirante aventura de
carretera hacen una parada en Tepelmeme, el pueblo natal de Liboria, que en dicha historia es Leogarda, la misma que los atiende con
unas quesadillas. De la oscarizada Gravity,
afirma que es un homenaje a Roma.
Cruenta escena de la matanza del Corpus Christie, también conocida como el 'Halconazo'. Foto: Esperanto Filmoj |
Ese marcado vínculo de la memoria entre el cineasta
mexicano y la joven mujer que lo ayudó a criar con tal amor y dedicación que de
niño la llamaba mamá, se gestó varias
décadas atrás. “Era una deuda prolongada que tenía con Libo”, ha declarado Cuarón,
que no desconoce que en el grueso de su contenido, exista una baraja de
referencias autobiográficas (la compleja relación de sus padres que terminó en
ruptura, el mismo número de hijos, la abuela, etc.), sin ser una película
confesional.
Pero sí un tributo a su familia, sobre todo a aquellas
mujeres luchadoras como su madre, invisibles como la doméstica, protectoras
como su abuela, con una enorme carga emocional por darlo todo a cambio de nada,
en medio del machismo imperante, de la carencia de oportunidades, menos de
liderazgo, donde se hacía lo que el hombre de casa a su capricho impusiera.
Roma
expone problemas y diferencias del núcleo familiar, que el director contextualiza con el momento histórico,
político, social y cultural que vivió en la emblemática colonia mexicana de los
años 70, hoy transformada en un atractivo turístico frecuentado por sibaritas
del mundo, intelectuales, galeristas y cultores del arte en todas sus
expresiones.
Cleo en los pinitos del descubrimiento del amor y la sexualidad: la vida secreta de la doméstica. Foto: Esperanto Filmoj |
Mucho tiempo antes de escribir el guion -según él el más
ágil y rápido de los que haya escrito en su exitosa carrera-, el cineasta convocó
a Libo a una serie de encuentros y
diálogos para afianzar sus recuerdos y nutrirse de cómo era su rutina, los
oficios de entre casa, la relación con sus padres, sus hermanos, su abuela; el
entorno del barrio, el mercado al que solía acompañarla, y los esperados
matinés dominicales, con esa impronta lúdica del circo ambulante
latinoamericano de buhoneros, malabaristas y vendesuertes a la salida de la función.
Cuarón no
se reservó nada en este ejercicio preliminar de reportería, que luego plasmó en
el guion con sobrado material y lujo de detalles. Su cámara magistral lo narra
en minucias, con una delicadeza y sensibilidad imperturbables. Pinta un cuadro
de época en el que todo encaja en sincronía: la banda sonora representada en la
Nueva ola latinoamericana: Leo Dan (Te he prometido), José José (La nave del olvido),
Javier Solís (Sombras nada más), Rocío Dúrcal
(Más bonita que ninguna), Juan Gabriel (No tengo dinero), Los
pasteles verdes (Angelitos negros),
Luis Pérez Mesa (La india bonita), Pop Tops (Mamy blue), Christie (Yellow river), entre otras.
Obsesivo en la perfección y el detalle, puso a revolar en
cuadro a productores y directores de arte para que consiguieran los inmensos y
espaciosos automóviles, uno de ellos, el del padre, que la cámara recrea
ingresando lento y torpe al garaje, una de las tantas escenas de acentuado
realismo, como ordenar también que los cajones y compartimientos de los
armarios, que no se abrieron en el rodaje, se llenaran con prendas y calzado de
la época.
'Roma': retrato de familia con guiños autobiográficos de Alfonso Cuarón, pero sin rayar en lo confesional. Foto: Esperanto Filmoj |
Cada plano está ligado a un riguroso proceso de
investigación y creatividad, en este caso con la fórmula personal de Cuarón, que en Roma, lo sustenta: atrapar el primer recuerdo que lleva de la mano
a otros recuerdos, como esa llave mágica que va abriendo todas las puertas
posibles en el tiempo y en el espacio, y que no tiene otro secreto que el acto
de rememorar desde el presente.
Otro detalle curioso que resaltar, es que en Roma Cuarón fue esquivo con el guion, que escribió en un orden
absolutamente cronológico. Sólo repartió listas de instrucciones a los
diferentes departamentos. Sucedió con los mismos actores: antes de rodar una
escena, les compartía una escueta información de la vida de los personajes que
deberían interpretar. Ya con las cámaras activas les daba los diálogos escritos
y les sugería cómo interactuar y responder a las emociones, porque la idea no era interpretar sino
existir.
Por supuesto que la preparación tanto técnica como
histriónica resultó prolongada y dispendiosa. Fue, en sus palabras, un rendirse a los momentos, en medio del
desorden que él mismo propició, consecuencia de ese músculo narrativo que ha
desarrollado como escritor y director, y que él es consciente le ha brindado un
potencial para superar esa complejidad transgresora y ecléctica del cubo de Rubik: organizar el caos con tacto y fluidez, en el menor tiempo
posible.
Entre 300 aspirantes al protagónico, Cuarón fijó los ojos en Yalitza Aparicio, advirtiendo que era la Cleo que estaba esperando. Foto: Esperanto Filmoj |
Su familia también fue vital en esta recapitulación. Cada
uno aportó lo suyo desde el respeto y la discreción, sin evaluar juicios ni
cuestionar decisiones. La empatía y la generosidad fueron de parte y parte.
Hay escenas de Roma
filmadas con tal esmero y sensibilidad que quedan para siempre en la retina,
por la sencilla razón de que a su vez quedaron impresas en la retina de Cuarón niño, luego adolescente , como
la de la matanza del Corpus Christie,
el adiestramiento con artes marciales de los grupos paramilitares, el terremoto
del 85 en México, cuyo realismo en pantalla compromete al espectador, o el
riesgoso y no menos imposible plano secuencia de los bañistas en una mar
enfurecida, que sugiere el poster oficial de la película. Solo por nombrar
algunas.
Sobraría decir que el trabajo fotográfico es de
exposición. Seguramente pronto se conocerán noticias de apreciar colgada esta
obra magnífica en algún museo o galería, porque la cámara genial de Cuarón,
en labios de Yalitza Aparicio, su
musa en el rodaje, propone un efecto magnético de comienzo a fin, no se permite
treguas, narra en profundidad, no se exime del mínimo detalle, escudriña con
pasión en este maravilloso juego entre realidad y ficción.
'Roma', drama de época en blanco y negro, que primero conquistó las plataformas de Netfilx, y luego las salas del mundo. Foto: Esperanto Filmoj |
Hay un cierto aire en Roma
de Nostalghia (1983), del gran Andrei Tarkovsky, quizás un espejismo
de esa pulcra atmósfera, ese impecable lenguaje visual que el director ruso
concebía en el cine como el arte de
esculpir el tiempo sin resquebrajar la memoria, que en la película de Cuarón es visible y contundente en su
cometido de describir la belleza y la dureza de la vida, con todos sus bemoles
y complejidades, su exaltación y su finitud irremediable. Y subrayar que el
director, en esta, su obra maestra, no mira, sino que contempla.
Lo anterior agregado a la hazaña lograda con su distribuidora
Netflix: romper con los cánones
establecidos de la prestigiosa marca al proponer un drama en blanco y negro, de
época, al principio propuesta insolente, por no decir descabellada para algunos
de los ejecutivos, pero una vez cobrado el arrollador éxito y los galardones de
los festivales, sacar a Roma de las
plataformas para exhibirla en salas, hasta ese momento, fenómeno impensable
para la pujante compañía.
Cleo es una inspiración de Liboria Rodríguez, la nana que ayudó a criar a Alfonso Cuarón, deuda saldada del director mexicano. Foto: Esperanto Filmoj |
Sin ninguna pretensión y sin intenciones excluyentes,
cabe advertir que Roma no sería apta
para los públicos de Rápidos &
Furiosos, La muñeca diabólica o
los Paseos de Dago García, respetando gustos y euforias cinematográficas.
Roma es
un bello y conmovedor mosaico en el tiempo y la memoria, un justo cuadre de caja con las
vivencias y los sentimientos del pasado, y una propuesta exquisita de
contemplar el arte en profundidad, atentos al asombro, la conmoción y la
ternura, en finadas cuentas, un acto de redención con la vida.
(Muy seguro que el próximo sábado 24 de febrero veremos a Alfonso
Cuarón y a Yalitza Aparicio en
el Teatro Dolby de Hollywood, en la gala de premiación de la entrega de los Premios Óscar, celebrando la estatuilla
concedida a Roma como Mejor Película Extranjera. A bien que
se la tienen más que merecida).
Título
de la película: Roma
Género:
Drama
Dirección,
guion y fotografía: Alfonso Cuarón
Productora:
Esperanto Filmoj (Alfonso Cuarón)
Distribuidora:
Netflix
Fecha
de estreno: abril de 2018
Duración: 135
minutos
El poster que le está dando vuelta al planeta. Foto: Esperanto Filmoj |
Reparto
Yalitza
Aparicio: Cleodegaria Cleo
Gutiérrez.
Marina
de Tavira: la señora Sofía, madre de la familia.
Daniela
Demesa: Sofi, hija de
la familia.
Diego
Cortina Autrey: Toño, hijo
de la familia.
Carlos
Peralta: Paco, hijo de la familia.
Marco
Graf: Pepe, hijo de la familia.
Nancy
García: Adela, la otra empleada de la familia.
Verónica
García: doña Teresa, madre de Sofía.
Andy
Cortés: Ignacio.
Fernando
Grediaga: señor Antonio, esposo de Sofía.
Jorge
Antonio Guerrero: Fermín, novio de Cleo.
José
Manuel Guerrero Mendoza: Ramón, el novio de Adela.
Zarela
Lizbeth Chinolla Arellano: doctora Vélez.
Enoc
Leaño: el político.
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