Ricardo
Rondón Chamorro
(Foto: archivo particular)
En la época dorada de la radio, cuando se exigía a los de
micrófonos la licencia de locución expedida por el Ministerio de
Comunicaciones, luego de estrictos exámenes y entrevistas, la voz de Jorge
Correa Tamayo brilló como una de las más prestigiosas y cotizadas como lector
de noticias, director artístico, maestro de ceremonias y declamador.
Correa Tamayo impuso un estilo propio: cultor de la
dicción, del acento y las pausas, y del hondo sentimiento romántico que
imprimía a sus declaratorias y versos, la mayoría del repertorio popular, en
las plumas de bardos como Rafael de León, Federico García Lorca, Guillermo
Aguirre y Fierro, Miguel Ramos Esteros, Agustín Rivero, Juan de Dios Peza,
Manuel Benítez Capasco, Jorge Robledo Ortiz y Carlos Castro Saavedra, entre
otros.
Oír en su voz poemas como "El seminarista de los
ojos negros", "A solas", "La casada infiel",
"Penas y alegrías del amor", "Las abandonadas", "El
duelo del mayoral", y el infalible "Brindis del bohemio",
minutos antes de las doce campanadas que dan paso a un nuevo año, era un
deleite para el buen oído, y un estremecimiento en las fibras del alma. Con los
sellos Orbe y Alexander Récords, alcanzó a grabar veinte álbumes de sus
interpretaciones poéticas.
No en vano, la Asociación Colombiana de Locutores (ACL),
entre los múltiples reconocimientos que le confirió a lo largo de su brillante
carrera, le agregó el título de "El poeta del romance".
Jorge, oriundo de Medellín, se inició muy joven en estas
lides de cabinas radiofónicas. Fue por don Tulio Sánchez Osorio, de Radio
Metropolitana de Bogotá, que a los dieciséis años probó suertes en micrófonos,
con el beneplácito de una audiencia que fue cautivando y cosechando en otros
circuitos radiales como Todelar, Caracol, Super, Melodía, Radio Sistema
Tricolor de Colombia, y en su última etapa, en su tierra natal, la emisora cultural
de la Universidad de Medellín (940 AM), y Teleantioquia.
Programas como "Serenata galante", "Tango
de smoking", "Callejón de Buenos Aires" y "El ventanal de
los recuerdos", este último a dos voces con su hijo Leonardo Correa
Ferrucho, dan cuenta de la vocación, el carácter, la responsabilidad y el
respeto por la audiencia que sostuvo Correa Tamayo en sus 60 años de vida
profesional.
"Antes era un orgullo presentarse como locutor. Hoy,
ya no, porque quedamos metidos entre el montón de la mediocridad y la
vulgaridad de aquellos que sin academia, trayectoria y experiencia, abusan de
los micrófonos, y lo más lamentable, irrespetan a los oyentes, al preciado
público, que es a quienes nos debemos", expresó Correa en entrevista
concedida al colega Germán Posada, en 2017.
Al destacado presentador y declamador antioqueño lo
sorprendió la muerte, a los 77 años, en la madrugada del pasado 25 de
diciembre, en la soledad de su apartamento de Medellín. Fue por las insistentes
llamadas de sus familiares en Colombia y en Estados Unidos, para saludarlo de
navidad, que alertaron su deceso, resultado de un infarto cardíaco.
Se apaga una de las voces magistrales de la radiodufusión
en Colombia, de las que en el transcurrir de la historia han enaltecido este
bello y noble oficio, por nombrar algunas, las de Juan Harvey Caicedo, Eucário
Bermúdez, Pedro Montoya, Juan Caballero, Gustavo Niño Mendoza, Eduardo Aponte
Rodríguez, Marco Aurelio Álvarez y Armando Plata Camacho (actual presidente de la ACL).
El estilo de estos grandes ha sido reemplazado por la
ramplonería y la desfachatez, y la cuota romántica de la palabra por el
reguetón y sus derivados. Es la banda sonora de la decadencia. Y cualquier
mequetrefe sin licencia se suelta ante micrófonos con lo que le venga en gana.
Maestro Jorge Correa Tamayo, con el orgullo y la
satisfacción del deber cumplido, descanse en paz. Perdurará su memoria.
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