El
genio paisa de 'Tola y Maruja' ahora en un monólogo sazonado de humor, azote de
baldosa y cultura latina vieja guardia
Ricardo Rondón Chamorro
Foto: Cortesía Carlos Mario
Gallego
Al pobre y al feo no todo se
le va en deseo, siempre y cuando sea un buen bailarín, y más en pueblos de la
Antioquia montañera como Yolombó, cuna de don Tomás Carrasquilla, con su
clásico de la literatura colombiana, y Carlos Mario Gallego, curtido humorista
de tinta, telón y tablas, creador de 'Tola y Maruja', parlanchinas comadres de
aguda y desabrochada crítica social y política en este país del sagrado
chicharrón.
Gallego confiesa sin tapujos
su carácter introspectivo y su timidez congénita, con la salvedad de la
trinchera en la que se acomodó desde muy joven (19 años,), la del humor,
primero como columnista satírico en el recién inaugurado periódico El Mundo, de
Medellín, y después como caricaturista con el seudónimo de 'Mico', en varias
publicaciones como El Espectador, su casa periodística de largo aliento a la
fecha.
Por estos días, Gallego se la
juega en los tablados bogotanos con el monólogo "La Salsa de mi Vida, cómo
superé el chucuchucu', movida y jocosa reminiscencia inspirada en sus primeros
bailoteos pueblerinos en Yolombó, y después en la Universidad de Antioquia, a
donde se fue a cursar periodismo. Lo entrevistamos.
-Uno de pelado aprendía a dar
los primeros pasos del chucuchucu con las tias, en la sala de la casa,
aprovechando la brillada, después de la biruteada y la encerada. ¿A usted le
tocó lo mismo?
Todo pelado paisa nace con la
arepa debajo del brazo y con el chucuchucu incrustado en el ADN. Aprender a
cogerle el paso a las tías era el entrenamiento para debutar en forma en las
heladerías del pueblo, donde pintosos y escamosos se disputaban a las muchachas
bonitas.
-Qué sonaba por esa época.
-Pues es que nos tocó la época
dorada del chucuchucu, empezando por los Teen Agers, de donde se disparó
Gustavo el 'Loko' Quintero con Los Hispanos, y por esa misma ruta 'Los
Graduados', con Rodolfo Aicardi, y el mismo Guillermo Buitrago. Eran los que más
sonaban en la radio.
-¿Cuáles eran las emisoras
antioqueñas que más botaban corriente con el chucuchucu.
Ondas de la Montaña, Radio
Visión, Radio Claridad, Radio Tricolor, que era la emisora cultural y
parroquial de Yolombó. Recuerdo que había una locutora que, cuando anunciaba la
hora, se demoraba un poquito mientras salía a verla en el reloj de la iglesia.
-¿Y usted con qué melodías
empezó a mover la osamenta?
El repertorio es largo, pero
de las que más resuenan y algunas hoy hacen parte del monólogo que estoy
presentando: 'Caminito serrano', 'La maestranza', 'Ese muerto no lo cargo yo',
'La saporrita', 'El revolíatico', y los porros de Lucho Bermúdez; toda esa
música que nunca pasará de moda.
-¿En Yolombó también se
organizaban las recordadas "coca~colas bailables?
Sí, claro, pero como esas
"coca~colas" se hacían a la vista de padres, tíos y abuelos fisgones,
los ya piernipeludos tirábamos para las heladerías, entre las penumbras
de la intimidad y el amacice. La más frecuentada era 'Claro de luna'. Allí los
feítos teníamos que demostrar la habilidad en la pista, porque ese era el
pasaporte para la conquista. El enganche. No había otro chance.
-¿Cuál puede ser el origen
etimológico del chucuchucu?
Que deriva de la rasca o la
carrasca, conocidas en Cuba y en Puerto Rico como güiro, instrumento artesanal
de madera o de metal, al que se le saca sonido con un trinche. Yo estudié
carrasca clásica.
-Cómo fue ese salto suyo del
chucuchucu a la salsa?
¡Pum!, fue un bombazo.
Llegaron Fruko y sus Tesos con 'El Preso' a Yolombó. Entrada triunfal, la
locura. Y eso también quedó en el ADN. Porque para mí 'El Preso' es un
chucuchucu en su salsa: uno bregaba a bailarlo como salsa y terminaba
bailándolo como chucuchucu. Además, a diferencia de la salsa, que tiene su
propia, pinta, su vestimenta particular, el chucuchucu se baila con la misma
ropa con la que cualquier persona se baja de transmilenio.
-¿Cómo lo marcó ese cambio
radical del chucuchucu a la salsa?
-Como ya había terminado
bachillerato y me gané un cupo para estudiar periodismo en la Universidad de
Antioquia, me fui para Medellín, territorio de la salsa, con Fruko, su rey
indestronable. Yo llevaba enterito el capote del montañero.
En los bares del centro de ‘Medallo’,
como el 'Bahía' y 'El Oro de Munich', descubrí una pieza que me voló la cabeza:
el 'Sonido bestial' me escupió a la pista. Los compañeros de la facultad
empezaron a burlarse porque se me notaba el chucuchucu del
"agrodescendiente". Por más que lo intentara, una y otra vez, el
matoneo persistía, a tal punto que me obligó a pedir cita con el psicólogo.
-Cómo le fue con el
psicoanalista.
No pasó nada. Pero ahí no
paré. Empecé a consultar curanderos, fisioterapeutas, acupunturistas, teguas,
sobanderos, espritistas, hipnoterapeutas, mejor dicho, llegué hasta el templo del
Indio Amazónico, y a donde un cura para suplicarle que me practicara un
exorcismo. Imagínese. Todo eso lo cuento en el monólogo.
-¿Pero al fin da con el chiste
para sacarse el chucuchucu del cuerpo?
Eso no se lo puedo responder
porque hace parte del desenlace, y si no qué gracia, quién me va a ir a ver. Lo
que sí le puedo contar es que el monólogo ha gustado mucho, porque matizo con
música: chucuchucu y salsa vieja guardia, y bailo. Me pongo el escenario de
ruana. No faltan las damas que se avientan a bailar conmigo, como una caleña,
que casi me deja sin aire.
-¿Salsero que se respete,
"mamertoide" seguro?
Si es de universidad pública y
del proletariado, póngale la firma, porque lleva a Rubén Blades en el ADN. Pero
que va, si hay algo democrático es la salsa, que reúne a viejos y jóvenes en la
misma pista, estilo la taberna "Carruseles", de Medellín; "La
Topa Tolondra", de Cali; "La Troja", de Barranquilla, o "El
Goce Pagano", de Bogotá.
-Cuál es la salsa de su vida.
Por el oficio ‘El periódico de
ayer’, pero hay muchas: desde ‘El negro bembón’, pasando por ‘El ratón’, ‘Mi
Caela’, el ‘Jalajala’, y todo lo de Fruko.
-Cuánto tiempo lleva con el
monólogo.
Hasta ahora estoy despegando.
Me he presentado en Café y Libro, de la 93, y este sábado 4 de mayo voy a estar
en el Cafetín de Buenos Aires, en Chapinero (calle 64#13-29, segundo piso), a
partir de las 8 de la noche. Parejita: $30.000. individual: $20.000. Al final
le vamos a hacer un homenaje al maestro de la caricatura Arles Herrera
'Calarcá', que el próximo mes de junio cumplirá 90 años. Será una velada
entretenida, con chucuchucu, salsa y tango. Vengan pa'que aceiten coyunturas.
-Usted que ha sido tan botador
de corriente toda la vida, que proyecto tiene parado.
Siempre he tenido en la cabeza
hacer un periódico como Le Monde, de Francia, pero popular, a la
colombiana, que lleve sexo, crónica roja y humor. Del humor, me encargo yo; del
sexo, Chócolo; y de la crónica roja, usted Rondón, que ha vivido de la sangre.
-¿Y ya tiene el nombre del
pasquín?
Sí: Le Mondá.
Hágale, pues, Carlos Mario, en
primera y sin mirar pa'tras.
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