La gran intérprete ecuatoriana celebra en
Bogotá el Día Internacional de la Mujer con un concierto íntimo en Casa E
Borrero
Ricardo Rondón Chamorro
Fotos: Ricardo Rondón y archivo particular
No había culminado el bachillerato cuando reparó que el nombre de Patricia Lucía Alexandra González Avellán era muy largo para marcar libros y cuadernos, responder el llamado a lista y al incisivo "cómo te llamas", y esa tediosa costumbre de firmar los memorandos de atención por su rebeldía.
Entonces optó por el de Patricia González, a secas, tan común y silvestre como el nombre de la recepcionista de la oficina de telégrafos, la vecina de la miscelánea, la dependiente de la farmacia, y la peluquera y chismosa del barrio, donde en medio de tinturas y alisados, la comunidad se enteraba, en voz baja, y con la complicidad de los secadores a toda marcha, de lo que lengua rígida no se atrevía en la vecindad.
Las revistas color rosa resaltan que a Patricia en su adolescencia le gustaba correr en bicicleta por las playas de Salinas, que floreció en una familia de frondosas ramificaciones artísticas, que a temprana edad empezó a aprender a tocar piano, y que tiempo después se decidió por la guitarra, con la que interpretaba tonadas, bombitas, pasacalles, pasillos y valses del bello y variopinto patrimonio musical ecuatoriano.
Ese instrumento de cuerdas que ha sido su compañera de vida por los meandros de la canción romántica en Latinoamérica y en las antípodas que, con su virtud y magia interpretativas, y en un trayecto artístico de 54 años, le ha conferido títulos como 'La Voz de Oro', 'La Primera Dama del Bolero', o 'La Ronca González', apelativo que le acomodó la vieja guardia radial del espectáculo en el país hermano que la vio nacer hace 80 años. Además de múltiples reconocimientos como el Premio “Eugenio Espejo”, prestigioso galardón artístico del gobierno ecuatoriano.
Patricia González y su madrina de carrera musical Chabuca Granda
De alto vuelo
Ha grabado más de 40 discos, en solitario y a viva voz con rutilantes amigos cantores y compositores, entre los que se cuentan, entre otros: Rolando Laserie, Mercedes Sosa, Roberto Ledesma, Nelson Ned, María Dolores Pradera, María Martha Serra Lima, Marco Antonio Muñiz, Daniel Santos, Piero, Silvana Di Lorenzo, Virginia López, María Conchita Alonso, Silvio Rodríguez, Rocío Jurado, José Luis Rodríguez 'El Puma', Paloma San Basilio, y por supuesto Chabuca Granda, Armando Manzanero y Alberto Cortez.
Su primera salida musical de Ecuador fue a Colombia, donde grabó en Bogotá, en 1968, su primer disco: 'En un rincón del alma', tiquete de su consagración internacional. Lleva a nuestro país en sus fibras. Aquí también grabó, en 1988, el álbum que ella considera el más entrañable y vigente de su aclamada carrera musical: '20 boleros'. Hacía un tiempo considerable que no se presentaba en Bogotá, hasta que los directivos de Casa E Borrero, en el atractivo Parkway La Soledad, pensaron en ella para celebrar con su poderosa voz y sus vibrantes cuerdas, el Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo.
Fue un placer volver a hablar después de muchos almanaques con Patricia González, esta vez en el patio de paredes tachonadas de enredaderas de la casona teatral, bajo el cielo primoroso de estos días veraniegos, y ella degustando de una copa de vino.
Bella, coloquial, memoriosa, dispuesta a rebobinar el carrete de viejos tiempos, de desempolvar el vívido paisaje de sus añoranzas y de disfrutar en su voz, con sus cuerdas y a capela, ese rosario de lindos y sentidos boleros, que perennes se acuñan "en un rincón del alma". En el alma de puertas abiertas de Patricia González.
En estudio, la 'Voz de oro', grabando con Armando Manzanero
-Maestra, ¿cuánto tiempo sin venir a Colombia?
-Por lo
menos diez años sin presentarme en público. Solo de paseo, por invitaciones de
mis amigas a sus cumpleaños y fiestas, algunas de ellas en la adorable
Cartagena.
-Porque a Colombia viene desde los inicios de su periplo artístico...
-Pero si es
que Colombia es mi segunda patria. Yo amo a Colombia. Aquí grabé mi primer
disco. Aquí hice mi carrera. Gratos recuerdos de tantos lugares donde me he
presentado: Bogotá, Manizales, Medellín, Cartagena. En Cali estuve en el local
de Gerardo De Francisco, 'El Zaguán del Viejo Conde', una belleza de lugar para
disfrutar de la bohemia.
-Y, en la Media Torta, en Bogotá...
-¡Cómo no!,
en los años 70. Los artistas que veníamos del exterior, teníamos que
presentarnos por decreto en la Media Torta. Recuerdo una presentación, por allá
en el 75, o en el 76, cuando me tocó alternar con Rocío Jurado. La flamante
Rocío, acompañada por tremenda orquesta, y yo con mi guitarrita. Pero conecté
con el público. Al final recibí una ovación que no esperaba. Es que en Colombia
adoran el bolero.
-Ha grabado bellas páginas del bolero, de grandes letristas
latinoamericanos. ¿También colombianos?
-Sí, de un
compositor maravilloso como lo fue Jaime R. Echavarría. Todo un personaje: cariñoso,
amable, además de gran letrista. Al principio me pareció curioso como firmaba:
Jaime R. Echavarría. ¿Qué será la R?, me preguntaba. Un día no aguanté y le
pregunté. "Rudecindo", dijo el maestro. Y así lo seguí llamando. Me
invitaba a su casa, se sentaba al piano y se nos iba la noche cantando y
tomando vino. Canté con él lo más bello de su repertorio: 'Noches de
Cartagena'.
-También grabó con Helenita Vargas, 'La Ronca de Oro', ¿cómo la
recuerda?
-Helenita,
por supuesto, qué mujer tan extraordinaria. Era una cajita de sorpresas. Con
ella canté en la celebración de mis 25 años de carrera musical, en el Club El
Nogal. Nos acompañó en el piano Rudecindo. También grabé con ella la ranchera
'Amnesia', para su álbum 'Helenita Vargas y sus amigos'. Inolvidable: qué
empatía con Helena, con su personalidad y con su voz. Es que en Ecuador a mí me
llaman 'La Ronca González'. Ese disco es precioso. Entre otros amigos aparecen,
que recuerde: Margarita Rosa de Francisco, Alci Acosta, Vicky, Víctor Hugo
Ayala, Beatriz Arellano, Fausto, Galy Galiano y Jaime Rudecindo Echavarría.
Cómo te parece...
-Maestra, usted en Colombia grabó, en 1988, con el sello BMG, el álbum
más representativo de su trayectoria como intérprete romántica: '20 boleros'.
Una joya. La productora de ese disco fue Josefina Severino...
-¡Ayyy, la
Pepa Severino! Tú lo has dicho. Es el mejor disco de boleros que tengo. Mi
cédula sentimental. La Pepa, qué fino talento el de esa mujer. Y qué oído...
En el bello patio de Casa E Borrero, frente a una copa de vino
-La canción estrella de ese álbum es 'En un rincón del alma', de Alberto
Cortez. Esa sentida página que a usted le inspiró la apertura de un bar con el
nombre de la melodía: 'El Rincón del Alma'. ¿Existe todavía ese lugar en su
natal Guayaquil?
-¡Nooo!,
eso fue hace muchos años, cuando estaba chiquitica, ahora estoy grandecita
(risas). Funcionó hasta que me dieron las ganas y la atención del lugar, porque
tú sabes las correrías de una artista, de aquí para allá, las giras, se pierde
el hilo y se cumple el ciclo. Ese fue un homenaje que le hice a Alberto Cortez,
un ser muy especial, con quien compartí escenario varias veces, y con muchos
cantores y cantoras de Ecuador y Latinoamérica".
-¿Qué ha representado en su vida el privilegio de haber tenido como
padrinos de su carrera artística a dos leyendas inmortales de la canción
romántica: Armando Manzanero y Chabuca Granda?
-Una
bendición de Dios que me puso en mi camino a esos dos grandes de la música, de
una larga lista de bellos artistas y personas de las que he estado rodeada
siempre. De Chabuca y de Manzanero aprendí no solo de música, sino de la vida,
de la cátedra maestra de la vida, porque este es un curso que acaba con la
muerte, y quedan infinidad de cosas por aprender".
-¿Cómo la descubrió Manzanero?
-Eso fue en
octubre de 1970, en el Hotel Colón, de la cadena Hilton. Yo estaba de concierto
cantando con mi guitarra y rematé la tanda con el bolero 'Te extraño', y al
final llegó el maestro (Manzanero), pone una silla al lado mío, y me dice:
"cantas precioso".
Yo le
respondí: "maestro, no tengo palabras para expresar la alegría y el
sentimiento de que usted venga al escenario a saludarme, y oír lo que me está
diciendo". Y él me propone: "te invito a mi habitación para
acompañarte con el piano y para que cantemos el resto de la noche".
Lo miré
sorprendida y le dije: maestro, son las 2 de la madrugada, ¿no le parece que es
demasiado tarde? Otra vez será... Nos despedimos, me fui a mi habitación y puse
en la puerta la plaquita de "por favor no interrumpir".
Al
siguiente día coincidimos en el mismo vuelo, rumbo a Guayaquil, donde los dos
nos presentamos. Recuerdo que cantamos 'Somos novios'. Ese fue el comienzo de
una larga y bonita amistad".
-Maestra, ¿cómo es que, a sus 80 años, de los 54 que lleva cantando,
conserva su voz intacta? ¿Cuál es la receta, o el truco?
-Ah, debe
ser el buen vino tinto (bromea y sonríe). Y gracias por recordar mi edad porque
nunca he tenido problema de revelarla. Pero lo que no digo es el peso...
-¿Cómo... el peso? ¿Habla de kilos o de plata?
-Ese es
otro secreto bien guardado.
-Como secreto “bien guardado” cuando una periodista en Ecuador le
preguntó que cómo era posible que una artista romántica como usted, que toda la
vida le ha cantado al amor, no se haya casado...
-Y yo le
respondí en seco y mirándola fijo a los ojos: "porque no se me ha dado la
gana". La muchacha quedó muda y no me hizo más preguntas.
El disco entrañable y vigente en la brillante carrera de 'La Ronca González'
-También se dice de usted, que muy joven, en un acto de rebeldía, fue la primera mujer en lucir un bikini, en una época en que las mujeres iban a la playa de pantalón largo.
-Sí, así
fue. Estaba por los 18 años. Y no porque fuera rebelde, sino porque tenía la
figura para lucirlo. ¿Quién me lo iba a impedir? Hoy no lo podría hacer porque
me demandarían por alteración del orden público (risas).
-No puedo escapar de tocar el tema sensible y calamitoso de la situación
que, de unos años a la fecha, está sufriendo Ecuador por culpa del
narcotráfico, que ha sembrado el terror y ha sepultado vidas como la del
candidato Fernando Villavicencio.
-Estamos
pasando por una época similar a la que ustedes vivieron con el narcoterrorismo
de los carteles, pero gracias a Dios contamos con la suerte de un presidente
como Daniel Noboa que, con apenas 35 años, está poniendo las cosas en su lugar,
reorganizando la casa, despejando el norte; porque tú sabes lo difícil que es
acabar con la droga en cualquier lugar del mundo, ya que donde penetra esa
maldición, lo corrompe y lo daña todo. Pero en el Ecuador, con Noboa, corren
vientos de esperanza. Recién publicaron que su gestión de sus primeros 100 días
marca el 80% de favorabilidad.
-Usted se ha caracterizado por ser una mujer librepensadora, pero al
mismo tiempo arraigada a su fe católica. ¿Cómo maneja ese contraste? ¿De qué se
confiesa Patricia González?
-Yo sí voy
a misa, pero no me confieso. Rezo el rosario todos los días, a la 7 de la
mañana, al Señor de la Misericordia. Soy una mujer de fe. Tengo mi carácter y
digo las cosas por su nombre y sin arandelas. Y si no me confieso, es porque no
tengo nada de qué arrepentirme. Nunca le he hecho mal a nadie. Por el
contrario, me he pasado la vida cantándole al amor y uniendo corazones. Ya
puedo decir que estoy redimida.
-Maestra, ¿cuántos vinos se ha tomado en esta tarde soleada, en este
bello patio de Casa E Borrero?
-Tres.
-¿Y con cuántas copas se suelta a contar lo que lengua mortal decir no
pudo?
-Con 20 ya
empiezo a soltar la lengua (risas).
Patricia
González suelta una carcajada, se aferra a su guitarra, y retoma el hilo del
bolero que ya perdió la cuenta de cuántas veces lo ha interpretado en sus giras
de pomposos teatros y escenarios de cámara como este de Casa E Borrero, donde
la 'Voz del amor' rendirá tributo a la mujer, este 8 de marzo, a partir de las
9 de la noche.
"En un
rincón del alma, donde tengo la pena que me dejó tu adiós..."
Informes de boletas: @atrapalo y taquilla Casa E Borrero: 3142944506 y 322 3180259
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